lunes, 29 de abril de 2019

¿Para cuándo una derecha civilizada?



Los que no querían romper España se han acabado haciendo pedazos entre ellos. Viendo anoche la plaza de Colón desolada, las practicables frente a la sede del PP vacías, con las unidades móviles de televisión allí instaladas sin apenas trabajo y la calle Génova perfectamente circulable, me preguntaba yo cuanto tiempo tardaremos en disponer de una derecha presentable en este país. ¿Quién va a ejercer de jefe de la oposición? ¿Van a continuar las intervenciones en el congreso a cara de perro que puso de moda Rafael Hernando? ¿O el modelo va a ser el de la aturullada Dolors Monserrat? Rivera reclama ahora el papel, pero eso no hace sino confirmar que, a sus carencias sobradamente conocidas, el líder de Ciudadanos añade así la de un profundo desconocimiento, si no del reglamento del congreso, al menos de las matemáticas.

En los tiempos en que Manuel Fraga perdió frente a Felipe González, Alianza Popular llegó a ganarse el apelativo de “leal” oposición, a pesar de las maneras impetuosas y abruptas de su líder. Entre los 107 diputados de1982, el partido de la derecha contaba con buenos y sólidos intelectuales que rivalizaban en talante, formación y fina ironía con sus rivales de la izquierda. Y eso que se vivían tiempos mucho más convulsos que los de ahora. ¿Cómo se entiende esto? ¿Qué tiene que pasar para que, al menos, recuperemos aquellos modales? ¿Para cuándo un jefe de la oposición con el estilo y la educación de, por ejemplo, Aitor Esteban, portavoz del PNV? No, Albert, tú no. Has dinamitado demasiados puentes, algo que, por otra parte, a algunos tampoco nos ha sorprendido tanto.

Yo creo que el varapalo de este domingo le tiene que servir a la derecha de este país para dejar de pronunciar groserías de una vez y ponerse a estudiar, a hincar los codos, que falta les hace. A todos. ¿Qué van a hacer ahora los brazos mediáticos de la derecha? ¿Por quién se van a decantar los mamporreros y tertulianos de adhesiones inquebrantables que tanto tiempo llevan prostituyendo sin vergüenza el oficio periodístico? ¿Qué bandera va a levantar el ABC? ¿Y La Razón? Por no hablar de ese vergonzoso panfleto llamado El Mundo ¿Van a seguir arreando estopa a diestra y siniestra, Ciudadanos incluido? Y esas radios incendiarias, ¿hacia dónde orientarán sus soflamas? Se les ha ido la mano con la gasolina y, claro, el mecano ha acabado por venírseles abajo. 

La jugada de las tres derechas pactando para gobernar en Andalucía se desploma desde hoy y, si no se andan con pies de plomo, las municipales, autonómicas y europeas de mayo pueden acabar redondeando el destrozo. Hace ya dos semanas largas, escribí un artículo en este mismo blog que titulé El PP se desmorona” en el que explicaba las razones que a mi juicio predecían el descalabro. Si ahora no recuperan el sentido común, algo que en la campaña de las generales no ha existido ni en el PP ni en Ciudadanos (de Vox ni hablamos), las municipales pueden ser el descabello definitivo, utilizando ese lenguaje taurino que a ellos tanto les fascina. La ultraderecha conseguirá alguna alcaldía, pero parece claro que su discurso agresivo, frentista y beligerante ha sido rechazado mayoritariamente.

Claro que a las tres derechas les gusta tanto vivir en conflicto que son muy capaces de emplearse todo lo a fondo que haga falta para mantenerlo vivo. Espero que ni Sánchez ni Iglesias caigan en la trampa. Ya está bien de ceños fruncidos, altiveces y palabras malsonantes. Recordad, políticos todos, sois nuestros empleados, os debéis a quienes os pagamos el sueldo, así que a dejar de vociferar y a trabajar. Basta ya de utilizaciones bastardas de símbolos que no son propiedad suya. Como el himno, la bandera, o la televisión pública. Sí, Radiotelevisión Española es de los ciudadanos, aunque les cueste tanto entenderlo a cualquier partido político sin excepción alguna. A ver si en esta ocasión, y de una vez por todas, se apuesta por recuperar la dignidad de un medio donde tanto sus trabajadores como los espectadores se merecen un respeto por parte de la clase política que hasta ahora pocas veces se les ha tenido.

Y termino: es deseable que las tres derechas no tarden en entender que, de las cenizas del incendio que sufrieron anoche y una vez que se conozca hasta dónde llegan los efectos de la debacle, es necesario que acabe surgiendo un partido civilizado, educado, constructivo, que sepa hacer oposición y que al mismo tiempo sea leal, como hace más de treinta y cinco años Manuel Fraga y su equipo demostraron que era posible. La crispación, el mal rollo y el insulto solo comportan más irritación, y el destino final de este tipo de comportamientos suele ser casi siempre el desastre. Esta vez lo han comprobado en sus propias carnes. Espero que no tarden en asimilar la lección, asumir el fracaso y actuar en consecuencia.

J.T.

sábado, 27 de abril de 2019

No queda sino votar



Que el Financial Times, y también The Economist, en sendos editoriales, defiendan la gestión de Pedro Sánchez por su moderación y lleguen incluso a pedir el voto para él, alienta aunque no alivie del todo. Suena bien, lo reconozco, pero se queda corto. Un análisis completo de lo sucedido en los últimos diez meses ha de incluir forzosamente el papel jugado por Podemos desde que esta formación política decidió respaldar la moción de censura que consiguió acabar con el infame gobierno Mariano Rajoy.

Los compañeros de la prensa extranjera, que desembarcan estos días en nuestro país porque quieren entender lo que está ocurriendo viviéndolo de cerca, no dejan de asombrarse con el espectáculo inédito que estamos ofreciendo al mundo y nos preguntan qué demonios nos ha pasado en los últimos tiempos. No entienden la resurrección del fascismo, las referencias constantes a un terrorismo desaparecido hace ya ocho años, las proclamas de trabajadores explotados dispuestos a votar a partidos que los explotarán más todavía, la ausencia de propuestas en los mítines donde se repiten encendidas consignas que remiten a tiempos oscuros...

Parece claro que un gobierno de izquierdas es la única opción razonable y tranquilizadora que puede y debe salir de las urnas este domingo, pero ¿dónde están los votos necesarios?, ¿cómo recuperarlos?, ¿es posible que quienes en otras ocasiones votaron opciones progresistas piensen que no hacerlo esta vez puede reportarles algún beneficio? Lo que está sucediendo en nuestro país desde que la izquierda consiguió echar de la Moncloa al Partido Popular es una buena noticia que seguro les hace reflexionar. La gente de bien quiere prorrogar ese dibujo, y para eso solo es necesario un pequeño detalle: llenar las urnas de votos progresistas, como se hizo otras veces.

Algunos corresponsales extranjeros que hablan conmigo estos días buscan razones para entender el farragoso panorama con el que se han encontrado al ir a mítines y al hablar con la gente de la calle, y yo no sé si acierto a explicárselo con una mínima claridad. La derecha, les digo, representada por imberbes lechuguinos sin recorrido ni vergüenza, intuye que tardaría mucho tiempo en volver a las instituciones si la opción de izquierdas se consolida. Eso significaría no solo la pérdida de privilegios, sino una merma de impunidades que acabaría sacando a la luz más corrupción y más cloacas. Le tienen un miedo horrible a que se levanten las alfombras, necesitan que eso no suceda al precio que sea y para ello no encuentran más solución que recurrir a todas las artimañas que el juego sucio les pueda permitir. Por eso no proponen y solo desacreditan, por eso les da igual las propuestas y buscan solo la manera de agitar miedos, fantasmas y soflamas nacionalistas. Como si apropiarse de la bandera común y envolverse en ella fuera la pócima mágica que todo lo soluciona. No quieren mejorar la vida de la gente sino solo la suya, y para eso es necesario que la izquierda no sume.

Amigos corresponsales extranjeros: lo que está ocurriendo aquí es que la derecha, aparte de necesitar el poder para evitar más cárcel y oprobio público, teme que el ciudadano normal tenga tiempo de verificar que una política como la practicada por el gobierno español en los últimos meses es eficaz, produce tranquilidad y obtiene el reconocimiento de los predios internacionales. Quienes han decidido resucitar fantasmas de hace cuarenta años sabrán por qué lo han hecho. A mí desde luego me cuesta trabajo concebirlo, como tampoco entiendo por qué, en ese panorama confuso y encanallado nos hemos dedicado, todos, a hablar del humo olvidándonos del fuego.

Sería una mala noticia descubrir, tras la apertura de las urnas, que los gamberros han conseguido sus objetivos. Me niego a creer que, tras habernos librarnos de tantos fantasmas, volvamos a vivir tiempos de pesadilla. La prensa extranjera ha intuido el riesgo, quizás con más clarividencia que nosotros, y por eso dedica incluso editoriales a valorar la gestión de un gobierno al que califica de moderado. Si infame fue el gobierno de Rajoy, ¿qué adjetivo deberíamos aplicar a uno compuesto por el tripartito de derechas?

No queda sino votar, queridos amigos. Y que tras el escrutinio un gobierno de izquierdas, mejor en coalición que monocolor, aleje del panorama, ya dotado de solidez, tanto despropósito y desprejuicio como, por parte de las tres opciones de derechas, venimos sufriendo desde que el partido de los corruptos fue desalojado del palacio de la Moncloa. De lo contrario, como dice mi amigo José María Perceval, “el lunes el abstencionista deberá ser consecuente con su decisión por “pijeras”, por presuntuoso, por listillo, por ir de “pureta”... y deberá asumir la responsabilidad de lo que no ha votado”.

J.T.

jueves, 18 de abril de 2019

Primer día sin Manuel Alcántara



Forges entregaba dibujos por adelantado y así consiguió esconder durante un tiempo lo malito que estaba. Manuel Alcántara no pudo hacer eso porque la sustancia de sus artículos diarios estaba hecha de actualidad pura, y por eso en los últimos meses sus incondicionales andábamos ya con la mosca detrás de la oreja cada vez que la última página del diario Sur, Ideal, o cualquier otro periódico del grupo Vocento, aparecía sin la columna del maestro. Casi treinta años han pasado desde el día en que lo conocí. Era diciembre de 1989, yo dirigía Diario16 de Málaga y quise ficharlo cuando él apenas llevaba unos meses publicando en el periódico con el que mi empresa aspiraba a competir. No hubo suerte, pero hasta para dar calabazas tenía tanto arte que siempre me pareció un privilegio haberlo podido tratar.

Como su propia poesía (ganó, entre otros muchos galardones, el Premio Nacional en 1962) Alcántara también era un verso libre. Tras su desayuno y su gin tonic, se encerraba cada jornada a primera hora de la tarde y escribía, a máquina, nada de ordenador, sus centenares de palabras reglamentarias. Sus artículos eran lectura de culto para más gente de la que podría pensarse. Ingenuo de mí, yo soñaba con escribir como él: buscaba los trucos entre sus líneas y analizaba a conciencia la estructura de sus columnas: algo de humor, un punto de ironía, magistrales juegos de palabras, frases redondas cuya trabajada elaboración apenas se notaba y citas, a propósito del tema que se trajera entre manos, extraidas de la biblioteca privilegiada que era esa memoria siempre dispuesta a acudir en su auxilio por muchos años que pasaran.

Su hígado y sus pulmones le han resistido hasta los 91 años, contradiciendo las leyes de la lógica desde los tempranos tiempos en que comenzó a combinar el tabaco y la discrecional ingestión de su bebida preferida con la escritura de poesía y las crónicas de boxeo. Reconocidos críticos literarios como Fernando Valls siempre reclamaron, entre los creadores de nuestro tiempo, un lugar de privilegio para Manuel Alcántara. Para mí que el maestro organizaba su existencia, desde hacía ya bastante tiempo, al margen de las pompas de este mundo y le sacaba jugo a la vida mirando el mar desde su balcón del Rincón de la Victoria, dejándose querer, charlando con sus amigos una vez acabados su deberes diarios y sin perdonar nunca un buen partido de fútbol.

Había nacido el mismo año que mi madre, pero de él y de su ingenio pude disfrutar algún tiempo más que de ella. No entendía mejor manera de empezar el día que con la lectura del artículo del maestro que nunca faltó a su cita hasta el día en que sus fuerzas le fallaron. Lo devoraba con auténtica devoción y, una vez ingerido, como si se tratara de la pastilla de la tensión, ya me sentía en condiciones de afrontar el día. Cada mañana, junto a mi café y mi tostada, las palabras de Manolo eran el estímulo imprescindible para ponerme a escribir yo también: para ser constante, para no rendirme por mucho que me costara redondear un párrafo. Si Alcántara estaba ahí, siempre al pie del cañón (trabajador "fatigable", solía calificarse a sí mismo), a sus pretendidos discípulos no nos quedaba otra que seguir su ejemplo y hacer lo mismo que él.

En tu honor, querido maestro, procuraré no defraudarte y continuar dándole a la tecla a diario hasta que el envase aguante y no se me rebele. Como la clave puede que esté en los gin tonics, seguiré manteniendo tan sana costumbre. Desde ahora, querido amigo, me los tomaré a tu salud.

jueves, 11 de abril de 2019

El PP se desmorona


Han conseguido que cada mañana me levante temiendo escuchar una barbaridad más gorda que la del día anterior. ¿Soy el único que tiene la impresión de estar asistiendo a una carrera de despropósitos, a un concurso entre imberbes a los que les falta un hervor, pugnando entre ellos por ver quién dice la burrada más grande de la jornada?

Si la cara es el espejo del alma la de Pablo Casado, más que miedo, da pena. Delegado de curso lo llamó el otro día Gabilondo, imagino que querría decir de Instituto, porque para llegar a delegado en la universidad hay que tener más solvencia que la acreditada por el líder del PP, y además hay que ir a la universidad. Casado está verde, muy verde; cuando la cámara se le acerca y observamos de cerca su cara de lechuguino, podemos ver en ella unos ojos perdidos en el infinito, alguien inseguro, con miedo, y al mismo tiempo con la actitud petulante y de descaro que suele adoptar la ignorancia. Pegando manotazos para no ahogarse, para que no se lo trague el remolino de las corrupciones y acabe llevándoselo por el desagüe entre suciedades y desvergüenzas heredadas. De perdidos al río, parece estar pensando todo el tiempo.

Demasiado camión para tan poco chófer quien, por cierto, vete tú a saber si tiene siquiera carnet de conducir, y si lo tiene en qué tómbola se lo han regalado. Se le ve ampliamente rebasado por las circunstancias a este desahogado jovenzuelo, ejemplo de libro para explicar el célebre principio de Peter: todo incompetente situado en el entorno adecuado experimentará un empuje hacia arriba inversamente proporcional a su nivel de competencia. ¿De verdad se sienten representados por este insensato sin escrúpulos (¡no tenía ganas yo de poder encajar este apelativo en algún sitio!) tanta gente seria, culta y responsable como sé que hay en el PP? ¿Qué pensarían de este individuo personas como Leopoldo Calvo Sotelo, José María de Areilza, Pío Cabanillas o Joaquín Garrigues Walker si estuvieran vivos? Aquellos hombres de derechas, crecidos en el franquismo, demostraron en su día más ganas de construir una España moderna que ahora Pablo Casado y el equipo que le rodea: Cayetana, Adolfo, Cortés, Egea, toreros… ¡socorrooo!

No hay duda que se proponen hacernos retroceder en derechos laborales y sociales, pero ¿cómo es posible que aspiren también a desandar décadas en materia de igualdad de género, en derechos consolidados para que las mujeres sean dueñas de su propio cuerpo? ¿De verdad hablan en serio? Se manifiestan contra la memoria histórica, contra los derechos de los inmigrantes, son homófobos, ¿es esa la España del siglo XXI que quieren la mayoría de los españoles? No lo creo, pero en caso de que así fuera, ¿para ser candidato de derechas hay que ser tan maleducado, tan mentiroso, tan difamador, tan frentista? Y tan torpe, porque con tanta incontinencia verbal se le escapa hasta la intención de rebajar el salario mínimo de 900 a 850 euros. Hay que ser negado para meterse en un jardín como ese.

Me atrevo a aventurar que el voto al nuevo partido de la ultraderecha puede llegar a ser de tales dimensiones que el PP se quede descompuesto. ¿Sorpaso? Quizá por temor a ello da Casado los palos de ciego que da y se le nota tanto que hay veces que no sabe hacia donde disparar. Creo que lo que pasa es que el PP se encuentra en estado de demolición, que los escándalos de corrupción le van a pasar una seria factura y sus votantes van a abandonarlo. Casado y su cohorte puede que no cuenten ni con la cifra-suelo de incondicionales que siempre tuvo su partido, aunque presentaran como cabeza de lista a la mona Chita. Los que mandan sin presentarse a las elecciones me da en la nariz que han decidido dejarlos caer porque les gusta un panorama donde Vox suba tanto que el PP quede por debajo, las tres derechas no sumen y Ciudadanos no tenga más remedio que tragarse sus palabras y pactar con el Psoe.

Creo que un gobierno Psoe-Ciudadanos le gusta mucho a quienes siempre mandaron sin presentarse a las elecciones. Un gobierno de gente guapa y bien vestida, políticamente correcta, con el porcentaje progresista justito para que, aunque nada cambie, pueda parecerlo en algunos casos. Pero sin poner en cuestión los privilegios de los verdaderamente poderosos. En este juego Casado y su corrupto partido, con tan amplia nómina de miembros y ex miembros pagando sus tropelías entre barrotes, incomodan y hasta empiezan a sobrar.

J.T.

martes, 2 de abril de 2019

La última tarde de José Antonio Gurriarán


Esta misma semana Helena, su mujer, tenía previsto informarse de los trámites necesarios para votar por correo. Iba a ser difícil que pudiera desplazarse hasta el colegio electoral, pero el Gurri no quería abstenerse. Nadie debe hacerlo el 28-A, y así nos lo manifestó el sábado, quien en tiempos fuera mi director y después mi amigo, a pesar de las dificultades que desde hacía ya un tiempo encontraba para comunicarse.

Como venía haciendo desde meses atrás Helena, testigo diario de su paulatina pérdida de facultades, traducía lo mejor que podía lo que José Antonio nos quería transmitir, la alegría que le producía nuestra visita. Cuando llegamos, estaban buscando la manera de contestar la carta de un señor cuyo padre fue la última persona que vio con vida a una de las heroínas del último libro de Gurriarán, Las mujeres del monte, editado en gallego por Galaxia en 2015. El buen hombre remitía un sobre con su dirección en Galicia y el franqueo ya incorporado para facilitar la respuesta. Le pedía al autor una dedicatoria de puño y letra, y para ello adjuntaba una cartulina doble con la foto de la protagonista en una cara y el espacio en blanco en la otra, a la derecha, donde le gustaría que le compusiera unas líneas. No tenía por qué saber que su admirado escritor ya no podía firmar desde hacía un tiempo, que era Helena quien redactaba al dictado, y rubricaba, cada vez que recibían una petición similar.

Pero ese sábado 30 de marzo José Antonio no estaba ya en condiciones de hablar mucho. Mantenía los ojos cerrados, aunque sabíamos que escuchaba perfectamente nuestra conversación y que no intervenía porque le costaba trabajo hacerlo. A pesar de la entereza con la que durante toda su vida sobrellevó las contrariedades, percibíamos su angustia cuando constataba que no conseguíamos entender lo que nos quería decir. Aún así, la pocas veces que abrió los ojos aquella tarde, su mirada continuaba transmitiendo la energía y la picardía de siempre. Alicia y yo le dijimos que no importaba, que si él no conseguía dictar la dedicatoria, Helena podía escribirla en su lugar ¿Te parece bien?, le preguntó su mujer, y el movió la cabeza de arriba abajo para expresar su conformidad. ¡Hecho, pues! Pero te lo enseñaré antes de mandarlo.

Aunque con bastante dificultad, consiguió pronunciar algunos monosílabos inteligibles, todos ellos de cariño hacia su mujer y halagos a Alicia, mi compañera, a la que llamó guapa y trabajadora. El instante más entrañable fue cuando llegó su hija Rosario: nada más ver a la pequeña, se le iluminó la cara y esa resuelta expresión de vivacidad que todos los que lo conocemos hemos disfrutado alguna vez, volvió por unos instantes a la mirada del Gurri mientras disfrutaba el abrazo de la mayor de sus dos hijas pequeñas. Laura, la menor, había estado con él por la mañana y ahora éramos cuatro las personas que le hacíamos compañía en el tiempo de la merienda y más tarde durante una cena que ingirió con cierta dificultad.

Esta madrugada cambian el horario, vas a dormir una hora menos, le dije poco antes de marcharnos. Tras los besos de despedida llegó el abrazo de Rosario: ahora el Gurri no abrió los ojos, se limitó a dejarse besar y a expresar su emoción con la misma serenidad con la que siempre llevó la enfermedad, aunque sin conseguir disimular un leve rictus de amargura. Cuando nos fuimos no podíamos imaginar que a las pocas horas se le pararía el corazón para siempre, quién sabe si coincidiendo con esos sesenta minutos que aprovechan el cambio de horario para evaporarse sin destino conocido. Hizo tan poco ruido que nadie se enteró hasta la hora del desayuno, cuando la enfermera asumió que no conseguiría despertarlo. No pude evitar un profundo escalofrío cuando recibí el guasap de Helena comunicándomelo. La dedicatoria al amigo gallego ya no sería la misma, tampoco haría falta averiguar cómo demonios funciona el voto por correo.

Mientras nos dirigíamos al lugar de la despedida definitiva, empecé a recordar los tiempos del diario Pueblo, los de Televisión Española o Canal Sur, momentos en que la trayectoria profesional de José Antonio Gurriarán y la mía habían coincidido. Como estaba seguro que habría compañeros que contarían su biografía mucho mejor que yo, decidí que mi homenaje sería limitarme a expresar lo vivido con él la tarde del 30 de marzo y a darle las gracias, como escribí en redes nada más enterarme de su fallecimiento, por su complicidad y su cariño.

J.T.