domingo, 27 de junio de 2021

Ayuso quiere entrar a saco en Telemadrid

 

A cara descubierta, nada de disimulos, ¿para qué andarse con pamplinas? A la madrileña manera, con ese estilo chulesco y desahogado que la ha hecho célebre, Isabel Díaz Ayuso ha decidido tomar Telemadrid por lo militar, libertad, libertad.

Estaba la muchacha hasta las narices de no poder mangonear a su antojo tamaño caramelito y por fin se va a dar el gustazo. Ahora parece que los números sí le dan para entrar a saco, su sueño húmedo pendiente. Con los votos de Vox le sobra para derogar de facto una ley que cuenta con mecanismos de garantía para que el gobierno de turno no pueda amoldar los órganos de dirección y de gestión de la radiotelevisión pública madrileña a sus caprichos e intereses políticos.

Cuando en 2016, durante la legislatura de Cristina Cifuentes, dos tercios de la Asamblea de Madrid (PP, Ciudadanos y PSOE con la abstención de Podemos) votaron a favor de un Consejo de Administración plural y un director general con las manos libres para actuar con criterios profesionales, muchos nos preguntamos hasta qué punto eso podía ser verdad y, en caso de serlo, cuánto podía durar.

Lo que son las cosas, la diputada que en nombre del PP defendió por entonces aquella ley se llamaba… ¡¡Isabel Díaz Ayuso!!, ¿no es maravilloso?

Han pasado casi cinco años, un tiempo en el que los informativos de Telemadrid, partiendo de una audiencia del 3,5%, han conseguido superar muchas veces el 10, ha sido también un tiempo en el que programas como 120 minutos superaban en Madrid a veces la audiencia de Al Rojo Vivo o Las cosas claras… Los profesionales podían hacer su trabajo sin tener por qué obedecer instrucciones del PP, pero la Díaz Ayuso que llegó a la presidencia hace dos años ya no tenía nada que ver ya con la diputada rasa de poco tiempo antes. Miguel Ángel Rodríguez, su jefe de gabinete, y ella misma, no tardaron en conjurarse para cargárselo todo apenas hubiera oportunidad. Desde el 4M, con la ayuda de Vox, les salen los números para la mayoría absoluta, libertad, libertad.

Como dice Jacinto Morano, diputado de Podemos en la Asamblea, no es que Telemadrid fuera precisamente maoísta pero sí es verdad que profesionales como Silvia Intxaurrondo, por ejemplo, tenían la posibilidad de ejercer el oficio con dignidad y realizar preguntas incómodas a los consejeros y a la mismísima presidenta.

Ahora que ya pueden hacer lo que les dé la gana, Ayuso y Rodríguez no han perdido ni un minuto en presentar una propuesta de ley que permita nombrar por mayoría absoluta un Administrador General que hará y deshará a su antojo al margen del director general y del Consejo de Administración. La tristemente recordada Teleaguirre volverá convertida en Teleayuso y mucho me temo que superará sus desmanes.

Como en el caso de Rosa María Mateo en RTVE, el Administrador o Administradora única que nombre la Asamblea de Madrid puede convertirse en “vitalicio” porque para volver a la situación anterior será necesario que dos tercios de la cámara voten en contra de Ayuso. A día de hoy, eso es pura ciencia ficción.

“Resulta difícil comprender cómo la misma persona que defendía la despolitización de Telemadrid como medio público, años más tarde se dispone a hacer justo lo contrario de lo que por entonces predicaba”, afirma Mae Lozano, vicepresidenta del Consejo de Administración, y nos recuerda estas palabras textuales pronunciadas por la mismísima Ayuso hace apenas cinco años:

“Es el momento de que aquí no haya más partidismos, -dijo textualmente entonces la hoy presidenta-, se acaba el control de Telemadrid por parte de un partido político, el Consejo de Administración y su director no van a tener más control por parte de la Asamblea. Se cierra una etapa polémica y por primera vez el modelo de televisión pública va a cambiar.“

¿No se creen que Ayuso dijera esto? Es lógico, porque a día de hoy resulta impensable, pero ahí están las fonotecas y las videotecas para comprobarlo. Así se expresaba la misma persona que ahora prepara un escandaloso golpe contra la libertad de información y de expresión apenas consigan colocar en los puestos de poder a sus palmeros más significados. Los índices de audiencia volverán a caer en picado pero Ayuso y su particular ayuda de cámara tendrán el juguetito a su disposición no solo para manipular los informativos sino para proporcionar también suculentos contratos a los amiguetes dueños de productoras afines.

La FIP (Federación Internacional de Periodistas) ya ha hecho público su rechazo y el Comité de Empresa empieza a moverse: su portavoz ha anunciado que los trabajadores acudirán a los tribunales para intentar detener una reforma de "dudosa legalidad". Veremos qué pasa, libertad, libertad.

J.T.

sábado, 26 de junio de 2021

Esos sospechosos aplausos a Casado

No acaba de encontrar el tono ni el punto, pero le dedican aplausos interminables. Emparedado entre la patronal de los empresarios, los sindicatos y la iglesia catalana (presidente de la Conferencia Episcopal incluido), sin votantes en Catalunya ni en el País Vasco, con el aliento en la nuca de Gürtel, Kitchen y demás exuberantes corrupciones, con Ayuso a punto de asaltar Telemadrid para su exclusivo provecho, con Aznar echando leña al fuego, con la ultraderecha compitiendo a degüello, con todo esa cera ardiendo… Casado sigue yendo a su bola sin que nadie en el PP le lleve demasiado la contraria, al menos públicamente.  

Juega en el Congreso cada miércoles a propinarle directos en la mandíbula al presidente del Gobierno y lo que en realidad le salen son patéticos pellizcos de monja que los suyos aplauden a rabiar ¿No hay nadie en su entorno que se apiade de él y le diga la verdad? ¿Tanto miedo tienen Cuca Gamarra o García Egea a perder comba?  ¿Qué harán Maroto o Montesinos cuando dentro de pocos días declare Cospedal? ¿Callarán y aconsejarán a Casado que siga callando?

Nadie parece leer la prensa internacional en Génova, 13, ni sus análisis sobre los indultos desde la distancia, algo que suele ayudar a centrar mejor el foco. Como escribía este jueves Rosa María Artal en su cuenta de twitter, “si comparáis el tratamiento en la prensa internacional a los indultos con el kiosko español veréis que algo grave ocurre. No podemos tener una justicia a la española, una información a la española, España debe regirse por principios universales. Y lo impide la España negra.

Quienes aplauden a Casado cuando este pide en el parlamento la dimisión de Sánchez saben que no le están haciendo ningún favor. Y menos en estos días cuando, tras la fallida concentración de Colón y unos indultos a los presos catalanes con muchos más apoyos de los que el presidente del PP creía, Europa abre el grifo de los fondos europeos, el Gobierno de coalición baja el IVA de la luz y las mascarillas dejan de ser obligatorias por la calle porque la mitad de la población tiene ya administrada al menos una dosis de la vacuna contra el COVID y más de quince millones la pauta completa.

A pesar de los muchos charcos en que se mete Pedro Sánchez y de sus múltiples carencias intelectuales y carismáticas (sobradamente conocidas por sus asesores, que saben usarlas para sacarle partido), hay que convenir que, al menos últimamente, el presidente parece tener el santo de cara. Gracias a sus socios en el Gobierno de coalición, da algunos pasos por caminos que ayudan a mejorar asuntos que de otra manera hubiera sido imposible imaginar, aunque lo hace casi sin ganas y apretando los dientes, pero lo hace.

Si Sánchez está siendo más timorato de lo que debería  a la hora de aprovechar este momento para hacer políticas más progresistas (reforma laboral, vivienda, ley mordaza… tantas cosas aún pendientes…), Casado está tirando por la borda la oportunidad de demostrar que en este país es posible contar con un partido de derechas civilizado y democrático: "He informado a mis socios europeos de que ayer solicitamos la dimisión de Pedro Sánchez y la convocatoria de elecciones en España", proclamaba este jueves en un programa de televisión. Pues qué bien, ¿no?  Y yo he informado a mis vecinos de que me he comprado una décimo de lotería para el próximo sábado, ¿qué le parece?

Casado cuenta con cartas que no ha jugado, y podría haberlo hecho, para desembarazarse del pasado de su partido. Es “don Me Opongo” por sistema sin ofrecer alternativa alguna. Creó ciertas expectativas durante la moción de censura de Vox donde puso a caldo a Abascal, pero ahí quedó todo. Ese camino tenía más recorrido pero lo abandonó, ¿por qué lo hizo? ¿las encuestas?

Tanto el PP como su presidente saben que les queda una buena travesía del desierto antes de volver al poder, una etapa que podrían aprovechar para poner orden, hacer limpieza, abandonar la sede de una vez, incluso cambiar el nombre y renacer como opción creíble, alejados de ultraderechistas y tránsfugas ¿Por qué Casado no lo hace? Él sabrá sus miedos y sus hipotecas pero, si no se decide, será otra persona quien lo acabará haciendo en su lugar mientras él continúa embaucado y en su mundo, despistado con los falsos halagos y los sospechosos aplausos que sus correligionarios le regalan cada miércoles en el Congreso a pesar de las barbaridades que suelta por la boca.

Si le quedan dos dedos de luces, Casado debería dedicarles a sus compañeros de bancada un remedo de la famosa frase que aquella folclórica pronunció en la boda de su hija: “Si me queréis… no me aplaudáis”.

J.T.

sábado, 19 de junio de 2021

Morenatti. Pulitzer al periodismo puro y duro


El premio Pulitzer otorgado a Emilio Morenatti por sus instantáneas tomadas a ancianos en España durante la pandemia del coronavirus demuestra dos cosas: una, que a diez kilómetros a la redonda de donde vives puede existir material suficiente para contar historias potentes sin necesidad de irte al fin del mundo; y dos, que buena información y emoción no solo no tienen por qué estar reñidas entre sí sino que, como en el caso que nos ocupa, pueden llegar a complementarse sin problema.

Todo eso puede hacerse, además, sin saltarse la regla fundamental del reportero, aportar con tu trabajo los elementos necesarios para que quien lo vea reflexione y pueda extraer sus propias conclusiones porque los datos que se aportan no están contaminados de opinión.

Para eso hay que saber mirar como lo hace Emilio. Está lo que sucede, está la obligación de contarlo y de hacerlo con decencia. Luego, que te dejen trabajar en lugar de hacer todo lo posible para impedírtelo, como ocurre en tantos casos. Y a partir de ahí, lo que queda es remangarse y ponerse a la faena. Cada día.

Así fue como Morenatti consiguió fotografiar escenas conmovedoras como el beso eterno a través de plástico –palabras textuales suyas- de Agustina y Pascual en una residencia de mayores tras 82 días de separación, o la ciudad vacía por el toque de queda con un mendigo durmiendo en medio de la calle, o un parking convertido en morgue con 280 cadáveres del COVID, o a dos trabajadores retirando el cuerpo de una persona mayor en una residencia junto a su compañero de habitación...”

Estar en el lugar justo en el momento adecuado nunca es una casualidad. Emilio partía de un análisis previo: la gente está asustada, indefensa y carente de información, luego hay que ponerse a trabajar para combatir esa ignorancia, para arrojar un poco de luz sobre lo que está pasando. Una vez definido el objetivo entraban en juego el oficio y la técnica, así como la habilidad para ganarse voluntades y sortear prohibiciones. Llevamos tiempo sin vernos, pero puedo imaginarme en Barcelona cada mañana a Emilio Morenatti, durante las semanas más espantosas de la pandemia, salir a la calle con su equipo fotográfico sabiendo que tenía que resumir el día en una foto, o en dos, como nuestro querido Eduardo Abad solía repetir siempre. Haz mil fotos si quieres, pero al final del día manda al servicio de la agencia dos o tres como máximo. Lo que envíes tiene que resumir todo lo que has hecho. Nada importante de lo que has visto puede quedar fuera de la foto que difundes.

Mil veces le escuché al bueno de Abad esta cantinela en su despacho de la Agencia Efe donde era jefe de fotografía de la delegación andaluza. A sus órdenes estaban por entonces Julio Muñoz, Sergio Caro y Emilio Morenatti. Yo trabajaba pared con pared con ellos (CNN+ tenía alquilados los servicios a Efe en Andalucía) y solo escuchando a Eduardo aprendía. En aquel departamento estaban los profesionales con mejor olfato periodístico de la agencia. En su tiempo libre Morenatti se preparaba para un día volar asistiendo a clases de inglés y machacándose por las calles de Sevilla corriendo sin parar. No tardó en ser fichado por Associated Press y marcharse a Oriente Medio.

Desde que se repuso del atentado sufrido en Afganistán que le robó una de sus piernas, el trabajo de Emilio se ha vuelto más sosegado, pero en absoluto menos profundo. Instalado en Barcelona como delegado de AP en España y Portugal, últimamente no ha tenido que desplazarse demasiado para contarnos lo que estaba pasando en el mundo entero. 

Sus trabajos siempre tuvieron personalidad propia. Su estilo ha acabado convirtiéndose en estilazo, diría yo, hasta el punto que muchas de sus fotos podrían reconocerse aunque no estuvieran firmadas. Su manera de trabajar la luz convierte en cuadro de museo buena parte de sus composiciones, donde ningún detalle sobra ni falta y cada persona, lugar o cosa cuenta con la iluminación precisa para que el foco de la historia esté bien claro desde la primera mirada. Las fotos de Morenatti, por muchas veces que se miren, siempre te hacen pensar y descubrir detalles de los que en un primer momento pudiste no percatarte.

Ahí están sus cuentas personales en las redes sociales, certificando su trabajo diario durante los nueve meses más duros de pandemia. En ellas colgó en su momento, a medida que AP las iba distribuyendo, las fotos que ahora son Pulitzer. Unas llegaron a ser primeras páginas en periódicos de todo el mundo y otras como la de Paco, un enfermo al que sacan en camilla del hospital hasta el paseo marítimo para que vea el mar tras 52 días en la UCI, fue considerada una de las mejores fotos de 2020 por The New York Times.

Morenatti, que por encima de todas las cosas hace periodismo, es el ejemplo más claro de hasta qué punto este oficio se puede ejercer con dignidad, sensibilidad y respeto. Cómo me gustaría que Eduardo Abad estuviera aún entre nosotros para poder saborear este momento, Emilio. Cómo disfrutaría yo también viendo cómo, a pesar de lo orgulloso que él estaría de ti, aún sería capaz de ponerte alguna pega que yo celebraría mientras tú nos llamabas cabrones y nos íbamos los tres a tomar una caña al bar de abajo.

JT.

domingo, 13 de junio de 2021

El recibo de la luz


Llevo toda la vida viendo cómo sube el recibo de la energía eléctrica, escuchando explicaciones técnicas presuntamente sesudas y siempre acabo en el mismo punto donde empecé. Nunca entiendo nada. Ni yo ni la mayor parte de la gente con la que me relaciono, que escuchamos las explicaciones oficiales sin poder evitar la sensación de que nos tratan a todos como tontos.

Como no entiendo las explicaciones técnicas, este no puede ser un artículo donde se entre en demasiados pormenores, pero aún así cuando alguna vez, muy de tarde en tarde, se me ocurre ver los detalles de una factura, acabo siempre con la sensación de impotencia que produce comprobar que te enfrentas a hechos consumados que no tienes más remedio que asumir.

Para empezar, te cobran 30 euros, o 40, solo por el mero hecho de estar conectado, aunque no enciendas una puñetera bombilla en todo el mes. “Potencia contratada, lo llaman”, un apartado en donde, si pretendes ahorrar, te saltan los plomos cada vez que pones la cafetera y el tostador a la vez.

Si te tomas la molestia de estudiar el queso estadístico… otro berrinche. Sobre una factura de 100 euros, 12 son, al menos eso te aseguran, para “incentivos a las energías renovables, cogeneración y residuos”, apartado tan ambiguo que esconde su verdadera génesis: compensar a los propietarios de las nucleares y el carbón por la “posibilidad” de que algún día se les acabe el chollo. Luego ves un apartado titulado “Otros costes regulados (incluida la anualidad del déficit)”, que supone 6 de cada 100 euros, y te preguntas cuántos mortales estarán en condiciones de entender lo que significa eso. Y deduces que no tienen más remedio que oscurecer esta presunta transparencia si no quieren que la gente acabe saltándoles a la yugular por tomarle tan descaradamente el pelo.

Miras el apartado de “Energía consumida” donde te dicen que has gastado 48,79 euros y luego te vas al total de la factura y compruebas que, ¡oh, magia potagia! Se ha convertido justo en el doble, 96,33 ¡Alé, hop! Es decir, que si te matas a trasnochar para ahorrar, como tienen la caradura de sugerirte, como mucho tienes la posibilidad de influir en la mitad de lo que te cobran. El timo y la tomadura de pelo ejercidas desde la más flagrante impunidad. La indefensión más absoluta, sobre todo para quienes menos posibilidad tienen de defenderse.

El 21 por ciento de IVA para un bien de primera necesidad no es por tanto el único clavo que hay en la factura de la luz. Tampoco mirar la hora en la que enchufas aparatos, ¿o de que se trata de dormir con el aire acondicionado puesto y morirse de calor durante el resto de la jornada? Pero ¿cómo se puede tener tanta desfachatez?

Luego, lo que me rompe también los esquemas, es que esta medida tan ingrata y tan difícil de entender se continúe produciendo con un gobierno progresista en el poder. Si esto lo hace una ministra como Ribero, no quiero ni pensar qué estaría sucediendo si en ese sillón continuara sentado el canario Soria ¿O sería exactamente igual? Solo plantearme esta duda me entristece, porque no puede ser que, votemos a quien votemos, al final veamos siempre cómo nos tangan en el recibo de la luz, una de nuestras necesidades más esenciales.

Puede ser que la pandemia pase factura, o los posibles indultos, no digo que no. Pero por lo que la gente de a pie acaba pasando realmente factura tiene más que ver con asuntos como el precio de la energía eléctrica. En asuntos como este es en donde los gobernantes se juegan los votos. Y lo saben, mejor que nosotros. Por eso me cuesta tanto trabajo entender a qué demonios están jugando.

J.T.

sábado, 12 de junio de 2021

Susana y Espadas, primarias envenenadas


Lo apuntaba este jueves en las páginas de Público el politólogo Daniel Vicente y llevaba razón: si yo fuera Isabel Díaz le cobraría derechos de autor a Susana Díaz. No por la coincidencia en los apellidos, claro, sino porque ha hecho una campaña de primarias en el PSOE andaluz fotocopiada de la que aupó a la lideresa madrileña el 4 de mayo a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Solo le ha faltado ponerse a recorrer Andalucía al trote, como hizo Ayuso con Madrid en su célebre spot, hasta acabar a la puertas del palacio de San Telmo, sede de la presidencia andaluza, gritando libertad.

Libertad frente a Bonilla, libertad frente a Sánchez, ¡machistas que sois unos machistas! Copia Susana a Ayuso y copia también a Sánchez cuando en el 16 este cogió su coche y se fue de gira agrupación por agrupación hasta recuperar la Secretaría General que, precisamente ella, le quitó en el golpe incruento que encabezó, ¿recuerdan?: “A este lo quiero muerto hoy” (1 de octubre de 2016).

Ojo con Susana, Pedro. La dejaste viva y sabe latín. Que le pregunten  si no al cordobés Rafael Velasco, a quien ella sucedió como segunda de José Antonio Griñán tras una misteriosa filtración sobre presuntas irregularidades que implicaban a su mujer. Que le pregunten a Mario Jiménez, otrora su hombre de confianza en la gestora golpista de Ferraz. Que le pregunten a su mentor Luis Pizarro, o a Sánchez Monteseirín, su jefe como alcalde de Sevilla cuando ella era concejala. O a su íntimo enemigo desde jovencitos, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, hoy vicepresidente del Congreso pero que podría ser alcalde de Sevilla si Díaz no lo hubiera vetado. Ironías de la vida, la persona por la que ella apostó, Juan Espadas, es ahora el instrumento de Sánchez para acabar con la era susanista en Andalucía.

El problema es que si Susana Díaz, en estas primarias andaluzas, no ha dejado de recordarnos a Isabel Díaz, ves y oyes a Espadas y no puedes evitar acordarte de Ángel Gabilondo. No se puede ser más soso. Parece como si en el laboratorio de Moncloa estuvieran empeñados en promocionar solo a los sosos. Buena gente, sí; competentes, también, pero sosos: Illa en Catalunya, Gabilondo en Madrid y ahora Espadas en Andalucía. Sorprende este empeño en el equipo de asesores de alguien como Sánchez, experto en resucitar y resistir embates, aunque también es verdad que Pedro no anda precisamente sobrado de carisma. Por mucha flor en el culo que tenga.

Nada más empezar la campaña de primarias entre los socialistas andaluces, Susana disparó sus primeros dardos al centro de la diana y le mandó un recado sin matices a Iván Redondo, el Rasputín monclovita: “Las campañas se hacen desde las casas del pueblo”, le soltó. Y se puso a hacer kilómetros como loca, aunque no en chandal como Ayuso. Es la lucha a muerte entre dos aparatos, el del PSOE federal contra el andaluz. Espadas, representante de Pedro en la tierra, la piedra sobre la que el presidente del Gobierno de coalición quiere edificar un nuevo PSOE en Andalucía; Susana, dispuesta a morir matando.

¿Qué aparato reparte más prebendas, cuál de los dos tiene en sus manos alimentar más bocas, asegurarle el puesto a más gente? A la hora de la verdad todo se reduce a eso, al número de potajes que una u otro puedan garantizar a sus correligionarios y presuntos votantes. Y a Susana, ahora, le toca luchar contra quienes emplean las mismas armas que ella siempre utilizó sin rubor: el clientelismo, las compensaciones a los sumisos y el castigo a los críticos… Ahora ella no está en las instituciones manejando presupuestos y los mentores de Espadas, sí.

Nada de esto apareció en el remedo de debate que de mala gana Susana y Espadas protagonizaron este martes con un tercer convidado (Luis Ángel Hierro), que al final acabó sacando petróleo entre tanto aburrimiento. No hubo ni rastro de la agresiva Susana del “Tu problema eres tú, Pedro” o “No mientas, cariño” frases que hizo célebres cuando se enfrentó a Pedro Sánchez en las primarias federales de mayo del 17. Ni ella consiguió acabar con él, ni tampoco Pedro pudo con ella en Andalucía. Y en esas estamos. Aunque Iván Redondo haya proclamado que Díaz está muerta, tanto en Madrid como en Sevilla saben que puede pasar cualquier cosa. El asunto anda 60-40 a favor de Espadas, afirman sus valedores. Andamos más o menos igualados, proclaman los susanistas.

Que se trate de unas primarias para elegir quién encabezará la candidatura socialista a la presidencia de la Junta no significa que sea  un asunto estrictamente andaluz ni mucho menos. Afectará, y bastante, al futuro de la política en toda España.

En resumen, suspense de película cuyo desenlace conoceremos, si es que no hay segunda vuelta, en las últimas horas de este domingo 13, día de San Antonio, patrón de los amores imposibles.

J.T.

martes, 8 de junio de 2021

En la marcha de Isa Serra

No quieren dejar prisioneros. Siete años ejerciendo la persecución implacable a diario les ha hecho adictos a la sangre de los miembros de Podemos. Quizás porque creen que, con uno solo que mantengan vivo, la semilla volverá a crecer y, aunque saben que no lo conseguirán, hacen todo lo posible por dejar fuera de circulación cualquier vestigio de conciencia crítica.

Ahora le ha tocado el turno a Isa Serra quien, veinticuatro horas antes de la constitución de la Asamblea de Madrid, ha hecho pública la renuncia a su escaño, quizás harta ya de una persecución judicial que considera “vergonzosa e injusta”. El 22 de abril de 2020, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) la condenó a diecinueve meses de cárcel porque en enero de 2014, con 24 años y poco más de 40 kilos de peso, formaba parte del grupo de personas que “atacó”, según la sentencia, a varios policías armados hasta los dientes durante la protesta contra un desahucio.

El proceso de identificación de Serra como participante en los incidentes estuvo plagado de errores y, en cualquier caso, ningún policía pudo atribuir una conducta violenta concreta a la acusada, pero el fiscal sostuvo todo el tiempo que Serra fue “la instigadora” de los enfrentamientos y que al menos cinco de los agentes la identificaron como “la que más increpaba, la que llevaba la voz cantante”. 24 años, 45 kilos, todo un peligro viviente.

Al tratarse de una pena inferior a dos años aunque el Tribunal Supremo, como se teme, acabara ratificando la sentencia del TSJM, esto no supondría la entrada en prisión, pero sí haría prácticamente imposible que pudiera desempeñar su trabajo como parlamentaria madrileña. Aún así, en su comunicado de despedida, Serra afirma que la persecución judicial no es la razón “principal” por la que abandona pero añade que, aunque la ratificación no se produjera, “el daño ya está hecho”, más teniendo en cuenta la inquina de la Fiscalía, que insiste en su recurso en que hay que condenarla sin discusión porque “no hay dudas sobre la participación de Serra, cuya actitud fue agresiva y feroz”, palabras textuales.

Lo dicho: no quieren dejar prisioneros. Añoran los tiempos anteriores a 2014 y sueñan con volver a ellos, a aquel dorado bipartidismo que repartía migajas a los partidos nacionalistas de derechas y así andaban todos tan contentos. Siguen sin admitir que esos tiempos ya no volverán, que por la derecha les ha salido un furúnculo bien molesto y los naranjitos han sido un rotundo fiasco. El Psoe sigue comportándose como si las mayorías absolutas continuaran siendo posibles, aunque con los números en la mano admiten por lo bajini que sin Unidas Podemos ellos solos no tienen nada que hacer. En el eterno empeño por resistirse a admitirlo es donde hay que encuadrar los sueños húmedos con Errejón y con hacer desaparecer a Unidas Podemos aunque sea cargándose a sus miembros uno a uno. Ni con todos los jueces y la mayor parte de los medios de comunicación empeñados en el mismo objetivo lo consiguen, pero aún así no desisten.

Ahora le ha tocado a Serra, como antes a Iglesias y en su día a Monedero; pero que no se les ocurra bajar  la guardia porque todos continuarán estando ahí. Como también seguirá estando Alberto Rodríguez, el siguiente miembro destacado de Unidas Podemos en la lista de empurables; como lo continúa estando la jueza Vicky Rosell a pesar de la persecución a que fue sometida en su día...

Quienes van a por ellos no quieren dejar prisioneros, es verdad, pero tampoco se atreven a rematarlos porque en el bipartidismo siempre imperó la cobardía, la habilidad para ponerse de perfil, para trepar sin hacer ruido, para prosperar gracias a hacer la pelota y molestar lo menos posible a quienes realmente tienen la sartén de los poderes por el mango… Pero han enseñado tanto sus cartas, han dejado tan claro hasta qué degradantes extremos son capaces de llegar a la hora de intentar liquidar una opción política que consiguió tener más de seis millones de votos, que a estas alturas ya apenas les quedan cartas en la manga.

En palabras de Isa Serra en el vídeo que ha difundido este lunes, han "conseguido mucho con demasiado en contra” y, aunque el granizo ultraderechista consiga perjudicar alguna parte de la cosecha, no matará la semilla. Muy a su pesar, me parece que esto lo van entendiendo ya quienes han fabricado informes policiales falsos, quienes han intentado procesar dos docenas de veces a Iglesias, Monedero y otros miembros de Podemos y se han visto obligados, algún tiempo después, a archivar las causas por falta de pruebas, también quienes se disponen a ratificar la condena de Serra…

Lo saben también los dueños de tanto periódico herido de muerte, de tanta radio faltona y tanta televisión manipuladora, medios todos ellos a los que más pronto que tarde acabará llegándoles también su particular 15M.

Sin querer ponerme estupendo, se me ocurre aventurar que si los romanos no se hubieran empeñado en echar cristianos a los leones, hoy quizás no existiría la iglesia católica ¿Exagerado? Puede ser, pero ¿a que no queda mal la comparación?

J.T.

sábado, 5 de junio de 2021

Esa señora de la que usted me habla

Dolores de Cospedal y Pablo Casado

Es quien es gracias a ella, pero la política no se inventó para ser agradecido. Lo que pasa es que, por mucho que quiera, Pablo Casado no se puede desentender del caso Kitchen y mucho menos tras haber sido imputada María Dolores de Cospedal.

Quienes le ponen el nombre a las operaciones policiales tienen que ser unos cachondos mentales. Bautizar como caso Kitchen a la operación relacionada con el espionaje ilegal a Luis Bárcenas tiene un punto guasón pero quizás también un cierto cariz descriptivo y hasta premonitorio porque… ¡menuda ensalada! Que el nombre se escogiera porque uno de los comisarios implicados, José Luis Olivera, fuese conocido como “el cocinero” es lo de menos, el término no puede resultar más evocador ni polisémico. Ni más apropiado, porque si en las cocinas suelen mezclarse todo tipo de ingredientes, en esta historia no falta un perejil.

¿Que nos imputan por aceptar dinero a cambio de beneficiar a los generosos con adjudicaciones de contratos ventajosos (Gürtel)? ¿Que investigan al tesorero, le encuentran dinero en Suiza y una contabilidad B (Caso Bárcenas)? ¿Que a ver si este es capaz de irse de la lengua? Pues habrá que espiarle, así que a cocinar se ha dicho: montamos un operativo corrupto para intentar frenar casos de corrupción, ¿no es maravilloso?

La cosa continuó enredándose cuando se decidió emplear medios policiales y fondos reservados para espiar al tesorero. Entre otras genialidades, los utilizaron para comprar al chófer de Bárcenas con dos mil euros al mes de los que hasta constan recibos y asegurarle un futuro como miembro de las fuerzas de seguridad.

Asuntos que ocurrieron hace una década recobran plena vigencia cuando por un lado hay abierta una Comisión de Investigación en el Congreso y por otro la justicia decide imputar a Dolores de Cospedal y a su marido. A Pablo Casado, empeñado en considerarlo asunto de una época superada y en negarse a hablar de ello, se le ha ido al traste el momento dulce que creía estar viviendo: su madrina política, la persona gracias a la cual él pudo obtener la presidencia del PP frente a Sáenz de Santamaría, ha sido llamada a dar explicaciones sobre el uso ilegal de la Policía y los fondos reservados cuando ella era secretaria general del partido. Tendrá que declarar ante el juez a finales de este mes. Pero para el presidente del PP, Cospedal es solo “esa señora de la que usted me habla”.

Cada día que pasa alguien descubre, a pesar de que mi compañera Patricia López hace ya bastante tiempo que viene avisando, que todo estaba más mezclado, más emponzoñado de lo que muchos nunca quisieron creer: Villarejo y López del Hierro, perejiles de todas las salsas; también hombres de confianza de Cospedal como José Luis Ortiz o Andrés Gómez Gordo (pagador este último de algunos cheques al chófer de Bárcenas); el ministro Fernández Díaz y su segundo Francisco Martínez; el jefe de la policía Eugenio Pino… y las cloacas, siempre las cloacas.

“La mera enunciación de lo sucedido asombra, por la abyección de los hechos y por la torpeza de un operativo a lo Mortadelo y Filemón, escribía este jueves Luis Ventoso en ABC, ¡en el ABC!, donde el editorial tampoco se andaba con paños calientes: “La dirección del PP –escribían textualmente- debe tener claro que sus votantes quieren un corte real con la corrupción. Es necesaria la consolidación de una etapa sin mancha. El caso Kitchen tiene una cara sucia y cruzada de intereses que van de lo público a lo privado, y a la inversa. Por eso es hora de respuestas y no de más evasivas”.

“No más evasivas” ¿No va a tomar nota, señor Casado, de la admonición de uno de sus periódicos favoritos? ¿Va a seguir alineándose con los hooligans que se cabrean con los periodistas al grito de “Casado no tiene nada que ver, eso es el pasado”? ¿Va a continuar diciendo “estoy de acuerdo con esos caballeros" (los que impedían preguntar a la prensa durante su comparecencia en Ceuta) a pesar de que el PP, al poco rato de que usted dijera eso, se desvinculara públicamente de quienes le habían jaleado?

El todavía presidente del Partido Popular no va a poder esquivar por mucho más tiempo el torpedo de grueso calibre que supone la imputación de Dolores de Cospedal. Tendrá que dar la cara más pronto que tarde y dejar de referirse a su mentora como “esa señora de la que usted me habla”. Si actúa como Rajoy, acabará como Rajoy.

J.T.