lunes, 27 de marzo de 2023

Esa incesante hostilidad contra Podemos


¿De verdad vais a tener las narices de culparles de todos los males? ¿De verdad vais a acabar certificando que las derechas, junto a los golpistas que colonizan la médula espinal de las instituciones, han hecho bien su trabajo con tanto bulo, tanto lawfare y tanta infamia? Los quieren enfrentar, y en buena parte han conseguido su objetivo, al tiempo que el común de los mortales ha acabado cayendo en la trampa: los malos de la película son los de Podemos. Pues mire usted, pues va a ser que no. Permítanme algunas preguntas:

¿Qué tiene Podemos para suscitar tanta animadversión por parte de segmentos políticos y periodísticos tan diversos? ¿Qué es lo que hace tanta pupa? ¿Qué es lo que les convierte en destinatarios eternos de arremetidas tan inmisericordes? ¿A qué viene tanta hostilidad?

Desde el día en que El País, años ha, 28 de enero de 2015, publicó a tres columnas en primera página una noticia falsa afirmando que Juan Carlos Monedero "falseó la mayor parte de su currículo académico"  hasta el pasado 19 de marzo, cuando este mismo diario publicó un largo informe titulado Podemos desafía la unidad de Sumar, la formación política no ha dejado ni un solo día de encontrarse en el punto de mira de todo el espectro periodístico, no solo de los recalcitrantes medios ultras cada vez más numerosos.

Más preguntas: ¿Cómo es posible que un proyecto político que removió los cimientos de un país dormido se encuentre pocos años después en el punto de mira incluso de una buena parte de quienes salieron beneficiados con su irrupción en escena? ¿Qué es lo que suscita tanta inquina? Si son tan malos, si son tan nocivos, ¿cómo es que han conseguido tantas cosas? Si en Podemos son ya tan pocos, ¿cómo es que se les sigue haciendo tanto caso?

¿Qué extraña conjunción astral ha tenido que darse para que ahora intenten comparar a Podemos con Cayo Lara? ¿Que extraños movimientos telúricos se me están escapando, que a medida que leo y escucho entiendo menos? Entre las muchas cosas que no entiendo está el buenismo de quienes predican “vamos a llevarnos bien” al tiempo que no dejan de meter el dedo en el ojo.

No entiendo a quienes, en nombre de la mentalidad práctica, invitan a pasar por alto humillaciones y vejaciones porque “lo importante es que los números den” ¿Y en nombre de que los números den vale todo? No entiendo a quienes asustan anunciando que viene el lobo de la ultraderecha y usan este argumento para desplazar y ningunear el proyecto, el programa y la decisión política que hizo posible el escenario que propició los avances sociales conseguidos en los últimos tres años.

¿A qué viene tanto miedo?¿Qué significa que Yolanda Díaz e Íñigo Errejón “gusten”, pero Podemos no? Pues solo una cosa: que la propaganda de derechas ha hecho pleno al 15 consiguiendo lo que siempre buscó: primero demonizarlos a todos y luego ir desactivándolos por partes como en la fábula del cuervo y el zorro: Qué bonitas plumas, seguro que cantas igual de bien, y el cuervo, cegado por la vanidad, abrió el pico para cantar y dejó caer el queso mientras el zorro lo cogía rápidamente y, antes de salir corriendo, le recordó al incauto que el adulador vive siempre a costa del que lo escucha.

Lo hicieron con Errejón, lo intentan ahora con Yolanda; lo hicieron y continúan haciéndolo incluso con Mónica García, líder de la oposición por Más País en la Comunidad de Madrid, pero de quien no podemos olvidar que hace cuatro años fue la principal responsable de que Díaz Ayuso esté gobernando a día de hoy: se negó a elaborar una lista conjunta con Pablo Iglesias cuando este abandonó la vicepresidencia del Gobierno de la nación, y si no lo hubiera hecho, hoy la autonomía estaría gobernada por la izquierda.

Estoy rodeado de gente que nada tiene que ver con la derecha, que nunca los votó ni los votará, pero que a estas alturas lo que dicen y piensan se resume en que Yolanda Díaz les cae bien pero Pablo Iglesias no. Pero vamos a ver, les digo, que Pablo no tiene ya ningún cargo, que no está en ninguna lista. Solo se explica esta disgresión cuando asistes al bombardeo diario de medios de todos los colores que consiguen confundir no solo a quienes se informan de oído sino a gentes que siguen la actualidad con interés pero que quizás hayan olvidado, por ejemplo, que cuando Iglesias le ofreció a Yolanda ser ministra de Trabajo Alberto Garzón y Enrique Santiago, responsables de Izquierda Unida y del PCE respectivamente, se opusieron. Los mismos que hoy beben los vientos a su lado.

La izquierda fragmentada es el mejor negocio de la derecha. Demostrado ha quedado en Andalucía y en Castilla y León, demostrado ha quedado en Francia, donde que se presentaran cinco izquierdas a las elecciones yuguló las muchas posibilidades con las que contaba Mélenchon para convertirse en presidente de la República francesa. Es la eterna historia de siempre. Y continuamos cayendo en las mismas trampas de siempre.

J.T.

lunes, 20 de marzo de 2023

Esta televisión pública es una ruina


Uno de los misterios más insondables de esta legislatura es intentar adivinar cómo es posible que la televisión del Estado esté tomada militarmente por el Partido Popular. En cualquier círculo donde escucho hablar del asunto, los comentarios suelen ir casi siempre en la misma dirección: no la veo ya, cada vez que la sintonizo me cabreo, cómo es posible que no refrende las intervenciones del presidente y sus ministros ni siquiera en los ámbitos internacionales… No se trata de ensalzar los logros del Gobierno de coalición, no estamos hablando de propaganda, faltaría más, pero sí de informar a la ciudadanía de cómo le repercuten en su día a día, por ejemplo, las leyes de progreso y de lucha contra la desigualdad que desde hace tres años se vienen aprobando, ¿por qué esto no se hace?

El Gobierno de la nación no debe, como tantas veces ha sucedido, colonizar la televisión pública, claro que no, ni en broma, pero sí que tiene la obligación de garantizar que se cumpla el objetivo para el que nació, la razón por la que existe: el servicio público ¿Por qué esto no sucede, están ciegos, desinteresados, se sienten impotentes o directamente han decidido que se trata de un marrón muy complicado y que no hay nada que hacer? Me refiero a la parte socialista del ejecutivo, claro, porque al sector de Unidas Podemos apenas si le proporcionan oportunidad de aparecer en pantalla, salvo cuando los informativos se encargan de otorgarle altavoz a cuanto bulo contra ellos circula por los mundos canallas del lawfare.

El programa de Julia Otero, en el que había puestas tantas complacencias, un fracaso; Jesús Cintora iba a volver, estaba todo prácticamente cerrado y en el último minuto se volvieron a acojonar en Moncloa, donde en un principio parecían dispuestos a revisar el patinazo que supuso echar al periodista con cajas destempladas y fulminar así “Las cosas claras”, a pesar del excelente índice de audiencia con el que contaba el programa. Los telediarios y los actuales programas de tertulia son mezquinos, insustanciales, parciales, torticeros…

El PSOE gobierna con miedo al PP, y a Vox, y la tele pública es el mejor reflejo de esto. Los avances de izquierdas de los que ahora se ufanan han salido adelante gracias a la presión de Unidas Podemos, pero que la rtve sea plural no lo han conseguido, o no les ha interesado. Todo ha sido un sonoro fracaso que empezó cuando tumbaron el primer Consejo de Administración, que lo tumbaron los socialistas, y decidieron optar por la Administración Única de la pobre incompetente Rosa María Mateo. Continuó después con una vergüenza de concurso amañado hasta los tuétanos de donde surgió una presidencia bluff que duró año y medio y ahí seguimos, con una presidencia ahora interina y un Consejo de Administración cuyos miembros se dedican a pelearse entre ellos.

La desazón de la gente de izquierdas con la que intercambio pareceres ya sea en reuniones, charlas de sobremesa o encuentros fortuitos tiene siempre un denominador común: manda narices que la televisión pública, hostil con el Gobierno, vaya a ser la que acabe decantando la balanza a favor de las derechas y propiciando el primer gobierno con la ultraderecha en tiempos de democracia. Casi todo el mundo lo ve venir, lo teme, anda asustado, pero nadie hace nada. Y que no me digan que el papel de la televisión pública del Estado no tiene mayor importancia porque la tiene, y más de lo que nos pensamos quienes puede que vivamos en otros mundos más “exquisitos”.

La desazón es general allá por donde vayas, porque estamos viendo llegar los nubarrones que anuncian una tormenta del carajo y nadie parece interesado en buscar la manera de evitar la catástrofe. Nos va a caer la del pulpo y ahí andamos de paella en paella, de cubata en cubata, dándonos la razón mutuamente, desencantados y desesperanzados, pero sin que nadie ponga en marcha ningún mecanismo para parar esto y evitar el desastre que parece avecinarse. Ni cuando les llaman “autocracia absorbente” reaccionan. 

Para unos, la clave podría ser conseguir que la izquierda vaya unida; para otros, que la presidencia europea otorgue tal relevancia al gobierno y su presidente que eso permita darle un vuelco a las encuestas... Hay incluso quienes comparan el asunto con un partido de baloncesto y proclaman optimistas que todavía queda mucho partido, que lo importante es el último cuarto de hora...

¿De verdad me queréis decir que el machaque permanente de los medios privados y la imposibilidad de utilizar con una mínima neutralidad un medio público como Televisión Española no influye en el ánimo de la mayoría acojonada? Porque esa es la cuestión, la mayoría acojonada, esa que piensa que por haber ahorrado en toda su vida cincuenta mil euros o contar con una segunda vivienda en la playa, esos pringaos que se creen ricos porque tienen resueltos los próximo seis meses de su vida, esos no acaban de ver que desde la derecha les van a dejar temblando apenas puedan, sin medios, sin colegios públicos, sin ayudas sociales, con las pensiones devaluadas…

Cuando ya no haya remedio y se den cuenta que sus intereses solo los defienden y los defenderán las izquierdas, por mucho que las teles les digan lo contrario, cuando se vean estafados y empiecen a llorar por las esquinas, los más inclementes les contestarán que disfruten lo votado y los más malvados, que serán además los beneficiados, les dirán directamente: “El PP y Vox no tenemos la culpa de que hayáis caído en la trampa, so pardillos”.

Desde luego, el juego que se trae el inquilino de la Moncloa con los medios públicos, a menos que su intención sea irse a hacer gárgaras en las próximas elecciones, resulta difícil de adivinar. A ver mañana qué tal, a ver a qué tipo de "expertos" recurre este martes tve para comentar las sesiones de la moción de censura. Me temo lo peor.

J.T.

 

 

 

 

 

 

  

lunes, 13 de marzo de 2023

Los abuelos sí queremos las pensiones para nosotros


Con la mitad de mis amistades, o más, no puedo quedar casi nunca porque tienen mayor número de obligaciones, ahora que andan jubilados, que cuando trabajaban: recoger y/o llevar los nietos al colegio, por la tarde a clases de idiomas, o de ballet, o de piano o de la madre que los parió. Los hijos que cargan a mis amigos y amigas con este tipo de cometidos nunca tuvieron unos abuelos dispuestos a hacer lo mismo por quienes ahora son sus padres. En aquellos entonces, los padres de los abuelos de ahora solían estar o muy cansados, o muy malitos, o vivían lejos. O sencillamente no les daba la gana hacerlo y sabían escaquearse mejor que nosotros. Sí, que nosotros, porque yo también pertenezco a esa generación de puteados que, como hijos de familias numerosas en pleno franquismo, sólo teníamos obligaciones cuando éramos jóvenes, nunca derechos. Y más tarde, cuando fuimos padres, resulta que volvimos a tener solo obligaciones.

Los pensionistas de hoy menores de 75 años somos la generación sándwich perfecta, la generación que mientras trabajaba sabía que solo podría llegar a sentirse mínimamente dueña de su tiempo cuando le llegara el momento de la jubilación. “Cuando me jubile voy a viajar como loco, cuando me jubile me apunto inmediatamente a un gimnasio para ponerme en forma, cuando me jubile me voy a leer toda la literatura rusa y francesa del siglo XIX que tengo pendiente. Y hasta las obras completas de Galdós” ¡Pobres infelices!

Cuando llegó ese momento, la realidad se encargaría de mantenerles los pies en el suelo y quitarles toda esperanza. Sin darse cuenta, empezaron a pasarse los días entre hospitales y tanatorios viendo cómo gente con la que tenían planes juntos, gente con la que habían diseñado una vida llena de experiencias, iban diciendo adiós por un cáncer asesino o por un problema cardíaco sin solución. Otros/as descubrían entonces que convivir las 24 horas del día con la pareja era un verdadero infierno. Y quienes optaban por la bicicleta estática y los paseos diarios, una alimentación sana, pocos excesos nocturnos, nada de juergas y escasos gin tonics, se encontraron de pronto pillados en una trampa que no habían previsto: los nietos.

Tenían que elegir y eligieron, dejando en la estacada a cuantos hubiéramos hecho planes con ellos, dejándonos tirados con mapas comprados, rutas de viaje diseñadas a conciencia y en ocasiones hasta con los hoteles y los billetes de avión prácticamente reservados. Y te ves solo, o con poca gente que tampoco tienes a mano, te ves así porque lo importante para la mayoría de tus amigos es la familia, no solo su tiempo, sino también parte de su pensión para compensar los sueldos de miseria que sus hijos e hijas ingresan en un buen porcentaje de casos.

-Jo, abuelo, es que tú ganas más sin trabajar que yo, que no paro quieto en todo el día y no me queda nada de tiempo libre, les espetan sus hijos y los nietos más creciditos. Con más o menos ganas, pocos son los que no acaban cediendo a la presión y así, cuando regresan por la noche a casa con su tiempo y su dinero gastados, sus sueños de libertad evaporados, se miran al espejo y comprueban cómo se les va poniendo más cara de tonto cada día que transcurre.

Pues bien, por si faltaba algún agravio que añadir, va e irrumpe en escena hace unos días María Jesús Montero y redondea la faena: “Yo siempre digo como ministra de Hacienda que las pensiones son el salario mejor repartido que puede tener la familia porque los abuelos, las abuelas, afirmó en Osuna (Sevilla) durante un mitin del PSOE, no quieren las pensiones para ellos.

“Los-abuelos-no-quieren-las-pensiones-para-ellos”, chúpate esa.

No han leído ustedes mal. Así lo dijo. Tal cual. Y no solo no se le cayó la cara de vergüenza, sino que remató: “Las pensiones son ayuda al pago de la luz del hijo que no puede pagarla, la pensión es ayuda para ir al supermercado y comprarle las cinco cosas que no puede comprar tu hija porque las considera un lujo; las pensiones son las ayudas que le dan a nuestros jóvenes para que puedan los fines de semana salir, o comprarse unas zapatillas de deporte; es el salario mejor repartido que puede haber en una economía familiar, además de ser justicia para todos aquellos que levantaron este país y que dignamente hay que reconocerle una vejez tranquila….

Una vejez tranquila… con lo que te quede después de subvencionar a tus hijos y a tus nietos, ¿verdad? Pero ¿nos hemos vuelto todos locos? ¿de verdad toda una ministra de Hacienda promueve que la vejez sea esto? Me niego a asumir que la mayor parte de abuelos y abuelas compartan sin rechistar esta reflexión.

Que un buen porcentaje de jóvenes con la edad de mis hijas tengan problemas para llegar a final de mes con lo que cobran por su trabajo es una anormalidad del sistema que pide a gritos ser corregida con la mayor urgencia y sin excusas, pero no disponiendo del tiempo y del dinero de las personas de la tercera edad.

Cuando éramos jóvenes tuvimos que combinar los estudios con pasar dinero a casa porque a tus padres no les llegaba, luego fuimos profesionales independientes atrapados por hipotecas infames para cuyo pago nunca nadie nos echó una mano, tampoco se nos ayudaba cuando nos separábamos, ahí nos las apañáramos y ahora, como abuelos, tenemos que convertirnos en las oenegés de nuestros hijos y nietos y postergar un implante o una semana de vacaciones. Pero vamos a ver, ¿cuándo demonios fue nuestro momento?

Que la derecha quiera acabar con el sistema público de pensiones no puede llevar a una ministra del PSOE a defenderlas argumentando que los abuelos las necesitan para dedicarlas a ayudar a sus hijos y a sus nietos. Resulta una propuesta insultante cuando no directamente pornográfica.

J.T.

lunes, 6 de marzo de 2023

¿Seremos capaces de votar a nuestros verdugos?


Ahora que comienza una semana política bien calentita, igual es bueno poner el oído, escuchar las cosas de las que la gente que nos rodea habla en el día a día, y poder así hacernos una idea lo más cabal posible de por dónde va la linde.

En mi círculo de amistades y conocimientos varios hay división de opiniones. Al margen de encuestas y demás intoxicaciones que difunden esos informativos que más vale no sintonizar si apreciamos en algo nuestra salud, en unos casos están quienes andan convencidos de que la derecha va a arrasar y en otros hay quienes se niegan a aceptar esa posibilidad.

“Me tienen harto tus amigos de la tele, me decía el otro día un taxista sevillano; cuando anuncian catástrofes cada día, me siento tratado como si fuera tonto porque yo lo que veo es que llevamos unos meses estupendos de trabajo, y eso a pesar de ser invierno. Hay faena, Juan, y esta primavera ya verás cómo la ciudad se va a llenar de turistas como si no hubiera un mañana. Es verdad que la inflación no baja, pero a mi padre le han subido la pensión, mi hijo tiene trabajo sin haberse visto obligado a irse al extranjero como le pasaba hasta hace poco a sus amigos porque aquí no había manera de encontrar un puto curro, eso es lo que yo vivo pero pongo Antena tres y me tropiezo con un economista, o lo que sea, empeñado en contarme que estamos en la puñetera ruina, ¿se cree que soy gilipollas, o qué?”.

En el otro lado de la balanza, una amiga pensionista con la casa pagada, los hijos trabajando y una jubilación que le permite un desahogo aceptable me dice en cambio que está preocupada porque a su alrededor todo el mundo le cuenta que va a votar al PP... o a Vox. “En el Centro de Salud donde trabajaba se han vuelto todos fachas, me comenta, y eso que quien los putea es Moreno Bonilla, no entiendo nada. Y cuando les pregunto por qué votan a la derecha, añade contrita mi querida amiga, lo que me contestan es que les cae mal Pedro Sánchez y peor todavía esos “niñatos” de Podemos.”

Un caso más: mi peluquero, votante del PP, se quejaba el otro día de su compañía de seguros privada porque se han negado a financiarle la máquina que necesita para remediar su apnea. Ha tenido que recurrir a la Seguridad Social y ya anda tan contento el hombre, durmiendo a pierna suelta tanto él como su señora, que estaba ella ya que se subía por las paredes. Encantados andan ahora con esa Sanidad pública que se quieren cargar aquellos a quienes ellos votan. Se lo hago ver y me dice que sí, que es verdad, pero que los políticos del Gobierno de coalición le caen muy mal, y que los de Podemos nos van a llevar a la ruina.

Es complicado que la gota malaya implacable de los medios no influya en el sentido común y en el ánimo ciudadano, por mucho que constaten a diario que su vida no tiene nada que ver con el apocalíptico mundo del que hablan sin parar en la tele, y en las radios, y en la mayoría de periódicos, aunque los periódicos la verdad es que solo los miran ya quienes se acercan al bar a tomar un café, o ni eso.

La mayoría de paisanas y paisanos con los que hablo, voten a quien voten, parecen estar de acuerdo en que ha sido una suerte no tener a la derecha en el poder durante estos años de pandemia, volcán, guerra… Menos mal, piensan, pero se lo callan. ¿Por qué votáis al PP o a Vox entonces?, insisto. Y vuelve la respuesta de siempre: es que me cae mal Pedro Sánchez, y los de Podemos peor todavía. La gota malaya, no cabe duda, ha surtido su efecto. Gota malaya con la que riegan el día a día esos mal llamados comunicadores que saben perfectamente que Feijoó no pasa el corte, no da el nivel para el cargo que ocupa, y no hablemos ya del ultra Abascal y sus fantasmadas.

Quienes tienen por oficio denostar al Gobierno de coalición y cantar las excelencias de los líderes de la derecha y la ultraderecha se las ven y se las desean para retorcer una realidad que se empeña en no ser como a ellos les gustaría. Esa impotencia que la Brunete mediática experimenta al no tener más remedio que defender incompetentes como Feijoó o Abascal; ese desconsuelo es el que les lleva a arremeter, con más saña si cabe, contra un ejecutivo que está haciendo sus deberes medianamente bien y que presenta una aceptable cuenta de resultados de sus ya tres años largos de gestión, no solo de puertas adentro, sino también en el contexto internacional. Se suben por las paredes esos gurús fachas que pronosticaron que, con el Gobierno de coalición los inversores se irían de España y ahora comprueban cómo cada día que pasa contamos con mayor respaldo y reconocimiento internacional, a pesar de la extraña y sospechosa espantá protagonizada por Ferrovial la semana pasada.

Mis conocidos y conocidas no quieren que les cuenten milongas, lo que les importa es su bolsillo, su estómago y el bienestar de su familia. Cuesta creer que se dejen comer el coco por los profesionales de la desestabilización hasta el extremo de acabar votando a quienes han anunciado que acabarán con todo lo que ahora les está permitiendo salir adelante a pesar de los tres largos años de pesadilla que llevamos vividos. Cuesta creer que acaben votando a quienes, de llegar al poder, se convertirán en su peores verdugos al día siguiente de ocupar la poltrona.

J.T.