lunes, 25 de marzo de 2024

Cuando el poder amenaza a la prensa…

Cuando el poder amenaza a la prensa es muy difícil que eso caiga en saco roto. Hay quien sostiene que tal comportamiento forma parte de las reglas del juego, pero me niego a asumir que haya que normalizar que te llamen pegándote gritos desde la oficina de prensa de un ministro o escribiéndote guasaps desde la jefatura de un gabinete de presidenta de comunidad “anunciándote” que te van a triturar porque no les gusta lo que difundes. Ejercer el poder significa contar con dinero y con capacidad de distribuirlo. Y la prensa, cuya función principal es controlar a ese poder, da la casualidad que depende en parte de él para sobrevivir. Gran ruina, porque así no hay manera de trabajar en condiciones. 


Cuando alguien del poder señala, amenaza o presiona directamente a periodistas con nombre y apellidos sabe que en la mayoría de los casos tiene ganada la partida de antemano. El conflicto pasa, pero el miedo queda, y es en ese terreno donde saben moverse muy bien personajes como Miguel Ángel Rodríguez. Para plantarles cara, más que periodistas pareciera que hay que ser héroes porque si te enfrentas, si denuncias, si no te pliegas, acto seguido van a usar contra ti todos los instrumentos con los que cuentan las organizaciones mafiosas, que en este caso son muchos. Tu propio empleador, sin ir más lejos, empezará a temer por la pérdida de cuota en la publicidad institucional. Eso si se trata de un medio privado, y si es en un medio público, el jefe de turno empezará a temer por su sillón. Mala cosa.


En definitiva, que la cadena suele acabar rompiéndose en la mayoría de los casos por el eslabón más débil, y el periodista que osó no plegarse o que con sus informaciones incomodó a quien no debía, acaba por lo general quedándose solo, colgado de la brocha y sin escalera. No creo que consigan callar nunca a profesionales como Silvia Intxaurrondo, Manuel Rico, Esther Palomera o Ana Pardo de Vera, profesionales vituperados o presionados por una única razón, hacer bien su trabajo, pero me temo que no van a dejar de intentarlo. Espero además que los reporteros de elDiario.es y El País señalados por hacer preguntas para obtener información, pura esencia del oficio al que nos dedicamos, no tengan que sufrir ninguna consecuencia por ello. Teóricos compañeros suyos que trabajan en medios cuya deontología profesional es más que discutible, los pusieron a los pies de los caballos basándose solo en un mensaje recibido por guasap cuyo contenido no se molestaron en verificar, para qué.


Este es uno de los principales problemas de la profesión periodística en el momento que vivimos: que muchos medios se pasan la deontología profesional por el forro y funcionan en clave mercenaria como altavoces de los sectores políticos más reaccionarios y desestabilizadores. Lo tienen difícil las Asociaciones profesionales para poner sosiego y algo de orden en todo esto. Y eso aquellas que lo intentan, porque el tono de los más recientes comunicados hechos públicos por la FAPE no es precisamente beligerante ni contundente con quienes transgreden a diario las más elementales reglas de la profesión periodística: ir a los sitios, contar lo que ves y oyes, documentarte, contrastar, verificar con varias fuentes y sobre todo… no mentir. No basta con denunciar a quienes presionan; hay que dejar en evidencia también a quienes aceptan de mil amores que les digan lo que tienen que contar; también hay que desenmascarar a tanto activista de ultraderecha como anda por ahí disfrazado de redactor, cuyo principal objetivo es tratar de envenenar el ambiente lo más posible. 


Hace no demasiado tiempo, había cosas que de ninguna manera se publicaban si antes no estaban suficientemente verificadas. Ahora en cambio hay cosas que se publican en según qué medios sí o sí: no solo aunque sean mentira, sino precisamente porque son mentira. La consigna es mentir, así que hay muchos redactores de esas publicaciones que, si no mienten, saben que se quedan sin trabajo. El patio está muy podrido y al que quiere tirar de la manta se le fulmina. 


Siempre ha sido complicado desde el periodismo molestar al poder; muchos de los que en su día nos atrevimos a hacerlo sabíamos que eso tenía un precio y a fe que lo pagamos. Es un mal sistémico del que no resulta fácil librarse porque, cuando deciden poner a alguien en la diana, al final consiguen hacerle la vida imposible: ¡ay de ti como se te haya ocurrido alguna vez aceptar pagar en negro la factura del fontanero o del taller mecánico! En resumen, que acabas tentándote la ropa antes de abordar una información sobre la corrupción de un personaje público porque, por mucho que tengas al día tu relación con Hacienda y el pago de todas tus deudas, el hecho de que te lo pares a pensar aunque solo sea un momento antes de ponerte a la faena, significa que los corruptos ya están consiguiendo su objetivo. Y te lo piensas, se lo puedo asegurar, amable y desocupado lector, claro que te lo piensas. 


Como periodista en activo, contaba el otro día un antiguo compañero, leer la prensa cada mañana era para mí una motivación, un reto; ahora es un vía crucis. Pues para la ciudadanía, querido amigo, en buena parte de los casos es además una vergonzosa estafa.


J.T.


lunes, 18 de marzo de 2024

El despelleje sin fin




No sé ustedes, pero la semana pasada servidor quedó exhausto ¡Qué pereza todo! La dividida y crispada conmemoración del vigésimo aniversario del 11M, los amargos recuerdos del cuarto año del confinamiento por la pandemia, la votación para aprobar una amnistía que parece no llegar nunca, el extraño adelanto de las elecciones en Catalunya, Ayuso y sus amoralidades hasta en el sopa… Y para rematar, algo que ya no hay cuerpo que lo aguante: esos plenos en el Congreso de los Diputados bautizados con acierto por alguien como “campeonato de España de lanzamiento de estiércol”. El despelleje sin fin.


Que veinte años después del 11M queden aún tantas heridas abiertas, y Aznar y sus adláteres se dediquen a echar más leña al fuego en ellas, es algo que me cuesta mucho trabajo entender. Como tampoco comprendo la falta de escrúpulos para enriquecerse con algo tan de primera necesidad como las mascarillas, en momentos tan espantosos como los que vivimos durante la pandemia… O que, a estas alturas, hasta Pedro Sánchez acabe cayendo en la tentación del “y tú más” y responda a las provocaciones del actual líder del PP sacando a pasear las célebres fotos del gallego con el narco. 


No entiendo que el presidente del Gobierno baje así al barro. Cuando el pasado miércoles lo vi y escuché expresarse en la línea que suelen hacerlo Feijóo, Ayuso, Tellado o Gamarra, contestar a los exabruptos del jefe de la oposición en el mismo tono que usa él en lugar de rebatirle con argumentos no sé a ustedes, pero a mí se me encendieron las alarmas ¿Acaso la corrupción del PP puede tapar o limpiar la del PSOE? ¿Simple contagio o estarán haciendo mella en el presidente las miserias y el juego sucio diario de los populares y sus palmeros? 


¿Qué cuota de poder gestiona en realidad el Gobierno de coalición? Si se le sigue el juego a la derecha, si a sus aires de suficiencia, a la soltura con la que se desenvuelven en Vox y en el PP, si a ese descaro y esa amoralidad no se les responde cortándoles en seco sino que por el contrario se les sigue el juego, el gobierno tiene las de perder. A las derechas les da igual no estar gobernando. Se saben respaldadas y cuentan con el apoyo de jueces, periodistas y otros poderes que, a pesar de no haber sido elegidos  por nadie, intentan hacernos bailar a todos al son que ellos deciden ¿De verdad, para que a ellos les vaya bien algún día, hace falta que al país le vaya mal ahora?


Desde que empezaron a descubrirse las corruptelas más recientes de su entorno, la ópera bufa montada estos últimos días por esa persona que todavía preside la Comunidad de Madrid y por toda su cohorte deja bien a la vista el momento tan grosero que estamos viviendo. Es verdad que mantener los modales fue, como nos ha recordado estos días Nieves Concostrina, lo que permitió a Hitler crecer en la maldad; hay que poner pie en pared, es cierto, pero sin dejar de tener en cuenta que la solución no puede ser entrar en su juego, como tampoco apostar por el sectarismo o las adhesiones incondicionales. Cada día que pasa parece estar más claro que haber hecho la transición cogiéndosela con papel de fumar para que el fascismo no se enfadara entonces no fue un buen negocio a largo plazo.  


No quiero ni imaginarme la que le habrían liado a Pablo Iglesias si al primo de un vecino de un cuñado suyo lo hubieran pillado en un renuncio parecido al de Koldo o al del consorte ayusero. O cómo habrían acabado Vicky Rosell, Echenique o Monedero si les hubieran encontrado affaires similares. No habría habido suficiente tinta para la dimensión de los titulares en las primeras páginas de los periódicos. Ni sitio en las escaletas de los informativos para ninguna otra información más. Me imagino el machaque, el bombardeo mañana y tarde durante semanas, meses... ¡Cuánto les molestaba y les molesta Podemos!, por eso continúan siendo tan necesarios.  


Como de momento no les dejan tener demasiada visibilidad, o al menos eso piensan según qué formaciones políticas, ahora parece que han decidido dedicar el tiempo a despellejarse entre ellas: ERC con Junts, Els Comuns con el PSC, el PNV con EH Bildu, Vox con el PP y, por supuesto el PP con el PSOE ¿Sumar? Pues hay quien está empezando a pensar que ni está ni se le espera. No me gusta nada esta jungla. Con tres convocatorias electorales por delante y el plan en el que andamos, la verdad es que dan ganas de bajarse del autobús y echarse a dormir un rato. Pero habrá que resistir. Al bipartidismo, y a sus apoyos tradicionales, no se les puede dar el gustazo de tirar en estos momentos ni una sola toalla.


J.T.

lunes, 11 de marzo de 2024

Necesitamos una derecha más presentable



Ahora han estado por Europa pidiendo amparo a sus primos de Zumosol. Como pollo sin cabeza, Feijóo no sabe ya a quién recurrir para cumplir el encargo que le hicieron quienes le colocaron donde de momento todavía está: acabar cuanto antes con el Gobierno de coalición que preside Pedro Sánchez. Y nada, que no encuentra la manera, el pobre. Acusa al Ejecutivo de humillarse y quien se humilla es él reconociendo su impotencia ante sus correligionarios europeos en Bucarest. Consiguió algo de respaldo, sí, pero mucho menos del que hubiera deseado, aunque igual le reconfortaron los exabruptos de Manfred Weber contra los socialistas españoles.


No consigue tampoco sacudirse el aliento en el cogote de la presidenta madrileña, tan desahogada como siempre ella, pidiéndole a Von der Leyen que deje de coquetear con Sánchez. Que no compadree, llegó a decir textualmente en la reunión con sus colegas europeos de partido. Me gustaría saber el término que emplearon en la traducción simultánea para transmitir el punto cheli del verbo compadrear con todo su significado. En realidad fue una falta de respeto pero claro, que la presidenta de la Comunidad de Madrid se comporte así hace tiempo que dejó de ser noticia.


Se estrellan una y otra vez porque no saben o no quieren apostar por desempeñar una oposición responsable, como sería de esperar por parte de un partido de Estado. Más de tres meses ya liderando la oposición y aún andamos esperando que nos sorprendan con una mínima propuesta constructiva pero no, prefieren ladrar. O llorar por no estar gobernando, aunque ya parecen haberse olvidado de repetir una y otra vez que han ganado las elecciones. O que no gobiernan porque no quieren. 


Los gritos y los insultos en el Congreso y el Senado van a acabar impidiendo que las sesiones parlamentarias puedan ser retransmitidas en horario infantil. Algunas de las cosas que el Partido Popular firma en su cuenta de X, antes twitter, son más propias de un influencer friki que de un partido con vocación de gobernar. “Mensaje para los corruptos de PSOE: -escribían el otro día en la red- es la una de la madrugada. Dice Yolanda Díaz que es hora de salir de las marisquerías. Ya pueden dirigirse ordenadamente a sus prostíbulos de confianza. Quién sabe: igual llegan a consejeros de Renfe” ¡Ea!


Se tiran en plancha al caso Koldo al tiempo que continúan aferrándose a cualquier clavo ardiendo con tal de no renovar el órgano de gobierno de los jueces. Y se resisten a renovarlo porque son decenas los expedientes por corrupción aún abiertos que les afectan de lleno. Gobiernan en Ceuta, Melilla y once comunidades autónomas, en más de tres mil municipios, pero no saben cómo rematar la faena para llegar a la Moncloa. Hipotecados como andan con la ultraderecha y sus desmanes, parecen haber renunciado a tener personalidad propia. Y no solo no avanzan, sino que hacen el ridículo una y otra vez. 


Por eso no les vale pedir auxilio en las instituciones europeas, donde hay muchos de sus propios correligionarios que los ven desleales con su país cuando actúan así. Y  los ven desleales porque lo son. Porque el país va por un lado y ellos se empeñan en querer llevarlo por otro. No acaban de asumir la diversidad ni el carácter plural de los territorios, y por eso las derechas nacionalistas que otrora pactaron encantadas con ellos llevan años dándoles la espalda.


El PP tiene que sacudirse a Vox si quiere volver a ser respetado. Los ultras están cada vez más desactivados, por mucho que llenen un teatro en el madrileño barrio de Salamanca y se dediquen a cantar himnos saludando brazo en alto. La personalidad de un partido de derechas con vocación de gobierno no puede ser escorarse hacia un espacio cuya bandera es la intolerancia, el machismo, el racismo o la prohibición de libros y obras de teatro. Por ahí desde luego no es, señor Feijóo.


Pero ellos siguen a lo suyo: alentando cansinas performances de agricultores fachas que contaminan y desdibujan las legítimas reivindicaciones de los auténticos trabajadores del campo; llevando el derecho al aborto al Constitucional mientras países como Francia lo llevan a la Constitución; torpedeando la educación pública; llenando de ideología retrógrada los centros de enseñanza concertados; subvencionando perros fieles en diarios, radios y teles que intoxican y mienten sin parar, tal como vienen haciendo desde los atentados del 11M, hace hoy veinte años. Al tiempo que promueven campañas de descrédito contra periodistas decentes como Silvia Intxaurrondo o Manuel Rico.


Cada vez andan más desesperados. Va a ser verdad que no saben ya cómo demonios hacer. Solo les falta rematar tanto ridículo sumándose a la moda de esos curas fachas que andan por ahí rezando para que el Papa se muera. Pues que hagan como ellos y se dediquen a rezar por lo que les parezca. Pero que nos dejen en paz.


J.T.









lunes, 4 de marzo de 2024

El bipartidismo vuelve por sus (peores) fueros



Nada nuevo bajo el sol. Todo suena a viejo, a visto y oído desde tiempo atrás. Hay quien afirma que los rifirrafes de estos días entre y PP y PSOE acusándose mutuamente de corrupción nos retrotraen hasta 2011. Yo creo que no solo hasta 2011: podría resonar también a 2001, o a 1991, Filesa, Roldán, “ni de Flick ni de Flock”, “dos por el precio de uno”, ¿recuerdan? El divorcio Ábalos-Sánchez mantiene similitudes con el de Felipe-Guerra y, como ocurrió en aquel caso, también tendrá consecuencias. Para las expectativas de su partido y para el futuro político de sus protagonistas, pero no para el renacido bipartidismo. 


Que el PP sea un partido corrupto es algo que no sorprende a nadie, todo el mundo parece aceptar que se trata de algo que forma parte de su ADN, a sus electores ni les preocupa. Cuando eso sucede en el entorno socialista siempre resulta más traumático, pero a pesar de todo sucede igual. Viene ocurriendo así desde que el bipartidismo se instaló en nuestras vidas. Tras el 15-M parecía que esto se acababa, y cuando en el parlamento aparecieron fuerzas políticas nuevas daba la impresión de que el “y tú más” que PP y PSOE usaban para echarse en cara sus corruptelas, esa puesta en escena iba a desaparecer de la vida parlamentaria.


Quisimos creer que ser corruptos iba a resultarles mucho más complicado, pero no. Tras haber conseguido, gracias al lawfare y a la persecución sistemática, reducir a la mínima expresión (de momento) al único partido que se negó a depender de los bancos, que rechazaba las puertas giratorias y nunca tuvo ningún caso de corrupción similar a los de socialistas y populares estos dos partidos, que andan por la vida convencidos de ser los únicos dueños del chiringuito, han vuelto a las andadas. El turnismo regresa y así, el partido que perdió el gobierno en 2018 tras ser condenado por corrupción y perder una moción de censura anda salivando estos días con ese regalo del destino llamado caso Koldo, caso Ábalos, caso “Soluciones de Gestión” o como se le quiera llamar.


Un entramado de órdago a propósito de comisiones por compraventa de mascarillas en tiempos de pandemia que huele más que a podrido y en el que hace falta ser un verdadero especialista para no perderse en el organigrama con tanto nombre y tanto apellido con familiares de por medio además: que si el hermano y la mujer del tal Koldo García Izaguirre, que si Juan Carlos Cueto, que si Víctor Aldama, José Ángel Escorial o José Luis Rodríguez guardia civiles por aquí, presidentes de fútbol por allá, hasta un Ferrari embargado. Que nunca falte el tufo hortera en estos sucios tejemanejes.


El bipartidismo ha vuelto por sus fueros con sus inercias y vicios de siempre. Sin duda los escándalos de estos días repercutirán en un gobierno que, cumplidos ya sus primeros cien días, apenas ha conseguido echar a andar. Como jefe de la oposición, a Núñez Feijóo no se le ha escuchado aún ni una sola propuesta constructiva. Si tiene ideas o iniciativas que exponer las desconocemos, pero él y los suyos sí que cuentan con un amenazante proyecto: un plan de actuación que gira en torno a la monarquía y a la centralización del Estado, un diseño que aspira a alinearse con los vientos derechistas y ultraderechistas que soplan en Europa y en Estados Unidos, ya que Vox parece más desactivado cada día que pasa por mucho que Trump bese y abrace a Santiago Abascal. 


Al margen de quien presida el gobierno (no hay que olvidar que aunque lo de la amnistía no salga adelante Sánchez puede continuar gobernando en minoría y sin presupuestos generales) PP y PSOE trabajan para regresar a la casilla de salida y alternarse de nuevo en el poder sin moscas cojoneras a las que aguantar. Como mucho volver a noviar con ciertos partidos nacionalistas, que alguno ya demostró también en su día (recordemos el célebre 3 por ciento) sobrada pericia para la corrupción.


Ese es el dibujo, caiga pronto Pedro Sánchez o no. Nada de borrar de las instituciones del Estado cualquier vestigio reaccionario o golpista, que tampoco les ha ido tan mal manteniéndolos en sus puestos desde el 78; nada de cuestionar la institución monárquica, aunque quien la haya encabezado durante décadas hiciera siempre lo que le salía de sus reales antojos con toda la inmunidad y la mayor impunidad.


En resumen, que da igual que lo que está ocurriendo estos días con Koldo, Ábalos y compañía sea el final de este descafeinado Gobierno de coalición o el prólogo de una larga legislatura: tanto en un caso como en otro, el bipartidismo ha vuelto por sus fueros. Por sus peores fueros.


J.T.