sábado, 30 de octubre de 2021

Reforma laboral. Se trata de derogarla, no de retocarla

¿Se derogará finalmente la reforma laboral de 2012 por completo, o solo se retocará de forma parcial “en sus aspectos más lesivos”? He ahí la cuestión. Esta vez daba la impresión de que por fin sería la buena, que no habría titubeos y menos a estas alturas, pero henos aquí aún deshojando la margarita. Aunque el PSOE se vista de seda…

¿Cuántos cientos de miles de votos habrá cosechado Pedro Sánchez gracias a prometer en cada convocatoria electoral que lo primero que haría apenas llegara al gobierno sería derogar la reforma laboral de 2012? ¿Cómo es posible que después de tres años y medio gobernando estemos todavía en los prolegómenos de una incierta “reforma de la reforma” a la que siempre se refirieron como “derogación y desde hace solo unos días, mire usted por dónde, se le ha empezado a llamar “modernización”?

Los mayores éxitos de este Gobierno de coalición (pensiones, salario mínimo, ingreso mínimo vital, ertes durante la pandemia…) no se los debe Sánchez a ninguno de sus ministros o ministras socialistas, sino a la titular de Trabajo, cartera cuya responsabilidad es de Unidas Podemos. Siete meses lleva el equipo de Yolanda Díaz negociando con patronal y sindicatos una nueva reforma laboral que encaje con los requisitos europeos para continuar recibiendo las transferencias con los dineros adjudicados en el Plan de Recuperación. Veintidós reuniones que han alumbrado un trabajado documento de veintinueve páginas.

El comisario europeo de Economía, un señor italiano llamado Gentiloni de apellido, no pareció ponerle muchas pegas a la marcha de las negociaciones durante su visita de estos días a Madrid, así que entonces… ¿dónde está el problema? Parece claro que los objetivos de la reforma tienen que ser que en España deje de haber tantos empleos precarios, por mucho que los empresarios se hayan acostumbrado a poder echar a la gente a las primeras de cambio; tiene que ser también que los convenios colectivos recuperen la importancia que tenían antes de 2012; tiene que ser que trabajadoras, por ejemplo, como las camareras de piso dejen de cobrar salarios rayanos en la esclavitud… Todo eso parece claro, y por lo que podemos deducir y aunque se desconozca la literalidad de lo que se está negociando, da la impresión de que los contenidos están prácticamente definidos y pactados ¿O no?

¿A qué viene pues tanto ruido de pronto con la dichosa reforma? ¿Por qué tras todos estos meses callada, irrumpe a última hora en escena Nadia Calviño reclamando protagonismo y “metodología de coordinación”? ¿O la bronca existía y hasta hace pocos días se libraba solo “en la intimidad”? Cuando las discrepancias saltaron, al presidente de los empresarios le faltó tiempo para terciar barriendo hacia dentro: “A mí sí me interesa no solo lo que diga el Ministerio de Empleo, sino también la Comisión Europea, el FMI, la OCDE, el Banco de España y me interesa también, como no podía ser de otra manera, lo que diga el Ministerio de Economía, el de Educación...

Por si no empezaba a existir suficiente confusión, hace unos días se descolgó Adriana Lastra afirmando públicamente que “la reforma laboral se va a derogar, y la va a derogar el Partido Socialista. Yolanda Díaz, que lleva tiempo demostrando que lo suyo no es pelear por colgarse medallas sino trabajar, se vio obligada a volver a ser contundente en el Congreso de CCOO: ”Vamos a derogar la reforma laboral, proclamó, a pesar de todas las resistencias, que las hay, y son muchas”.

Si el asunto está o estaba casi pulido ya en las mesas de negociación donde desde el 17 de marzo se sientan los técnicos del gobierno y de los agentes sociales, si los “contenidos” se han trabajado a conciencia como parece, ¿a qué viene que la ministra de Economía insista a estas alturas en cuestiones de “metodología”?, ¿qué es lo que Sánchez necesita aclarar el próximo martes en la anunciada reunión entre él y sus dos vicepresidentas? Si ya está resuelto que será el ministerio de Trabajo quien lidere lo que queda de negociación y que en las conversaciones pendientes figurarán también representantes de otros ministerios, ¿qué queda? ¿Se dispone acaso el presidente a olvidar una vez más su tantas veces prometida promesa electoral, será capaz de abogar por una reforma laboral light? El tiempo corre, no lo olvidemos, el plazo acordado con Bruselas para tener aprobada la norma es el 31 de diciembre, y eso significa que para poder cumplir con los requisitos formales que exige la aprobación de un Real Decreto-ley, las discrepancias tienen que estar resueltas en dos o tres semanas como máximo. Así que a ver.

Esta vez me temo que Sánchez tiene un poco más difícil faltar a su palabra. Quizás convenga recordar que Yolanda Díaz se mostró en un principio renuente a aceptar la cartera de Trabajo y que solo accedió a formar parte del Gobierno de coalición cuando se le prometió que se derogaría la reforma laboral de Rajoy durante esta legislatura, algo que figura además explícitamente en el pacto de coalición firmado entre el Partido Socialista y Unidas Podemos el 30 de diciembre de 2019.

En el punto 3 del artículo 1 de ese acuerdo se puede leer textualmente: Derogaremos la reforma laboral. Recuperaremos los derechos laborales arrebatados por la reforma laboral de 2012. Impulsaremos en el marco del diálogo social la protección de las personas trabajadoras y recuperaremos el papel de los convenios colectivos. En concreto y con carácter urgente:
-Derogaremos la posibilidad de despido por absentismo causado por bajas por enfermedad.
-Derogaremos las limitaciones al ámbito temporal del convenio colectivo, haciéndolo llegar más allá de las previsiones contenidas en el mismo, tras la finalización de su vigencia y hasta la negociación de uno nuevo.
-Derogaremos la prioridad aplicativa de los convenios de empresa sobre los convenios sectoriales.

Como podemos comprobar, el término que aparece en el acuerdo es el verbo “derogar”, no “modernizar”, ni “mejorar”. Derogar. Esto es lo que hay. Y esto es lo que hay que hacer. Se puede hacer además sin que eso transgreda los condicionantes europeos. Cualquier otra cosa, por mucho que insistan y se empeñen Calviño y compañía, sería vulnerar lo firmado.

J.T.

La relación de los periodistas con el mundo del poder


"En el periodismo tenemos pendiente un 15M que nos obligue a reflexionar sobre cómo es posible que el oficio de comunicar esté tan desacreditado en este momento que resulte muy complicado ser optimistas sobre su futuro. Empezaré esta reflexión recordando cómo era el periodismo en España durante los años llamados “de la Transición”, una época en la que los papeles estaban mezclados y, en consecuencia, algo confundidos. Cuando trabajaban codo con codo los políticos que luchaban por las libertades y los periodistas que intentaban hacer una prensa que llevara a la ciudadanía las inquietudes de ese momento, lo que en un principio podía ser un trabajo conjunto y de complicidad mutua acabó derivando con el paso de los años en puro “compadreo”. 
Algunos lo llamábamos el periodismo de “Casa Manolo”. Durante aquellos años, en aquel bar ubicado a espaldas de las Cortes, se producían buena parte de las confraternizaciones y conspiraciones entre los políticos recién llegados al Congreso y los periodistas que empezaban a ser corresponsales parlamentarios en los diarios que estaban adquiriendo otro tono distinto al del periodismo franquista practicando hasta entonces.  

De tanto confraternizar, de tanto comer juntos, de tanto tomar gin-tonics juntos… llegó un momento donde se confundieron los papeles. ¿Cuándo empezó a notarse más esa confusión? Cuando el PSOE llega al poder en el años 1982 y buena parte de los periodistas que eran amigos de políticos socialistas que ocuparon poltronas empezaron a abrigar esperanzas de compartir con ellos el poder. Muchos estaban convencidos de que sus “amigos” les debían algo. Y algo así en cierta forma acabó ocurriendo: buena parte de los ministerios de los primeros gobiernos socialistas tuvieron como jefes de prensa o de gabinete a periodistas que habían estado en periódicos, la mayoría de ellos procedían de El País, y así este periódico consiguió convertirse en imprescindible: había que leerlo entre otras cosas porque allí era donde primero llegaba todo el material que estaba trabajándose en los despachos socialistas. 

El problema fue que no había puestos para todos, algunos que pensaban que se merecían pasar al otro lado del mostrador no lo consiguieron y empezó a sonar el consabido “qué hay de lo mío”. Ese intercambio de papeles, en esos momentos, entre quienes eran los periodistas que tenían entre 30 y 40 años, la misma edad de los políticos recién llegados al poder, esa gente aún hoy día están ahí, la mayor parte de los políticos han desaparecido o están jubilados, pero ellos siguen ahí: Miguel Ángel Aguilar, Pablo Sebastián, Pedro Jota, que empezó a dirigir un periódico con 29 años… Una serie de gente que en algún momento debió olvidar que sencillamente eran los testigos privilegiados de lo que estaba sucediendo para contárselo a todo el que no podía estar allí, y que su obligación era contarlo sin implicarse en ello y de la manera más objetiva posible. Pues no: dejaron de sentirse testigos privilegiados para creerse tan coprotagonistas de lo que estaba sucediendo como los propios políticos. En esta confusión de papeles de los primeros tiempos de la democracia radican casi todos los vicios posteriores adquiridos a medida que se ha ido deteriorando la situación del periodismo en España. 

También es verdad que la mayor parte de los medios de comunicación privados estaban en manos de empresarios que tenían vocación de editores periodísticos: eran editores profesionales. Querían ganar dinero, qué duda cabe, pero eran capaces de tener a alguien investigando un tema sin publicar nada durante dos meses, algo absolutamente impensable hoy día. Los tres fundamentales empresarios de prensa de aquella época fueron el presidente del Grupo 16, Juan Tomás de Salas; el presidente del Grupo Prisa, Jesús de Polanco y el presidente del Grupo Zeta, Antonio Asensio. Eran gestores con poder absoluto ejecutivo y periodístico y en mi caso, que he tenido la suerte a lo largo de mis años profesionales de trabajar en las tres empresas he de decir que a mí no me llegó nunca por parte de ninguno de ellos ninguna otra instrucción que no fuera “haz las cosas como mejor sepas”. 

Eso, hoy por hoy es impensable, el Grupo 16 ya no existe, en El País desde la muerte de Polanco la empresa empezó a desmembrarse y el consejo de administración acabó troceado y repartido entre bancos, fondos de inversión y fondo cataríes donde la familia Polanco apenas conserva un diez por ciento de las acciones y Zeta prácticamente tampoco existe. Es decir, de un modelo de empresario periodístico vocacional que le gustaba lo que hacía y se sentía útil en el mundo de la comunicación (por supuesto no eran altruistas ninguno) se pasó a la política del beneficio puro y duro y a cómo influir a través de los consejos de administración en los contenidos para defender los intereses de sus miembros y de la empresas a las que estos representan.  

Ese tipo de cambio de papeles explica en buena parte la situación en la que nos encontramos ahora. Sería uno de los factores a los que yo atribuiría el deterioro. Lo que no entiendo y sigo sin entender, pensando sobre todo en aquellos profesionales treintañeros de entonces que hoy todavía se resisten a dejar de influir, es cómo se pudo producir ese cambio en la manera de pensar de según qué profesionales. Tú miras un periódico de los años 70 u 80 con informaciones firmadas por alguno de los periodistas que he nombrado antes y no tienen nada que ver con el papel que juegan ahora mismo en el panorama de los medios. ¿Dónde está el Miguel Ángel Aguilar de aquel entonces, donde el Fernando Jáuregui, dónde el Jesús Cacho? En este momento dirigen medios digitales absolutamente ultramontanos cuya financiación no sé vosotros pero yo en la mayor parte de los casos la desconozco. El caso es que ahí están, y están influyendo: Periodista Digital, con Alfonso Rojo al frente, Libertad Digital, con Jiménez Losantos, Ok Diario… Es un panorama de gente que en otros tiempos hicieron un tipo de información bastante presentable y se han decantado directamente hacia el periodismo más militante y proultraderecha que se pueda elaborar.  

Al principio, cuando el fenómeno del 15M y tras la aparición de Podemos, se podía pensar que la intención era solo cómo conseguir que el nuevo partido no tuviera una relevancia que estaba claro que la tenía en la sociedad, se trataba de que no consiguiera tanta proyección pública como para que su mensaje calara y acabara convertido en votos. Pero a estas alturas no es solo eso: parece existir una apuesta clara porque los gobiernos de izquierdas no sean posibles y porque la derecha ultra y la ultraderecha continúen creciendo en este país. 

¿Por qué ha pasado esto, por qué da la impresión de que nadie sabe cómo ponerle solución? No ha ayudado mucho el overbooking que ha generado el exceso de facultades de Ciencias de la Información. Las facultades de Ciencias de la Información son uno de los mayores fraudes en materia educativa de este país. La mayor parte de la gente que llega a ellas lo hacen engañados. Hay más de sesenta facultades de periodismo que sacan al mercado varios miles de licenciados cada año en el mes de junio. No hay capacidad de absorber eso. Quienes inventaron las facultades de periodismo tal como existen hoy día, o se engañaron o estaban dispuestos a engañar. La necesidad de periodistas es mucho menor. 

¿En qué repercute que salga tanto licenciado a la calle? Fundamentalmente en que la carne de periodista se abarata, porque cada vez hay más gente dispuesta a trabajar gratis, cada vez hay más gente dispuesta a hacer prácticas como sea y alargar el período de prácticas y de hacer méritos el tiempo que sea necesario. Y lo que descubren a la larga es que han sido engañados, pero ya demasiado tarde. Salvo que entren en la dinámica de las reglas del juego que en estos momentos parece que no hay manera de evitar. A saber: la única manera que tengo de mantenerme en este oficio, de prosperar, y de no ganar una miseria de sueldo es probablemente demostrarle a los que tengo por encima que soy tan eficaz y tan buen soldado para la causa como ellos. 

Y así surgen los nuevos fenómenos del periodismo en la mayor parte de los medios actuales. ¿Quién se ha abierto paso últimamente en el diario El Mundo, en el ABC, quién se ha abierto paso en las tertulias? No sé, me lavaré la boca después de pronunciarlos, pero nombres como Javier Negre o como Jorge Bustos, que es lo que la mayor parte de la gente ahora parece ser que quieren ser. Hemos llegado a una situación donde hacer periodismo, contar las cosas que pasan y explicárselas a la gente, seguir teniendo conciencia de la esencia fundamental del oficio que es, como decíamos al principio, ser testigo de las cosas que ocurren y contarlas lo mejor posible, ya no es la prioridad. Ahora mienten como bellacos y no pasa nada. 

No es la prioridad en la prensa de papel, pero el problema es que todavía ha llegado a ser mucho peor en el mundo audiovisual. El papel que juegan la mayor parte de las radios de este país queda muy por debajo de las expectativas y de las necesidades de información cabal, justa y objetiva que necesita el ciudadano en estos momentos. Ocurre algo similar con las televisiones privadas, que las sufrimos cada día, y lo más lamentable de todo es que cada vez es peor también en las televisiones públicas. El reciente asesinato del equipo profesional que hasta hace unos meses pretendía hacer algo digno con Telemadrid lo hemos vivido en directo sin que nadie se preocupe excesivamente, sin que nadie se queje. Estamos viviendo una marcha atrás que tiene difícil solución. 

Las televisiones públicas contribuyen a empeorar el panorama de la información decente a la que nos debemos. Lo que se quiere contar en ellas no tiene nada que ver con el interés de los espectadores, tiene que ver con el interés de quienes se creen propietarios de esas televisiones. Lo somos nosotros, pero en la práctica lo son cada gobierno autonómico o el gobierno de la nación. Piensan que tener el dominio de la comunicación a través de la televisión pública forma parte del kit de haber ganado unas elecciones igual que lo es el tener el Boletín Oficial del Estado o de la autonomía en sus manos. 

Tampoco ha ayudado mucho la deriva de las redes sociales y su papel en la difusión de bulos, fakes y demás perversiones que han infectado el fenómeno de la comunicación política. Como me hacen indicaciones para que termine, lo haré señalando que no ha habido un interés serio, ni un compromiso, ni una decisión en el mundo del periodismo que se proponga buscar la manera de reconvertir, de reivindicar la posibilidad de que lo que ocurre en el mundo de la comunicación no esté solo en manos de los que en un momento dado gobiernan una institución, ni tampoco en manos de los bancos y grandes fondos que dominan los consejos de administración. En el mundo del periodismo, como se propuso en el 15M para la política, igual sería bueno funcionar de abajo arriba, existen proyectos e iniciativas en que se ha intentado, pero continúa siendo algo pendiente, ya sea por miedo, o por inseguridad, o por necesidades de supervivencia. O por mentalidad práctica, no sé, pero el caso es que no se ha acometido ninguna incitativa para poner pie en pared a todo esto.  

Se puede empezar por el cierre de las facultades. No es necesario ser licenciado en periodismo para ser buen periodista, basta con tener otra carrera y al acabar cursar un máster de un año; los becarios que he tenido conmigo, lo primero que me han dicho siempre es que donde verdaderamente aprendían era en la redacción y saliendo a la calle. que en la facultad ni les habían hablado de nada de lo que se encontraban cuando tenían que ponerse a trabajar. La solución, pues, empieza por la educación, continúa por la necesidad de luchar por los derechos, luego por denunciar las irregularidades y acaba por resistirse a aceptar como irremediable que las cosas sean como son.  

(Transcripción editada de mi intervención en la Uni de Otoño de Podemos el pasado domingo día 10 de Octubre) 

Publicado en "La Última Hora"

J.T.

sábado, 23 de octubre de 2021

La ultraderecha ataca al Papa; los obispos callan

El mundo al revés: cuentas de twitter del mundo de la izquierda haciéndose eco e incluso aplaudiendo según qué declaraciones del Papa Francisco, y tanto la derecha ultra como la ultraderecha españolas criticándolo o ninguneándolo, cuando no insultándolo sin recato alguno. No entiendo nada, pero lo que menos alcanzo a comprender es el silencio de los obispos españoles. 

El sábado 16 de octubre, durante su intervención vía zoom en el IV Encuentro Mundial de Movimientos Populares, el Papa defendió "un salario universal" y abogó por "la reducción de la jornada laboral" como medidas para un mayor acceso de todos al trabajo. Con esta propuesta, Bergoglio vino a redondear el mensaje que el día 1 de octubre había dirigido a la FAO durante la celebración del Foro Mundial de la Alimentación en el que textualmente afirmó: “Para la humanidad el hambre no es sólo una tragedia sino una vergüenza. Ante esta realidad, no podemos permanecer insensibles o quedar paralizados. Todos somos responsables".

¿Cómo queremos que diciendo estas cosas la ultramontana derecha española no ande cabreada con el Sumo Pontífice? Andan descolocados, los “pobres”, porque además del himno o la bandera, sin duda están convencidos de que el catolicismo es también patrimonio exclusivamente suyo. Les está complicando mucho el discurso tanto a ellos como a cuantos poderosos abusan de su posición:

“Pido a los medios de comunicación que terminen con la lógica de la post-verdad, la desinformación, la difamación, la calumnia y esa fascinación enfermiza por el escándalo y lo sucio”, escribió Francisco en su cuenta de twitter@Pontifex- el mismo día 16 de octubre echando más leña al fuego. Este Papa “es una catástrofe para la iglesia, un populista, se apresuró a proclamar Marhuenda en la tele esa misma noche. Y añadió: "Como católico, lo resistiré hasta que dios lo lleve a su sino y llegue un Papa que tenga la cabeza mejor ordenada"

Los ha dejado fuera de juego, pero en realidad lo que Francisco está haciendo no es ninguna novedad: viene de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), allá por 1891, cuando los Papas empezaron a publicar encíclicas sociales. En todas ellas, desde la Rerum novarum de León XIII hasta la Laborem excercens de Juan Pablo II, se encuentran presentes ideas como que “el trabajo está por encima de la producción” o que “toda propiedad tiene una hipoteca social”. Y en todas aparecen principios básicos como la dignidad del ser humano, el bien común o la solidaridad.

Lo que ha hecho Francisco es proporcionarle mayor altavoz a esta doctrina, reivindicarla, ponerla en valor, pero todo estaba ya dicho por algún Papa anterior. En la carta que envió a México para ser leída el 26 de septiembre durante los actos del Bicentenario de la Independencia no se decía nada que no se hubiera dicho antes: “Tanto mis antecesores como yo mismo, recordaba, hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización”.

En su cuenta de twitter, el sábado pasado Francisco debió decidir que era un buen día para completar el trabajo: además de leerle la cartilla a los medios de comunicación como ya hemos visto, decidió no dejar a nadie con poder sin su correspondiente admonición:

Pido a los gobiernos y a todos los políticos que trabajen por el bien común; a los fabricantes y traficantes de armas que cesen totalmente su actividad, a los grandes laboratorios que liberen las patentes, a las grandes corporaciones alimentarias, que dejen de imponer estructuras monopolistas de producción y distribución. A los grupos financieros y organismos internacionales de crédito, pido que permitan a los países pobres garantizar las necesidades básicas…." Y así sucesivamente hasta completar una docena de tuits donde no dejó títere con cabeza.

Pero ni siquiera aquí había nada nuevo, porque estas admoniciones se pueden encontrar en la encíclica “Fratelli tutti” publicada hace ahora un año, en la exhortación apostólica “Evangelii gaudium”, de noviembre de 2013, o en la encíclica “Laudato si de 2015, dedicada a la ecología. Tanto en estos como en otros muchos escritos Francisco denuncia ya la existencia de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera.

Lo único novedoso es que el Vaticano decida trasladar todo esto a las redes sociales aumentando así tanto su repercusión como el escozor producido a la mayoría de los hooligans de la ultraderecha española. Que los medios españoles, teniendo en cuenta en manos de quiénes están, permanezcan callados puede entenderse, pero los jerarcas de la Iglesia católica… ¿qué hacen ellos puestos de perfil? ¿qué hacen viendo pasar los días sin decir esta boca es mía?

Omella, Osoro y Argüello
Consulto la cuentas de twitter de Juan José Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal: ni un solo retuit a las peticiones de su jefe directo; tampoco en la cuenta de Carlos Osoro, arzobispo de Madrid. Y eso que ambos son, al menos sobre el papel, las personas de confianza colocadas por Bergoglio al frente de la Conferencia Episcopal. Ninguna referencia tampoco en la cuenta institucional, ni en la de Luis Argüello, secretario general, aunque este sí salió a la palestra para reclamar que se leyera la carta completa del Papa a los mexicanos antes de criticarla. Por lo demás, nada de contestar a las arremetidas ultras. Silencio. ¿Alguien me lo puede explicar?

Al final vamos a tener que resignarnos viéndole la parte positiva. Por lo menos no están echando leña al fuego ni apoyando públicamente los desafueros de Marhuenda, Ayuso, Espinosa de los Monteros, Aznar y compañía. Algo es algo. Porque algunos obispos me conozco yo que estarían encantados, si tuvieran poder en estos momentos, de irrumpir en escena y soltar cuatro frescas en esa línea.

No estaría mal que la plana mayor de los obispos españoles, en teoría todos ellos de la confianza de Francisco, salieran ya de sus madrigueras y se pronunciaran claramente contra esta especie de cruzada de las ultraderechas contra un Papa al que ahora solo parece defender la izquierda. Que tampoco es eso, ni tanto ni tan calvo. Cuanto antes acabemos con esta esquizofrenia mejor, ¿no les parece?

J.T.

viernes, 22 de octubre de 2021

Lo que han hecho con Alberto Rodríguez no tiene nombre


Lo de Alberto Rodríguez es el caso de lawfare (guerra jurídica) más vergonzoso que podía llegar a producirse. Pero se ha producido. Una infamia de libro. Me cuesta creer que tamaño dislate sea cierto y no una historia de ficción producto de una mente calenturienta demasiado pasada de vueltas.

¿De verdad no les da vergüenza? Quienes le han quitado el acta al diputado de Unidas Podemos Alberto Rodríguez, ¿saben que van a pasar a la posteridad como actores de una tropelía sin pies ni cabeza?

Repasemos brevemente el esperpento que nos ha traído hasta aquí: un señor que en el futuro iba a pertenecer a un partido por entonces inexistente, participa cierto día de hace más de siete años en una protestar ciudadana en Tenerife, su tierra natal, donde al parecer se producen enfrentamientos entre la policía y los manifestantes.

Cuando se funda ese partido, y nuestro hombre decide participar en política a través de la formación recién nacida, le proponen presentarse a diputado por su circunscripción provincial y hete aquí que sale elegido.

Su llegada al Congreso de los Diputados en enero de 2016 ya provocó cierta alergia entre los biempensantes de toda la vida. Alberto es alto, por lo que su abundante pelo y su peculiar peinado con rastas no pasa desapercibido. Alguna diputada eterna como Celia Villalobos y alguna periodista más eterna todavía, como Pilar Cernuda, difunden que huele mal. “A mí me da igual que lleve rastas, llega a decir Villalobos, pero que las lleven limpias para no pegarme piojos”.

El talante educado de nuestro hombre, su bonhomía y su capacidad de trabajo hacen que en poco tiempo los prejuicios y las groserías desaparezcan o pasen a segundo plano en el Congreso de los Diputados. Trabaja en comisiones donde la complicidad con sus colegas de todos los grupos es absoluta.

Uno de los congresistas que comparte tareas durante un tiempo con él, un diputado gaditano del PP, abandona su escaño para presentarse a las elecciones andaluzas y el día de su despedida, en diciembre de 2018, Alberto Rodríguez emociona al hemiciclo desde la tribuna de oradores: “Es usted una buena persona, señor Candón, y le pone calidad humana a este sitio”. También en su partido desempeñó funciones importantes, durante una buena temporada fue secretario general de Podemos, cometido que llevó a cabo con discreción y eficacia, y en el que obtuvo el reconocimiento de sus compañeros.

Pero mire usted por dónde, en la Brunete judicial y mediática encontraron un resquicio insignificante pero por donde vieron la posibilidad de meterle mano. Y se pusieron a la faena. En aquella manifestación en la que Alberto participó en Tenerife mucho antes de que nadie pudiera imaginar que algún día podía acabar siendo diputado, un policía asegura haber recibido una patada suya.

Ya tenían por dónde pillarlo. Así que, sin perder un minuto se decretó la caza y captura. Da mucha pereza tener que entrar en pormenores y triquiñuelas burocráticas ante un asunto que el más mínimo sentido común puede desmontar desde el minuto uno. Pero como todo el mundo sabe y en esta historia hemos constatado, una cosa es el sentido común y otra muy distinta los atropellos que permite la legislación según cómo y quién la ponga a funcionar y la interprete. Así que la maquinaria para acabar con Rodríguez se pone en marcha según el siguiente guión:

- Buscamos la manera de empurarte. 
- El asunto está pillado por los pelos, pero lo sujetamos bien para que no se caiga.
- No existen pruebas concluyentes, pero ya veremos.
- El testimonio en contra es ridículo, pero nos vale.
- En resumen: que hemos decidido empurarte y te empuramos. Un mes y quince días de cárcel, vale te lo perdonamos a cambio de 9.000 pesetas (lo de los 540 euros no se entiende si no es traduciéndolo a pesetas donde los números, en su día, eran redondos)
- Te perdonamos la cárcel pero de diputado te largas, que eres un condenado, chaval.
- La presidenta del Congreso, previa consulta a los letrados del Congreso que días antes habían dicho que Alberto no tenía que abandonar su escaño, traga y lo echa, aunque no parece que con demasiada mala gana.

Un desenlace propio del más cutre país bananero acaba teniendo lugar, aquí y ahora, en una de las democracias europeas presuntamente más consolidadas.

Nos salva pertenecer a Europa. Si no fuera así el lawfare, los fakes, los bulos y las cloacas acababan con el país en un plis-plas. Pero no lo van a conseguir. Porque se pondrán en marcha cuantos recursos hagan falta, Estrasburgo incluido y al final, aunque tengan que pasar más años de los que nos gustaría, quedará en evidencia la el abuso, la arbitrariedad, el despotismo, el atropello…

¡Qué vergüenza!, ¿cómo le explico yo todo esto a mis amigos belgas y daneses sin que ellos acaben cachondeándose de mí y recordándome, como suelen hacer cada vez que me quieren tocar los cojones, que España es más África que Europa? Mucho me temo que esta vez llevan toda la razón.

J.T.

Publicado en "Confidencial Andaluz"

domingo, 17 de octubre de 2021

El cabreo de Sánchez Galán


Hay élites que se atreven a amenazar a la ciudadanía cuando se toman medidas valientes para proteger a la gente. Es lo que hizo José Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, cuando hablaba de cerrar nucleares o liquidar plantas fotovoltaicas de manera temporal, cuando vació embalses en verano o cuando, ofendidito él, se despacha a gusto en declaraciones a tumba abierta: “Con extremistas dentro del Ejecutivo no se puede gobernar"; "lo que no puede ser es que el Gobierno tenga a la oposición dentro del propio Gobierno", ha soltado últimamente, entre otras lindezas. 

Sánchez Galán, 71 años y presidente desde hace quince del segundo grupo de producción eléctrica de España, es uno de los prebostes del Ibex 35 (con Francisco Reynés, presidente ejecutivo de Naturgy y José Damián Bogas, consejero delegado de Endesa entre otros muchos) que se resisten a dejar de pasearse por el país como si este fuera de su propiedad, subidos a nuestros lomos, acostumbrados a levantar teléfonos y conseguir que al instante se cumplan sus deseos.  

Como se sabe, el Gobierno de coalición aprobó en Septiembre un plan de choque con medidas “temporales” para combatir la desbocada subida del precio de la luz. Además de reducir impuestos a los consumidores, la medida incluye recortar los llamados “beneficios extraordinarios” que las eléctricas obtienen por vender energía barata (hidráulica, renovable o nuclear) al precio de la más cara (gas natural). Y ahí es donde Galán -y compañía- se ha rebelado. Tras poner el grito en el cielo nombró vicepresidente, con nocturnidad y una buena ración de alevosía, a un taimado socialista harto de pasearse por los platós durante años presumiendo de honestidad y buen hacer. Hasta que al muchacho le tocó la lotería. Un escándalo. 

Por si el nombramiento de Antonio Miguel Carmona no era ya suficiente tocada de narices al Gobierno de coalición, Sánchez Galán continuó dando rienda suelta a su desaforada locuacidad, hasta ahora poco conocida para el común de los mortales: “Esto no puede ser”; “los inversores se marchan de España por la inseguridad jurídica”; esto es “intervencionismo”; solo nos traerá “inestabilidad”; “se han roto las reglas del juego…” 

La verdad es que las reglas del juego no se han roto ni mucho menos, como clama Galán a los cuatro vientos pero aún así… ¿qué pasaría si se rompieran? ¿Acaso en países de la Unión Europea como Francia, Italia, Suecia, Países Bajos o Suiza no cuentan con compañías eléctricas que tienen participación pública y la cosa funciona estupendamente? ¿Acaso desconoce el señor presidente de Iberdrola que en el 2016, solo el 38% de la potencia eléctrica del mundo, instalada o en construcción, estaba en manos completamente privadas? 

Pero en España, según el malacostumbrado preboste, que las eléctricas cuenten con participación pública o que exista una empresa pública de energía, es adoptar “medidas radicales”. Como le contestó Ione Belarra, “lo verdaderamente radical es que tu empresa gane 1.531 millones de euros en el primer semestre de 2021, y que tú personalmente te embolses más de 12 millones de euros en 2020, mientras tu país vive la peor crisis económica en 100 años y los hogares pagan una factura de la luz estratosférica". 

Este jueves pasado, el Gobierno ha conseguido revalidar en el Congreso el decreto que aprobó el mes pasado en Consejo de Ministros lo que, entre otras cosas, se traducirá en recortar aproximadamente unos 2.600 millones de euros de los “groseros” beneficios (Yolanda Díaz dixit) que se embolsan las eléctricas. Y claro, Sánchez Galán y sus colegas están que se suben por las paredes porque la impunidad de sus empresas, como la de tantas otras del Ibex 35, es toda una tradición en este país. Con políticos “giratorios”, periodistas pelotas y empresas de comunicación comiéndoles siempre en la mano y bendiciendo la generosa morterada que reciben puntualmente, sobre todo a través de “mamá Publicidad”.

Sánchez Galán parece estar actuando como el ariete de los poderes de siempre que no quieren que este país acabe siendo una democracia real. Por fin el común de los mortales les está poniendo cara a él y a algunos de sus colegas, hasta ahora casi siempre manejando los hilos desde la sombra. Son parte de esa gran familia que en su día decidió crear un “Podemos de derechas” al que acabó saliéndole el tiro por la culata. Quiero creer que se trata solo de un momento de histeria, de esos que preceden al sosiego y la templanza. Acabarán entendiéndolo, aunque sus bolsillos se llenen un poco menos, que tampoco será tanto ni para tanto, ya verán.  

Apostar por la nacionalización de empresas estratégicas no es una propuesta radical, es recuperar algo que existió en nuestro país durante mucho tiempo y cuya desaparición solo ha conseguido que las cosas vayan a peor desde entonces para el común de la ciudadanía. Apostar porque la gente viva mejor, porque suministradores de bienes de primera necesidad dejen de hacer con los precios lo que les dé la gana, no es una actuación radical. Es combatir la desigualdad y quizás contribuir a que exista un poco menos de injusticia.  

Además, por mucho que Sánchez Galán se cabree, la cosa tampoco acabará siendo como para tirar cohetes ¿O sí? 

J.T.

sábado, 16 de octubre de 2021

Los medios como altavoces de las gamberradas ultras


Aunque han pasado unos cuantos días, conviene hacer hincapié en la gravedad del asunto. En el desorbitado altavoz que el comportamiento de unos cuantos gamberros, pocos y lejanos, acabó consiguiendo durante los actos institucionales del pasado 12 de Octubre.

Quienes promovieron los gritos, los insultos y los silbidos contra el presidente del Gobierno de coalición no lograron ensombrecer la ceremonia, pero sí que así lo pareciera a juzgar por cómo se contó en según qué medios. Montamos el pollo, debieron plantearse, y ya verás cómo nos aseguramos la apertura en los informativos; largamos unos cuantos insultos a Pedro Sánchez, le dedicamos una sonora pitada y aunque seamos cuatro gatos seguro que pican y nos sacan por delante de cualquier otra noticia, aunque esté cayéndose el mundo. Con Tve acertaron de lleno. La televisión pública picó (o no) y entró al trapo con todo. La redactora, es un decir, que hizo el directo apareció en plenos titulares calificando la protesta de “contundente”, y tanto la eterna presentadora como el off de la pieza donde se resumía el acto redondearon la fechoría afirmando que la protesta de aquellos descerebrados había “marcado” el acto.

Ni siquiera la amarillista Telecinco le otorgó a los insultos dedicados a Sánchez algo más que una oración subordinada ya en el minuto tres, después de abrir con las novedades en el volcán de la Palma, que esa mañana había incrementado su fuerza; algo parecido sucedió en La Sexta. En Telemadrid se preocuparon más por la exaltación de Ayuso que por menoscabar a Sánchez. En Antena Tres, donde se las suelen gastar finas a la hora de referirse al Gobierno de coalición, informaron esta vez de una manera mucho más profesional que en Tve. Vicente Vallés, por lo general beligerante de guardia, relegó esta vez los silbidos al presidente al minuto ocho del informativo que dirige y presenta. No los citó en titulares, cuando se refirió a ellos contextualizó el hecho de manera impecable y apostó por destacar el perfil institucional del acto rematando con unas declaraciones en las que Margarita Robles descalificaba a los alborotadores. Si no lo veo no lo creo.

¿Qué demonios pasa en Tve para que, no ya desde un punto de vista político, sino estrictamente informativo, la crónica de los actos del Día de la Hispanidad fuera la peor de las ofrecidas en cualquier otra televisión? ¿Tan difícil era explicar, por ejemplo, que “varios energúmenos habían intentado reventar la ceremonia y no lo consiguieron”? ¿Tanto cuesta contarlo así?

Como escribió Gaspar Llamazares en su cuenta de twitter, “una cosa es rechazar la televisión gubernamental y otra que, en vez de neutral, sea antigubernamental.

Los periódicos del día siguiente, salvo El Mundo y ABC”, que cada día andan más desmelenados, se hicieron eco del asunto, claro, pero con mesura y profesionalidad. El nuevo diario recién nacido, El Periódico de España, ni siquiera mencionaba el acto en primera página. Y Ángels Barceló, a las seis de la mañana del miércoles, iniciaba su programa Hoy por hoy de la Cadena Ser con estas breves y contundes palabras: "Ni hoy, 13 de octubre, ni ayer, 12 de octubre. Nosotros no, nosotros no gritamos ni insultamos. Nosotros entendemos la libertad de otra manera". Pues eso.


Circula por las redes una viñeta que resume a la perfección el comportamiento frecuente de la mayoría de los medios cuando, por ejemplo, están cubriendo una concentración de miles de personas que discurre pacíficamente. Basta que un desquiciado decida aporrear un automóvil para que todas las cámaras se vuelvan hacia el alborotador y se olviden de todo lo demás. Hay que reflejar el hecho, claro que sí, pero la perversión está en la edición posterior, en la sobrevaloración de la anécdota por encima de cualquier otra cosa que esté sucediendo, por mucha envergadura e importancia que esta tenga. Cuando el sabotaje de unos cuantos exaltados consigue acaparar así el mayor protagonismo, alguien ha caído en la trampa, alguien ha perdido el foco. O ha querido hacerlo tal como se hizo en el TD1 de manera descarada y en el TD2 levantando un poquito el pedal, pero tampoco demasiado.

La televisión pública tendría que limitarse a ayudar al espectador a sacar sus conclusiones y no adornar las informaciones con adjetivos ni juicios de valor. Eso contribuye a aumentar los decibelios de la crispación y no es ni servicio público, ni equilibrio, ni reflejo cierto de los hechos. No puede ser que los maleducados acaben marcando el paso de las cosas que se cuentan. Los gamberros no pueden actuar contando con que sus desmanes tienen altavoz asegurado no solo en los medios afines sino en la mismísima televisión pública que, al menos sobre el papel, no debe ni puede ser un medio afín a ninguna sensibilidad política.

Como comentaban el otro día unos amigos, "es la primera vez en más de cuarenta años de democracia que la televisión pública se dedica a desautorizar al Gobierno mientras le da voz a las ultraderechas", pero claro, “se ve que a Sánchez, lo de conseguir ser secretario general del PSOE y presidente del Gobierno teniendo todo el viejo aparato en contra le debió saber a poco. Ahora el siguiente reto, tras el espaldarazo que recibirá este  este fin de semana en el congreso de su partido, puede que sea ganar las próximas elecciones incluso con Tve en contra”. Capaz es.

J.T.

sábado, 9 de octubre de 2021

Los alquileres y la insumisión del PP


Hiciera lo que hiciera el Gobierno de coalición para intentar contener el precio de los alquileres, estaba más que cantado que Pablo Casado y su cuadrilla saldrían inmediatamente en tromba para condenar la propuesta y meterle el miedo en el cuerpo al personal a pesar de que la medida afectará básicamente a los propietarios de más de diez pisos, o a aquellos inmuebles que se encuentren en una zona en la que las rentas se consideren disparadas. A pesar, también, de que saben de sobra que el jubilado que complementa su pensión con el alquiler de un piso en propiedad no tiene nada que temer.

¡Desobediencia, insumisión!, proclamaron a los cuatro vientos apenas salió la noticia sin molestarse siquiera en conocer antes la ley. No la aplicaremos, pregonaron inmediatamente las comunidades gobernadas por el PP; recurriremos al Constitucional, anunciaron a todo correr para evitar que se les adelantara Vox; no haremos nada, advirtió el alcalde de Madrid, el mismo que en su programa electoral prometió medidas algunas de ellas similares a las ahora anunciadas. La fórmula Montoro aplicada a toda máquina una vez más: que todo se vaya al garete, no importa, cuando volvamos al poder ya los arreglaremos nosotros. A su manera, claro.

Por supuesto, Casado tampoco desaprovechó este asunto para exhibir una vez más la desvergüenza y el desahogo con que anda por la vida: se fue a los dominios de Ana Rosa, una de sus entrevistadoras-alfombra favoritas, y soltó la siguiente perla: “No es una cuestión de dar ayudas, solo, que además suelen incrementarse en el precio del alquiler, sino que se trata de dar seguridad jurídica para que los inversores vengan y que los jóvenes tengan empleo, porque si tienes un trabajo y una nómina puedes acceder al alquiler.”

Mentira, Pablo, y tú lo sabes, porque si no lo sabes tendrías mucho más delito. Un trabajo y una nómina no garantizan a día de hoy en España el acceso de un joven a una vivienda. Una de cada tres personas de entre 25 y 35 años cobra, según el Instituto Nacional de Estadística, menos de mil euros netos mensuales cuando logra tener un trabajo. Así que, en las ciudades llamadas “tensionadas”, una persona joven sola no consigue alquilar un piso ni loca. En el caso de las parejas, uno de los sueldos se lo lleva enterito el alquiler, o más. Y eso si se trata de contratos fijos, no temporales. Sumado a que cada vez son más los documentos que hay que presentar previamente: avales, acreditación de solvencia, fianzas desmesuradas, comisión de la agencia…

Mientes, Pablo Casado, Madrid, Barcelona y otras ciudades están llenas de jóvenes con trabajo que necesitan juntarse de cuatro en cuatro para alquilar un piso y conseguir así que les quede algo para vivir. Si no sabes esto, lárgate ahora mismo de donde estás en lugar de ir por ahí instando a los demás a que se vayan.

Claro que lo que propone el Gobierno de coalición tampoco es la panacea por mucho que, por fin, se consiga poner el problema encima de la mesa. Según reconoció la ministra Raquel Sánchez, a cuyo cargo está el negociado de la vivienda, las ayudas de 250 euros al mes durante dos años apenas llegarán a unas cuarenta o cincuenta mil personas. Una cifra muy lejana de los casi seiscientos mil jóvenes que tienen menos de 35 años y cuyos sueldos les obligan a vivir en alquileres precarios. Y eso teniendo en cuenta, además, que el comienzo de este tipo de ayudas podría no llegar hasta el año 2023 o más.

Es verdad que el Gobierno ha dado un paso serio para intentar atajar tanto disparate con medidas como la ampliación del parque de vivienda pública de alquiler o subir el IBI a quienes mantengan los pisos vacíos, pero será difícil notar los efectos a corto plazo, sobre todo si el PP no deja de colocar palos en las ruedas solo por joder, porque se trata de medidas que no han puesto en marcha ellos. Ignoran así, además, al porcentaje de población joven que vota PP y que también encuentra las mismas dificultades para pagar el alquiler que cualquier otra persona de su edad.

Hacer de la vivienda una cuestión más de choque político permanente es pegarse patadas no entre la oposición y el gobierno, sino en el culo de uno de los segmentos de la ciudadanía que más está sufriendo las consecuencias de estos tiempos tan revueltos y confusos.

No quiero ni imaginarme lo que pasará cuando, de una vez por todas y tal como prometió cuando firmó el pacto de coalición Pedro Sánchez, con sus ministros socialistas, se deje de rodeos y acometa de una vez (¿o no lo hará nunca?) la derogación de la ley mordaza y la de la reforma laboral entre tantas otras cosas como todavía quedan pendientes.

J.T.

domingo, 3 de octubre de 2021

El volcán y los periodistas


Menos mal que no ha habido víctimas mortales. No es casualidad. El mérito tiene nombres y apellidos, los de todos aquellos profesionales que se dedican a calcular, prever y adelantarse a este tipo de acontecimientos. Son técnicos, expertos, funcionarios de los servicios públicos… A todos ellos se debe que los desalojos se pudieran realizar en tiempo y forma, que no existieran falsas alarmas, que no cundiera el pánico. Parece fácil pero no lo es, por mucho que sea su trabajo. No todos los días nos visita un volcán como el de La Palma.

Lo que ocurre en Cumbre Vieja desde el domingo 19 de septiembre movilizó inmediatamente a los medios de comunicación, que mandaron allí primeros espadas como Susana Griso o Pedro Piqueras dispuestos a hablarle de tú a la lengua de lava y acercarse a trozos de roca hirviendo como si fueran el balón en el patio del recreo. Un “aguerrido” reportero llegó incluso a quemarse, levemente, menos mal, por pasarse de intrépido jugando con fuego, nunca mejor dicho; una desahogada tertuliana metida a reportera se paseaba por las calles buscando gente que “lo estuviera pasando muy mal”…

Fueron muchos los que perdieron los papeles los primeros días. Algunos incluso puede que hasta se decepcionaran: ¿cómo, un fenómeno de esta magnitud y no hay ni un muerto? ¡Menuda contrariedad! Tardaron unos días en serenarse los ánimos hasta que por fin parecieron darse cuenta de la enorme trascendencia que tenía lo que estaba sucediendo. Tardaron en acercarse con respeto a lo que de verdad importaba: los afectados y sus perspectivas de futuro, sus cosechas, sus casas, sus hipotecas, su ropa, sus recuerdos, sus historias personales…

Estuve en La Palma a comienzos de este año, en la Caldera de Taburiente, en el observatorio astronómico, también en el centro de visitantes del volcán de San Antonio, que realizó su gran erupción en el año 1677. Recorrí el borde de su enorme cráter, completamente redondo, desde donde puede contemplarse cómo crecen los árboles en su interior y desde donde se observan también los efectos que en 1971 produjo la erupción del cercano Teneguía. El vértigo me pudo y no conseguí terminar el recorrido. Me puse a imaginar los momentos en que aquello fue furia y fuego sin sospechar, ni por lo más remoto, que apenas ocho meses después iba a ocurrir algo similar solo unos kilómetros más al norte de donde me encontraba de excursión aquel 18 de enero.

Me hospedé en Tazacorte y más tarde en Los Llanos de Aridane. El autobús que me llevó de excursión desde allí hasta Fuencaliente, última parada antes del volcán de San Antonio, efectuó el trayecto en apenas un cuarto de hora. Hoy ya no existe esa carretera, ni la que conectaba con Puerto Naos o La Bombilla, zona esta última nacida tras la erupción en 1949 del volcán San Juan. Pisas por esas zonas e intentas imaginarte cómo debió ser aquel proceso, y mira por dónde estos días la lava, con esa capacidad hipnótica que transmite mientras arrasa y sepulta construcciones hasta desembocar en el mar creando tierra donde no la había, se está encargando de contestar todas las preguntas que me hice por aquellos días.

Me acuerdo de los lugares donde desayunaba, las personas que me atendían en el supermercado, mi casera de Tazacorte, tan contenta ella porque el índice de afectados por Covid en la isla era mínimo, ¿qué será de sus vidas ahora? Me los imagino con las ventanas cerradas, confinados como no lo estuvieron durante la pandemia, saliendo solo de vez en cuando para limpiar de cenizas el patio y la azotea…

¡Un volcán! ¡Madre mía! Por mucha importancia que nuestra propensión al escepticismo le quiera quitar, se trata de algo excepcional que certifica lo poca cosa que somos. Por eso me produce tanto rechazo la tendencia a trivializar que según qué medios de comunicación exhiben cuando informan de lo que está ocurriendo en La Palma.

La noche en que la lava llegó al mar fue un momento en cambio, esa noche sí, de periodismo en estado puro. Envidio a colegas como Lucía Sanagustín (Tve) o Juanjo Cuéllar (La Sexta) por estar allí en ese momento encadenando un directo con otro y saludo el buen hacer de ambos, brindándonos unas crónicas de alcance tan impecables informativamente como respetuosas desde el punto de vista humano.

La preciosa isla de la Palma y sus entrañables habitantes no merecen que los compadezcamos. Lo que precisan es respeto, porque lo que les ha pasado es muy gordo. Qué menos que contarlo con consideración y de la manera que más pueda contribuir a ayudarles. Tenemos que serles útiles. El periodismo cumple una función de servicio público y este es uno de esos momentos en que hay que demostrarlo. En lugar de informativos kilométricos estos primeros días quizás baste con menos minutos en la escaleta como hace Tve, pero cuando el morbo, y en consecuencia las audiencias, empiecen a disminuir, también habrá que estar ahí. Porque en ese momento, cuando desaparezca la magia y la fascinación, la información seguirá siendo necesaria. Y útil.

A las imágenes hipnóticas de los drones, espectaculares, les sucederán en breve muchas historias que contar a pie de calle. Historias llenas de interés humano cuya relevancia irá creciendo a medida que los buitres del periodismo vayan abandonando la isla. Como decía al principio, menos mal que no ha habido víctimas mortales.

J.T.

Publicado en Confidencial Andaluz

¿Tendremos garantizadas las pensiones?


Con esto de las pensiones no puedo evitar continuar con la mosca detrás de la oreja. A ver si yo lo entiendo: el ministro que este jueves en el Congreso, frente a una enmienda a la totalidad del PP, defendió el anteproyecto de ley de garantía del poder adquisitivo de las pensiones, ese ministro llamado José Luis Escrivá ¿es el mismo que pocos días antes, en el diario Ara, había disertado sobre la posibilidad de extender la edad de la jubilación hasta los 75 años, por mucho que intentara matizarlo después sin demasiado éxito? 

Si de verdad se va dejar garantizado el poder adquisitivo de las pensiones, y dado que la inflación interanual anda ya este ejercicio por el cuatro por ciento, ¿significa esto que en enero del 2022 subirán las pensiones ese cuatro por ciento? Hasta que no lo vea no me lo creeré. 

El Escrivá que discrepa abiertamente con Yolanda Díaz, el Escrivá que se molesta cuando su compañera de gabinete le pide cautela, ¿es el mismo que ha defendido en sede parlamentaria poner en marcha los trámites para aprobar, antes de que acabe el año, una ley que le quite el miedo a los pensionistas? ¡Pues vaya! 

Veremos. En principio parece que se ha superado el primer escollo; la enmienda del PP fue derrotada porque 194 diputados votaron a favor de tramitar la ley y 11 se abstuvieron. Las derecha y la ultraderecha fueron derrotadas. De momento. Ahora llega el tedioso capítulo de las enmiendas parciales y ahí se me vuelven a abrir las carnes ¿qué quedará al final del texto inicial? Según Escrivá, será “debatido y mejorado”, pero ¿qué querrá decir exactamente “debatido y mejorado” en boca de un ministro que cada vez que habla acaba poniéndonos de los nervios? 

Miedo me da. Si de verdad va a ser mejorado, ¿a qué viene tanto globo sonda? Cuando la ley salga aprobada definitivamente, si es que ese momento llega, insisto: ¿qué quedará del texto pactado con los sindicatos y la patronal el pasado uno de julio y aprobado el 24 de agosto en consejo de ministros? La insinuación de apostar por “un cambio cultural en España para conseguir que se trabaje más entre los 55 y los 75 años” precedió en pocas horas a la intervención de un renacido Mariano Rajoy el lunes día 27, durante la primera jornada de una convención itinerante que el PP ha paseado por España toda la semana. 

Dirigiéndose a Pablo Casado, Rajoy no se anduvo por las ramas durante su intervención en Santiago de Compostela: “Creo que liquidar el factor de sostenibilidad (0,25% de aumento anual) y volver otra vez a la indexación (garantía de mantener el poder adquisitivo) de las pensiones al IPC es una equivocación –afirmó el ex presidente del PP y del Gobierno- y eso ahora para lo único que va a servir es para que dentro de poco haya que cambiar otra vez la ley. Supongo que la tendrás que cambiar tú, igual te hacen otra huelga pero es que no te va a quedar otra”. Y añadió: “Sinceramente creo que es un error y sobre todo viniendo de quien sabe positivamente que es un error”.  

¿Quién, según Rajoy, sabe “positivamente” que es un error? ¿se refiere a Escrivá? Pues estamos apañados, porque no creo que al expresar esto estuviera pensando en Pedro Sánchez. Lo dicho, los pelos de punta. Me gustaría que los entendidos en la materia me explicaran qué es lo que no se nos está escapando a los profanos. 

Cuando el Gobierno dio luz verde a la tramitación de esta ley en el primer Consejo de Ministros tras las vacaciones de verano la portavoz, Isabel Rodríguez, aseguró que se trata de una reforma que "recupera el diálogo social" y proporcionará "tranquilidad a los pensionistas de hoy y de mañana"; que además de garantizar el poder adquisitivo, contiene también medidas de refuerzo de la sostenibilidad financiera y social del sistema público de pensiones. Si eso es así de verdad, ¿a qué vienen tantas reticencias? ¿por qué hay alguien empeñado en “decir Diego donde antes se dijo digo”?  

El proyecto parece que garantiza que el importe de las pensiones se revalorizará cada primero de enero según el IPC de los doce meses anteriores. La edad de jubilación quedará fijada (de momento) en los 67 años, pero ya se va a proponer ofrecer “propinas” de hasta 12.000 euros anuales a quienes opten por continuar trabajando después de esa edad. En fin… 

Hay que tener en cuenta además que quedan aún flecos pendientes de pactar antes del 15 de noviembre con los agentes sociales, y que los apoyos políticos necesarios para sumar mayoría absoluta cuando llegue la votación definitiva tampoco están asegurados. O sea, que todo pende de hilos demasiado finos, sobre todo si tenemos en cuenta que aún queda pendiente un segundo paquete de reformas. Sabiendo eso, se entienden mejor los globos sonda de Escrivá. No olvidemos que ya antes del verano nos puso en alerta cuando advirtió de que los nacidos entre 1960 y 1975 (los llamados “babyboomers”) tendrían que asumir "un pequeño ajuste en su pensión". Otro “teórico” desliz que le obligó a recular a la vista de la enorme polvareda que originó. 

A esos “lapsus” hay que añadir también el lío con el llamado “período de cómputo”. Quizás recuerden cuando a Escrivá se le ocurrió insinuar la posibilidad de ampliar hasta los últimos 35 años de vida laboral (ahora son 25) el tiempo de cotización con el que se calcula la cifra que el trabajador cobra una vez jubilado. Si no salió adelante (de momento, claro) fue por la oposición frontal que encontró tanto en Unidas Podemos como en los sindicatos. 

En una palabra, que están empeñados en meterle mano a las pensiones y, si por ahora se les consigue parar los pies un poquito, puede considerarse casi un milagro. Ahí quedan, flotando en el aire, las palabras de Rajoy el lunes y las amenazas de tantos otros “popes” como Christine Lagarde, quien en su día respaldó un estudio del FMI, la institución que preside, en el que al hecho de vivir más de la cuenta se le denomina “riesgo financiero”. En resumen, que si somos ciudadanos considerados, deberíamos aceptar la rebaja de las pensiones y morirnos pronto para que el show y la orgía económica liberal puedan continuar.  

J.T.

Publicado en LUH Noticias

Publicado en LUH Noticias

sábado, 2 de octubre de 2021

Las peligrosas amistades de Pablo Casado

Cada vez que monta un circo le crecen los enanos, aunque tanta salida de tono junta no puede ser una casualidad. Más que para reforzar su posición, las “estrellas” que a lo largo de la semana que ahora acaba han ido interviniendo en la convención itinerante del Partido Popular parecen haber sido elegidas para dinamitarla.

El primer tiro en el pie de Pablo Casado lo disparó un resucitado Mariano Rajoy el lunes en Santiago de Compostela cuando vino a reconocer que la corrupción (algo con lo que, como es bien sabido, él no tuvo nada que ver) está en el origen del crecimiento de lo que llamó “partidos populistas y partidos contagiados por los populistas”.

El martes 28 en Valladolid Vidal Quadras, fundador de Vox tras abandonar el PP en 2014, reapareció en la convención de su antigua casa para insistir en las tesis que en su día le hicieron marcharse: “Cuando todavía escucho a destacados dirigentes del PP afirmar que el Estado de las autonomías es la historia de un éxito –dijo-cuesta sobreponerse al estupor, a estas alturas de la historia, de semejante ceguera”.

Ciego no sabemos pero sordo desde luego sí que pareció Casado ante “semejante cuestionamiento” de la Constitución. Permaneció tan impasible y se quedó igual de callado que este verano en Ávila, en otro cónclave pepero, cuando Ignacio Camuñas, también fundador de Vox, proclamó que “lo que ocurrió en el 36 no fue un golpe de Estrado” y a continuación se despachó a gusto proponiendo la desaparición de los partidos autonómicos del Congreso de los Diputados e instando a Casado a conseguirlo cambiando la ley de Régimen Electoral apenas el PP vuelva al gobierno: Es muy fácil, Pablo, solo tienes que añadir un parrafito en la ley de Régimen Electoral, artículo 5-6 creo que es, luego te lo digo. Para hacerlo basta con 176 votos”.

Suma y sigue: el miércoles en Madrid el as en la manga del día fue Nicolas Sarkozy, a quien Pablo Casado presentó así: “Lo que queremos hacer es tomar los buenos ejemplos de gestión –dijo sin pestañear mientras miraba arrobado al ex presidente francés-, los buenos ejemplos siempre basados en los principios y valores compartidos…” Veinticuatro horas después, un tribunal francés hacía pública la condena de un año de cárcel contra semejante adalid de “los buenos ejemplos” por financiación ilegal de la campaña electoral del 2012. A partir de ahora tendrá que llevar durante ese tiempo un brazalete electrónico que monitorice sus movimientos. Aunque se libre de la cárcel, con esa medida queda señalado como un delincuente. Se trata de la segunda sentencia de cárcel en los últimos siete meses contra Sarkozy, que ya fue condenado a tres años de prisión –uno de ellos, firme– por haber intentado corromper a un juez en otro asunto judicial. “Principios y valores compartidos”, ¡qué estupenda ocasión para permanecer callado desperdició una vez más el líder del PP! 

Por si no era suficiente el jueves, en Sevilla, José María Aznar y Mario Vargas Llosa elevarían un poquito más el listón de los desafueros. El primero mofándose del presidente de México: “dice usted que España tiene que pedir perdón… y usted cómo se llama? Andrés Manuel López Obrador, ¿Andrés por parte de los aztecas, Manuel por parte de los mayas? ¿y López qué es, una mezcla de ambos?, ¿y Obrador? Y remató: ¡Hombre, es que es que si no hubiesen pasado algunas cosas, perdone, usted no estaría ahí!”.

El festival de despropósitos sevillano lo cerró un Vargas Llosa cada vez más desmelenado y con menos filtros, si es que alguna vez los tuvo: “Lo importante de unas elecciones –se despachó el insigne Nobel- no es que haya libertad en esas elecciones, sino votar bien y votar bien es algo muy importante porque los países que votan mal como ha ocurrido con algunos países latinoamericanos lo pagan caro; entonces no hay que engañarse, las elecciones libres son muy importantes pero también es muy importante que quienes votan voten bien. Votar bien no es fácil.

Según aseguran en el partido, el objetivo de Casado con esta convención era "ensanchar al PP a su izquierda y derecha". Menos mal. No quiero  imaginarme quiénes habrían sido los invitados ni qué cosas hubiéramos llegado a oír si solo se hubiera propuesto ensanchar por la derecha.

Vas a ser un buen presidente, le dijo Aznar, vas a gobernar bien, le aseguró Sarkozy, te votaré, le prometió el novelista peruano, dentro de poco habrá que cambiar otra vez la ley de pensiones, supongo que la tendrás que cambiar tú, le advirtió Rajoy. Igual te hacen otra huelga, añadió este, pero es que no te va a quedar más remedio.

También se han deshecho en halagos Donald Tusk, ex primer ministro de Polonia y del Consejo Europeo, o Anders F. Rasmussen, ex secretario general de la OTAN y ex primer ministro danés. Este domingo cierra en Valencia Sebastian Kurz, que consiguió ser canciller de Austria gracias al apoyo de la ultraderecha.

Menos mal que el volcán de La Palma le ha robado protagonismo mediático en las escaletas de radio y televisión y en las primeras páginas de los periódicos porque con amigos así, ¿para qué quiere Casado enemigos, no te parece, Isabel D. Ayuso?

J.T.