DIARIO DE VIAJE DE LA GLOBAL SUMUD FLOTILLA.
Nº25. 21/09/2025
"Este domingo por la mañana temprano, la imagen a nuestro alrededor era preciosa, con un montón de veleros navegando a nuestro alrededor. Las fotos que veo por internet de la flotilla son muy potentes, pero falsas. Se ven muchos barcos grandes, muy juntitos y que van navegando como en formación. La realidad es que solo hay 4 barcos grandes (lo de grande también es un decir en comparación con los veleros) y la gran mayoría, son barcos pequeños, que no llevan una tripulación superior a 6 personas, mientras que en los grandes andamos por las 30 personas. Aproximadamente, calculo que somos unas 400 personas las que vamos navegando hacia Gaza.
De pronto, no serían aún las 9 de la mañana, el motor del barco Sirius-Haifa, dejó de sonar y se paró. Creí que habíamos parado por algo concreto, pero no, simplemente se paró por alguna avería. Tuvimos que quedarnos al pairo, y ver cómo lo arreglábamos. La avería nos ha cogido a menos de 850 millas náuticas de las costas de Gaza. Sobre las 10 de la mañana vino en nuestro auxilio, en una lancha, un mecánico de otro barco, que finalmente consiguió reparar la avería. Habremos estado parados unas 4 horas, pero desde entonces seguimos adelante, acercándonos al grupo de cabecera de la flotilla.
Mientras el barco ha estado parado, la tripulación ha aprovechado la oportunidad para organizar la ayuda humanitaria a bordo, clasificando y detallando la cantidad de medicamentos y alimentos que llevamos hacia Gaza. Mientras Netanyahu, bombardea despiadadamente la ciudad de Gaza, nos llama terroristas por cargar alimentos y medicinas para socorrer a la gente que él quiere matar de hambre y a bombazos.
Y nos tienen en el punto de mira. Cuando estaba anocheciendo, al menos dos drones han estado sobrevolando el Sirius-Haifa. Después de, quizás unos 10 minutos, los drones se han marchado después de pasar la información que fueran buscando.
¿De dónde vienes los drones? Pues sospecho que vienen de la base militar de EEUU y la OTAN, en la bahía de Souda, situada en la isla de Creta. Esta es actualmente, una de las más importantes en el Mediterráneo. Cuenta con puertos y un aeropuerto y alberga a unas 1.000 personas. Un punto estratégico que está siendo utilizado para brindar apoyo táctico al régimen israelí para seguir adelante con el genocidio palestino. Si no tenemos más contratiempos en la navegación, mañana por la noche estaremos cerca de Creta.
Mientras, siguen los bombardeos sobre ciudad de Gaza, y se dan cifras dispares sobre los cientos de miles de personas que han abandonado ya la ciudad, veamos el testimonio directo de una de las víctimas de la expulsión de Gaza, Shaimaa Eid escritora cuyo relato publicó ayer, el medio Crónica Palestina:
"Una vez más, nos vimos obligados a abandonar el norte de Gaza bajo una tormenta implacable de bombardeos, miedo y destrucción, comenzando otro desplazamiento cargado de agotamiento y pérdida, esta vez hacia Al-Mawasi en Khan Yunis.
Habíamos vuelto a nuestra casa en ciudad de Gaza. Como familia, hicimos una promesa: no nos iríamos, nos quedaríamos mientras tuviéramos aliento en nuestro cuerpo.
Pero la ocupación, con su violencia y arrogancia, nos despojó incluso de ese derecho. Y una vez más, nos quedamos sin nada más que la amargura de la salida forzada.
Los últimos días antes de nuestra partida se sintieron como los horrores del Día del Juicio Final. Muchos de nuestros vecinos recibieron advertencias de evacuación, seguidas de proyectiles devastadores. El olor a pólvora y humo aún ha permanecido en mi nariz hasta el día de hoy, y sigo luchando con la respiración de la intensidad de lo que soportamos. Nos cortaron el agua y la comida; los mercados estaban cerrados; incluso los puestos callejeros se convirtieron en objetivos de bombas lanzadas por los aviones por la noche. No tuvimos más remedio que huir hacia el sur para escapar de una muerte segura.
El viaje de desplazamiento fue duro en cada detalle. Nuestro viaje del norte al sur tomó casi seis horas bajo un sol ardiente, (la Franja de Gaza tiene un máximo de 41 km de largo entre el norte y el sur) a lo largo de la carretera Rashid, que el ejército de ocupación designó como la ruta de evacuación.
En el camino, fuimos testigos de una escena que nunca será borrada de la memoria: una carpa en la playa bombardeada justo delante de nuestros ojos, con cuerpos esparcidos por la arena. Estábamos a pocos metros, sin embargo, esa distancia fue suficiente para robarnos el sueño para siempre. Incluso ahora, cada vez que cierro los ojos, esa escena vuelve a despertarme.
Después del agotador viaje, llegamos al campamento de desplazamiento de Khan Yunis. El lugar estaba insoportablemente abarrotado. Los servicios eran escasos, demasiado pocos para todos. La gente se vio obligada a bajar al mar bajo el sol abrasador para recoger agua salada, lo que provocó la propagación de enfermedades de la piel tanto entre adultos como entre los niños. Ver a la gente llenar botellas del mar la sentí como una escena de una novela apocalíptica. Aquí todo es difícil: dormir, comer, conseguir medicinas. Incluso encontrar un pequeño pedazo de sombra bajo donde descansar se ha convertido en un desafío.
Hoy vivimos en un torbellino de ansiedad y miedo. Todos los días, vemos las noticias de nuevas torres residenciales colapsando en Gaza. Vamos a dormir preguntándonos: ¿nuestra casa seguirá de pie, o se convertirá también en escombros? Mis padres necesitan atención médica continua y medicamentos que no podemos encontrar.
Me siento impotente y frustrada por mi incapacidad para asegurar su medicina, y en la impotencia de nuestra familia ante esta tragedia implacable.
Y, sin embargo, a pesar de todo esto, hay una voz interior que se niega a ceder. Me susurra que Gaza perdurará, y que algún día volveremos al norte para reconstruir, piedra por piedra, levantando nuestras casas de nuevo con nuestras propias manos. Esa voz me dice que esta tierra permanecerá libre y orgullosa, no importa cuánto dure la destrucción, y que todo este dolor no será más que un capítulo en nuestra historia de resiliencia.
La ciudad de Gaza está sangrando hoy, pero no se romperá. La Gaza de la que me despido con la esperanza de regresar, siempre permanecerá en mi corazón un símbolo de dignidad y orgullo, hasta que cada persona desplazada regrese a casa, cada niño regrese a la escuela, y cada familia se reúna con sus recuerdos."
Manolo Teniente
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