sábado, 27 de septiembre de 2025

La España que madruga mientras Garamendi bosteza


Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, está muy preocupado por la productividad... de los demás. Ha dicho que en España no hay ganas de trabajar, que lo que falta es “cultura del esfuerzoEs fascinante la soltura con la que algunos millonarios disfrazan su desprecio como diagnóstico social.


La frase, por sí sola, ya es insultante. Pero además es mentira. En España no faltan ganas de trabajar; falta vergüenza por parte de quien sabe y no quiere tener en cuenta la precariedad en la que se mueven cientos de miles de personas que, a pesar de trabajar, viven en la pobreza, muchas de ellas tras realizar incluso jornadas de trabajo interminables y mal pagadas. 


La realidad que Garamendi no quiere ver —o finge no ver— es muy simple: en España se trabaja mucho y se cobra poco. Aquí tenemos camareros que hacen diez horas diarias con contratos de media jornada. Enfermeras que salen de una guardia y se van a otra. Profesores que corrigen exámenes y preparan clases los fines de semana, en su casa, sin que nadie les pague un euro por ello, con dificultades para acceder a un alquiler en condiciones


Según los últimos datos, casi la mitad de las horas extra no se pagan. Se trabaja gratis, con miedo a quejarse y a perder el puesto. Es la economía del chantaje, esa que muchos empresarios defienden mientras nos hablan de meritocracia. Durante la pandemia, miles de personas trabajaron más allá de lo pactado, de lo permitido y de lo humano. Desde médicos hasta repartidores. Pero faltan ganas de trabajar, según Garamendi.


Pero lo mejor —o lo peor— viene cuando, para justificar su discurso, pone de ejemplo al joven tenista Carlos Alcaraz, deportista de élite con patrocinadores desde la infancia, Ese es el espejo donde, según él, deberían mirarse los mileuristas. Lo que viene a decir que si no eres capaz de correr como Nadal o facturar como Bezos, el problema es tuyo. Que no te esfuerzas lo suficiente. La eterna cantinela liberal, culpabilizar al trabajador por un sistema que lo exprime.


Y como remate, una perla que huele a paternalismo colonialista: Los africanos e iberoamericanos mueren por venir aquí a trabajar”. Saben que serán explotados como mano de obra barata sin derechos, pero lo consideran el mal menor. No es que "mueran por trabajar", sino que huyen del hambre.  


Lo que realmente molesta a Garamendi, a quien la reducción de jornada a 37,5 horas le parece un escándalo, no es que falte trabajo, sino que cada vez haya más personas que no quieren seguir trabajando en condiciones indignas. Gente que ya no traga con contratos basura, con horas extra sin pagar, con sueldos que no dan ni para alquilar una habitación.El verdadero problema es que tenemos una élite empresarial que quiere trabajadores del siglo XIX con tecnología del siglo XXI. Que se escandaliza si pides conciliar, si exiges cobrar lo que trabajas, si dices que tu tiempo libre también vale.


Señor Garamendi, ¿sabe qué falta en España? Falta cultura del respeto. Respeto al trabajador, al que madruga, al que dobla turnos, al que saca adelante este país mientras usted da lecciones en los medios. Lo que sobran no son los vagos, sino los discursos vacíos, los insultos camuflados de análisis, y los presidentes que viven en un universo paralelo.


Si quiere hablar de esfuerzo, empiece por mirar a los que levantan la persiana cada mañana, a pesar de todo.

Ahí está la España que trabaja.
Y que, a diferencia de usted, no bosteza mientras los demás sudan.


J.T.

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