miércoles, 14 de noviembre de 2018

Artículo hoy sobre mi libro en el el blog personal de Juan A. Hipólito


Periodistas de Juan Tortosa, de lectura obligada
14 noviembre, 2018

Anoche terminé de leer Periodistas. El arte de molestar al poder de Juan Tortosa. Toda una lección magistral para ejercer la profesión desde la más absoluta honradez. De obligada lectura para estudiantes de Periodismo y profesionales de la Información. No me lo recomendó ningún amigo ni compañero de profesión. Lo encontré por casualidad buscando entre las estanterías de una librería. Por supuesto, no estaba en la sección top reservada a los superventas. A obras como estas no conviene darle mucha publicidad, no sea que vaya a cundir el ejemplo. Si fuera médico lo prescribiría en todas mis recetas –Tómese una de estas todas las noches, ya verá que bien le sienta– Pero como no lo soy, se lo recomendaré a todos mis amigos.

Del impresionante currículum que Juan Tortosa ha ido construyendo a lo largo de los últimos 40 años de actividad profesional, así como de su recorrido paralelo desde el tardofranquismo hasta nuestros días, ya les hablarán en otras crónicas. Yo me voy a limitar a compartir las sensaciones que he experimentado leyendo este libro, y las similitudes que he encontrado con vivencias personales, pero sin entrar en muchos detalles (eso lo dejo para mis memorias, jeje).

Me he revuelto, una y otra vez, en el asiento en el que me acomodaba para leer el libro cada noche antes de irme a la cama. He asentado, y vuelto a asentar, con cada una de las experiencias en las que me he visto reflejado. También me he divertido, para que negarlo (jamás llegué a imaginar cómo un accionista de un periódico puede aparecer por la redacción con la foto de la primera comunión de la hija de un amigo para publicarla en primera página, jajaja. ¿En serio?). Lo de los periquitos de Bárbara volando a sus anchas por la redacción de Cambio 16 también tiene su gracia, jeje.

Salvando la distancia sideral que me separa del autor en el ámbito profesional, me identifico plenamente con muchas de las vivencias experimentadas en los distintos medios de comunicación por los que pasó, sobre todo en relación al contacto con el poder político. “Nunca ha habido manera de meterle en la cabeza a los políticos de este país que una televisión pública plural y equilibrada es un servicio al que tienen derecho los ciudadanos que la pagan. No lo ha querido entender nunca ningún ministro, ni ningún consejero, ni ningún presidente de comunidad autónoma. Por mucho que se les repita”, asegura el autor de Periodistas. ¡Qué gran verdad! Imagínense cuánto más hacérselo ver a un alcalde de una pequeña localidad con emisora municipal. A un concejal, ya ni les cuento. También es cierto que hay honrosas excepciones, las que menos.

En mi opinión, este sigue siendo uno de los problemas más graves a los que se enfrentan los profesionales de la información, aunque por encima de todo sobrevuele el poder económico. “Las televisiones autonómicas no supieron o no quisieron sacudirse el estigma de ser la voz de su amo, de orientar la información según el prisma del gobierno que estuviera ejerciendo el poder en cada una de las comunidades en cada momento”, afirma Tortosa. Y, de nuevo, no puedo estar más de acuerdo con este comentario. Y ¿qué hacen al respecto las asociaciones, colegios y sindicatos de periodistas? ¡Cuánto huérfano en las locales de las zonas rurales! También ocurre en el escalafón más bajo de la cadena.

Pero, ¿por qué ocurre esto? Ante esta realidad innegable, este maestro de periodistas no puede ser más claro: “Mil veces que lo repitamos serán pocas: los políticos no quieren medios de comunicación plurales porque no creen en ellos, lo que buscan son órganos de propaganda, instrumentos útiles para impartir doctrina. Les molesta la libertad de expresión, abominan de las opiniones libres y ni entienden ni quieren la crítica. De ahí su obsesión por influir o mandar en periódicos, radios y televisiones…”. Se puede decir más alto pero no más claro. Doy fe de esto. Otra vez, no puedo por menos que rendirme a la evidencia. En mis 30 años de experiencia como profesional de la información solo he encontrado a un político capaz de entender que ese no es el camino correcto. Lo cuento en mi trabajo fin de carrera sobre la Comunicación Pública Local en Zona Rural: el caso de Radio Nerva (Huelva).

Para no terminar con un mal sabor de boca, me quedaré con este otro comentario a modo de colofón: “Si te gusta el periodismo, es muy difícil que no te guste la radio. Estoy de acuerdo con McLuhan cuando sostiene que “la radio afecta a la gente de una forma muy íntima porque ofrece todo un mundo de comunicación silenciosa entre quien habla y quien escucha”. Una comunicación mágica y cómplice, añadiría yo”. Y yo también, maestro.
http://juanantoniohipolito.com/periodistas-de-juan-tortosa-de-lectura-obligada/

martes, 13 de noviembre de 2018

Ludópatas. Tres historias cercanas



Caso Uno. Mi amiga Isabel está desesperada con su ex marido porque, aunque se separaron hace más de diez años y pocos saben por dónde se mueve, cuando menos se espera éste aparece por su antigua casa mendigando un plato de comida. En horas veinticuatro es capaz de pasar de dormir en hoteles de cinco estrellas a hacerlo en el rellano nocturno de un cajero automático. Estoy dispuesto a pagar las consecuencias de ser como soy, le dice. No me importa morir en la calle arruinado si ese es el precio que tengo que pagar por el subidón de una noche de juego. Y ella, desorientada tras años creyendo que aquello tendría solución, sobrevive entre el alivio por haber puesto el piso a su nombre antes que el marido se arruinara definitivamente y la desazón que le produce no saber hasta cuándo seguirá llamando a su puerta pidiendo socorro. No es capaz de dejarlo tirado. Una maldición, porque desde antes de separarse ya sabía que no había solución posible. No supo pararlo a tiempo, cuando los negocios aún les iban bien, y reconoce que durante años fue bonito porque llevaron una vida de lujo y fantasía. Reverencias en los mejores casinos, donde él era capaz de jugarse millones de pesetas en una sola noche, codeo con distinguidos viciosos que llegaban hasta a cerrar las salas para ellos y sus amigos en exclusiva, champán, caviar, viajes exóticos… Ahora, cerca ambos de los setenta, ella está desesperada y él prácticamente desahuciado. Los hijos, que tuvieron una buena educación, andan por la vida solos y desequilibrados.

Caso Dos. Mi vecina Ana también está desesperada. Y su marido, porque en esta segunda historia el problema es su hijo Diego, que hace un par de meses cumplió quince años. Cuando el dinero suelto que acostumbraban a dejar en un cuenco de la cocina al llegar a casa y vaciarse los bolsillos empezó a desaparecer, cada uno pensó que era cosa del otro y no le dieron mayor importancia. La cosa se puso más seria la tercera vez que ella buscó en su monedero un billete de cincuenta euros que estaba segura había puesto allí y este no aparecía por ninguna parte. Oye Miguel, ¿me has cogido tú cincuenta euros de mi cartera? No, no había sido Miguel sino el pequeño de la casa que se había fundido, apostando on line, el crédito de la tarjeta que tenía a su nombre desde que en verano se fue a estudiar al extranjero. A la tarjeta del padre también le metió mano alguna vez. Lo había perdido todo tras ganar un par de veces al principio y ahora pretendía recuperarlo jugando sin parar. La paga semanal hacía tiempo que apenas le servía ya para nada y la montaña se fue haciendo más grande cada vez. Si le gana el Celta al Barcelona pagan seis a uno, esta es la mía. Y esa vez, como tantas otras, fue la suya, sí, su ruina y la de sus padres, que ahora andan con él de sicólogos con la esperanza de haber llegado a tiempo.

Caso Tres. Las dos máquinas tragaperras del bar donde suelo desayunar no paran nunca. Cámbiame este billete de cincuenta, Nico. En pocos minutos la señora Carmen ya no tiene las monedas ni tampoco el billete de cincuenta. Rebusca, le quedan dos de veinte y uno de cinco. Los va cambiando de uno en uno porque el premio está a punto de caer, pero el premio no cae y ella se vuelve a casa, ya sin nada en el bolsillo, hasta el día siguiente. Quien toma el relevo no tiene mejor suerte, aunque en algún momento recupere tres euros cuando lleve gastados quince. Y así, a lo largo del día, mileuristas atrapados por la ilusión de un golpe de suerte, van llenando el depósito de la máquina que, en un momento dado, se vuelve generosa y decide vomitar monedas como loca. ¡Quinientos euros! ¿Ves como hay que perseverar? El perseverante acaba admitiendo luego, mientras paga una ronda a los amigos, que en el último mes lleva gastados más de mil euros, pero eso sí, ya ha recuperado la mitad.

Son historias de mi barrio, de gentes que conozco, que viven cerca y a quienes veo casi cada día. No creo ser un caso aislado, estamos rodeados de ludópatas y no queremos darnos cuenta. Crecen las casas de apuestas en los barrios más humildes, el dinero se le escapa de las manos a la gente que más lo necesita y por si faltaba algo, aparece un nuevo segmento de adictos entre los menores de edad. Demos la voz de alarma, por favor, que el asunto es grave. No lo ocultemos más, padres que tenéis ese problema, no calléis porque hay que hacer algo y hay que hacerlo ya.


Una de las cosas más urgentes es acabar cuanto antes con la invasión publicitaria que incita a jugar a todas horas y en todos sitios. ¿Qué hacen famosos como José Coronado, Carlos Sobera, o incluso Rafael Nadal, prestando su imagen para este tipo de reclamos? ¿De verdad nos parece normal? ¿Por qué pasan las semanas, los meses, los años y nadie hace nada? ¿Para cuándo una ley que acabe con esa publicidad donde caras conocidas incitan al juego y promueven la ludopatía? ¿Y la de los programas deportivos de radio en los que se tienta a los adolescentes a meterse en un mundo tan oscuro como adictivo?


J.T.

lunes, 12 de noviembre de 2018

Entrevista de Susana C. Gómez publicada en los diarios del grupo Joly el 12.11.2018



JUAN TORTOSA | PERIODISTA Y ESCRITOR
"Hace falta un cambio en el mundo del periodismo"




El periodista Juan Tortosa.El periodista Juan Tortosa.
El periodista Juan Tortosa. BELÉN VARGAS



La carrera profesional de Juan Tortosa (Berja, Almería, 1953) discurre paralela a la del periodismo en España tras la muerte de Franco. Desde sus inicios en el Grupo Zeta (donde fue director sobre el papel de revistas eróticas que le granjearon 140 denuncias por escándalo público) hasta la delegación de CNN+ en Andalucía, Tortosa pasó por Informe SemanalQuién sabe dónde o La sonrisa del pelícano, formó parte del equipo fundador de Canal Sur TV y dirigió la edición malagueña de Diario16, entre otras aventuras. Acaba de publicar Periodistas, El arte de molestar al poder (Roca Editorial), un volumen que es, a un tiempo, un manual sobre periodismo, unas memorias y un recorrido por 40 años de periodismo en España.
-"No leer ni atender a entrevistas personales vinculadas a la promoción de un libro, un disco, una película o cualquier tipo de espectáculo". Es uno de los consejos que da en su libro. ¿Cómo hacer entonces esta entrevista?

-(Risas) Lo confirmo y lo planteo. Detrás de cualquier relación entre editoriales y medios hay una necesidad de promocionar un producto; la parte positiva es que a veces se puede aprovechar para lanzar mensajes. La verdad es que nunca imaginé que el libro iría a una editorial que me llevaría de promoción. Necesitaba escribirlo como reto para conmigo mismo, era algo que quería dejar por escrito y está escrito con la libertad de quien sabe que, si no lo publica, no pasa nada.
-¿Cómo planteó el libro? ¿Como unas memorias, un ensayo sobre el periodismo...?
-El libro surge a partir de un blog coral, Las carga el diablo, que escribíamos en la delegación de Andalucía de CNN+ y donde plasmábamos esas cosas que en el día a día se van perdiendo. Con el paso de los meses, me fueron dejando solo y terminé teniendo mil artículos, casi 400 sobre periodismo. Al recopilar el material y buscar una línea argumental, vi que tenía que ser yo, pero no sólo mi experiencia, también mi mirada. Hay mucho del blog en el libro, y también he añadido lecturas y notas al pie; al final, como me dicen amigos que se dedican a la enseñanza, es un libro que dentro de diez años puede ser consultado. Yo sólo he pretendido escribir algo que pueda ser útil, sobre todo para quienes quieren ser periodistas, que pueden leerlo para no quejarse de que no estaban avisados.


"SÓLO HE PRETENDIDO ESCRIBIR ALGO QUE PUEDA SER ÚTIL, SOBRE TODO PARA QUIENES QUIEREN SER PERIODISTAS, QUE PUEDEN LEERLO PARA NO QUEJARSE DE QUE NO ESTABAN AVISADOS"
-¿Qué consejo se puede dar a quien quiere ser periodista, aparte de tratar de disuadirle?
-Si están convencidos, no se les puede disuadir. Lo que sí hay que hacer es no engañar y tratar de desmitificar la profesión. El interesado en el oficio a lo mejor puede encontrar respuesta a algunas dudas en este libro.
-Muchas de las cosas que se cuentan en Periodistas quizás sean desconocidas para los más jóvenes, como la guerra del fútbol.
-En ese caso, como en otros, siempre el denominador común es el mismo: cómo utilizo los medios de comunicación no tanto para ganar dinero como para mantener el poder que tengo. Es la eterna lucha entre periodismo y poder; el poder no está dispuesto a que el periodismo sea libre y el periodismo lucha para conseguir serlo. Ahora vivimos una etapa regular en ese aspecto, pero creo que hay que plantar cara.
-Es difícil si no hay dinero para pagar las facturas.
-Con la irrupción de lo digital y la llegada de la crisis cambió la manera de contar historias. Antes el editor podía permitirse tener a periodistas que no publicasen a diario, que se dedicasen a investigar, pero todo eso cambió con la crisis. Administradores y gerentes tomaron el poder y empezaron a decidir cuestiones de cariz periodístico: lo importante ya no era el criterio del director o el periodista sino cuánto costaba publicar cualquier cosa.
-Los gerentes no salen muy bien parados en su libro.
-Antes quienes firmaban las notas de gasto eran los directores; ahora son los gerentes, y no tiene sentido. Los editores tenían un punto, no romántico, pero sí vocacional, que ya no existe. Desde que murieron Tomás de Salas, Antonio Asensio y Jesús de Polanco, en los consejos de administración se sientan especuladores internacionales, bancos, telefónicas, jeques árabes…
-En el libro también habla de cómo se ve Andalucía desde Madrid.
-Es curioso, sí. Por ejemplo, los madrileños no entienden las distancias, parece que no tienen mapas para ver que entre Sevilla y Almería hay 400 kilómetros y te piden cosas con plazos imposibles. Pero cuando estábamos en CNN+ eso, bien manejado, funcionaba a nuestro favor. Para los madrileños, Melilla estaba al lado de Sevilla, así que te ofrecías a ir y podías cubrir algo que merecía la pena.


Juan Tortosa, durante la entrevista.Juan Tortosa, durante la entrevista.
Juan Tortosa, durante la entrevista. BELÉN VARGAS
-¿Prensa o televisión?
-Los dos trabajos en los que he disfrutado más han sido Informe Semanal y CNN+, curiosamente los dos en televisión, pero he hecho muchas cosas en periódicos que me han gustado. A mí me gusta el reposo que aportan los periódicos impresos. Creo que eso va a sobrevivir, su capacidad de aportar sosiego a aquello que se cuenta y dotarlo de perspectiva. Escribir para televisión está muy bien, pero también te limita.
-En el libro dedica un apartado importante al cambio de modelo en la televisión, cuando se pasó de la producción propia a la externalización con productoras.
-Eso empezó con el nacimiento de las privadas, lo inventó Telecinco con Carlotti. Sabían que no tenían más remedio que tener informativos, aunque no creían en ellos, así que pensaron en cómo hacerlos sin que fuera un lastre. Así llegaron las subcontratas. Crearon primero Atlas, que luego empezó a su vez a subcontratar. Así hemos ido, depauperando los puestos de trabajo. Además, los digitales empiezan a subir cuando el papel empieza a bajar y se impone la moda de "date por contento con que te publique porque no te pienso pagar". Muchísima gente se tuvo que cambiar de oficio cuando llegó la crisis, y no hay manera de dignificar los sueldos.
-¿Queda pese a todo esperanza?
-Creo que estamos haciéndolo no del todo mal, sobre todo la gente joven. Son tantos los periodistas que salen de las facultades cada año que, si alguien persevera, es porque esto le gusta. Cuando yo terminé la carrera había tres facultades, y ahora hay decenas. Las facultades son una fábrica de frustrados y no es buena la proliferación de facultades de Periodismo, en las que muchos profesores no han trabajado nunca en una redacción. Hay privadas por ahí que expiden títulos de Periodismo que son auténticos fraudes.
-Otro de los ejes temáticos de su libro es la diferencia entre trabajar para una empresa privada o hacerlo en una pública.
-En la privada siempre hace frío, siempre rozas la precariedad. En la pública no, y aunque defiendo el derecho a la estabilidad en el empleo y a tener unos ingresos razonables, eso ha derivado en cierta desidia por parte de ciertos profesionales, que trabajan en un organismo de comunicación público pero que, en lugar de hacer periodismo, se dedican a plegarse a los deseos de quien gana las elecciones, que siempre cree que la televisión pública viene en el lote.
-Llama la atención que estos profesionales puedan ser tan serviles, cuando tienen su puesto de trabajo asegurado.
-Nunca es suficiente. No es suficiente con el sueldo que les pagan sólo por ir, que puede ser el doble que en la empresa privada. Están los pluses por los cargos, la vanidad del que no se resigna a ser una pieza más del engranaje: quieres producir programas y codearte con los poderosos. Si eso depende de que seas servil, pues lo eres, y te pones al servicio de los intereses del partido que gobierna.


"ES MUY DIFÍCIL CONVENCER A CUALQUIER POLÍTICO DE QUE NO META LAS MANOS EN UN MEDIO PÚBLICO; CREEN QUE TIENEN DERECHO A HACERLO"
-Políticos y televisiones, de nuevo.
-Es muy difícil convencer a cualquier político de que no meta las manos en un medio público. Creen que tienen derecho a hacerlo; también los sindicatos, todos los que componen los consejos de administración de los medios públicos. Sabemos lo que pasó con Canal Nou o con Telemadrid y TV3 y ETB están bien hechas, pero son sectarias. En cuanto a Canal Sur, a los ocho meses de nacer todos los que componíamos el equipo directivo fundador nos habíamos ido. Cuando llegó Manuel Melero como director general, que estaba allí para que el PSOE ganase las elecciones. Pero son todos los gobiernos, no sólo el andaluz.
-No hemos avanzado demasiado en estos años.
-Nos hace falta que el periodismo viva un cambio. En la política, con el 15-M y el "no nos representan", han cambiado muchas cosas, pero en el periodismo no. Mueve el cotarro mucha gente que lleva mucho tiempo haciéndolo. El periodismo necesita un 15-M.
-¿Cómo dignificar la profesión?
-Los periodistas no deben descuidar cuál es su sitio. Un periodista que se cree amigo de los poderosos no está haciendo bien su trabajo, porque los poderosos terminarán traicionándole y utilizándole para sus intereses. En la Transición los intereses eran comunes, pero luego se confundieron los papeles. Hoy aún hay periodistas que no se dan cuenta de que ellos no hacen política y pontifican como si lo hicieran y políticos que quieren jugar todos los días a periodistas. Eso te lo vas a encontrar siempre y tenemos que hacernos respetar, porque la dignidad del oficio está en juego. El periodismo decente es posible y me niego a tirar la toalla.