martes, 28 de noviembre de 2023

Ione e Irene no se van


Les irrita no poder con ellas. Que Ione Belarra e Irene Montero no se arredren les desconcierta. Nueve años ya de acoso y derribo y no hay manera: ahí están, ahí siguen, llamando a las cosas por su nombre como el primer día, incordiando a quienes saben que llevan razón cuando hablan pero les subleva tener que admitirlo . 


Ahí están, marchándose de su cargos institucionales con la satisfacción de haber propiciado avances sociales para los que esperemos que no haya marcha atrás. Unos dicen que son pasado, otros agotan histéricos contra ellas todos los insultos del diccionario en sus homilías mañaneras; otros les agradecen los “servicios prestados”… Pero no consiguen dormir lo tranquilos que les gustaría, saben que Podemos continúa ahí, saben que desde el mismo día en que nació esta formación, allá por enero de 2014, algo cambió en este país. Dieron con la tecla, pusieron el dedo en la llaga y algo mutó para siempre, pero continúan negándose a admitirlo.


Quienes llevaban casi cuatro décadas campando por sus respetos sin ser nunca cuestionados, no tardaron en percatarse de que esa zona de confort llamada bipartidismo en la que vivían estaba seriamente amenazada por la voluntad transformadora de los entonces recién llegados y el respaldo ciudadano con el que estos no tardaron en contar, como pronto empezaron a reflejar las encuestas. Unos decretaron la caza y captura y otros decidieron subirse al carro… hasta que cambiara el viento. Ahora, nueve años después, muchos de quienes se han beneficiado del trabajo político de Podemos durante todo ese tiempo no saben ya cómo demonios ingeniárselas para que esta formación política salga de sus vidas. 


Lo que se les olvida a quienes aspiran a laminar a Podemos es que, como decíamos, algo cambió en la manera de entender la política española desde que existen. Sus análisis y reflexiones no tardaron en incorporarse al debate público y buena parte de la ciudadanía abrió los ojos porque la letra y la música de lo que se les contaba sonaban bien. La monarquía dejó de ser tabú, quedó al descubierto la verdadera naturaleza de buena parte de los jueces, también el oscuro y corrupto mundo en que se mueven los medios de comunicación, desde entonces los machistas se tientan mucho más la ropa que antes, determinados comportamientos sociales bien vistos empezaron a ser cuestionados…


Por todo esto, y por muchas más cosas, ni Podemos es pasado ni tampoco su papel actual es lo irrelevante que se pretende que acabe siendo. Quienes así lo afirman saben que gozan de buena salud porque si no fuera así, dejarían de hablar de Ione e Irene, no se molestarían en atacarlas, no necesitarían insultarlas como continúan haciendo. En el Congreso de los Diputados la formación cuenta con cinco escaños, nada menos que cinco escaños, en unos tiempos políticos donde cada uno de estos asientos es oro molido. Sin Podemos, en Sumar saben que no hubieran obtenido el resultado que ha permitido a esta formación contar con fuerza suficiente para conformar un nuevo Gobierno de coalición. Lo saben en Sumar y lo saben en el PSOE, y eso les subleva.


Eso subleva no solo al Gobierno de coalición. También a todos los poderes que llevan casi diez años invirtiendo una pasta gansa en acabar con Podemos. Con centenares de mercenarios a sueldo. Ya han conseguido fagocitar a muchos de quienes durante un tiempo caminaron junto a ellos. Escuchar, por ejemplo, a Ada Colau llamando a no hacer ruido desencanta ¿tú también, Ada? ¿la misma Ada que durante años beligeró desde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca? 


La lista de quienes, como la ex alcaldesa de Barcelona, han abandonado la pelea es ya demasiado larga. Es verdad que la existencia determina la conciencia, y que cada uno acaba gestionando su hambre como mejor le parece, pero da pena constatar cómo una vez más se repite la historia, cómo gente que caminó junta para cambiar las cosas, gente que sacó los colores al bipartidismo y sus rémoras durante una etapa mágica que dejó al aire tantas vergüenzas en este país, mucha de esa gente ha capitulado y al final se ha dejado fagocitar en unos casos por miedo al frío que hace fuera y en otros porque la ambición o la vanidad le han ganado la partida a las inquietudes por las que durante años estuvieron dando la batalla.


Por eso aplaudo cómo se despidieron Ione e Irene de sus cargos en el gobierno, porque me gusta lo que simboliza. Me parece muy higiénico desde el punto de vista democrático, y también alentador para quienes pensamos que las ideas que defiende Podemos ni las han matado ni las matarán. Sus ganas de continuar luchando me representan. A mí, y creo que a bastante más gente de lo que muchos se piensan.


J.T.






lunes, 20 de noviembre de 2023

El hosco y huraño ceño del rentista real


Atención, pregunta: cuando los nuevos ministros y ministras prometan este martes sus cargos, el todavía inquilino de la Zarzuela… ¿mantendrá la misma cara de acelga que exhibió durante el acto del viernes pasado, cuando Pedro Sánchez prometió el suyo como presidente del Gobierno elegido por mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados?

Repaso fotos y videos, constato su expresión ceñuda, su cara de pocos amigos y me pregunto también: ¿qué puñetero mensaje quería mandar? ¿a quién quería complacer, a quién preocupar?


Pudo haber evitado esa expresión tan desabrida y no lo hizo, como tampoco evitó  el 3 de octubre del año 2017 tomar partido tras el referéndum del 1-O en Catalunya: “Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Catalunya, de una manera reiterada, consciente y deliberada, -afirmó en aquel discurso televisado el hijo de Juan Carlos I- han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía, que es la ley que reconoce, protege y ampara sus instituciones históricas y su autogobierno. Con sus decisiones –continuó- han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado”.


Perdió una excelente oportunidad de mantenerse callado y metió el patinazo más lamentable de un señor tan presuntamente preparado como él. Si aquel nefasto discurso se lo escribieran los amanuenses de Mariano Rajoy, quien seis años después le sugiriera esgrimir el careto que pudimos verle el viernes por la mañana, fuera quien fuera, decidió continuar por esa misma línea. 


Desconozco lo que hablaron él y Sánchez esa mañana, el presidente tampoco lo contará, como desconozco las presiones a las que lo someten y quiénes lo hacen pero si el rey actúa así porque se deja mangonear, malo; y si no, peor. 


¿Hacemos un ejercicio de imaginación y traducimos lo que podía estar pensando? Esa cara de vinagre puede que sea hasta inconstitucional. Espero que este martes, cuando el nuevo equipo de gobierno prometa o jure sus cargos, no se le ocurra actuar del mismo modo. Los doce millones y medio de votos que hay detrás de este nuevo Gobierno de coalición, nos guste más o menos su composición o cómo se ha acabado gestando, merecen todo el respeto del jefe del Estado; y sus gestos públicos deben reflejar, dejar constancia de esa aprobación.


Es lo mínimo que se le puede pedir a quien pronto llevará diez años en el cargo sin haberse presentado jamás a ningunas elecciones.


J.T. 


domingo, 19 de noviembre de 2023

Mercadona y los hermanos Roig

Fernando, Paco y Juan Roig, en 1998

El ecologista valenciano Julià Alvaro ha publicado estos días un hilo en twitter que ayuda a conocer un poco más quiénes son los hermanos Roig, sobre todo Juan, dueño de Mercadona. Por su carácter didáctico, las cosas que aclara y lo ilustrativo que resulta, me permito resumirlo a continuación:

- Tras la investidura de Pedro Sánchez, Juan Roig declaró que, “por culpa de los políticos, existe un enfrentamiento entre españoles” sin aclarar si hablaba del amotinamiento de la ultraderecha o del pacto de gobierno. En el acto donde pronunció estas palabras, en primera fila aplaudía Vicente Boluda, presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), quien en su momento pidió un referéndum sobre la investidura por considerar que iba contra el interés general y la separación de  poderes.


-  En plena pandemia, en 2020, Roig participó en un acto organizado por la ultraderecha  en Valencia en homenaje, decían, a la bandera y al ejército. “Sólo saludaba”, explicaron sus portavoces. 


- El año del Covid, Mercadona ganó 727 millones de euros, un 16 por ciento más que el año anterior.


- “Hemos subido los precios una burrada, pero si no hubiera sido peor”, admitió sin complejo alguno hace unos pocos meses.


- “Cuando los políticos no entienden que somos loe empresarios quienes generamos riqueza y bienestar, es cuando hay enfrentamientos”, replicó a Ione Belarra cuando la secretaria general de Podemos lo llamó “capitalista sin escrúpulos”. 


- “Deberíamos imitar a los chinos, pensar más en los deberes y menos en los derechos”, proclamó Juan Roig durante la crisis de 2008. 


- En los papeles de Bárcenas, Mercadona aparece como donante de la caja B del PP. La Fundación FAES de José María Aznar ha disfrutado asimismo de su generosidad, algo que Roig justifica argumentando que también dado dinero alguna vez a una Fundación de María Teresa Fernández de la Vega. 


- Su patrimonio familiar es de 11.320 millones de euros, el segundo mayor de España tras Amancio Ortega. El año pasado ganó 11 millones en sueldo, 88 en dividendos y aumentó su patrimonio en 500.


- La matriz de Mercadona es Cárnicas Roig, propiedad de su padre. Juan Roig se la quedó, junto a sus hermanos Paco y Fernando a principios de los 80. Luego él compró las participaciones a sus hermanos.


- Paco Roig, expresidente del Valencia CF, compraba y vendía jugadores en negro, cobraba de las televisiones a título personal y se forró en Guinea haciendo negocios a medias con Obiang hasta que se vio obligado a salir de allí.


- Fernando Roig, dueño de Pamesa y del Villarreal club de fútbol, el 28 de los más ricos de España, 1.300 millones de patrimonio, era el que prestaba dinero a Carlos Fabra para sus cuitas judiciales. Fue también uno de los socios de la empresa Valmor, la que de la mano del PP de Francisco Camps, organizó en Valencia las carreras de Fórmula 1, perdió casi 30 millones de euros y luego traspasó las deudas a la administración autonómica.



sábado, 18 de noviembre de 2023

Un alivio relativo


Hace falta bajar el balón al suelo. Necesitamos dejar atrás cuanto antes tantos días de ruido y furia. Hubo este jueves quien quiso ver un atisbo de esa posibilidad en el saludo de Núñez Feijóo a Pedro Sánchez tras la reelección de este como presidente del Gobierno. No sé yo, porque tampoco pareció que lo hiciera con mucha gana, pero ojalá. 

Que la estrategia seguida hasta ahora no les ha servido es algo que en el PP deben tener ya claro. De nada les ha valido tanta crispación, de nada les ha servido tanta mentira, tanta amenaza, tanto jaleo… Llevan desde mayo cantando victoria y repartiéndose cargos, así que digerir el fracaso puede que les lleve un cierto tiempo.  

Lo admitan o no, continúen o no con manifestaciones señalando adversarios políticos por las calles y gritando que se rompe España, para ellos ha comenzado ya la etapa del borrón y cuenta nueva, ¿por qué no les ha funcionado el plan si casi todos los vientos parecían soplar a su favor? Las mismas miradas, las mismas amistades peligrosas que hasta ayer le hacían la pelota a Núñez Feijóo empiezan ya estos días a girar la vista hacia quien va a administrar cuatro años más los Presupuestos Generales del Estado. Los mismos que le hicieron creer que estaban con él a muerte serán quienes acabarán dejándolo caer. Nadie hace las cosas por España, a menos que llamen España a sus bolsillos, a los saldos de sus cuentas corrientes. 

Haber frenado a la ultraderecha, o que gallegos, canarios, las dos principales formaciones políticas vascas y dos partidos catalanes hayan decidido apoyar un Gobierno de coalición progresista puede que para algunos merezca un brindis, pero aquí falta algo, aquí falta alguien porque en esta nueva etapa no van a estar todos los que son.  

Ni a Pedro Sánchez ni a Yolanda Díaz les hubiera costado nada, durante la sesión de investidura, haber dedicado unas cuantas palabras de reconocimiento al valioso trabajo de quienes les han acompañado en este viaje de cuatro años que ahora finaliza. Sin Ione Belarra, sin Irene Montero, sin el apoyo de Podemos y la generosidad de sus miembros, Sumar no habría sumado, los socialistas no continuarían en el poder y el fascismo estaría ya en el palacio de la Moncloa desde hace un par de meses perpetrando las mismas tropelías que ya están llevando a cabo en las comunidades autónomas donde populares y ultraderechistas gobiernan en coalición. 

A medida que transcurran los días y vayamos adquiriendo perspectiva, lo veremos con más claridad. No tardaremos en echar de menos el papel de contrapeso de una formación que, con Pablo Iglesias como vicepresidente en sus primeros dieciséis meses, hizo posible que Sánchez y los suyos no tuvieran más remedio que practicar una política social a la que intentaron resistirse como gato panza arriba a pesar de los compromisos firmados. Unos pactos cuyo cumplimiento, por cierto, quedó incompleto al finalizar la legislatura. Quizás por esto, entre otras razones, Esquerra y Junts no se fían un pelo de este Gobierno de coalición que han contribuido a sacar adelante y anuncian vigilancia diaria.  

Lo definió bien Gabriel Rufián en su intervención del jueves pasado: lo único que une a las formaciones que han apoyado la continuidad de Sánchez al frente del nuevo Gobierno de coalición es la necesidad de frenar en seco a una ultraderecha cuyo líder, por cierto, ya ha advertido que si hay que estar manifestándose mil cuatrocientos días seguidos, se estará. 

¿Un cierto alivio? De acuerdo, sí, pero sin bajar la guardia ni un segundo. Los medios hostiles no lo van a hacer, los artífices del lawfare tampoco, ni los guardias civiles “dispuestos a derramar su sangre”, ni muchos militares, ni tanto niñato de tres al cuarto de los que montan pollos estos días y a quienes, cuando les preguntas contra qué se manifiestan, no saben ni contestar. 

Entre las obligaciones urgentes del nuevo ejecutivo está la de hacer pedagogía social, contrarrestar la desinformación, los fake news, las mentiras sistemáticas: explicar bien sus políticas y conseguir que quienes se benefician de ellas lo sepan, lo entiendan y lo valoren. Para ello es fundamental reconocer el trabajo realizado por una izquierda que ahora ningunean y que más pronto que tarde echarán/echaremos de menos. Será la única manera de que las derechas no acaben comiéndoselos vivos. 

J.T.

jueves, 16 de noviembre de 2023

Los disparates de Abascal

No hay duda de que Abascal es un ultra, pero ¿no les parece que a veces transmite la impresión de actuar como una marioneta cuyos hilos están en manos de vaya usted a saber qué ventrílocuo? ¿Quién lleva en realidad la batuta de los dislates de la ultraderecha? 

Al presunto líder de la resurrección fascista en nuestro país no acabo de creérmelo. Lo que dice da miedo, la parafernalia de la que se rodea asusta, los desquiciados que le apoyan espantan pero él resulta más bien patético. Este miércoles en el Congreso, con sus performances y sus exageraciones, evidenciaba una vez más su falta de solidez, su carencia de enjundia. 

Ese cóctel de racismo, xenofobia, machismo y nostalgia del franquismo que predica le supera a él y a muchos de quienes les rodean. Monta pollos sin parar porque igual no sabe hacer otra cosa. Él y los suyos son útiles al sistema porque dan miedo y su mensaje gamberro cala en los indocumentados, pero aparte de a rezar rosarios en Ferraz, ¿dónde les está llevando eso? 

No me lo imagino con el arrojo suficiente para tirar de sable y batirse a duelo con nadie por mucho que abandone la sesión de investidura o llame golpistas a los demócratas -que ya hay que tener cuajo-. Lo sacas del mundo del postureo, de las performances como decía antes, y no es nadie. Aupado en su día por esa gran demócrata llamada Esperanza Aguirre, Abascal encontró un hueco que le lleva siendo rentable desde 2018, cuando consiguió 12 escaños en el parlamento autonómico andaluz, y desde entonces su único objetivo parece ser que el souflé tarde en desinflársele el mayor tiempo posible.

Produce escalofríos escuchar las declaraciones de quienes se manifiestan ante sedes socialistas, presuntos votantes suyos: no saben ni explicar contra qué protestan pero ahí están, pegando gritos y bandera preconstitucional en mano porque mola, menudo subidón, tú. Habría que ver cómo sería la vida de muchos de los manifestantes faltones de estos días si durante los años de pandemia y de crisis internacional no hubiera habido un gobierno progresista que les hubiera subido las jubilaciones o aplicara ertes para salvar sus negocios.  

Son unos gamberros, eso es lo que los define. A ellos y a quienes les representan en las instituciones con un Abascal al frente cuya capacidad de liderazgo cuesta creerse. Da la impresión de que el ventrílocuo se ha cansado de él. Alguien ha insinuado por ahí que al final va a resultar que el líder de Vox necesita a Sánchez para salvarse y continuar chupando del bote. Igual va a ser eso. 

J.T. 

miércoles, 15 de noviembre de 2023

Del desafuero al esperpento

Rosarios, muñecas hinchables, jueces a las puertas de los juzgados, manifiestos de asociaciones de todo tipo, igual hasta de comunidades de vecinos; obispos rasgándose las vestiduras, guardias civiles dispuestos a derramar su sangre, puede que hasta bomberos y guardas jurados; himnos antediluvianos, pancartas con faltas de ortografía, ruido, ruido y más ruido. Tamaño desafuero invita a deducir que se han pasado varios pueblos con tanto postureo, pero la verdad es que da un poco de miedito. No es fácil saber dónde acaba la fantochada y empieza el peligro serio. 

Los crucifijos y los sables, las plegarias y las pistolas han ido muchas veces de la mano como desgraciadamente sabemos. No es cuestión de ponerse tremendista, pero tampoco de minimizar, ni mucho menos despreciar, las esperpénticas puestas en escenas de estos días por fascistas y menos fascistas; no todos son radicales, y no todos saben por qué demonios están haciendo lo que hacen, pero lo hacen. 

Si se trata de un guión preconcebido, quiero conocer al máquina que está escribiéndolo y que me diga lo que toma, por favor, pero mucho me temo que se trata de una conjunción de factores con un denominador común que no es ni la amnistía, ni la ruptura de España, ni el cabreo porque no metan a Puigdemont en la cárcel. Todo son excusas, porque la razón última es el dinero y solo el dinero: los muchos miles de millones que casi tocan con las manos para trincar a manos llenas y que ven que se les escurren sin remisión. 

Esa es la razón que explica la histeria de quienes no acaban de admitir que está a punto de consumarse lo que han intentado evitar a toda costa. Iban a ser ellos los que partieran el bacalao los próximos cuatro años, la derecha ultra y la ultraderecha, y aún no han digerido que los números no se lo permitan, que la suma no dé. 

El papelón este martes de Feijóo ante la prensa extranjera confiando en un Bruselas que pocas horas después respaldaba a Sánchez y sus pactos y dejaba en evidencia al presidente del PP una vez más, produce verdadera vergüenza ajena. Como el de González Pons, presionando al Tribunal Constitucional, el mismo personaje que pocas semanas antes había estado flirteando sin disimulo con Junts por si caía la breva. 

El despliegue de estos días, esa desesperación, es la mejor prueba de la necesidad de un gobierno como el que, si todo va como es deseable, habrá de formarse tras la investidura este jueves de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. 

J.T.

martes, 14 de noviembre de 2023

10 cosas (o más) que ni entiendo ni me gustan

No me gusta que un vecino me trate como enemigo por pensar diferente. 

No me gusta que quienes defienden privilegios ataquen a quienes defienden derechos. 

No me gusta el panorama de los medios, tomando claramente partido por todo lo que no sea favorecer los intereses de las estructuras tradicionales de poder. 

No me gusta la atmósfera tan cargada que vivimos, con llamadas al pronunciamiento, rezos de rosario, amenazas veladas y no tan veladas, ¿acaso nos hemos vuelto locos? 

No me gusta que usen mi bandera para agredirme con ella. 

No me gustan los discursos apocalípticos de las derechas cada vez que gobierna la izquierda. Pasó con Zapatero, también con Felipe, que manda narices, y pasa ahora con Sánchez y sus gobiernos de coalición. 

No me gusta que los empresarios, a los que por cierto les va de fábula, se pronuncien contra políticas que les benefician. Ni me gusta ni lo entiendo si bien bastantes de ellos, sobre todo en Catalunya y el Euskadi, lo hacen con la boca pequeña. Pero lo hacen. 

No me gusta que la iglesia católica ande metiéndose siempre donde no la llaman, ni que algunos de sus obispos encrespen los ánimos mientras el resto calla. 

No me gusta que lo que sucede en el Estado español esté mejor recogido, mejor contado, en los medios de comunicación internacionales que en los nuestros. 

No me gusta que el reconocimiento con el que cuenta nuestro país y su gobierno en el resto de Europa carezca aquí del reflejo debido. 

Aún así, soy o quiero ser optimista. Estoy con Iván Redondo @thewarroomblog cuando sostiene que en España gana quien profundiza en la convivencia democrática, cuando afirma que existe una mayoría periférica y transversal a favor de construir un espacio en el que convivan todos los poderes, todas las expresiones políticas y todas las identidades nacionales. 

Ya está bien de mentirosos que se pasan la vida llamando mentirosos a sus adversarios; ya está bien de golpistas vocacionales llamando golpistas a los demócratas y removiéndolo todo hasta ver si consiguen volcar el orden constitucional. 

Y, para terminar por hoy, me cuesta mucho entender que quienes deberían estar replicándoles sin parar con la contundencia que merecen anden ahí, silenciosos y melifluos, viendo pasar el tiempo como la Puerta de Alcalá. Ni me gusta, ni lo entiendo. 

J.T.

lunes, 13 de noviembre de 2023

Rezar el rosario como agresión

El Roto este lunes en "El País"

El uno va diciendo por ahí que hay que pasar de las palabras a los hechos, la otra amenaza con devolver golpe a golpe… Ante tanta borrachera de amor fraterno sus pupilos, claro está, dedujeron que lo mejor era ponerse a rezar el rosario. 

Esa olla a presión llamada Madrid, esa autonomía que solo existe porque nadie supo en su momento qué demonios hacer con ella (ni Castilla y León ni Castilla la Mancha quisieron contar con ella cuando se diseñó el Estado de las Autonomías) se ha empeñado en tenernos siempre excitados, por no decir acojonados, a quienes gozamos de la inmensa suerte de no respirar a diario la atmósfera de una ciudad cada vez espesa y frentista. 

La amnistía les importa un comino, créanme. Los pactos son legítimos y lo saben, pero necesitan sembrar discordia y mantenernos crispados porque lo que se proponen es machacar a diario con todo su armamento mediático y judicial hasta conseguir el objetivo que ayer reconoció Feijóo (cada vez más torpe a la hora de desenvolverse en el agujero negro en que anda metido) y que Juan Cruz @cosmejuan resumió sabiamente en un tuit o en un post de X, como se diga ahora: “Ya está. Era esto. No se callarán hasta las nuevas elecciones. Creí que era hasta que no hubiera amnistía”. 

Pues parece que no, amigo Juan, no gritan ni rezan por la amnistía, sino por los miles de millones europeos que sueñan mangonear. El sucinto análisis de Guillermo Altares @galtares remataba a la escuadra: “La idea es bastante buena: vamos a repartir lotería hasta que me toque, vamos a barajar las cartas hasta que me salgan buenas y vamos a votar hasta que gane las elecciones. Es un plan sin fisuras."

Cuando alguien esgrime el rosario contra la política legítima y se pone a rezarlo fente a los cascos de los guardias… peligro! Si lo sabré yo bien, que todavía me sé la letanía de memoria, hasta en latín, tras pasar la infancia entre curas en aquel campo de concentración que era la España rural de la posguerra. 

Lo que no entiendo es por qué andan los socialistas tan renuentes a explicar mejor lo que hacen. Con los variados y múltiples medios que tienen a su alcance y no usan, ¿por qué tenemos que hacerles los demás el trabajo pedagógico? Hasta que nos hartemos del todo y que sea lo que el dios de los que rezan el rosario quiera. 

J.T.

domingo, 12 de noviembre de 2023

Caldo de twitter en un domingo histérico

Si supiera versificar, escribía a primera hora de este domingo en twitter, compondría alguna pequeña pieza jugando con cuatro términos que, además de rimar entre sí, vienen que ni pintados para ser utilizados en un día como hoy: -

- Pollinos 
- Lechuguinos 
- Tridentinos 
- Astifinos 

 ¿Os animáis a añadir alguno más?- pregunté. 
- Gorrinos, terció inmediatamente David Torres, compañero de fatigas y escrituras. 
- Gamusinos, terció Rosa Soler 
- Dañinos, sugirió Pedro González 

M.P. Perálvarez, con quien interacciono a menudo, decidió apostar por una creatividad más amplia y, apenas cinco minutos más tarde, ya nos había hecho este regalo: 

“Andan estos días los pollinos, 
montando algaradas callejeras, 
son descerebrados lechuguinos 
carentes de buenas maneras. 
Más que astados, son astifinos, 
reses enrabietadas y fulleras. 
Pobrecita manada de tridentinos, 
borregos, mezclan manzanas y peras.” 

Me gustaría continuar tomándome con cierto humor lo que ocurre desde hace más de una semana en las calles de nuestro país pero admito que, cada día que pasa, me hace menos gracia el panorama. Por muy tridentinos y pollinos que sean, no se puede negar que, como tengo escrito en algún otro sitio, cuentan con todo un ejército de mercenarios periodísticos, judiciales, policiales y económicos a su servicio. 

“La derecha despliega todas sus redes para deslegitimar a Sánchez”, titula el diario El País en su edición de este domingo. Pero vamos a ver, será que “intenta deslegitimar”, no que “deslegitima”, digo yo, ¿no? En momentos como estos, los pocos medios que en teoría no se han echado todavía del todo al monte deberían ser algo más cuidadosos con los matices, creo. En fin… 

Esta es alguna de la cera que arde por redes en un domingo en el que esperemos que no arda nada más, a pesar de que Feijóo, Ayuso y demás cabecillas de la revuelta se empeñen en implicar hasta al rey en este intento de asonada que más vale no tomarse a broma. 

Por mucho que el meticuloso monárquico J. A. Zarzalejos, imagino que intentando aportar algo de tranquilidad en esta histérica jornada, nos haya recordado a primera hora de este domingo también en twitter que el artículo 62 de la Constitución establece las diez funciones que le corresponden al monarca y precisado que la primera de todas ellas es "sancionar y promulgar las leyes", cosa que Felipe VI hará, según él, “sin duda ni vacilaciones”, hasta el día en que Pedro Sánchez no jure el cargo y se celebre la primera reunión del nuevo Consejo de Ministros, al menos yo no voy a respirar tranquilo. Y tampoco tanto. 

J.T.

sábado, 11 de noviembre de 2023

Insensatos sin escrúpulos


Llevan tanto tiempo siendo tan excesivos, han puesto tan alto el listón de las insidias... que han acabado agotando los recursos disponibles para crispar sin traspasar líneas rojas. Jamás salieron a la calle para reclamar ampliación de derechos o reivindicar una mejor sanidad y educación públicas, y ahora lo hacen cabreados porque se les escapa el chollo de las manos. A falta de argumentos para oponerse a pactos legítimos, instigan a combatirlos con insultos barriobajeros, banderas y cánticos fascistas, llamando patria al pequeño mundo donde solo quieren caber ellos… En esas estamos. 

Los analfabetos no suelen tener miedo a quedar en evidencia. Más que no tener vergüenza, que tampoco la tienen, lo que les ocurre es que no tienen conciencia de sus carencias. Así es como, tacita a tacita, Alberto Núñez Feijóo va incrementando la condición pirómana que desde hace cinco largos años caracteriza a su partido. Como los conocimientos que posee son inversamente proporcionales a su capacidad para mentir según tiene demostrado, quizás esto pueda explicar la falta de escrúpulos que exhibe al equiparar la amnistía con el 23F o los asesinatos de ETA, en esa carrera con Ayuso -quien ha llegado a pedir la intervención del rey y del Ejército- por ver quién la suelta más gorda. 

“Lo venden todo por siete votos”, repiten como papagayos los promotores de las revueltas callejeras de los últimos días. Miren, no son solo esos siete votos de Junts; se trata de algo mucho más importante, de una estrategia de pactos que permitirá continuar trabajando para armar un país solidario y abierto, preocupado por los débiles y generoso con las minorías en lugar de capitular ante una derecha que integra ya a la reacción más temible de Europa. Por tanto, si la alternativa es que gobiernen ustedes... pues va a ser que no. 

Observándolo con perspectiva política, el pacto entre PSOE y Junts, en palabras de Gorka Landáburu, “ha enterrado el Procés y el 155 y abierto una nueva etapa mediante el diálogo y el acuerdo.” No será nada fácil con una oposición enfurecida, pero igual es la única manera de conseguir desbloquear una situación de impasse.  

Hará falta mucha paciencia y mucho trabajo, pero alguna vez habrá que terminar con las cloacas, ¿no? Alguna vez los jueces han de acabar limitándose a ejercer el papel que les corresponde y dejarán la política para los políticos, alguna vez los obispos dejarán de meterse donde no les llaman, ¿o es mucho pedir? Porque lo de soñar con que llegue el día en que los medios de comunicación que ahora no lo hacen ofrezcan una información decente, ya sé que es ingenuidad pura. En resumen, que cuatro esquinitas sigue teniendo mi cama… obispos tridentinos, jueces con tricornio, periodistas hambrientos y cloacas pestilentes ¿hasta cuándo?  

Las derechas han de cambiar el discurso si quieren tener futuro, han de dejarse de distorsiones y aceptar el carácter territorial del Estado, algo que, por cierto, figura desde hace 45 años en una Constitución redactada por siete expertos, cuatro de los cuales (Fraga, Herrero de Miñón, Cisneros y Pérez Llorca) pertenecían a formaciones políticas de derechas que desembocaron en lo que hoy es el Partido Popular.  

El problema, como escribíamos al principio, es que los herederos de aquellos juristas no acaban de asumir que se les escapa el chollo de las manos, que durante cuatro años no van a poder trincar en un momento en el que habrá sabrosas cifras de fondos europeos por gestionar. Alguna vez tendrán que apostar por convertirse en una derecha moderna y europea que haga desaparecer de nuestras vidas y nuestras calles el enconamiento ultra y la nostalgia franquista ¿O también es mucho pedir? 

El futuro no puede ser un expresidente enervando los ánimos a la voz de “el que pueda hacer algo, que lo haga”; el futuro no puede ser una exministra y expresidenta autonómica encabezando cortes ilegales de tráfico ni tampoco niñatos malcriados llorando por las esquinas porque no les dejan “putodefender España”. Ya está bien de bromas, fustigadas además desde un partido teóricamente “de Estado”. 

¿Qué trabajo les costaba haber sido tan rotundos como lo fue el lehendakari Urkullu condenando las algaradas fascistas: “Los hechos ocurridos estos últimos días –dijo- son inaceptables, muy graves y preocupantes. Unos hechos provocados por grupos de ideología fascista y promovidos desde sectores políticos y sociales que dicen defender la democracia. Los condenamos con rotundidad. La condena de la violencia debe ser clara y rotunda, sin medias tintas, sin excusas ni justificaciones. Hacemos un llamamiento a desconvocar la oleada de protestas que están sirviendo de excusa para seguir generando odio, rencor y violencia.” 

Sideral la distancia entre estas palabras y las del líder del PP. La historia de la humanidad está llena de mediocres como Feijóo, que son los que al final acaban liándola parda. Quien pensara cuando saltó al ruedo que era una mosquita muerta de provincias se equivocó. Como nos descuidemos, este gallego nos va a acabar buscando la ruina.  

J.T.

sábado, 4 de noviembre de 2023

Crecen los tertufachas


Hablan de Israel y de Palestina sin saber ni siquiera dónde están; a más de uno, y de una, se le nota que no acaba de entender qué es Gaza y qué es Cisjordania; no solo no conocen los orígenes del conflicto, sino que ni siquiera parecen muy preocupados por estar al día de los hechos más recientes, por nutrirse de datos que les permitan opinar con un cierto conocimiento de causa. No contrastan, no buscan fuentes alternativas, les basta y se muestran satisfechos con poner la cara para reforzar las consignas dominantes y cobrar por ello una pasta gansa, aunque cada vez menos gansa, que todo hay que decirlo. Eso en cuanto a los llamados periodistas. 

En cuanto a juguetes rotos como Cristina Cifuentes, Susana Díaz o Esperanza Aguirre no creo que tampoco cobren mucho, pero cuando hablan de política nacional al menos saben de lo que hablan y no engañan a nadie: aprovechan el altavoz que se les brinda para arrimar el ascua a su sardina. La presencia de estos personajes, y de algunos aún más patéticos -se me ocurre a bote pronto un tal Vaquerizo- han terminado por liquidar el prestigio de muchos espacios televisivos y radiofónicos, si es que alguna vez lo tuvieron. 

Los programas que recurren a este tipo de figuras para sus tertulias parece claro que han decidido renunciar a hacer periodismo. Todo es propaganda, sesgo, tirar de cualquier hilo sin preocuparse por si es un bulo o no, solo de si es útil para poner a caldo al adversario. Y el adversario siempre suele ser el mismo, las izquierdas porque, a día de hoy, en el noventa por ciento de los medios, instituciones públicas incluidas, se defienden los intereses de la derecha.  

Espacios como La noche en 24 de tve, con ese presentador de piel tan fina que lo presenta y dirige, defienden su nada creíble ecuanimidad argumentando que ellos buscan el equilibrio dando voz a todas las sensibilidades, pero es mentira. Entre otras cosas porque su preocupación básica es que el ABC, La Razón o El Mundo no se enfaden con ellos, que no los enfilen. Luego, ya si eso, se les otorga voz a El País y algún que otro representante de digitales no demasiado de derechas. Misión cumplida. 

De vez en cuando brindan alguna excepción, es verdad, pero con el cronómetro en la mano para atenerse al porcentaje de representatividad que cada fuerza tenga en el congreso de los diputados. Y eso, Xabier Fortes lo sabe de sobra, no es exactamente hacer periodismo. A veces esa obsesión con las cuotas y esa presencia de invitados como Pablo Fernández, por ejemplo, me recuerdan la manera de funcionar del Opus Dei, que siempre procura tener entre sus miembros un carpintero o un albañil como coartada para enseñarlos cuando se les acusa de elitistas. 

Aún así, tve sale ganando en las comparaciones con las televisiones autonómicas. El Consejo Profesional de Canal Sur, la radiotelevisión andaluza, acaba de hacer público un listado denunciando 250 casos de malas prácticas profesionales que evidencian la falta de independencia y cómo la manipulación y la propaganda están ahí ya cronificadas. Del mundo de los medios privados mejor ni hablar, entregados como andan de pies y manos a propiciar un crecimiento de la derecha que no acaba de llegar. Y mira que se empeñan, los pobres. Produce verdadera vergüenza ajena comprobar lo previsibles que son.  

Con lo fácil que resulta invitar a que participen en los coloquios personas que conozcan la materia de la que se habla, ¿por qué no suele hacerse? Pues entre otras razones porque no pueden controlar ni atar corto a los especialistas cuando son estos quienes intervienen, como suelen hacer con los estómagos agradecidos habituales, que siempre andan con miedo a que se enfaden los jefes y dejen de contar con ellos. Además, un especialista puede dejar en evidencia a los presentadores a las primeras de cambio, porque por lo general estos suelen prepararse los temas que abordan de manera muy superficial.  

Un experto es un peligro, por eso es mejor un tertuliano, o un tertufacha con ganas de trepar que refuerce el argumentario pepero de la jornada y reproduzca bulos sin pudor y con el mejor de los desparpajos. Tal como funcionan en la actualidad en nuestro país, las tertulias de radio y televisión se han convertido en un punzante cáncer para el periodismo. Muy pocas se salvan. Llevamos cuesta abajo mucho tiempo, pero desde el siete de octubre la desvergüenza se ha multiplicado. Unos son los buenos y otros los malos, y eso es lo que hay. Punto. 

En el panorama de los medios públicos solo existe uno que yo conozca que está haciendo estos días, a propósito del conflicto en Oriente Medio, un trabajo para quitarse el sombrero. Se trata de “En Jake”, magazine de media mañana dirigido y presentado por Xabier Lapitz en la televisión vasca. Véanlo si pueden, emiten en castellano y el mundo digital permite acceder a él sin ninguna dificultad, a cualquier hora y en cualquier lugar. Una isla de buen periodismo en medio del océano tertufacha que nos ahoga, una frescura que nos aleja de ese estomagante foco madrileño donde se concentra la mayor parte de la oferta de comunicación audiovisual que a día de hoy se consume en España.  

J.T.