lunes, 27 de marzo de 2023

Esa incesante hostilidad contra Podemos


¿De verdad vais a tener las narices de culparles de todos los males? ¿De verdad vais a acabar certificando que las derechas, junto a los golpistas que colonizan la médula espinal de las instituciones, han hecho bien su trabajo con tanto bulo, tanto lawfare y tanta infamia? Los quieren enfrentar, y en buena parte han conseguido su objetivo, al tiempo que el común de los mortales ha acabado cayendo en la trampa: los malos de la película son los de Podemos. Pues mire usted, pues va a ser que no. Permítanme algunas preguntas:

¿Qué tiene Podemos para suscitar tanta animadversión por parte de segmentos políticos y periodísticos tan diversos? ¿Qué es lo que hace tanta pupa? ¿Qué es lo que les convierte en destinatarios eternos de arremetidas tan inmisericordes? ¿A qué viene tanta hostilidad?

Desde el día en que El País, años ha, 28 de enero de 2015, publicó a tres columnas en primera página una noticia falsa afirmando que Juan Carlos Monedero "falseó la mayor parte de su currículo académico"  hasta el pasado 19 de marzo, cuando este mismo diario publicó un largo informe titulado Podemos desafía la unidad de Sumar, la formación política no ha dejado ni un solo día de encontrarse en el punto de mira de todo el espectro periodístico, no solo de los recalcitrantes medios ultras cada vez más numerosos.

Más preguntas: ¿Cómo es posible que un proyecto político que removió los cimientos de un país dormido se encuentre pocos años después en el punto de mira incluso de una buena parte de quienes salieron beneficiados con su irrupción en escena? ¿Qué es lo que suscita tanta inquina? Si son tan malos, si son tan nocivos, ¿cómo es que han conseguido tantas cosas? Si en Podemos son ya tan pocos, ¿cómo es que se les sigue haciendo tanto caso?

¿Qué extraña conjunción astral ha tenido que darse para que ahora intenten comparar a Podemos con Cayo Lara? ¿Que extraños movimientos telúricos se me están escapando, que a medida que leo y escucho entiendo menos? Entre las muchas cosas que no entiendo está el buenismo de quienes predican “vamos a llevarnos bien” al tiempo que no dejan de meter el dedo en el ojo.

No entiendo a quienes, en nombre de la mentalidad práctica, invitan a pasar por alto humillaciones y vejaciones porque “lo importante es que los números den” ¿Y en nombre de que los números den vale todo? No entiendo a quienes asustan anunciando que viene el lobo de la ultraderecha y usan este argumento para desplazar y ningunear el proyecto, el programa y la decisión política que hizo posible el escenario que propició los avances sociales conseguidos en los últimos tres años.

¿A qué viene tanto miedo?¿Qué significa que Yolanda Díaz e Íñigo Errejón “gusten”, pero Podemos no? Pues solo una cosa: que la propaganda de derechas ha hecho pleno al 15 consiguiendo lo que siempre buscó: primero demonizarlos a todos y luego ir desactivándolos por partes como en la fábula del cuervo y el zorro: Qué bonitas plumas, seguro que cantas igual de bien, y el cuervo, cegado por la vanidad, abrió el pico para cantar y dejó caer el queso mientras el zorro lo cogía rápidamente y, antes de salir corriendo, le recordó al incauto que el adulador vive siempre a costa del que lo escucha.

Lo hicieron con Errejón, lo intentan ahora con Yolanda; lo hicieron y continúan haciéndolo incluso con Mónica García, líder de la oposición por Más País en la Comunidad de Madrid, pero de quien no podemos olvidar que hace cuatro años fue la principal responsable de que Díaz Ayuso esté gobernando a día de hoy: se negó a elaborar una lista conjunta con Pablo Iglesias cuando este abandonó la vicepresidencia del Gobierno de la nación, y si no lo hubiera hecho, hoy la autonomía estaría gobernada por la izquierda.

Estoy rodeado de gente que nada tiene que ver con la derecha, que nunca los votó ni los votará, pero que a estas alturas lo que dicen y piensan se resume en que Yolanda Díaz les cae bien pero Pablo Iglesias no. Pero vamos a ver, les digo, que Pablo no tiene ya ningún cargo, que no está en ninguna lista. Solo se explica esta disgresión cuando asistes al bombardeo diario de medios de todos los colores que consiguen confundir no solo a quienes se informan de oído sino a gentes que siguen la actualidad con interés pero que quizás hayan olvidado, por ejemplo, que cuando Iglesias le ofreció a Yolanda ser ministra de Trabajo Alberto Garzón y Enrique Santiago, responsables de Izquierda Unida y del PCE respectivamente, se opusieron. Los mismos que hoy beben los vientos a su lado.

La izquierda fragmentada es el mejor negocio de la derecha. Demostrado ha quedado en Andalucía y en Castilla y León, demostrado ha quedado en Francia, donde que se presentaran cinco izquierdas a las elecciones yuguló las muchas posibilidades con las que contaba Mélenchon para convertirse en presidente de la República francesa. Es la eterna historia de siempre. Y continuamos cayendo en las mismas trampas de siempre.

J.T.

lunes, 20 de marzo de 2023

Esta televisión pública es una ruina


Uno de los misterios más insondables de esta legislatura es intentar adivinar cómo es posible que la televisión del Estado esté tomada militarmente por el Partido Popular. En cualquier círculo donde escucho hablar del asunto, los comentarios suelen ir casi siempre en la misma dirección: no la veo ya, cada vez que la sintonizo me cabreo, cómo es posible que no refrende las intervenciones del presidente y sus ministros ni siquiera en los ámbitos internacionales… No se trata de ensalzar los logros del Gobierno de coalición, no estamos hablando de propaganda, faltaría más, pero sí de informar a la ciudadanía de cómo le repercuten en su día a día, por ejemplo, las leyes de progreso y de lucha contra la desigualdad que desde hace tres años se vienen aprobando, ¿por qué esto no se hace?

El Gobierno de la nación no debe, como tantas veces ha sucedido, colonizar la televisión pública, claro que no, ni en broma, pero sí que tiene la obligación de garantizar que se cumpla el objetivo para el que nació, la razón por la que existe: el servicio público ¿Por qué esto no sucede, están ciegos, desinteresados, se sienten impotentes o directamente han decidido que se trata de un marrón muy complicado y que no hay nada que hacer? Me refiero a la parte socialista del ejecutivo, claro, porque al sector de Unidas Podemos apenas si le proporcionan oportunidad de aparecer en pantalla, salvo cuando los informativos se encargan de otorgarle altavoz a cuanto bulo contra ellos circula por los mundos canallas del lawfare.

El programa de Julia Otero, en el que había puestas tantas complacencias, un fracaso; Jesús Cintora iba a volver, estaba todo prácticamente cerrado y en el último minuto se volvieron a acojonar en Moncloa, donde en un principio parecían dispuestos a revisar el patinazo que supuso echar al periodista con cajas destempladas y fulminar así “Las cosas claras”, a pesar del excelente índice de audiencia con el que contaba el programa. Los telediarios y los actuales programas de tertulia son mezquinos, insustanciales, parciales, torticeros…

El PSOE gobierna con miedo al PP, y a Vox, y la tele pública es el mejor reflejo de esto. Los avances de izquierdas de los que ahora se ufanan han salido adelante gracias a la presión de Unidas Podemos, pero que la rtve sea plural no lo han conseguido, o no les ha interesado. Todo ha sido un sonoro fracaso que empezó cuando tumbaron el primer Consejo de Administración, que lo tumbaron los socialistas, y decidieron optar por la Administración Única de la pobre incompetente Rosa María Mateo. Continuó después con una vergüenza de concurso amañado hasta los tuétanos de donde surgió una presidencia bluff que duró año y medio y ahí seguimos, con una presidencia ahora interina y un Consejo de Administración cuyos miembros se dedican a pelearse entre ellos.

La desazón de la gente de izquierdas con la que intercambio pareceres ya sea en reuniones, charlas de sobremesa o encuentros fortuitos tiene siempre un denominador común: manda narices que la televisión pública, hostil con el Gobierno, vaya a ser la que acabe decantando la balanza a favor de las derechas y propiciando el primer gobierno con la ultraderecha en tiempos de democracia. Casi todo el mundo lo ve venir, lo teme, anda asustado, pero nadie hace nada. Y que no me digan que el papel de la televisión pública del Estado no tiene mayor importancia porque la tiene, y más de lo que nos pensamos quienes puede que vivamos en otros mundos más “exquisitos”.

La desazón es general allá por donde vayas, porque estamos viendo llegar los nubarrones que anuncian una tormenta del carajo y nadie parece interesado en buscar la manera de evitar la catástrofe. Nos va a caer la del pulpo y ahí andamos de paella en paella, de cubata en cubata, dándonos la razón mutuamente, desencantados y desesperanzados, pero sin que nadie ponga en marcha ningún mecanismo para parar esto y evitar el desastre que parece avecinarse. Ni cuando les llaman “autocracia absorbente” reaccionan. 

Para unos, la clave podría ser conseguir que la izquierda vaya unida; para otros, que la presidencia europea otorgue tal relevancia al gobierno y su presidente que eso permita darle un vuelco a las encuestas... Hay incluso quienes comparan el asunto con un partido de baloncesto y proclaman optimistas que todavía queda mucho partido, que lo importante es el último cuarto de hora...

¿De verdad me queréis decir que el machaque permanente de los medios privados y la imposibilidad de utilizar con una mínima neutralidad un medio público como Televisión Española no influye en el ánimo de la mayoría acojonada? Porque esa es la cuestión, la mayoría acojonada, esa que piensa que por haber ahorrado en toda su vida cincuenta mil euros o contar con una segunda vivienda en la playa, esos pringaos que se creen ricos porque tienen resueltos los próximo seis meses de su vida, esos no acaban de ver que desde la derecha les van a dejar temblando apenas puedan, sin medios, sin colegios públicos, sin ayudas sociales, con las pensiones devaluadas…

Cuando ya no haya remedio y se den cuenta que sus intereses solo los defienden y los defenderán las izquierdas, por mucho que las teles les digan lo contrario, cuando se vean estafados y empiecen a llorar por las esquinas, los más inclementes les contestarán que disfruten lo votado y los más malvados, que serán además los beneficiados, les dirán directamente: “El PP y Vox no tenemos la culpa de que hayáis caído en la trampa, so pardillos”.

Desde luego, el juego que se trae el inquilino de la Moncloa con los medios públicos, a menos que su intención sea irse a hacer gárgaras en las próximas elecciones, resulta difícil de adivinar. A ver mañana qué tal, a ver a qué tipo de "expertos" recurre este martes tve para comentar las sesiones de la moción de censura. Me temo lo peor.

J.T.

 

 

 

 

 

 

  

lunes, 13 de marzo de 2023

Los abuelos sí queremos las pensiones para nosotros


Con la mitad de mis amistades, o más, no puedo quedar casi nunca porque tienen mayor número de obligaciones, ahora que andan jubilados, que cuando trabajaban: recoger y/o llevar los nietos al colegio, por la tarde a clases de idiomas, o de ballet, o de piano o de la madre que los parió. Los hijos que cargan a mis amigos y amigas con este tipo de cometidos nunca tuvieron unos abuelos dispuestos a hacer lo mismo por quienes ahora son sus padres. En aquellos entonces, los padres de los abuelos de ahora solían estar o muy cansados, o muy malitos, o vivían lejos. O sencillamente no les daba la gana hacerlo y sabían escaquearse mejor que nosotros. Sí, que nosotros, porque yo también pertenezco a esa generación de puteados que, como hijos de familias numerosas en pleno franquismo, sólo teníamos obligaciones cuando éramos jóvenes, nunca derechos. Y más tarde, cuando fuimos padres, resulta que volvimos a tener solo obligaciones.

Los pensionistas de hoy menores de 75 años somos la generación sándwich perfecta, la generación que mientras trabajaba sabía que solo podría llegar a sentirse mínimamente dueña de su tiempo cuando le llegara el momento de la jubilación. “Cuando me jubile voy a viajar como loco, cuando me jubile me apunto inmediatamente a un gimnasio para ponerme en forma, cuando me jubile me voy a leer toda la literatura rusa y francesa del siglo XIX que tengo pendiente. Y hasta las obras completas de Galdós” ¡Pobres infelices!

Cuando llegó ese momento, la realidad se encargaría de mantenerles los pies en el suelo y quitarles toda esperanza. Sin darse cuenta, empezaron a pasarse los días entre hospitales y tanatorios viendo cómo gente con la que tenían planes juntos, gente con la que habían diseñado una vida llena de experiencias, iban diciendo adiós por un cáncer asesino o por un problema cardíaco sin solución. Otros/as descubrían entonces que convivir las 24 horas del día con la pareja era un verdadero infierno. Y quienes optaban por la bicicleta estática y los paseos diarios, una alimentación sana, pocos excesos nocturnos, nada de juergas y escasos gin tonics, se encontraron de pronto pillados en una trampa que no habían previsto: los nietos.

Tenían que elegir y eligieron, dejando en la estacada a cuantos hubiéramos hecho planes con ellos, dejándonos tirados con mapas comprados, rutas de viaje diseñadas a conciencia y en ocasiones hasta con los hoteles y los billetes de avión prácticamente reservados. Y te ves solo, o con poca gente que tampoco tienes a mano, te ves así porque lo importante para la mayoría de tus amigos es la familia, no solo su tiempo, sino también parte de su pensión para compensar los sueldos de miseria que sus hijos e hijas ingresan en un buen porcentaje de casos.

-Jo, abuelo, es que tú ganas más sin trabajar que yo, que no paro quieto en todo el día y no me queda nada de tiempo libre, les espetan sus hijos y los nietos más creciditos. Con más o menos ganas, pocos son los que no acaban cediendo a la presión y así, cuando regresan por la noche a casa con su tiempo y su dinero gastados, sus sueños de libertad evaporados, se miran al espejo y comprueban cómo se les va poniendo más cara de tonto cada día que transcurre.

Pues bien, por si faltaba algún agravio que añadir, va e irrumpe en escena hace unos días María Jesús Montero y redondea la faena: “Yo siempre digo como ministra de Hacienda que las pensiones son el salario mejor repartido que puede tener la familia porque los abuelos, las abuelas, afirmó en Osuna (Sevilla) durante un mitin del PSOE, no quieren las pensiones para ellos.

“Los-abuelos-no-quieren-las-pensiones-para-ellos”, chúpate esa.

No han leído ustedes mal. Así lo dijo. Tal cual. Y no solo no se le cayó la cara de vergüenza, sino que remató: “Las pensiones son ayuda al pago de la luz del hijo que no puede pagarla, la pensión es ayuda para ir al supermercado y comprarle las cinco cosas que no puede comprar tu hija porque las considera un lujo; las pensiones son las ayudas que le dan a nuestros jóvenes para que puedan los fines de semana salir, o comprarse unas zapatillas de deporte; es el salario mejor repartido que puede haber en una economía familiar, además de ser justicia para todos aquellos que levantaron este país y que dignamente hay que reconocerle una vejez tranquila….

Una vejez tranquila… con lo que te quede después de subvencionar a tus hijos y a tus nietos, ¿verdad? Pero ¿nos hemos vuelto todos locos? ¿de verdad toda una ministra de Hacienda promueve que la vejez sea esto? Me niego a asumir que la mayor parte de abuelos y abuelas compartan sin rechistar esta reflexión.

Que un buen porcentaje de jóvenes con la edad de mis hijas tengan problemas para llegar a final de mes con lo que cobran por su trabajo es una anormalidad del sistema que pide a gritos ser corregida con la mayor urgencia y sin excusas, pero no disponiendo del tiempo y del dinero de las personas de la tercera edad.

Cuando éramos jóvenes tuvimos que combinar los estudios con pasar dinero a casa porque a tus padres no les llegaba, luego fuimos profesionales independientes atrapados por hipotecas infames para cuyo pago nunca nadie nos echó una mano, tampoco se nos ayudaba cuando nos separábamos, ahí nos las apañáramos y ahora, como abuelos, tenemos que convertirnos en las oenegés de nuestros hijos y nietos y postergar un implante o una semana de vacaciones. Pero vamos a ver, ¿cuándo demonios fue nuestro momento?

Que la derecha quiera acabar con el sistema público de pensiones no puede llevar a una ministra del PSOE a defenderlas argumentando que los abuelos las necesitan para dedicarlas a ayudar a sus hijos y a sus nietos. Resulta una propuesta insultante cuando no directamente pornográfica.

J.T.

lunes, 6 de marzo de 2023

¿Seremos capaces de votar a nuestros verdugos?


Ahora que comienza una semana política bien calentita, igual es bueno poner el oído, escuchar las cosas de las que la gente que nos rodea habla en el día a día, y poder así hacernos una idea lo más cabal posible de por dónde va la linde.

En mi círculo de amistades y conocimientos varios hay división de opiniones. Al margen de encuestas y demás intoxicaciones que difunden esos informativos que más vale no sintonizar si apreciamos en algo nuestra salud, en unos casos están quienes andan convencidos de que la derecha va a arrasar y en otros hay quienes se niegan a aceptar esa posibilidad.

“Me tienen harto tus amigos de la tele, me decía el otro día un taxista sevillano; cuando anuncian catástrofes cada día, me siento tratado como si fuera tonto porque yo lo que veo es que llevamos unos meses estupendos de trabajo, y eso a pesar de ser invierno. Hay faena, Juan, y esta primavera ya verás cómo la ciudad se va a llenar de turistas como si no hubiera un mañana. Es verdad que la inflación no baja, pero a mi padre le han subido la pensión, mi hijo tiene trabajo sin haberse visto obligado a irse al extranjero como le pasaba hasta hace poco a sus amigos porque aquí no había manera de encontrar un puto curro, eso es lo que yo vivo pero pongo Antena tres y me tropiezo con un economista, o lo que sea, empeñado en contarme que estamos en la puñetera ruina, ¿se cree que soy gilipollas, o qué?”.

En el otro lado de la balanza, una amiga pensionista con la casa pagada, los hijos trabajando y una jubilación que le permite un desahogo aceptable me dice en cambio que está preocupada porque a su alrededor todo el mundo le cuenta que va a votar al PP... o a Vox. “En el Centro de Salud donde trabajaba se han vuelto todos fachas, me comenta, y eso que quien los putea es Moreno Bonilla, no entiendo nada. Y cuando les pregunto por qué votan a la derecha, añade contrita mi querida amiga, lo que me contestan es que les cae mal Pedro Sánchez y peor todavía esos “niñatos” de Podemos.”

Un caso más: mi peluquero, votante del PP, se quejaba el otro día de su compañía de seguros privada porque se han negado a financiarle la máquina que necesita para remediar su apnea. Ha tenido que recurrir a la Seguridad Social y ya anda tan contento el hombre, durmiendo a pierna suelta tanto él como su señora, que estaba ella ya que se subía por las paredes. Encantados andan ahora con esa Sanidad pública que se quieren cargar aquellos a quienes ellos votan. Se lo hago ver y me dice que sí, que es verdad, pero que los políticos del Gobierno de coalición le caen muy mal, y que los de Podemos nos van a llevar a la ruina.

Es complicado que la gota malaya implacable de los medios no influya en el sentido común y en el ánimo ciudadano, por mucho que constaten a diario que su vida no tiene nada que ver con el apocalíptico mundo del que hablan sin parar en la tele, y en las radios, y en la mayoría de periódicos, aunque los periódicos la verdad es que solo los miran ya quienes se acercan al bar a tomar un café, o ni eso.

La mayoría de paisanas y paisanos con los que hablo, voten a quien voten, parecen estar de acuerdo en que ha sido una suerte no tener a la derecha en el poder durante estos años de pandemia, volcán, guerra… Menos mal, piensan, pero se lo callan. ¿Por qué votáis al PP o a Vox entonces?, insisto. Y vuelve la respuesta de siempre: es que me cae mal Pedro Sánchez, y los de Podemos peor todavía. La gota malaya, no cabe duda, ha surtido su efecto. Gota malaya con la que riegan el día a día esos mal llamados comunicadores que saben perfectamente que Feijoó no pasa el corte, no da el nivel para el cargo que ocupa, y no hablemos ya del ultra Abascal y sus fantasmadas.

Quienes tienen por oficio denostar al Gobierno de coalición y cantar las excelencias de los líderes de la derecha y la ultraderecha se las ven y se las desean para retorcer una realidad que se empeña en no ser como a ellos les gustaría. Esa impotencia que la Brunete mediática experimenta al no tener más remedio que defender incompetentes como Feijoó o Abascal; ese desconsuelo es el que les lleva a arremeter, con más saña si cabe, contra un ejecutivo que está haciendo sus deberes medianamente bien y que presenta una aceptable cuenta de resultados de sus ya tres años largos de gestión, no solo de puertas adentro, sino también en el contexto internacional. Se suben por las paredes esos gurús fachas que pronosticaron que, con el Gobierno de coalición los inversores se irían de España y ahora comprueban cómo cada día que pasa contamos con mayor respaldo y reconocimiento internacional, a pesar de la extraña y sospechosa espantá protagonizada por Ferrovial la semana pasada.

Mis conocidos y conocidas no quieren que les cuenten milongas, lo que les importa es su bolsillo, su estómago y el bienestar de su familia. Cuesta creer que se dejen comer el coco por los profesionales de la desestabilización hasta el extremo de acabar votando a quienes han anunciado que acabarán con todo lo que ahora les está permitiendo salir adelante a pesar de los tres largos años de pesadilla que llevamos vividos. Cuesta creer que acaben votando a quienes, de llegar al poder, se convertirán en su peores verdugos al día siguiente de ocupar la poltrona.

J.T.

lunes, 27 de febrero de 2023

28 de febrero en Andalucía. Nada que celebrar


Nada que celebrar mañana en Andalucía. Cinco años ya sin nada que festejar. Se admiten ideas para tirar algún que otro cohete, porque… ¿qué podemos celebrar este 28-F? ¿Acaso que somos una de las autonomías más pobres, menos desarrolladas, con mayores índices de precariedad del país y aún así no se nos ocurre otra cosa que votar en tromba a la derecha?

¿De verdad hay quien cree que Moreno Bonilla va a mejorar alguna vez la vida de los más débiles? ¿De verdad hay quien se crea que la eterna brecha andaluza entre los que más y los que menos tienen va a disminuir con el PP en el poder? Si no es así, ¿me quieren decir por qué extraña conjunción astral hemos brindado mayoría absoluta a quienes más pronto que tarde dejarán la sanidad, la educación y la dependencia hechas unos zorros? Se me ocurren pocas respuestas que me dejen el cuerpo con ganas de celebrar nada este 28 de febrero.

¿Me pueden decir qué es lo que ha mejorado en los cinco años que lleva la derecha instalada en el palacio de San Telmo? Mayoría absoluta desde junio del año pasado, es verdad, así que nada que objetar desde el punto de vista democrático, pero eso es lo que refuerza mi necesidad de proclamar que no tenemos nada que celebrar, ¿de verdad quienes los votaron han mejorado su vida en algo, salvo las pocas familias que llevan decenios, incluso siglos, manejando el cotarro, los terratenientes de siempre, los señoritos a caballo y escopetas de caza de siempre?

¿Me pueden explicar qué demonios ha pasado con la izquierda en Andalucía para que este momento de festín neoliberal y de desmantelamiento de los servicios públicos que estamos viviendo haya sido posible? Lo único que se puede decir es que lo socialistas desaprovecharon nada menos que cuarenta años seguidos al frente de la Junta. Establecieron como prioridad básica permanecer en el poder cuanto más tiempo mejor y se dedicaron a potenciar ferias y fiestas, engrandecer la semana santa o promover romerías convencidos de que esa era la manera más fácil de retener el voto de los retrógrados. Antepusieron durante cuarenta años la búsqueda de clientelismo a la consolidación de las conquistas sociales o la promoción de la actividad industrial así que, cuando fueron desalojados de las poltronas, la derecha se encontró con prácticamente todo el trabajo sucio hecho.

Seguíamos siendo los más pobres, pero en el Rocío se reunían más de un millón de personas; teníamos los salarios más bajos, pero la semana santa es todo lujo y esplendor desde Ayamonte hasta Pulpí, teníamos uno de los índices de paro más ínfimos del país, pero en Canal Sur podías escuchar coplas y flamenqueo casi todo el día, o disfrutar de Juan y Medio intentando emparejar personas de la tercera edad todo el tiempo. ¿No es maravilloso?

Le dejaron el cortijo tan a huevo Susana Díaz y Manuel Chaves a Moreno Bonilla que este no ha tenido más que rematar la faena. Le faltó tiempo para envolverse en la bandera andaluza consiguiendo así confundir a tanto despistado como pulula por esos pueblos perdidos y, en el colmo de la desfachatez, hasta se atrevió a reivindicar la figura de García Caparrós, el joven malagueño asesinado durante la manifestación que reclamaba para Andalucía una autonomía que la derecha nunca quiso.

Hasta el legendario Alejandro Rojas Marcos le ha acabado siguiendo el juego (tampoco es que resulte tan de extrañar) y ahí tenemos a Moreno con el viento a favor despojándose ya de la piel de cordero y acometiendo sin escrúpulo alguno el neoliberalismo más salvaje: promoviendo universidades privadas completamente innecesarias, recurriendo ante el Tribunal Supremo el impuesto a las grandes fortunas, haciendo que se froten las manos especuladores de la peor ralea o anunciando que acabaremos pagando en sanidad hasta los servicios de atención primaria.

Con absoluta impunidad, quien consiguió hacer creer a la mayoría del electorado que era una especie de mosquita muerta, está sacando ya su verdadera cara. No, no hay nada que celebrar mañana 28 de febrero en Andalucía. No hay nada que celebrar porque quien preside la Junta no está interesado en mejorar la vida de quienes peor lo pasan, tampoco en combatir la desigualdad, ni la injusticia ¿A quién se le pudo ocurrir pensar que, con el PP en el palacio de San Telmo, esa Andalucía a la que la derecha mantuvo en la miseria durante siglos iba a hacerles salir de ella?

Mañana, tras otorgar las medallas de hijos predilectos a David Bisbal, y a título póstumo a Lola Flores, manda narices, sonará el himno de Andalucía en el lugar donde se celebre el acto. Tanto Moreno Bonilla como toda su cohorte no tendrán ningún reparo, ya lo verán, en cantar a voz en grito:

Andaluces, levantaos,
Pedid tierra y libertad.

¿No les parece una profanación, un descaro casi pornográfico? Pues eso, que mañana, al menos yo, no tengo nada que celebrar.

J.T.

lunes, 20 de febrero de 2023

Sobre Gambogaz, el “pazo” andaluz de Queipo de Llano


Les voy a contar una historia que a estas alturas todavía pocas personas conocen, la del cortijo de Gambogaz. Para empezar, solo les diré que el protagonista es el general golpista Gonzalo Queipo de Llano, de cuyo paso por este mundo no acabamos de conseguir desembarazarnos. El espantoso currículum de este genocida es sobradamente conocido, pero créanme que hay cosas que aún continúan tan impunes como ignoradas. Verán:

El cortijo de Gambogaz podría considerarse el "Pazo de Meirás" andaluz. En diciembre de 1937 había derramado ya tanta sangre Queipo durante el año y medio de guerra transcurrido por aquel entonces que una nutrida cohorte de pelotas, acojonados varios y profesionales de la supervivencia acabaron poniéndole en bandeja una propiedad que ni en sus mejores sueños hubiera imaginado aquel militar que se permitía además ir por la vida presumiendo de austero.

El cortijo de Gambogaz se encuentra en el municipio andaluz de Camas, junto al río Guadalquivir y a unos cuatro quilómetros de la ciudad de Sevilla. Como puede leerse en la web de turismo de la Diputación de esta provincia, se trata de una antigua alquería musulmana de origen medieval, que pasó a formar parte del cabildo sevillano en el siglo XIII, tras la conquista de las tropas cristianas. Con el paso del tiempo pasaría a manos privadas hasta acabar hace ochenta y cinco años en las del responsable de los asesinatos de Blas Infante y García Lorca, del sátrapa que ordenó miles de fusilamientos en las murallas de la Macarena y el exterminio de miles de malagueños que huían por la carretera camino de Almería, entre otros muchos espantosos crímenes.

Ese mismo monstruo es el que continúa siendo, a día de hoy, propietario de una finca de 550 hectáreas valorada entonces por encima del millón y medio de pesetas, lo que hoy equivaldría a veinte millones de euros aproximadamente. En su momento esto fue posible gracias a los “buenos oficios” de banqueros, un notario corrupto, un alcalde pelotas y varios expertos en leyes ansiosos de ganarse su afecto.

Este era el grueso del equipo decidido a enriquecer a Queipo. Hacía falta un paria, claro está, y lo encontraron: el dueño del cortijo, llamado Manuel Camacho, un controvertido empresario metido en asuntos turbios y cargado de deudas. Presa fácil. Fue sencillo dar con alguno de sus tropezones, y tras pillarlo in fraganti en un intercambio ilegal de divisas en Gibraltar, lo metieron unos cuantos meses en la cárcel y cuando lo sacaron en verano del 37, el buen hombre estaba dispuesto a firmar lo que le pusieran delante con tal de salvar la vida.

En realidad solo tuvo que firmar una cosa muy sencilla: un poder a nombre de uno de los lameculos decididos a hacer rico a Queipo, por lo que, cuando el militar golpista se presentó en la notaría la nochebuena del 37 no tuvo ni que verle la cara a la víctima del expolio. Que se diera por satisfecho con conservar la vida, debió pensar, que no se quejara.

Se llevaron a cabo colectas callejeras para reunir parte del dinero que presuntamente se pagó a las entidades que le tenían hipotecada la finca a Camacho, se “invitó” a ofrecer un donativo voluntario a funcionarios de la diputación y del ayuntamiento, y se redondeó la operación con una hipoteca de 750.000 pesetas de las de entonces, unos diez millones de euros ahora, que a día de hoy no aparece cancelada en ningún registro. Aún así, para llegar al total necesario que permitiera a Queipo ser titular de la propiedad, hasta el expoliado dueño acabó teniendo que poner entre 150.000 y 200.000 pesetas de su bolsillo.

En un primer momento, y para disimular la tropelía, Queipo de Llano ordenó que se creara una fundación a cuyo nombre estuvo algunos años la finca hasta que finalmente pasó descaradamente a ser suya. En ningún momento tuvo tampoco escrúpulos para usar mano de obra gratis con la que poner en funcionamiento la finca, presos que consideraban un privilegio trabajar en Gambogaz como esclavos de sol a sol antes que ser fusilados cualquier amanecer.

En Gambogaz fue donde vivió desde entonces Queipo y donde murió doce años después de acabar la guerra civil. A día de hoy, la polémica propiedad sigue estando a nombre de su familia, una familia dividida y desestructurada cuyos abogados les aconsejan que, al contrario de lo que pasó con los Franco en el pazo de Meirás, armen el menor ruido posible, sobre todo ahora que distintas asociaciones han puesto sobre la mesa la necesidad de aclarar este asunto hasta conseguir que la finca pase a ser propiedad pública.

La semana pasada se celebraron unas jornadas divulgativas en la universidad de Sevilla y en el ayuntamiento de Camas que terminaron el sábado 18 con una marcha reivindicativa, la tercera ya, hasta los dominios de Gambogaz. Cuesta entender que, a día de hoy, queden flecos tan serios de la guerra civil aún sin resolver. 

J.T.

lunes, 13 de febrero de 2023

“La Desbandá” malagueña fue un exterminio en toda regla


Fue un exterminio que durante décadas se mantuvo cubierto por un espeso manto de silencio. A quienes nacimos en los años cincuenta del siglo pasado en Almería, nadie nos habló de lo que se vivió aquí en febrero de 1937, hace ahora 86 años. Éramos “zona roja” como todo el levante peninsular, y nuestra ciudad era la primera escala hacia la supervivencia en Valencia o Barcelona para quienes llegaban huyendo despavoridos desde el Campo de Gibraltar, desde Málaga, perseguidos a sangre y fuego por los golpistas rebeldes cuyo cabecilla, -un tal Queipo de Llano, ¿les suena?- sembraba el pánico por la radio aterrorizando a las mujeres anunciándoles todo tipo de vejaciones apenas su tropas acabaran de tomar la ciudad.

Para salvarse era necesario escapar de Málaga hacia el Este y las montañas de Sierra Nevada no dejaban otra salida que una carretera pegada al mar que acabó convertida en trágica ratonera para una población civil lanzada en tromba hacia lo que entendieron era su única esperanza para sobrevivir. A quienes nacimos en los cincuenta en Almería, nadie nos contó que cada curva de esa carretera que muchos nos conocíamos de memoria estuvo un buen día llena de cadáveres abandonados. Nadie nos dijo que decenas de miles de mujeres, niños y ancianos aterrorizados se habían marchado casi con lo puesto de sus casas de las provincias de Cádiz y Málaga intentando llegar a Almería como fuera.

Nadie nos contó nunca que soldados italianos, alemanes y marroquíes que apoyaban a los golpistas sembraron el terror entre una población civil española, la malagueña, que vio cómo los representantes del gobierno legítimo no recibían ayuda para defender la ciudad y protegerlos. Nadie nos contó nunca que los dejaron tirados como ratas, que aquello fue un desesperado sálvese quien pueda sin mirar atrás carretera adelante intentando escapar hacia a la zona republicana.

Nadie nos contó que tres barcos que navegaban en paralelo a ellos pegados prácticamente a la costa dispararon sin misericordia cazando como conejos a miles de personas indefensas que morían desangradas mientras familiares y amigos se veían obligados a abandonarlos y correr desesperados en busca de refugio para evitar morir ellos también bajo el fuego de los aviones.

Nadie nos habló nunca de aquella violencia gratuita, de aquel genocidio que acabó con la vida de entre cinco y diez mil seres humanos. Nadie nos habló nunca porque a día de hoy todavía se sabe muy poco. A día de hoy aquella tragedia, conocida como “La Desbandá”, apenas ocupa unas líneas en los libros de historia, apenas hace unos años que esto empezó a moverse. El escritor y periodista Juan Madrid dirigió un documental en 2006, casi setenta años después de los hechos, que La 2 de tve emitió un día de agosto a las doce de la noche, historiadores como Paul Preston o Hugh Tomas se han ocupado de ello pero poco, existe poca documentación, no hay archivos, no hay nombres, no hay cadáveres, no hay apenas monumentos…

Cuando han empezado a recabarse testimonios, buena parte de los supervivientes adultos de entonces habían fallecido. Los pocos que quedan, octogenarios y nonagerarios ya, solo manifiestan –y algunos aún con miedo- sus espantosos recuerdos, como el de aquella madre muerta cuyo bebé aún vivo seguía intentando mamar aferrado a su pecho. Pero no hay nadie que pueda brindar contexto porque durante décadas todo fue miedo y silencio.

Nadie nos contó tampoco que cuando en Motril las Brigadas Internacionales consiguieron parar en la Sierra de Lújar el acoso de los rebeldes a los huidos, quienes de entre ellos consiguieron llegar a Albuñol, Adra y Almería no eran “malagueños ladrones” que querían quitarnos la comida como durante años se nos repitió en la posguerra, único indicio por cierto de que algo grave había sucedido aunque nadie nos lo aclarara. Nadie nos contó que eran decenas de miles de seres humanos heridos, hambrientos y envueltos en harapos que desde el 7 al 12 de febrero habían sobrevivido a los ataques de barcos y aviones corriendo y comiendo únicamente caña de azúcar o cáscaras de habas.

Desde hace años, centenares de personas caminan cada año durante estos días de febrero entre Málaga y Almería para recuperar la memoria de aquella infamia y homenajear a las víctimas. En 2013, mi compañero Alejandro Torrús lo contó ya en este diario, que periódicamente viene haciéndose eco de aquel perverso exterminio, como lo calificó Nieves Concostrina el pasado sábado 11 de febrero, durante el acto que cerraba los diez días de caminata-homenaje de este 2023.

A los que nacimos en los cincuenta nunca nos contaron nada de todo esto, pero lo más grave es que, a día de hoy, mientras el mundo entero conoce hasta con detalle lo que fue y lo que significó el bombardeo de Guernica, en el que murieron unas 1.500 personas, son muy pocos quienes han oído hablar  del genocidio de “La Desbandá”. La Junta  de Andalucía y muchos de los alcaldes del PP de la zona por la que ocurrieron los hechos no quieren saber nada, como denunciaba aquí a el otro día  en su columna  mi compañero David Bollero.

Los demócratas tenemos aquí una enorme deuda pendiente. El año que viene me propongo hacer la marcha. Quiero ponerme en el lugar de quienes durante días miraron al mar soñando que detrás de cada curva de la carretera por la que caminaban podía estar la libertad, imaginarme el ruido mortal de los aviones alemanes, las cubiertas del Baleares, el Canarias o el Almirante Cervera, los tres barcos asesinos que dispararon sin piedad contra miles de personas desarmadas e indefensas, tres buques cuyos nombres aún figuran en los callejeros de varias ciudades españolas. Escandaloso que, a día de hoy, los nombres de esos barcos cuenten con mayor predicamento que el reconocimiento público a las miles de víctimas de aquel pavoroso exterminio.

J.T.

miércoles, 8 de febrero de 2023

Tendrán el poder, pero no la razón


Una de las constantes en el comportamiento de los poderosos cuando se ven cuestionados es intimidar al objetor conminándole a especificar dónde, cómo y cuándo ocurrió la irregularidad que se le atribuye. 

Es una manera de poner a prueba tu seguridad y si dudas o titubeas ya empiezas a perder el pulso. Porque ellos lo plantean como un pulso, jamás como un debate entre iguales o como un intercambio de opiniones. Desde su punto de vista tú no estás planteando jamás una objeción constructiva, estás osando cuestionarlo y tamaño atrevimiento tienes que pagarlo caro para que te lo pienses dos veces a próxima vez que quieras intentarlo y para que tomen nota quienes estén pensando en hacer lo mismo que tú. 

A ver, ¿dónde dije eso? ¿dónde están los datos? ¿qué día fue aquello? ¿me lo puedes demostrar? ¿tienes pruebas? ¿hay documentación que lo avale? ¿hay testigos?  

Como, en la mayoría de los casos, para acumular pruebas tendrías que dedicar todo tu tiempo a reunirlas y tú tienes una vida y muchas obligaciones, el intimidador, que por lo general cuenta con una cohorte de abogados, juega con todos los triunfos en la mano. Por lo general no suele tener la razón, pero tiene el poder. 

J.T.

lunes, 6 de febrero de 2023

Lawfare en Sevilla ¿Quién les devuelve los abrazos perdidos?

Mientras el pasado martes 31 de enero escuchaba cantar a Manuel Gerena en Sevilla durante el homenaje de desagravio a dos concejales de Izquierda Unida, mientras todos los allí presentes no podíamos evitar emocionarnos, al tiempo yo me preguntaba si alguna vez será posible que quienes defienden los derechos de los más débiles no acaben tarde o temprano arrollados por quienes se niegan siempre a perder sus eternos privilegios.

Cuando los ricos y poderosos solo cuentan con mediocres en los partidos de derechas para defender sus intereses, acaban poniéndose nerviosos y es entonces cuando empieza a aflorar con mayor descaro el espíritu golpista que llevan dentro. Cuando las urnas otorgan el gobierno a quienes defienden los derechos de los pobres, esos ricos y poderosos convierten las legislaturas de izquierdas en un verdadero infierno. Nada nuevo bajo el sol.

Trece años, trece, ha durado el calvario de Antonio Rodrigo Torrijos y ocho el de José Manuel García. En ambos casos una jueza llamada Mercedes Alaya los empuró sin motivo como hace un par de meses quedó demostrado en un juicio surrealista que por fin tuvo lugar en la Audiencia Nacional. Otro juez llamado Juan Ignacio Zoido fue el beneficiario de esta cacería política que consiguió liquidar un gobierno progresista en el ayuntamiento sevillano y otorgó la alcaldía al PP tras uno de los primeros lawfares de libro que tuvieron lugar en este país. Como Rubén Sánchez (Facua) se encargó de recordar durante el homenaje, es difícil saber cuántas portadas le dedicó a Torrijos el ABC de Sevilla culpándole de todos los males de este mundo, pero en cambio resulta muy fácil conocer las veces que se ha hecho eco de la absolución definitiva tras trece años de pesadilla: ninguna.

Mientras intervenían Juan Torres, Javier Aroca o Antonio de la Torre, yo me seguía preguntando qué demonios tiene que pasar en España para que los canallas no dispongan siempre de barra libre y quienes se preocupan por mitigar las desigualdades no acaben estigmatizados, e incluso vituperados por aquellos mismos a quienes benefician.

En doce años de gobierno municipal de coalición (1999-2011), Torrijos y García contribuyeron a cambiar por completo la cara de la ciudad de Sevilla. Con Sánchez Monteisirín en la alcaldía, tenían un proyecto de ciudad y lo llevaron a cabo: peatonalizaciones, carril bici, espacios deportivos, zonas verdes, ayudas a los más desfavorecidos, proyectos sociales, mejoras sustanciales en los barrios más pobres… Demasiado para una derecha que, desesperada, activó los motores de la insidia y no paró hasta echarlos a la calle causándoles daños irreparables en su honor y en su prestigio.

Mientras escuchaba cantar a Gerena el pasado martes, recordé lo que el propio Torrijos ha repetido tantas veces desde que comenzó la caza de brujas contra ellos: García y él fueron los conejillos de indias del lawfare en España, ese experimento consistente en combinar procesamientos y portadas de periódicos atribuyendo a alguien las mayores atrocidades. Les salió bien y desde entonces no han parado.

Cada vez hay más periodistas en todo el país que mienten como bellacos y no pasa nada, cada vez hay más jueces desaforados que ponen en marcha procedimientos que finalmente quedan en agua de borrajas pero que, mientras se mantienen abiertos, zarandean el día a día de los injustamente imputados hasta llegar a arruinarles la vida.  En algunos casos, como en el de Isabel Serra o Alberto Rodríguez, hasta acaban condenándoles con testimonios falsos y, al menos por un tiempo, consiguen su objetivo: apartarles de la actividad política y parlamentaria.

Nos derrotaron, pero nunca nos vencerán, proclamaban Torrijos y García durante el homenaje que recibieron el otro día. Es verdad, queridos amigos, pero nos dejan tocados, consiguen sus objetivos porque el tiempo durante el que siembran dudas, el tiempo en que te humillan y te sientan en los banquillos, acaba afectando a tu reputación y a tu propia vida como vosotros mismos nos contasteis. La viuda del nobel José Saramago, Pilar del Río, que también intervino en el homenaje, dijo que tras ese calvario llega ahora la gloria. Aunque eso fuera así, ¿quién les devuelve a Torrijos, a García y a tantas víctimas de la insidia de las cloacas como a día de hoy existen en nuestro país el tiempo perdido, la salud perdida, los abrazos perdidos?

J.T.

domingo, 5 de febrero de 2023

¡Que no quiero verla!

¡Que no quiero verla
Que no quiero oírla
Que no quiero saber de sus cuitas
Ni de sus inquinas
Ni de su mala leche destilada
Ni de su rencor
Ni de su odios
Ni de su soflamas horteras!

Apartad de mí ese cáliz, por favor
Ya no quiero enfadarme más
Ya no quiero entristecerme más
Puedo imaginarme toda su capacidad de hacer el mal
De ella y de sus adláteres
Puedo adivinar sus felonías
Porque, como todas las personalidades tóxicas,
sus diatribas como presidenta madrileña son absolutamente previsibles
Y sus proclamas
Y hasta sus vómitos.

¡Que no quiero verla
Que no quiero saber de ella
Porque ya lo sé todo
Solo quiero conocer el día en que vuelva a su eterna esencia:
la nada envuelta en celofán.
Es poca cosa, poquísima cosa
Y el tiempo del que dispongo para perder
Es más escaso cada día que pasa.

Que no quiero conocer esos cebos infantiles que coloca a diario
en los que la izquierda se empeña en caer
Replicando lo irreplicable
Haciéndole el juego a sus estruendos
Y a sus intolerancias
Olvidando que lo único que se puede hacer con los intolerantes
es ser intolerantes
No pasarles ni una.

Que no, que no quiero verla, como Federico no quería ver
la sangre de Ignacio sobre la arena.
Que no quiero verla
Dejad de metérmela por lo ojos mañana, tarde y noche, por favor.
Este país no puede bailar al son que toca una persona como ella
Ni de lo que significa
Ni de lo que representa
Ni de lo que propone
Ni de la insidia que destila
Ni de los desastres que perpetra.

Si no podéis libraros de ella,
Al menos hacedme la merced de no citármela.
¿Acaso alguien sabe de alguna aplicación que sirva para impedir que me lleguen los tuits o cualquier otra entrada en redes donde se la mencione?
Ni siquiera me interesa cuando la ponéis a parir, me da igual, que no, que no quiero saber nada de ella!

¡Que no quiero verla!

J.T.