lunes, 24 de abril de 2023

El Rocío y los ofendiditos


“Esto no se puede explicar. Esto hay que vivirlo”
. Estas dos frases siempre las escuché en el Rocío cuando hacía coberturas informativas y nunca las entendí. Como lo viví, lo puedo explicar perfectamente: una frikada. Lo siento, amigos rocieros, pero alguien tenía que decirlo.”

Recupero este tuit que publiqué hace casi un año, y que me costó algún que otro disgusto, porque me sirve para introducir las reflexiones a las que me han llevado estos días pasados las reacciones de tanto ofendidito como ha salido por ahí rasgándose las vestiduras porque en TV3 “osaron” emitir un sketch humorístico con “la reina de las marismas” como protagonista.

A estas alturas no podemos estar aún así, amigas y amigos, lo siento mucho. No puede ser que en pleno 2023 andemos todavía con estos tiquismiquis cada vez que se toca un tema como el Rocío ¿Qué demonios nos pasa que no logramos sacudirnos esa caspa?¿Aún hay que andar tentándose la ropa no vaya a ser que unos intolerantes nos monten el pollo cada vez que hablamos de sus creencias y no ponemos el foco donde ellos quieren?

Al novelista Alfonso Grosso se le ocurrió radiografiar algunas interioridades de la fiesta del Rocío en su novela “Con flores a María” y durante años sufrió los efectos de la censura. La escribió en los sesenta y no consiguió publicarla hasta 1981, por la misma época en que el cineasta Fernando Ruiz Vergara filmó un documental sobre el tema y la película acabó censurada y denostada: familiares que consideraron vulnerado el honor de sus antepasados, a quienes en el guión se atribuían ciertas tropelías cometidas en Almonte durante la guerra civil lo denunciaron, y el director fue condenado a varios meses de cárcel que afortunadamente no cumplió, aunque sí tuvo que pagar diez millones de pesetas de multa.

El asunto tiene miga, y Nieves Concostrina nos lo recordaba hace unos días en La Ventana de la Ser: al llegar la República, aunque en ningún momento se puso en cuestión la celebración de la romería, algunos almonteños retiraron del ayuntamiento un azulejo con la imagen del Rocío en cumplimiento de la legislación laica vigente. Los poderosos y los rancios del lugar lo consideraron una ofensa intolerable y cuando llegó el golpe de estado del 36 promovieron una revancha ejecutada por falangistas, miembros a su vez de la hermandad matriz de Almonte. Con la medalla del Rocío al cuello algunos, y a la luz de los faros de un camión, fusilaron en la noche a un centenar de paisanos algunos de cuyos cadáveres todavía andan buscando a día de hoy.

Detallar esto en el documental fue lo que le costó a Ruiz Vergara la condena, ratificada por el Supremo. Abrumado y sin apoyos, decidió dejar de rodar películas para siempre y se marchó a vivir a Portugal, donde en 2011 murió con 69 años en el Hospital Casa de Misericordia de Lisboa. Aquella película maldita, que a día de hoy se puede ver en youtube, contiene algunos de los mejores planos que jamás se han rodado de la fiesta del Rocío. El guión de Ana Vila, impecable, muy trabajado, se limita a contar hechos, contextualizarlos, aportar datos y dejar respiros que permiten al espectador escuchar con claridad el sonido ambiente de unas tomas rebosantes de elocuencia.

“Esto no se puede explicar, esto hay que vivirlo”, continúan exclamando a día de hoy quienes cada año se reúnen en la aldea. Traducción: o lo explicas como yo quiero o puede que tengas problemas. Que se lo cuenten si no a Alfonso Grosso, autor de una veintena de libros brillantes, pero que siempre tuvo a su alrededor gente empeñada en afearle haber descrito con su magnífica prosa en “Con flores a María” la impunidad, usos y abusos con que se desenvuelven los señoritos en el Rocío. En los últimos años de su vida, la miseria económica y la enfermedad se apoderaron del cuerpo y la mente de Grosso, quien sobrevivió un tiempo gracias a una ayuda del ministerio de Cultura hasta que en 1995 murió en Valencina de la Concepción a los 67 años.

El Rocío ofrece ángulos muy distintos y permite múltiples miradas. Lo que cuentan Grosso y Ruiz Vergara no solo es completamente cierto sino que se quedan cortos. El Rocío es una exhibición de poder de la iglesia y de los señoritos a caballo, por mucha gente corriente que se implique en la romería. Cada ¡viva la Blanca Paloma! es un disimulado muera la República”, le contó en su día algún parroquiano al periodista y escritor Manuel Chaves Nogales. Ni imaginarme quiero lo que deben estar pensando cada vez que lo gritan a día de hoy.

“Esto no se puede explicar, esto hay que vivirlo”, insisten. Claro que se puede explicar, rocieras y rocieros de nuestras entretelas, lo que pasa es que no os gusta cómo lo explican quienes no acaban abducidos por tanta parafernalia ni hipnotizados por una puesta en escena que la iglesia diseñó con indiscutible pericia hace ya unos cuantos siglos.

No es agua pasada lo de Grosso y Ruiz Vergara: a día de hoy, si no explicas el Rocío como ellos quieren ni te callas lo que no les conviene que se sepa, aún te estigmatizan y si pueden te persiguen hasta que lamentes el atrevimiento. Ahí tenemos sin ir más lejos el episodio de TV3, con Moreno Bonilla rasgándose las vestiduras escandalizado, ejerciendo así de palmero de los fundamentalistas y olvidando que es presidente de millones de andaluces que no quieren saber nada de estas historias.

Continúa existiendo un cierto efluvio tabú en el ambiente rociero que se puede respirar y oler entre el polvo del camino y la histeria del salto a la reja. El tabú y la intolerancia son primos hermanos y aquí llega la eterna pregunta: ¿cómo ser tolerante con los intolerantes? ¿Cómo sentirse libre para hacer humor con quienes están dispuestos a ofenderse a las primeras de cambio y poner en marcha toda la maquinaria mediática con la que cuentan para conseguir intimidarte?

No puede ser que a estas alturas estemos en esas, a ver qué ocurre en las próxima romería del Rocío, que coincide con la fecha de las elecciones municipales. Pronostican que en las marismas se reunirán un millón de personas el domingo 28 de mayo ¿Un millón de abstenciones? No caerá esa breva.

J.T.

lunes, 17 de abril de 2023

La APM y el corporativismo periodístico


La Asociación de la Prensa de Madrid (APM) ha vuelto a hacerlo. El pasado miércoles 12 de abril difundió una nota cuyo contenido me avergüenza reproducir pero no me queda más remedio que hacerlo:

Exigimos a Podemos rezaba el comunicado- que cese en sus señalamientos e insultos a periodistas que se muestras críticos con la actividad de esa formación política. La libertad de expresión –continuaba el texto- no puede convertirse en un instrumento para tratar de intimidar a los profesionales de la información.

- Y como creo que me estás intimidando, pues te intimido yo, ¿no es eso? ¡Ea!

Mucho estaban tardando en volver a las andadas. Esta vez les ha tocado enfadarse porque Podemos “ha osado” criticar en un video promocional de esta formación política a personajes de tan “impecable” trayectoria periodística como Ana Rosa Quintana o Antonio García Ferreras. Yo no sé si estas dos personas tienen carnet de la Asociación o no; yo sí lo tengo y si algo tengo también claro es que por mí nunca saldrían públicamente a dar la cara.

Como no han salido tampoco a denunciar, por ejemplo, las injusticias laborales que tantos periodistas han sufrido durante los últimos años en radios, televisiones y empresas editoriales varias, o como tampoco han levantado la voz con la contundencia exigible contra la precariedad laboral de la mayor parte de profesionales que a día de hoy se dedican a la información. Y de la situación de compañeros de oficio como Pablo González, encarcelado en Polonia desde hace más de un año, ¿qué me dicen?

Como se recordaba en este periódico el mismo día en que se hizo público el comunicado de marras, lo cierto es que en Público no se tuvieron noticias de la Asociación de la Prensa de Madrid cuando en junio de 2016 la Policía se presentó sin orden judicial en la redacción para pedir las conversaciones destapadas en exclusiva por este diario en las que el ministro del Interior de entonces, Jorge Fernández Díaz, conspiraba contra líderes de formaciones independentistas catalanas.

Como tantas otras instituciones españolas que llevan décadas necesitando con urgencia un profundo reseteado que nunca llega, la APM pasó de las ubres del franquismo a las del Psoe sin solución de continuidad aunque el progresismo en sus juntas directivas, si alguna vez existió, ha sido por lo general breve y casi siempre minoritario. Con jamones en navidad y descuentos en los teatros y en los trenes, todos contentos. A estas alturas ese tipo de prebendas han desaparecido prácticamente, pero quedan las inercias y, por supuesto, hay aún demasiado alcanfor tanto en sus dependencias como en los trajes de un buen porcentaje de quienes componen las juntas directivas.

Esas inercias desfasadas, antediluvianas, son las que les llevan de vez en cuando a darse por ofendiditos cuando, por ejemplo, un partido político difunde un video que no les gusta. Se ofenden y, además exigen el cese de lo que consideran “señalamientos e insultos. Exigen. Pero vamos a ver, ¿cómo que exigir, ¿cuál va a ser el próximo paso, llamar a los Abogados Cristianos para que interpongan una demanda si no “se comportan”?

El corporativismo es el cáncer de cualquier profesión, una puerta abierta a la corrupción en muchos casos, y en el periodismo un gran peligro cuando se aspira a desarrollar el trabajo en libertad. La frase más desafortunada durante años en el oficio periodístico fue “perro no come carne de perro” y, aunque esa manera de proceder hace tiempo que ya pasó prácticamente a la historia, aún hay quien la reivindica. Se supone que si eres periodista no debes criticar a otro periodista aunque haga mal su trabajo, ¿y eso por qué?, me pregunto. Si Televisión Española emite unos informativos infames y las tertulias te parecen parciales, ¿te tienes que callar porque “eres del gremio”, como alguien me apuntó la semana pasada cuando se me ocurrió criticar en redes la factura del programa “La noche en 24 horas”? Xabier Fortes tiene demostrado que sabe hacerlo mucho mejor, ¿qué pasa pues ahora?

Pero hombre Juan, ¿cómo se te ocurre meterte con tus compañeros?, me preguntaron el otro día. Pues mira, contesté, pues porque estoy hasta las narices de sentir vergüenza ajena, porque me gusta mi oficio, me parece un cometido imprescindible y noble, y creo que los medios están contribuyendo muy poco últimamente a que se nos tenga la consideración que merecemos. Tal y como anda el panorama de la comunicación en España en los últimos años, ni con insultos, intimidaciones o apelaciones a la contención vamos a conseguir ganarnos el respeto de nadie, si es que aún nos queda el de alguien.

Y por si era poco el follón que ya hay liado, viene ahora la Asociación de la Prensa de Madrid y remata la faena una vez más con un comunicado infecto poniendo el grito en el cielo por un par de adjetivos a su juicio inapropiados en el video promocional de un partido políticos. Matizaré: del único partido político con el que se atreven a ofenderse. La protesta, faltaría más, ha sido respaldada por la Federación de Asociaciones de la Prensa de toda España (FAPE).

Soy miembro de la APM y de la FAPE, y muchos compañeros que se han ido dando de baja desanimados, cabreados y aburridos por la deriva de la institución me conminan a hacer lo mismo que ellos, bórrate, me insisten, que eso no tiene solución. Pues mirad amigos, lamento contrariaros. Entre las asociaciones de Barcelona y Madrid, he pagado puntualmente mi cuota durante 46 años y si alguien se tiene que ir es en todo caso quien denigra el oficio difundiendo comunicados intimidatorios, no yo.

No vamos por buen camino, lo sé y créanme que lamento muy seriamente tener que hablar de estas miserias. O acabamos con los corporativismos en el mundo de la información, o será el corporativismo el que acabe con el escaso porcentaje de buen nombre que aún puede que le quede al periodismo. Los silencios son propios de quienes aman sobrevivir poniéndose de perfil. Lo siento, no es mi caso.

J.T.

lunes, 10 de abril de 2023

La larga sombra del Magariños


Oigo y leo a los crispadores de guardia, que no han parado ni en Semana Santa, y la evidencia parece bien clara: el domingo de Ramos metimos la pata, podría ser el resumen de sus intervenciones. Pensamos que apoyando a Yolanda Díaz nos comeríamos con patatas a Podemos a las primeras de cambio y nos equivocamos, admiten ahora compungidos en ciertos cenáculos mediáticos progresistas, también en el seno de ese batiburrillo impreciso llamado Sumar… y hasta en el PSOE, instigador clave de la proclamación del Magariños.

Magariños, el lugar donde Yolanda admitió por fin que quiere ser presidenta del Gobierno de la nación, fue la nada envuelta en celofán, solo faltaba Paulo Coelho predicando ese buen rollo falso que le hizo millonario. Todo muy guay, muy fashion, muy tierno y muy blanco pureza, pero ya durante la misma celebración de tan distópico show empezaron a darse cuenta que ese pastiche organizado al margen de Podemos iba a ser muy difícil que funcionara.

Cuando te empeñas en que alguien se asocie contigo por lo civil o por lo militar ninguneando su peso especifico, cuando lo haces intentando que agachen el lomo sin prever del todo cuáles pueden ser las consecuencias si no tragan, las posibilidades de que, si insistes en seguir adelante, te quedes con el culo al aire son muy altas. Y así parece que está siendo.

Tras la subida de Yolanda Díaz a los altares se ha producido durante esta Semana Santa un llamativo giro de guión en el que “las personas que no querían que Podemos acabara confluyendo con Sumar se han puesto nerviosas ante la posibilidad cierta de que Podemos no acabe confluyendo con Sumar, según resumía un reconocido tuitero. Lo único que pareció quedar claro hace ocho días es que Yolanda Díaz no quiere tutelas a pesar de que el empleo de tal expresión inquieta y siembra dudas: “ni tutelas ni tutías”, tenía que haber rematado, pero no se atrevió.

Se conoce que prefiere directamente abrazos de oso como el que le prodigó el presidente del Gobierno cediéndole un buen porcentaje de protagonismo durante la moción de censura de la ultraderecha. Es el momento de las mujeres, repitió una y otra vez en el sermón del Magariños, a pesar de llevar meses evitando a Ione Belarra e Irene Montero, sus dos principales compañeras en el grupo minoritario del Gobierno de coalición.

Sostiene un amigo mío que Pedro Sánchez y Yolanda Díaz están tomando decisiones dando por hecho que la izquierda perderá el poder en las elecciones generales de final de año. La tesis de mi amigo puede ser descabellada, pero a lo mejor no lo es tanto: según él, el presidente solo piensa ya en un cargo europeo, Yolanda se ha creído que el PSOE no tendrá relevo después de Sánchez y en consecuencia será ella quien se quede con el voto de izquierdas. Como se ve heredera del electorado del PSOE, pone todo el empeño que puede en agradar a esa parroquia y la verdad es que, repasando con detenimiento el sermón de Magariños, parecía más una candidata del PSOE que muchos del propio PSOE.

Yolanda ha reconocido en círculos privados, y a veces no tan privados, que tiene un proyecto para diez años; que se ve como presidenta, sí, pero no en estas próximas elecciones. Si Sánchez pierde el Gobierno y ella conserva el apoyo de los mismos aliados mediáticos que tiene ahora, durante la próxima legislatura podría convertirse en la única diputada del Congreso con peso suficiente para hacer oposición, porque el nuevo secretario general que deberían elegir los socialistas es posible que tuviera un perfil más bien soso, tipo Juan Lobato o Juan Espadas, actuales líderes del partido en Madrid y Andalucía, o incluso fuera alguien que ni siquiera contara con escaño parlamentario.

Esto permitiría entender por qué a Sumar puede que no le preocupe tanto el número de diputados que la “plataforma” consiga en las próximas elecciones generales, aunque en lugar de cincuenta sean solo veinte. Lo único que necesita Yolanda Díaz es que nadie le haga sombra en el Congreso, ni Ione Belarra, ni Irene Montero, de cuyos linchamientos ya se encarga el equipo mediático habitual; ni tampoco Ada Colau o Mónica García, a quienes apoya para ayudarles a ganar en Barcelona y Madrid. Mejor lejos que sentadas a su lado con actas de diputadas, que la competencia es “mu mala”.

Si otorgamos aunque sea una mínima credibilidad a estas hipótesis, ¿verdad que no resulta descabellado deducir que a los “sagaces estrategas” de Sumar puede que no les importe tanto concurrir a las elecciones generales de diciembre sin contar con nadie más?

Magariños no ha sido precisamente un buen comienzo para acabar con Podemos, quizás habían pasado por alto que el partido morado cuenta con más fuerza, empuje y respaldo del que pensaban; en el PSOE y en Sumar se dieron cuenta de su error nada más finalizar el acto del polideportivo y ahora andan de los nervios buscando cómo deshacer el entuerto cuanto antes.

Para que el resultado de las generales de diciembre no les importe a Sumar y compañía, estos han de conseguir primero que se cumpla la premisa de partida: acabar con Podemos, ese gran sueño húmedo de tantas y tantos. Saben que lo tienen muy difícil y que si no lo logran el chiringuito, la plataforma o como demonios quieran llamar a ese invento con tanta fachada como tan poca sustancia, se les irá al traste.

En resumen, que a Podemos le toca ahora resistir con más empeño que nunca para que Pedro Sánchez y Yolanda Díaz no se salgan con la suya. Es posible. Una vez más, sí se puede, pero como siempre toca pelea.

J.T.

domingo, 2 de abril de 2023

Tom y Jerry, o la desesperación del PP


No saben ya qué hacer para que los torpedos inmisericordes que a diario lanzan contra el Gobierno de coalición acaben surtiendo efecto. Están desesperados. Me recuerdan a Tom, el gato que salía trasquilado cada vez que intentaba atrapar a Jerry, el ratón: no había sabotaje que le saliera nunca bien al felino porque Jerry siempre se escurría y al final era a Tom a quien acababa explotándole el petardo en la cara. Tom y Jerry: un viejo guión que no pierde actualidad.

Me imagino a la plana mayor del Partido Popular gritando ¡malditos roedores! en la sala de máquinas de Génova, 13 cada vez que intentan una maniobra para desgastar al Gobierno de coalición y al final acaba saliéndoles el tiro por la culata. No paran de pegar escobazos sin conseguir atizarle nunca a unos adversarios que siempre se las arreglan para salir relativamente indemnes de la agresión de turno.

Pero ¿cómo es posible?, se preguntan desconcertados. Nosotros que tenemos de nuestro lado a todos los primos de Zumosol posibles, nosotros que contamos con el apoyo de bancos y grandes empresarios, es decir, con todo el dinero del mundo, nosotros que disponemos de los mejores instrumentos de presión existentes, nosotros que somos los putos amos… ¿cómo es posible que no haya manera de endiñarle al Gobierno de coalición un buen escobazo que los deje temblando?

Les hemos llamado de todo, hemos mentido sobre todo, le hemos la dado la vuelta a cualquier buena noticia que pudiera favorecerles, hemos acojonado de lo lindo al personal, hemos logrado que muchos infelices piensen que los vamos a sacar de la miseria, hasta hemos hecho creer a los pensionistas que la subida de la jubilación era mala, pan para hoy y hambre para mañana; en fin, que nunca le hemos hecho asquitos a la más mínima oportunidad que se nos haya brindado para retorcer la realidad cuanto más mejor…

Hemos copiado las peores artes de Trump, plagiado a Berlusconi y perfeccionado el arte de divulgación de noticias falsas hasta tal extremo que ríase usted de la Fox estadounidense. Tenemos a Vox en horas bajas tras el sonoro ridículo brindado por ese bluff llamado Tamames, las radios no paran de arrearles estopa, las teles son nuestras, los periódicos comen en nuestras manos... y aún así los muy cabrones del gobierno logran salir a flote.

Conseguimos hasta quitarles la televisión pública y ni por esas, cinco años con el Poder Judicial sin renovar y nada, en los juzgados ya no saben cómo retrasar más tiempo los juicios de corrupción que aún quedan pendientes contra nosotros y nos instan a espabilar, es decir, a llegar al gobierno cuanto antes y como sea, porque ya no saben qué más hacer para favorecernos; las cloacas han practicado sin pudor alguno el mayor juego sucio posible intentando sobre todo buscar la ruina a los socios minoritarios del Gobierno de coalición… Y aun así, no hay manera de despegar con claridad en las encuestas. Ni siquiera en las que cocinan los nuestros. Pero ¿qué está pasando aquí?

Una pandemia del carajo de la vela, un volcán, una guerra en Ucrania que nos empobrece a todos… Pues nada, ni por esas hemos conseguido que la legislatura se acortara. Hacen pactos, llegan a acuerdos, sellan consensos, y ahora que nos las prometíamos tan felices soñando con un revés en el asunto de la reforma de las pensiones, va Europa y bendice los acuerdos entre Gobierno de coalición y sindicatos ¡Con lo bonito que hubiera sido un buen pollo en otoño por las calles de toda España llenas de contenedores ardiendo a pocos meses vista de las elecciones generales!

En resumen, desocupado lector, que los guionistas del negocio pepero andan desesperados. No dan con la tecla para que despeguen las expectativas del llamado principal partido de la oposición. Y algunos de los muñidores de las eternas conspiraciones internas hace ya un tiempo que se preguntan cómo fueron capaces de apostar por el inútil de Núñez Feijoó. Menudo chasco. Los periodistas y predicadores en nómina cada vez lo tienen más difícil para remendar o tapar sus antológicas meteduras de pata, los pobres.

Cada vez que viajan a Bruselas hacen el ridículo, visitan al Papa y este les ningunea en su cara. Y claro, se agobian y desesperan tanto viendo correr el reloj y las hojas del almanaque, que al final no se les ocurre nada mejor que recurrir a la distopía de los telepredicadores latinos de tinte bolsonarista, a sus bendiciones y sus aleluyas: ¡Almeida, aleluya, Ayuso, aleluya, Señor Feijoó, ruega por nosotros, aleluya! ¿Puede existir mayor reconocimiento de impotencia?

¡Malditos roedores, los miembros de este Gobierno de coalición. Pensábamos que con los insultos, la crispación en el Congreso de los Diputados, la tele pública a nuestro favor y esa manipulación mediática en la que nuestros turiferarios son verdaderos maestros, nos los íbamos a comer en pepitoria a las primeras de cambio y ahí andan todavía, vivitos y coleando tres años largos después. Corriendo y zafándose divertidos de nuestros escobazos, como el ratón Jerry mientras nosotros, como el gato Tom, acabamos estrellándonos contra la pared cada vez que intentamos acabar con ellos.

¡Malditos roedores!

J.T.