sábado, 31 de diciembre de 2022

10 deseos casi imposibles para el año 2023


1. Que los derechos sociales y laborales adquiridos en estos últimos tres años en España acaben consolidándose y que la amenaza del fascismo se vaya debilitando hasta desaparecer.


2. Que los medios de comunicación de nuestro país recuperen una decencia que nunca debieron perder.


3. Que los nuevos jueces del Constitucional contribuyan al restituir la credibilidad de una institución que se ha faltado el respeto a sí misma como nunca.


4. Que los canallas y los desestabilizadores nos dejen tener el año electoral en paz.


5. Que los bancos dejen de robarnos.


6. Que las fábricas de armamento entren en quiebra.


7. Que instituciones internacionales como la ONU sean algo más que meros títeres de los cuatro-cinco países que mueven todos los hilos.


8. Que Bruselas sirva por fin para algo y el proyecto europeo no continúe debilitándose cada año que pasa. 


9. Que los más pobres abran los ojos y dejen de apoyar los intereses de los más ricos.


10. Que la impunidad de personajes como el emérito pase a ser historia. 


Feliz año, por decir algo.


J.T.

miércoles, 16 de noviembre de 2022

Hasta las narices de las televisiones públicas


Las televisiones públicas son pura maquinaria propagandística. 

Ni funcionan como un servicio público ni tienen ninguna intención de hacerlo. 

Como ciudadano no me merece la pena verlas y como profesional ha dejado de tener sentido prestarle atención para analizarlas porque para resumir lo que hacen bastan pocas palabras: 

Mienten, manipulan, despistan y crispan. 

Mientras continúen así, habrá que dedicarse a otra cosa.

J.T.

sábado, 22 de octubre de 2022

El periodismo como mercantilización de la mentira


La revista “Pronto” apenas dijo nunca una verdad en portada y durante años vendió un millón de ejemplares. Según datos oficiales, aún mantiene una tirada de 650.000.

En “Primera Plana”, película de Billy Wilder sobre la prensa que protagonizaron en 1974 Jack Lemon y Walter Matthau, hay una secuencia rodada en una sala de prensa en la que la cámara repasa uno a uno a todos los periodistas presentes transmitiendo un hecho que acaba de suceder a sus respectivas redacciones. Cada uno lo hace a su manera pero coinciden en una cosa: ninguno cuenta la verdad de lo sucedido.

En “Ausencia de malicia”, de Sydney Pollack con Paul Newman y Sally Field como protagonistas principales, el abogado del periódico donde trabaja la protagonista, con problemas porque acaba de publicar sin saberlo una noticia falsa filtrada por la fiscalía, dice textualmente: “En lo que respecta a la ley, la exactitud de lo que se cuenta en un artículo no tiene importancia. No sabemos que la historia sea falsa, por lo que hay AUSENCIA DE MALICIA. Hemos sido razonables y, por tanto, no ha habido negligencia. Podemos decir lo que queramos del señor Gallagher y él no puede perjudicarnos. La democracia es así”.

¿Les suena esta música? Nada nuevo bajo el sol, verdad?

“Ausencia de malicia” es de 1981, cuando hacía ya seis años que en Estados Unidos habían echado a Richard Nixon de la presidencia por corrupto “gracias a las investigaciones de la prensa”, pesquisas que los más escépticos continúan poniendo en solfa. También en 1981 ganó el premio Pulitzer una mujer llamada Janet Cooke gracias a un reportaje que al final resultó ser inventado en el que contaba la historia de un niño de ocho años adicto a la heroína. Tuvo que devolver el premio, pero la credibilidad del oficio sufrió un duro golpe. Otro más. Aunque en el fondo, lo que hizo esta señora lo que denota es que la atmósfera en la que se desenvolvía lo hacia posible.

En aquellos años se fraguaba en España la transición política, una época en la que la connivencia entre periodistas y parlamentarios estaba a la orden del día. Aquel compadreo no nos trajo nada bueno y de hecho sus modos tramposos crearon “monstruos” como Pedrojota, Jesús Cacho, Alfonso Rojo, etc. que a día de hoy continúan incordiando todo lo que pueden junto a esos muchos discípulos aventajados que, tras ser criados a sus pechos, han enturbiado más que nunca la atmósfera política y periodística que se respira en nuestro país.

Durante la transición en España es cierto que se hizo mejor periodismo que en la dictadura, faltaría más. Nacieron medios modernos y progresistas, pero fueron muchos los casos en los que solo cambió la manera de mentir… o de ocultar. Antonio Asensio, en los momentos más gloriosos de interviu, se guardaba en el cajón reportajes que demostraban las malas prácticas financieras de un determinado banco si este se avenía a concederle un sustancioso crédito…

Otras veces se recurría a la mentira como única solución para los “callejones sin salida”. Cierto año en que ganó el Nobel de literatura un africano desconocido en España hasta entonces, Luis del Olmo se empeñó en abrir “Protagonistas”, su programa matinal de radio, con un poema del recién premiado. Tras horas de desesperación en su equipo porque nadie conseguía dar con un escrito del flamante galardonado,
Luis Cantero
encontró la solución: a espaldas del jefe se puso a la máquina de escribir, redactó un poema sobre la belleza, los atardeceres y el amor que del Olmo leyó encantado al comienzo de la emisión. Se desconoce si aquel locutor estrella fue o no consciente del fraude, pero eso… era otro problema.

Los bien pensados atribuyen solo a un error de verificación una primera página de El País el 24 de enero de 2013 en la que abría a cuatro columnas con la foto de un señor entubado cuyo pie decía textualmente Hugo Chávez, durante el tratamiento médico recibido en Cuba". Luego resultó ser falso pero el director, Javier Moreno, continuó un año largo más en su puesto y el relevo no se debió a esa portada ni mucho menos. Por no hablar del periodismo canalla y miserable que se practicó en España tras los atentados en la estación madrileña de Atocha en marzo de 2004. El espectador no quiere estar informado –solía repetir sin pudor Roger Ailes, el siniestro personaje fundador de Fox News- lo único que quiere es “sentirse informado”.

El periodismo como la mercantilización de la mentira, como si existiera una especie de convenio tácito entre quien consume información y quien la proporciona, algo así como “no me importa que sea verdad lo que me cuentan, sino que me conmuevan haciéndolo de una manera que me resulte creíble”.

Yo no creo que esto sea así en absoluto, y hay medios como este en el que tengo el honor de colaborar que lo demuestran, pero he de reconocer que son muchos los presuntos colegas que parecen empeñados a diario en dejar en evidencia a nuestro oficio, o nuestra profesión, como les gusta decir a los más rimbombantes. Oficio o profesión, el caso es que las asociaciones la prensa en contadas ocasiones salen a la palestra y cumplen la función para la que en principio se supone que existen: denunciar tanta falta de vergüenza y tanta impunidad.

¿Se puede hacer información de manera decente y honesta, se puede respetar al lector, al espectador como es obligado hacerlo? Claro que sí, pero cuesta. Cuesta mucho. Los programas basura siguen batiendo récords de audiencia y “Pronto” continúa superando el medio millón de ejemplares de tirada.

J.T.

miércoles, 19 de octubre de 2022

Caso juez Alba: Esto fue lo que pasó



Hay que dejar clarito lo del juez Alba y no dar por supuesto que todo el mundo conoce el caso. Resumamos pues:

  1. Cuando @vickyrosell pide la excedencia como jueza en Canarias para dedicarse a la política, es sustituida por el tal Alba.
  2. José Manuel Soria le pide a Salvador Alba que le busque la ruina a su antecesora porque es una competidora seria para sus intereses políticos.
  3. Alba accede y decide usar el falso testimonio de un empresario al que se le promete quitarle causas pendientes si declara haber dado dinero a un familiar de Rosell.
  4. Rosell se ve obligada a frenar su carrera política y a afrontar una implacable persecución judicial y política que dura varios años.
  5. La película cambia cuando se descubre que la extorsión de Alba al empresario fue grabada.
  6. Alba es condenado y se resiste como gato panza arriba a cumplir la sentencia.
  7. Finalmente, y aunque sea por una vez y después de un suspense de película, los malos no ganan y Alba entra en prisión. 
  8. Toda mi solidaridad y mi más cordial enhorabuena, admirada Vicky Rosell.
  9. Seis años y medio de condena tiene Alba, además de haber sido expulsado de la carrera judicial. A ver cuánto tiempo cumple.
  10. ¿Quién será el siguiente? Porque habrá siguiente, ¿verdad? Con la de papeletas que han comprado en la tómbola algunas togas de apellidos sobradamente conocidos, así debería ser si el Estado de derecho funciona.
J.T.

Publicado como hilo en twitter el 19.10.22

sábado, 15 de octubre de 2022

Jerga militar y católica hasta en la sopa


Asumir la jerga de aquello de lo que se informa es olvidar que el periodismo consiste en hablar lo más clarito posible sobre algo que el común de los mortales no conoce y nosotros le queremos contar.

Los profesionales de la información estamos básicamente para eso: para servir, masticado y a ser posible bien digerido a quien no entiende algo, aquello que tenemos la oportunidad de conocer de primera mano.

Estamos para hablarle bien clarito a los lectores, a los oyentes, a los televidentes. Sin contaminarlos. Nuestra obligación es que no queden dudas sobre lo que contamos a aquellas personas a quienes puede interesar una determinada información. Y para eso tenemos que emplear el lenguaje de la calle: ni tecnicismos, ni perífrasis, ni frases enrevesadas ni jergas empleadas por grupos o instituciones cuya información estemos cubriendo.

Cuando un periodista cuenta una historia o elabora una información salpicada de frases ininteligibles, cuando usa expresiones propias de la jerga específica del acontecimiento que cubre puede ser por una de las siguientes razones:

1. Se ha dedicado a repetir como un papagayo lo que ha anotado en su cuaderno sin entender lo que está contando.

2. Se ha limitado a copiar y pegar.

3. Le interesa más la opinión que sobre su trabajo tienen sus fuentes que la que puedan tener sus lectores.

4. Está reproduciendo mensajes mediante el uso de una jerga concreta... Y si hace esto último puede ser por dos cosas:

- porque apuesta conscientemente por ese enfoque, que suele ser especializado y confuso como ocurre en buena parte de las informaciones económicas o judiciales

- o porque ha sido abducido por el ambiente, la emoción o el entorno. Una especie de síndrome de Estocolmo que le impide mantener la perspectiva necesaria para informar sobre lo que está viendo, que no protagonizando.

Repito: los informadores no podemos permitirnos el lujo de hacernos eco de la jergas si queremos hacer bien nuestro trabajo.

Un profesional de la información no debe usar expresiones como "santo padre" o "santísima virgen” cuando cubren una información religiosa, ni lenguaje militar cuando elabora una pieza sobre el ejército o la fiesta del 12 de octubre. En todos los medios, no solo en los que son propiedad de la iglesia o afines a la ultraderecha, se oyen expresiones así. Cuesta escuchar una sola información elaborada con la prescriptiva y deseable distancia y esto no puede ser.

¿Qué es lo que pasa aquí?, ¿se trata de una abducción generalizada, de un síndrome de Estocolmo colectivo?; ¿hemos entrado los periodistas en un lamentable ataque de amnesia y hemos olvidado reglas tan elementales en el oficio como que en las informaciones correctamente elaboradas no caben los adjetivos, ni los juicios de valor, ni las palabras de uso interno de una organización por muy militar o católica que esta sea?

El país plural y laico que preconiza nuestra Constitución merece informaciones asépticas y objetivas que, de momento, no se ofrecen siquiera en los medios públicos, ya estemos hablando de la fiesta del 12 de Octubre o del mismísimo Papa de Roma. 

J.T.

Cosas que no pienso olvidar


No me olvido, ni me pienso olvidar, del miedo que Casado, Abascal y sus huestes me hicieron pasar cada vez que comparecían en el Congreso durante los primeros meses de la pandemia, cuando tumbar al gobierno de coalición era para ellos una prioridad que estaba por encima de la preocupación por nuestra salud.

No me olvido del boicot a cada iniciativa que el ministerio de Sanidad se veía obligado a adoptar.

No me olvido del intento de ridiculizar las comparecencias de Fernando Simón.

Tampoco de la pegas irresponsables a los calendarios de vacunación.

Ni de los muertos en las residencias.

Ni del criminal aprovechamiento comercial de la escasez de mascarillas.

Tampoco de las surrealistas manifestaciones en Núñez de Balboa pidiendo “libertad”.

Ni de las caceroladas fascistas.

Ni de los viajes a Europa del PP para poner dificultades a la llegada a nuestro país de los fondos europeos.

Ni de la demonización de las políticas de igualdad.

Ni del voto en contra de la subida del salario mínimo, las pensiones o el ingreso mínimo vital.

No me olvido de nada, pero en un artículo no hay más remedio que abreviar:

No me olvido de quienes votaron y votan contra la adopción de medidas sociales imprescindibles y urgentes para ayudar a los más desfavorecidos.

Sé, y lo valoro, que la existencia de un gobierno de izquierdas ha supuesto un alivio para la mayor parte de la ciudadanía en unos años de contratiempos como los que acabamos de vivir y aún vivimos.

Pero tampoco me olvido que continúan, implacables, los desahucios; que hay cantantes en la cárcel por criticar la monarquía, que tenemos pendientes leyes como la de vivienda o la mordaza, prometidas hace más tres años y todavía no cumplidas...

Tampoco me olvido de los muertos de Gürtel, ni del misterioso suicidio de Miguel Blesa.

Ni de las tropelías del rey emérito.

Ni del torpedeo Psoe-PP para investigarlas en el Congreso.

Ni de la controvertida y estomagante televisión pública que padecemos.

Ni de la laxitud de Interior para con las manifestaciones fascistas comparada con la contundencia aplicada en las protestas de las izquierdas.

Ni del encarcelamiento a políticos independentistas que tanto han dañado  el futuro de la política territorial en el Estado Español.

Ni de las críticas de Feijoó a los impuestos a eléctricas, bancos y grandes fortunas.

Ni de los intentos de demonización de las políticas de Igualdad.

Que, en este contexto, las derechas y las ultraderechas avancen en intención de voto sólo puede ser atribuible a una falta de memoria colectiva. Cuesta creerse las encuestas.

La ciudadanía sabe cómo está, y también cómo estaría. si la gestión de los múltiples contratiempos sufridos en los últimos tres años hubiese corrido a cargo de un gobierno compuesto por las derechas y las ultraderechas.

Tampoco me olvido del lodazal en el que nos han obligado a movernos los medios de comunicación públicos y privados, envenenando a diario el ambiente con toda sarta de mentiras, bulos y fake news.

No me olvido de las zancadillas a las políticas de fiscalidad.

Ni del estúpido debate sobre si los escaparates han de estar encendidos o apagados.

No me quiero olvidar de ninguna tropelía de la derecha.

De esa obsesión por malmeter en el seno de familias, sobre todo humildes, intentando enfrentar a los jóvenes que solo consiguen salarios precarios con sus abuelos pensionistas porque cobran más que ellos.

No me olvido del silencio cómplice de la iglesia católica, que ha desaprovechado en los últimos tiempos mil oportunidades de demostrar públicamente su preocupación por los más débiles.

La vía neoliberal fracasó ya en la anterior crisis y acaba de naufragar estrepitosamente en el Reino Unido, pero aquí las derechas continúan erre que erre, insistiendo en la aplicación de una política económica que ha evidenciado su ineficacia para ayudar a resolver los problemas que la pandemia y la guerra nos están haciendo vivir.

Y en cuanto a los jueces… mejor ni hablamos.

J.T.

sábado, 8 de octubre de 2022

La “podemización” del Gobierno, según Bendodo


Tanto el discurso como la base ideológica de Unidas Podemos, que desde enero de 2020 forma parte del Gobierno de coalición, contienen una solidez de la que carecen formaciones como Ciudadanos o Vox, nacidas para ayudar a cortarle el paso a un planteamiento político de verdadera izquierda y evitar que germinara un proyecto como el que Podemos puso en marcha en 2014. No lo han conseguido.

Los casi tres años de este Gobierno de coalición están siendo los más fructíferos de un ejecutivo español en mucho tiempo, tanto en producción legislativa como en capacidad de capear temporales adversos inéditos; lograron además superar los desacuerdos entre socios (que han sido muchos y muy serios) sin romper la baraja, y han respondido con hechos y decisiones firmes a las invectivas de una derecha que no acaba de encontrar su sitio tras quedar estigmatizada por tanto escandaloso episodio de corrupción heredado, y aún con juicios pendientes.

Elías Bendodo, el fichaje estrella de Núñez Feijoó, anda por esos mundos intentando desacreditar al Gobierno de coalición con un argumento tan infantil como manido: afirma el coordinador general del Partido Popular que el ejecutivo de coalición se ha “podemizado”, y cuando utiliza el término lo hace transmitiendo un aire entre la descalificación y el desprecio. Él ya no les llama perroflautas pero debe seguir pensando que huelen mal.

Podemos caca, Podemos lo peor, Podemos comunistas, Podemos guarros… ¿Cómo puede un partido tan "decente" como el PSOE –deben pensar Bendodo y compañía-, con el que siempre nos hemos entendido tan bien, haberse aliado con tamaños zarrapastrosos? No se bajan del burro. Piensan que demonizando así a Unidas Podemos desacreditan al Gobierno de coalición. Pues parece que no lo consiguen, por mucho que el sector socialista se empeñe en marear la perdiz en asuntos tan importantes y urgentes de resolver como la legislación sobre vivienda o la ley mordaza.

La primera “podemizada”, según el esquema mental de Bendodo, podría ser Nadia Calviño, a juzgar por el contenido de su aplaudida actuación el pasado miércoles en el Congreso de los Diputados, cuando consiguió su minuto de gloria más sonado al asumir como propios muchos de los avances sociales a los que en su día la vicepresidenta primera iba poniendo pegas a medida que los proponían sus socios de Unidas Podemos.

Hasta el ciudadano más ignorante, hasta el más colonizado ideológicamente, hasta el más arteramente manipulado empieza a constatar que algo no encaja entre las críticas de PP y Vox al gobierno de los “podemitas” y lo que se percibe en la vida diaria, donde suben las pensiones y el salario mínimo, los jóvenes firman contratos indefinidos, se bonifican los transportes y se le suben los impuestos a los ricos mientras estos patalean y maldicen el momento en que Podemos dejó de ser solo una idea y comenzó a empujar desde el ejecutivo para que quienes siempre han hecho lo que les ha dado la gana en este país lo tengan cada día un poco difícil.

Hasta el más despistado empieza a percibir que les están engañando quienes les venden que Unidas Podemos y su capacidad de presionar desde dentro del Gobierno (que tampoco es tanta) son los causantes de todos sus males. El apocalipsis inminente que tanto tiempo llevan anunciando los agoreros de la derecha y la ultraderecha no acaba de llegar, no les han valido los bulos, ni los acosos, ni la persecución de los jueces, ni la búsqueda sistemática del descrédito, ni siquiera el ninguneo. Ha costado que la ciudadanía media dedujera que tanto ensañamiento no era normal. Han intentado ensuciar de tal manera que puede que al final acaben consiguiendo el efecto contrario.

Desesperados porque ven pasar los días y la catástrofe que ellos tanto desean no llega, ansiosos porque las elecciones se acercan y la coalición gubernamental no solo ha aguantado contra viento y marea, sino que ha sido capaz de ponerse de acuerdo para presentar en el Congreso sus terceros presupuestos anuales consecutivos, al PP solo se le ocurre proclamar que Pedro Sánchez se “podemiza”. Ya no hablan tanto de gobierno Frankenstein, coalición imposible o gobierno ilegítimo, pero ahí siguen erre que erre.

Bendodo y sus gaiteros hacen hincapié en las discrepancias internas entre lo que significa el proyecto Sumar y lo que en estos momentos es Podemos, ignorando que llevan juntos casi tres años sorteando en el Gobierno de coalición adversidades y contratiempos que nadie hubiera imaginado cuando comenzó la legislatura: una pandemia global, la erupción de un volcán, una guerra de incierto desenlace… Y todavía les queda un año largo.

J.T.

domingo, 2 de octubre de 2022

Basura televisiva en pantallas de alta definición.


A medida que las televisiones cuentan con mayores prestaciones, tienen más pulgadas, el color es más fidedigno y la definición más envidiable, más bazofia nos sirven. Como si el progreso tecnológico se hubiera propuesto acabar con la calidad de las propuestas. 

Para las retransmisiones en directo, los avances tecnológicos han contribuido sin duda alguna a un mayor disfrute de una buena película de cine, un partido de tenis o de fútbol, o una carrera de Fórmula Uno. Nada que ver con aquellos pesados mamotretos de veinticuatro o veintisiete pulgadas con los que en su día estábamos encantados, incluso en los tiempos del blanco y negro.  

Les voy a confesar, no obstante, una desazón: ¿hace falta tener un mega aparato presidiendo el salón de casa para ver Sálvame de luxe, Supervivientes o infectos programas conducidos por presuntos comunicadores como este tal Risto Mejide? ¿Es necesario ver tanta basura en pantalla grande? ¿A nadie de quienes promueven las ofertas televisivas se le ocurre que por la misma razón por la que se ofrecen esos bodrios podrían elaborarse programas que contribuyeran a enriquecer las vidas de quienes se sientan a verlos? 

¿De verdad que la demanda ciudadana quiere esto o lo ve porque no le queda otra? ¿De verdad que quienes aspiran a informarse quieren que se les mienta como bellacos, se les proporcione más opinión que información y se les trate como subnormales impidiéndoles que sean ellos quienes saquen las conclusiones de lo que están viendo o escuchando? ¿Es necesario insultar la inteligencia del ciudadano medio sin pudor ni vergüenza alguna? 

La televisión ha acabado siendo interesante solo cuando está muda, las retransmisiones se ven mejor sin voces en off que te distraigan de lo que verdaderamente te interesa, porque lo que te cuentan son milongas y, por supuesto, no se preocupan en documentarse para aportarte datos interesantes.  

El ejemplo más reciente ha sido la manera de comentar los fastos que rodearon a la muerte de la reina de Inglaterra. Pasa igual con los partidos de fútbol, mejor oírlos sin sonido, y las declaraciones de los futbolistas tras los encuentros también, porque las cuatro lugares comunes que van a soltar son tan predecibles que te lo sabes tú mejor que ellos. 

En cuanto a los rótulos, mejor ni hablamos. Además de estar plagados de faltas de ortografía, de las que habría que denunciar sin demora en el juzgado de guardia más cercano, suelen resaltar obviedades o deformar lo que realmente está sucediendo. Aquí si que hay un problema, porque por mucho que quites el sonido, de los rótulos no te libras. 

No creo que sea tan difícil mejorar la televisión que vemos, adecentar los informativos, elegir las cosas que realmente importan, contar buenas historias, respetar al espectador… No me puedo creer que eso que llaman audiencia, es decir todos nosotros, seamos tan zafios como para merecernos la putrefacción con la que nos invaden. 

Seguro que los prebostes televisivos empiezan a percibir que hay mucha gente que ha dicho hasta aquí hemos llegado, que se acabó… y han decidido apostar, no solo por otras maneras de informarse, sino también de entretenerse. Qué gran paradoja, como decíamos al principio, que la calidad de los contenidos televisivos haya acabado siendo inversamente proporcional a los avances tecnológicos. 

Si de verdad la televisión se está muriendo, ya podía por lo menos hacerlo con una cierta dignidad.  

J.T.

sábado, 1 de octubre de 2022

Las obligaciones de una televisión pública


 Televisión Española tiene nueva presidenta y algunos sectores de la casa se han puesto inmediatamente en guardia: “Si los presentes o inmediatos movimientos en RTVE tienen por objetivo someter a este servicio público a intereses partidistas, los trabajadores no lo permitiremos" -ha escrito el Consejo de Informativos en un comunicado urgente-. Con todos los respetos, queridos amigos, ¿y por qué lo habéis estado permitiendo hasta ahora?

"Si detectamos adulteración del relato informativo al dictado de cualquier consigna, los trabajadores no nos plegaremos”, añaden. Puede que no se hayan "plegado" como afirman, pero he de confesar que me chirría tanta desconfianza en esta nueva etapa a las primeras de cambio, tras año y medio casi sin protestas contra unos telediarios mucho más beligerantes con el gobierno de coalición que con la derecha y la ultraderecha. En fin...

Así las cosas, quizás no sea mal momento para repasar, sobre todo pensando en quienes leen estas líneas sin ser expertos en la materia, algunas de las obligaciones de una televisión pública. Son muchas, pero a mi entender podrían resumirse en dos:

1. Hay que contar las cosas que interesan a la gente y no las que solo interesan a los políticos.
2. Si no se puede ser neutral ni objetivo, por lo menos hay que ser decente y coherente.

Una televisión pública, por mucho que dependa de un parlamento, no debe ser un altavoz de la institución. Los políticos deben aparecer cuando sus intervenciones ayuden a aclarar, no a confundir. Lo primero es y ha de ser siempre el espectador, a quien hay que ofrecerle información y datos sobre los asuntos que le preocupan.

La información política es importante, por supuesto, pero hay que intentar servirla explicando la otra cara de cada asunto sin limitarse, como sucede tantas veces, a ofrecer una batería de totales (declaraciones) concediéndole a cada partido su momento de gloria para intentar así que nadie proteste.

Salir en la tele se lo tienen que ganar y no pueden considerarlo un derecho. En los totales no pueden aparecer soflamas inconstitucionales, por muy diputado o diputada que sea quien las profiera. Si hay que divulgarlas por su interés, el presentador que recoja la noticia debería apostillar y explicar al espectador, con datos, que la afirmación que se acaba de hacer es inconstitucional.

El concepto de servicio público implica utilidad social. Si los maestros están para enseñar y los cirujanos para operar, el periodista de un medio público está para contar las cosas según unas elementales reglas sobradamente conocidas que permiten huir de la manipulación o el sectarismo. Quienes trabajan en las redacciones de las televisiones públicas las conocen y las usan cuando consiguen ejercer su trabajo sin condicionamientos. Solamente es preciso que los jefes de sección, y los responsables de información y de edición de los informativos, dejen hacer y no se entrometan en el trabajo de los profesionales.

Para eso, los jefes han de poder actuar (cosa que en la actualidad apenas sucede) con estricto criterio periodístico, eligiendo los temas en la agenda con ese enfoque y no con el propagandístico, elaborando unas escaletas donde prime el interés del espectador y ayudando a entender las noticias con pedagogía y didactismo. En una palabra, que hagan bien su trabajo, y no funcionen desde el comisariado político.

La televisión pública del Estado tiene la posibilidad de marcarle el camino al resto. Probablemente haya llegado el momento de reinventar la televisión pública, de reivindicarla tal como era hace no tanto tiempo: sobran los adjetivos, los verbos valorativos, las reiteraciones; hay que elaborar temas propios, aprovechar las reuniones de redacción para propiciar tormentas de ideas, no solo para repartir los temas que están en previsiones o para procurar que no se nos escape nada de lo que vaya a hacer la competencia.

La televisión pública, sobre todo Televisión Española, debe contribuir a la difusión de la literatura, el cine, la música o la ciencia, y ha de hacerlo de manera eficaz y atractiva sin que eso signifique ponerse al servicio de los intereses de las industrias que manejan el sector.

La televisión pública no va en el kit de quien gana las elecciones, tampoco en el de ningún otro: sindicatos, Consejo de Administración, comités de dirección y Consejos de Informativos han de velar porque el servicio público sea el mejor posible y no permitir que se repartan en pedacitos la parrilla de programación y las cuotas de poder.

Televisión Española tiene un presupuesto de 1.200 millones de euros al año, mientras que ayuntamientos de capitales de provincia como Ávila o Cuenca no pasan de los 60. El presupuesto de RTVE es 10 veces Ávila y Cuenca juntas. Con ese dinero, la televisión pública del Estado tiene la obligación de ofrecer un producto imbatible, cosa que no ocurre. Y más contando nada más y nada menos que con ¡6.500 profesionales!

Televisión Española es una máquina de triturar presidentes y su última víctima ha sido José Manuel Pérez Tornero. Esperemos que quienes asumieron la responsabilidad de gestionar la empresa el pasado 27 de septiembre lo hagan pensando, por encima de cualquier otra cosa, en el espectador. Basta con dedicarse a contar las cosas que pasan en la calle, serle útil al ciudadano en todo aquello que le afecta a su bolsillo, su salud y su educación, y hacerlo con el mayor respeto a quienes destinan parte de sus impuestos a financiar un medio de comunicación del que lo mínimo que cabe esperar es que los ilustre adecuadamente. 

En resumen: decencia, coherencia, honestidad, sabiendo que la neutralidad o la objetividad no existen, y ser implacables con el gamberrismo institucional o las proclamas ultraderechistas. Que un partido fascista cuente con representación parlamentaria no puede significar puente de plata para difundir proclamas antidemocráticas. Si eso es debatible vamos mal, si es querellable peor, y si un juez les da la razón, más vale que cerremos para siempre las televisiones públicas de una vez y nos dejemos de tonterías para siempre.

J.T.

sábado, 24 de septiembre de 2022

Juanma Moreno el Suave


Su mentora fue Soraya Sáenz de Santamaría, según dicen, pero cada día parece más una criatura de Esperanza Aguirre. Como Ayuso, pero en fotocopia mala; como Santiago Abascal, con cuyas huestes ya pactó y volverá a pactar apenas le haga falta… Puede que Juanma Moreno no sea de esa familia, pero se diría que no le hace demasiados asquitos a la posibilidad, a juzgar por lo mal que parece llevar haber destacado menos que ellos hasta ahora, algo que se le nota dispuesto a solucionar cuanto antes.

Llevaba tiempo apuntado maneras:
- ¿Cervecita y libertad? En Andalucía más que en Madrid, dónde va a parar.
- ¿Luto por la reina de Inglaterra? Aquí también, faltaría más!

Desde que Feijoó le quitó a Elías Bendodo y Juan Bravo, dos de sus principales activos, daba la impresión de que Moreno Bonilla algunos pensamos que iba a limitarse a copiar la osadía de otros:
- ¿En Madrid no hay impuesto del patrimonio? Pues en Andalucía tampoco, ¡ea!

Nos equivocamos, porque no solo no se ha quedado ahí, sino que ha subido la apuesta mezclando además churras con merinas:
- Que se vengan pabajo los empresarios catalanes. “En Cataluña hay impuesto de sucesiones, aquí no; en Cataluña hay impuesto al patrimonio, aquí no, y además nosotros no nos vamos a independizar nunca porque somos orgullosa parte de España".
En resumen, un totum revolutum tras cuyo parto se habrá quedado descansando.

¿Que Ayuso dice que será "la peor pesadilla para quien intente subir los impuestos en Madrid"? Pues él  pide carta también y anuncia una contundente respuesta judicial si intentan restar la autonomía andaluza”

Dejad que los ricos se acerquen a mí. A este paso acabarán quitándose los millonarios unas autonomías a otras como si fueran futbolistas, ya verán. Como con los 20.000 adinerados que de momento cuenta en Andalucía Juanma parece que no tiene bastante, y los 93 millones de euros que les acaba de perdonar le deben parecer una miseria, quiere el hombre perdonar más, y para eso necesita más ricos, que con los terratenientes andaluces de toda la vida no le llega.

- ¿Cuántas veces Andalucía ha liderado un debate económico y ha podido mirar de tú a tú a Cataluña y a Madrid?- proclamó el martes tras salir definitivamente del armario de la discreción.

El presidente andaluz quiere más glamour marbellí, más pompas y boatos, más desaprensivos con el dinero en sus bolsillos en lugar de dedicarlo a mejorar la vida de quienes menos tienen. Le molan los fachas de los invernaderos almerienses, descendientes de emigrantes explotados que ahora hacen lo propio con los marroquíes y senegaleses que les trabajan las cosechas. Le gustan a Juanma esos olivareros de Jaén que ya olvidaron aquello de “aceituneros altivos” y  de un tiempo a esta parte son permeables a los discursos del odio; le gustan también los arroceros del Guadalquivir, los doñaneros que amenazan el coto… Utiliza como coartada la humildad de la familia de la que procede para justificar que no se olvida de los pobres pero la verdad es que bebe los vientos por esos malagueños de calle Larios o del Limonar que han perpetuado el fascismo en su ciudad desde los tiempos de Camilo Alonso Vega.

Le gustan los toreros, los feriantes, los copleros, copleras y folclóricas varias y, por supuesto la Semana Santa, que parece que la hubiera inventado él cuando quienes en realidad la potenciaron, como también el Rocío, fueron los ingenuos de los socialistas que a corto plazo vieron en el capillismo y la beatería un semillero de votos que hace ya tiempo empezó a cambiar de bando como por otra parte era presumible. Demasiado tardaron.

Dejad que los ricos se acerquen a mí, proclama Juanma una y otra vez procurando evitar que tal concepto se relacione con la mafia ingobernable del Campo de Gibraltar, con las urbanizaciones ilegales, con industriales y emprendedores que no conciben las relaciones comerciales sin fraude de por medio…

Que vengan ricos de otros sitios y monten cosas, que a mí no se me ocurre nada. Mejor que poner en marcha una política industrial, un desarrollo a largo plazo de la región, que vengan de otros sitios y lo hagan. Y si para eso tengo que sembrar la discordia con los catalanes, pues la siembro. Y de paso me alineo con ese anticatalanismo que tanto necesita potenciar el PP –y Vox- para ganar las elecciones generales. Privatizará el agua, favorecerá negocios como Uber y Cabify, los campos de golf…

Como el resto de barones –y baronesa- autonómicos peperos, Moreno Bonilla aspira, con la política fiscal que ha puesto en marcha en Andalucía, mimar a los capitalinos rancios y acomodados de las ocho provincias, además de a esas decenas de miles de funcionarios que piensan que si ganan los rojos perderán su tranquilidad.

Nada de jornaleros, ni de inmigrantes sin papeles, ni pringaos de tres al cuarto, ni desahuciables o desahuciados. Con cuatro años por delante antes de volverlos a engañar, Juanma puede hacer lo que le plazca merced a su mayoría absoluta. Con corbata verde, eso sí, citando a Carlos Cano y a María Zambrano en el discurso de toma de posesión y profanando el himno de Andalucía cada vez que lo canta. No quiero ni imaginarme lo que para él debe significar “Andaluces, levantaos o pedir “tierra y libertad.”

Juanma el Suavón, lo llamaban. De las aguas mansas, líbreme dios. O quien sea. Sobre todo si, como ya empieza a sonar por los predios madrileños, sus aspiraciones van más allá de Andalucía.

J.T.

sábado, 17 de septiembre de 2022

Meter el miedo en el cuerpo

Inspirado en los estomagantes y ultraderechistas anuncios de Securitas Direct, que no se cortan un pelo a la hora de jugar con nuestro miedos -y parece que no pararán hasta conseguir llenar el país de alarmas caseras-, se me ocurrió hace unos días lanzar un tuit donde afirmaba que las derechas siempre han jugado con el miedo de la gente para conseguir sus objetivos, sean estos comerciales o políticos.

Ya pueden cansarse los jueces especializados en el asunto de desenmascarar estas artimañas que da igual. El discurso que las derechas pretenden hacer calar, tan malintencionado como falso, es que si bajas a comprar el pan y dejas la casa sola, al volver te puedes encontrar, pobre de ti, que la han okupado unos intrusos y más te vale darte por jodido. Eso por negarte a poner una alarma, rácano, que eres un rácano. No digamos ya en la segunda vivienda, a la que “abandonas” largas temporadas, ¡ay de ti como se te ocurra no protegerla “con una alarma que permite a un propio acudir en seguida si esta salta y dar parte rápidamente a la policía”!

Todas las veces que se denuncie esta desvergüenza serán pocas. Decidí pues escribir aquel tuit en el que decía textualmente: Meter miedo es una opción a la que las derechas suelen recurrir de manera habitual, bien sea para vender alarmas, bien para ganar votos… Es burdo, pero van con ello”.

A juzgar por los ataques en tromba que no tardé en recibir, vi con claridad que debí haber ver tocado alguna fibra bastante sensible. Sin duda había pisado un callo serio y alguien o álguienes decidieron que tamaña osadía no se podía tolerar, así que empezaron a bombardearme sin molestarse en disimular que lo hacían de manera coordinada.

Más de un centenar de bots, o trolls, o como quiera que se les llame, intentaron contra argumentar recurriendo a un spot electoral de hace más de treinta años en el que los socialistas comparaban al PP con un doberman. "Eso sí que era meter miedo", afirmaban, como si yo estuviera defendiendo al PSOE con mi reflexión en redes. Por otra parte, decenas de cuentas anónimas me hicieron el honor de hurgar en mi time line hasta que “descubrieron” algún tuit en el que yo avisaba del peligro del fascismo cuando este se instala en el poder. Uno de ellos, en el que tras la formación de gobierno en Castilla y León se advertía del riesgo del efecto dominó, fue inmediatamente elevado a la categoría de zasca por centenares de hooligans que celebraban que alguien me diera “mi merecido”. Es decir, reconocían que el fascismo mete miedo para acusarme a mí de meter miedo. 

Otros muchos recurrieron directamente a los insultos más irreproducibles obligándome a emplear un largo tiempo en bloquearlos. Cuando escribo estas líneas aún no tengo claro si lo que desató tamaña furia fue mi alusión al miedo que intentan meter los anuncios de alarmas caseras o la denuncia de ese empeño en asustarnos que caracteriza a la derecha cuando busca caladeros en los que pescar votos. Claro que igual es que ambas cosas están más relacionadas de lo que parece.

La derecha española, tan heredera ella de sombríos usos y costumbres que permanecen en su adn es una derecha inquietante que, además de quitar libertades, entre sus prioridades no figura precisamente luchar contra las injusticias o la desigualdad. La derecha mete miedo, claro que sí, porque intenta acojonarnos para mantener así la preponderancia de unas ideas que sabe, o al menos sospecha, tienen fecha de caducidad. Quizás sea esa la razón por la que salen en tromba a neutralizar en redes cualquier osadía que los desnude. A ellos y a sus conexiones con infames intereses comerciales. 

Me preocupa mucho la política de terror subyacente -a veces explícito- que existe en los anuncios de alarmas domésticas. Tengo amigos que son cámaras de televisión que están hasta las narices de cubrir presuntas informaciones relacionadas con el fenómeno okupa, del que hay que sacar petróleo como sea para así alimentar y reforzar las tesis de las empresas de alarmas que se gastan un pastizal en publicidad. Hay reporteros que empiezan a rebelarse cuando les piden que se metan en determinados berenjenales donde se juegan literalmente el tipo.

En los platós la cosa parece más complicada y ahí tenemos el papelón de algunos conductores de programas intentando enmendarle la plana hasta a los jueces especializados, como decíamos al comienzo. “Llevo diez años dedicándome a esto y le puedo asegurar que el número de casas habitadas que son víctimas de ocupación es prácticamente nulo", afirma el juez. ¿Está usted seguro de lo que dice?”, osa replicarle sin pudor el paniaguado de turno. Como decía Groucho Marx, “¿acaso se atreve usted a creer más en lo que ven sus propios ojos que en lo que yo le estoy diciendo?”.

Bien sea por intereses comerciales, bien  por razones políticas, lo que parece claro es que a las derechas les hace bastante pupa que denunciemos su infame táctica de meterle el miedo en el cuerpo al personal para conseguir sus oscuros objetivos. Habrá pues que continuar en la pelea.

J.T.

Ese marrón llamado emérito

Si, según afirmó en su día uno de ellos, los expresidentes de Gobierno son jarrones chinos que nadie sabe muy bien dónde colocar, ¿qué podríamos decir del ínclito emérito que nos tocó en suerte como monarca en 1975? ¡Menudo marrón, que diga jarrón! 

Desde que, seis años después de su obligada abdicación, salió huyendo con el rabo entre las piernas el verano de 2020, nos estamos enterando por fin del verdadero carácter de este campechano profesional famoso por su habilidad para encantar serpientes y serpientas. Su falta de educación y sus cabreos las perpetraba fuera de foco, no como el pobre novato Carlos de Inglaterra, a quien hemos visto perder la compostura a las primeras de cambio por culpa de los tinteros y las plumas, ¡qué barbaridad, qué carácter!  

Acostumbrado a hacer lo que le salía de sus reales narices sin que nadie osara nunca rechistarle, el ahora llamado rey emérito sigue montado en el machito disfrutando de su privilegiada vida, de su real realidad, que nada tiene que ver con la realidad real. Convirtió su visita a Sanxenxo el pasado mes de mayo en todo un desafío. Saltaron chispas y según parece su hijo se cabreó mucho. A Juan Carlos le dio igual porque lo cierto es que le da todo igual desde muy chiquito dada su habilidad para seducir mintiendo sin parar, disimulando y traicionando todo lo que le pareció necesario traicionar con tal de seguir viviendo como sus ricachones amigos del Golfo, a quienes sableaba y sablea sin pudor llegando incluso a instalar allí su domicilio fiscal para escapar de la Agencia Tributaria de su país, el muy patriota.  

El documental sobre su vida que desde el 9 de septiembre incluye en su oferta la plataforma HBO deja al descubierto el descaro y el desahogo del verdadero Juan Carlos de Borbón, aunque rechine con estrépito que muchos de quienes ahora lo ponen a parir en esa emisión sean los mismos que durante decenios le hicieron la pelota sin parar con el mayor de los descaros y fueron cómplices, con su silencio, de las fechorías que ahora le afean. Lo peor es que muchos de ellos son periodistas y reconocen sin vergüenza alguna haber ocultado a conciencia la desahogada conducta de quien de nuevo parece que le va a buscar un problema más tanto al Gobierno de España como a la casa Real con su asistencia al funeral por la reina de Inglaterra. Otro marrón. 

Como nadie había tenido hasta ahora la deferencia de montarle unas regatas en el Támesis para así contar con una excusa y plantarse en Londres a provocar, la muerte de su anciana prima Isabel y la invitación a su funeral le han venido de perlas para hacer gala una vez más de su indómita chulería y de paso sembrar la discordia un poquito más. 

El balón estaba en su tejado y podía haber declinado la oferta recurriendo por ejemplo a sus, parece que evidentes, problemas de movilidad pero como le va la marcha tela, ha decidido aprovechar la ocasión para confirmar una vez más que se la suda todo convirtiendo su presencia en un desafío en toda regla a su hijo, a la institución que él mismo representó durante casi cuarenta años, al gobierno de su todavía país y hasta a la justicia británica, donde tiene causa abierta por la denuncia de acoso promovida por una de sus aristocráticas amantes que tiene residencia en Londres. 

Mientras él se lo pasa pipa montando pollos, algunos y algunas deben estar sudando tinta para ver cómo salen de esta sin que se rompa nada. Me he comprado varias bolsas de palomitas porque no pienso perderme ni un detalle de la retransmisión. 

J.T.

sábado, 10 de septiembre de 2022

Feijoó es un "bluf"


El pasado martes me chupé enterito el debate entre Sánchez y Feijoó por lo que, tras haber leído decenas de columnas de opinión sobre el asunto y escuchar tertulias varias durante toda la semana, la única conclusión posible es que me debí equivocar y, en lugar del debate, igual estuve viendo la Vuelta ciclista o un partido de tenis. A veces lees tanta desmesura que acabas dudando de ti mismo.

Menos mal que, aunque transcurran los días, las más de veinte páginas que conservo en mi cuaderno de notas con las intervenciones minutadas de ambos contendientes certifican que oí lo que oí, aunque mercenarios y pelotas de toda condición se estén empeñando en desfigurar lo que realmente ocurrió. No teman, que no se lo voy a transcribir, pero sí les trasladaré mi valoración: Feijoó hizo el ridículo, demostró sus carencias y en ocasiones produjo vergüenza ajena constatar el escaso nivel de preparación que exhibió en un debate propuesto por él mismo. El presidente, es cierto, no desaprovechó la ocasión e inundó la tarde de datos y admoniciones como cualquier otro en su lugar hubiera hecho ¿O no?

Vamos a ver si dejamos algo claro de una vez: ni el presidente del Senado tenía por qué alterar el reglamento para concederle más tiempo a Feijoó, como algunos clamaban y reclamaban al día siguiente desde distintos púlpitos, ni Pedro Sánchez abusó de nada ni de nadie. Los altaneros, como los ladrones, siempre piensan que los demás son de su misma condición: que si el uno dispuso de mucho más tiempo que el otro, que si aprovechó para hacer campaña…

Fue Feijoó quien retó a Sánchez, señores, ¿qué pasa, que desconocía el reglamento? Fue el líder del PP quien le sirvió en bandeja al presidente del Gobierno de coalición la posibilidad de hacer lo que hizo por mucho que les haya dado a todos por andar llorando por las esquinas porque Sánchez “se pasó de frenada”, ¿qué querían, que desaprovechara la oportunidad ? Para una vez que tiene ocasión de hablar claro y poner en valor el trabajo del Gobierno de coalición, ¿también quieren que renuncie a ella?

Sin ser santo de mi devoción, como saben de sobra quienes me hacen el honor de leerme de vez en cuando, yo diría que Sánchez fue hasta misericordioso, porque podía haber metido el dedo en la llaga mucho más de lo que lo hizo. Daba igual, hiciera lo que hiciera, dijera lo que dijera, los argumentarios analizando las comparecencias, así como las portadas de los periódicos, estaban confeccionadas ya antes de que comenzara el debate: Sánchez, perdedor e incompetente; Gobierno de coalición, caca; Feijoó, amado líder, la gran esperanza blanca que tiende la mano y ofrece un proyecto ¿Tender la mano? ¿Cómo y a quién? Proyecto ¿Cuál? ¿Dónde?

Nos toman descaradamente el pelo porque saben que tiren como tiren los dados siempre les saldrá la mejor jugada. Para ellos las izquierdas, cuando están en el poder, lo están de prestado, son como los “okupas” que tanto demonizan los anuncios de Securitas Direct, sponsor favorito de buena parte de esos medios cuyos esbirros disparan sin tregua mañana, tarde y noche. Según ellos, empezando por las tertulias mañaneras de tve, el presidente tenía que haber puesto la otra mejilla, menuda osadía reivindicar los éxitos de su gestión, menuda caradura ponerse a hacer campaña, pero ¿cómo se atreve? A propósito de rtve Roberto Lakidain, uno de los consejeros de la Corporación, recordaba el otro día en “Pandemia Digital”, programa que Julián Macías emite a través de twich, que los responsables de “La hora de la 1” trabajaron en su día para Ana Botella, Eduardo Zaplana e Isabel Díaz Ayuso. No hay más preguntas, señoría.

Lo quieren abarcar todo no por glotonería sino porque van por la vida convencidos de que el cortijo es suyo y los resortes de la gobernabilidad no pueden estar nunca en otras manos ¿Democracia? Sí, pero la suya, encorbatados aunque pasen calor, como niños traviesos que se van a la cama sin cenar y no se tapan porque están enfadados, boicoteando la sesión como hizo Rafael Hernando, a pesar de saberse el reglamento del Senado de memoria…

El problema es que la izquierda no acaba de zafarse del complejo de inferioridad cuando gobierna, y ejerce el poder en muchas instituciones como pidiendo permiso por sentarse en el sillón que se sientan. Al final la sensación de que se está de prestado no es solo culpa de quienes crecieron mirando toda su vida por encima del hombro. Las izquierdas tienen también su cuota de responsabilidad porque practican la dejación de funciones permitiendo que se les coma el terreno.

Aunque la percha de esta columna sea el debate del pasado martes, el texto pretende ser una reivindicación de la labor del Gobierno de coalición en su conjunto y del papel de los miembros de Unidas Podemos en el ejecutivo, sin cuya presencia ninguna conquista social habría sido posible ni Pedro Sánchez hubiera podido presumir el martes de todo lo que presumió. Sin UP en el Gobierno, no lo olvidemos, ni los ultramontanos ni sus acólitos estarían a día de hoy lo nerviosos que están. Ni Feijoó, el pobre, se habría visto obligado a hacer el ridículo como lo hizo.

Si alguien tiene dudas de hasta qué punto el todavía líder de la oposición fue un bluf en toda regla, le paso encantado un escaneado de mis apuntes. Claro que más práctico les puede resultar tomarse la molestia de pinchar en youtube para ver y escuchar el debate completo. Y luego me dicen.

J.T.

domingo, 4 de septiembre de 2022

Qatar, ¿qué se nos ha perdido allí?

A mitad de noviembre se parará todo porque en Qatar se celebrará el campeonato mundial de fútbol numero 21 de la historia que disputarán 32 selecciones nacionales de los cinco continentes. Es muy difícil tragarse ese sapo. El mundo entero postrado de hinojos ante un país con tres millones de ciudadanos carentes de libertades básicas porque el dinero del petróleo y la audacia de su propietarios han ganado la batalla a los derechos humanos. 

Cuestionan nuestro sistema de vida pero les rendimos pleitesía. Su dinero gusta allá donde deciden regar con él. En el mundo del fútbol son dueños de algún que otro club europeo y en España tienen intereses, entre otras empresas, en Iberdrola (8,62%), IAG (25,10%) o el diario El País (4,91%). En total unos 9.000 millones de euros de inversión a los que hay que añadir otros 4.700 que el emir de Qatar en persona prometió durante su visita oficial a nuestro país hace solo tres meses. 

Sapos a tragar “everywhere” sin que muchos parezcan hacer demasiados asquitos. Ahora toca el Mundial de Fútbol, cuya celebración en dominios qataríes puede considerarse la puesta de largo de un país que lleva ya años abriéndose camino, como el cuchillo en la mantequilla, allá donde llega con sus abundantes fajos de billetes. Ahora nos toca ir allí a certificarles su prepotencia, las televisiones de todo el mundo conectadas mientras escuchamos día y noche “Qatar, Qatar, Qatar”. La marca se consolida, ya pueden dormir tranquilos. Ellos, los demás no sabemos. 

Da igual que se trate de un país donde las mujeres tienen restringida su capacidad de movimientos, da igual que “prohibido” sea una palabra de uso común, prohibido beber alcohol, prohibidas las manifestaciones de afecto entre personas del mismo sexo y las relaciones extraconyugales, prohibido esto, prohibido lo otro… Lujo y esplendor por todas partes, pero cuidadín con la manera como te portas.  

Históricos jugadores de fútbol como Eric Cantona ya han anunciado que no verán los partidos del Mundial de Qatar “Han muerto miles de personas construyendo los estadios, dijo el pasado mes de enero, y aún así vamos a celebrar la copa del Mundo allí. Es horrible”. Según el diario inglés “The Guardian”, al menos 6.500 trabajadores han muerto durante las obras de los estadios para el Mundial. La mayoría de ellos, inmigrantes de India, Bangladesh y Nepal, cuyas condiciones de vida no se ha cansado de denunciar Amnistía Internacional (abusos, explotación, elevadas condiciones de contratación…) 

Tom Hogli y William Kvist, jugadores de Noruega y Dinamarca, sacaron un video hace algún tiempo donde criticaban a Qatar por las condiciones de vida de los trabajadores que participaron en la construcción de los estadios. “Esta Copa del Mundo ocurre en el momento equivocado por razones equivocadas”, ha llegado a declarar recientemente Jürgen Klopp, entrenador del Liverpool. Philipp Lahm, ex capitán de la selección alemana y del Bayer de Munich, se niega a viajar a Qatar: “Si un país que lo hace mal en materia de Derechos Humanos obtiene ese premio, ha dicho, entonces hay que pensar muy seriamente en qué criterios se ha basado tal decisión”. Lahm, por cierto es el director de la Eurocopa 2024, que se celebrará ese verano en Alemania. 

Son solo algunos ejemplos, porque decir Mundial de Qatar es decir polémica desde el mismo momento del año 2010 en que se decidió que este país fuera la sede de la celebración del campeonato, por mucho que “carismáticos” jugadores como Xavi Hernández Creus o Josep Guardiola i Sala se hayan deshecho en halagos. Ellos sabrán. Como también sabrá Tve lo que ha hecho comprando los derechos de retransmisión por una millonada. Me pregunto cómo reaccionará el ente público cuando el mundo LGTBI decida llevar a cabo alguna sonada protesta durante la celebración del campeonato, algo que es muy probable que suceda ¿Se harán eco como es debido o correrán un tupido velo? Se admiten apuestas. 

¿No nos da vergüenza que el mundo del petróleo lo mangonee todo a su antojo? Mucho manifestarnos aquí contra las corridas de toros y vamos a dejar pasar por alto esta felonía? Boicotear el mundial de Qatar es posible. Se trata de algo tan sencillo como no verlo. Sería una inversión en respeto a los derechos humanos, una conquista cuya preservación debemos a nuestros nietos si no queremos dejarles un mundo peor aún de lo que ya está.  

Para terminar les recomiendo que vean, si no lo han hecho ya, el himno alternativo al mundial de Qatar creado por el humorista noruego Rasmus Wold. Está en youtube y se titula  “Never mind the slavery” (“No importa la esclavitud”): 

“¡Qatar 2022! 

¡Derechos humanos, váyanse a la mierda! ¡Olé, ole, olé!  

Es bastante extraño, pero el mundo está aquí 

Organizado en Qatar, donde beber cerveza es ilegal 

No tenían estadios, pero ante la falta de lugares para jugar 

Contrataron trabajadores extranjeros 

 Trabajan 15 horas al día, pero no tienen sitio para huir 

Cerramos nuestros ojos cuando se desmayaban bajo el sol árabe 

Pero hay cosas más importantes que unos cuantos esclavos flacos 

Como un gol de chilena o una parada ganadora de un penalti 

¡No importa la esclavitud! 

¡Veremos fútbol en cualquier caso! 

Todo el mundo es bienvenido en Qatar 

¡Excepto si eres gay!” 


 J.T.

sábado, 3 de septiembre de 2022

Vuelven los intoxicadores titulares


Cuando llegue septiembre todo será maravilloso, decía una canción de los tiempos del franquismo. Jamás fue verdad, pero ahora es más mentira que nunca.

En septiembre vuelven los intoxicadores titulares: Ana Rosa, Susana, Antonio y Ana, Federico, Eduardo, Vicente, Carlos Primero y Carlos Segundo, Carlos Tercero en el TD2, Mari Ángeles… Morenos y vitaminados ellos y ellas! Que el señor nos coja confesaos! Aunque mejor sería que nos cogiera dispuestos a plantarles cara, ¿no?

Querrán copiarlos el incompetente de Marc Sala, con una Silvia Intxaurrondo tan cabal como desubicada. Ana Blanco ya no, por fortuna (me han hecho mucha gracia buena parte de los hipócritas panegíricos que le han dedicado), el gallego Xabier Fortes intentando mantener el tipo haciendo equilibrismos imposibles, y una Sonsoles Ónega convertida en star system nada dispuesta a perder la posibilidad de seguir escalando, un Joaquín Prat tan corto como atrevido, una Helena Resano que se encuentra en la misma tesitura que mi querida Sandra, intentando hacer un buen trabajo pero sabiendo muy bien las cosas que se dejan fuera y no cuentan, un Pablo Motos que, al paso que va haciendo la pelota a quien le ordena Mauricio Casals que lo haga, va a acabar con las reservas de jabón del país…

Y en medio todo esto, el Wyoming, la coartada progre, que él sabrá hasta cuándo está dispuesto a mantener. Y esa Asociación de la Prensa mirando siempre hacia otro lado, provocando la vergüenza y la indignación de buena parte de los indolentes que aún seguimos pagando la cuota por pura pereza, y ese Marhuenda, y ese tal Manso, el de El Mundo (que ha hecho bueno a Paco Rosell) compitiendo a ver quién es más burdo y peor periodista, y ese ABC, y ese “riguroso” Vocento al completo, tocando a rebato sin parar contra el Gobierno de coalición, como el Grupo Joly, como La Voz de Galicia, como el grupo Prensa Ibérica, que ha conseguido acabar con la escasa prestancia que le quedaba al Periódico de Catalunya, y ese Jesús Cacho, ese Fernando Jáuregui, ese Pedrojota, ese Pablo Sebastián, cada uno de ellos con su respectivo periódico digital, inasequibles al desaliento, cortocircuitando la posibilidad de que el periodismo en redes pueda ser decente aunque sea de derechas… Y eso sin contar con los Naranjos, Alvises, Bustos, Negres y compañía.

Buscadme diez medios honestos y no quemaré Sodoma. Hasta La Vanguardia, referente del que me niego a prescindir, me despacha a traición trágalas impresentables defendiendo al rey emérito, hasta El País de mi admirada Pepa Bueno, que se esta dejando la piel intentando hacer el periodismo que sabe hacer, acusa carencias que sin duda tendrían mercado, porque continúa existiendo mercado para las historias sabrosas, para el periodismo de siempre. Algún día será.

Y en las redacciones, soldados desconcertados viven sin vivir en ellos, intentando entender y asumir que quien paga manda y no se le puede dar más vueltas, y esos becarios recién llegados descubriendo que los han estafado después de cuatro años de facultad donde no han aprendido nada de lo que necesitan saber, entre otras razones porque pocos o ninguno de los profesores que han tenido a lo largo de sus cuatro años de carrera saben lo que es hacer un reportaje. No pisaron un charco informativo en su vida y tienen en sus manos, en el acta de calificaciones, el poder de decidir quiénes serán los que lo hagan, ¿no es todo maravilloso?

Cuando llegue Septiembre, como decía la canción, todo será maravilloso. Sobre todo para los mal llamados “líderes de opinión”, que vuelven morenos y vitaminados, con las pilas bien cargadas para poder así continuar amasando dinero a manos llenas a cambio de tener sus almas vendidas al diablo sin cargo de conciencia alguna. Para el resto de pringaos… ajos y agua, solo les queda buscarse la vida como se pueda y donde se pueda. Un panorama alentador.

En septiembre la ultraderecha mediática ha vuelto con el cuchillo entre los dientes. La izquierda necesita instrumentos de comunicación para contrarrestar la ofensiva inmisericorde que se avecina, desmontar bulos, desenmascarar montajes… A día de hoy, esos instrumentos no solo no existen sino que hasta las televisiones públicas, que practican una flagrante dejación de sus funciones, contribuyen a la confusión.

Hay que llegar a la mayoría. Los podcasts decentes, algunos medios digitales que hacen un buen trabajo… son pistolas de juguete frente al fuego de artillería que disparan los medios distorsionadores, empezando por la televisión pública. Hay que conseguir que la ciudadanía conozca, como sea, la otra cara de la luna. O eso, o se nos comen con patatas.

J.T.

sábado, 27 de agosto de 2022

¿A qué demonios estamos esperando?


Las vacaciones de agosto suelen servir para escuchar voces y opiniones que por lo general no son las de tu rutina habitual. Hablas con familiares y amigos con los que apenas tienes contacto durante el resto del año y mantienes conversaciones que en teoría deberían ser algo distintas a las habituales. No tardas en darte cuenta de tu equivocación: los lugares comunes son los mismos que en tu trabajo o en los bares del barrio donde vives, los nombres propios que se manejan varían también muy poco, igual ocurre con los tópicos, con los bulos y con las críticas al Gobierno de coalición. Los asuntos estrictamente locales ocupan un porcentaje escaso en los temas de conversación de unas sobremesas donde el veraneante comprueba en seguida hasta qué punto cala, aunque nos encontremos en el rincón más escondido del país, la política de desinformación a destajo que sufrimos desde hace dos años y medio.

El Falcon, los Eres, Bildu, el chalé de Galapagar, la niñera, Cuba, Venezuela… Esos son los lugares comunes, el mantra que no solo no cesa sino que ha calado tan hondo que continúa repitiéndose sin cesar. La moda es hablar bien de Ayuso y mal de Irene Montero, Feijoó es la gran esperanza blanca y Sánchez ese señor antipático que nos lleva a la ruina. Los que tienen claro que eso es mentira callan y los propagandistas de bulos se crecen en las paellas familiares de mediodía y los cubatas de sobremesa. Lo cool es poner a parir al Gobierno de coalición, proclamar a los cuatro vientos el aumento del paro y el crecimiento de la inflación…

Nada de admitir que lo del precio de la energía es un alivio, que bajan los carburantes, que la revalorización de las pensiones está garantizada y que el sueldo mínimo está en mil euros y seguirá subiendo, nada de plantear qué habría pasado si en los dos últimos años en la Moncloa hubiera habido un gobierno compuesto por la derecha y la ultraderecha; la corrupción del PP como si no existiera, los muertos de las residencias como si no existieran, los destrozos en sanidad y educación en las autonomías donde gobierna la derecha como si no existieran, del emérito ni una palabra, ni de las cloacas, ni de los jueces corruptos… No hablo de oídas, créanme, me he movido mucho este verano y he procurado poner el oído en conversaciones de bar, charlas familiares y reuniones de toda índole... Una ruina.

La eficacia propagandística de los voceros de la derecha queda pues más que probada. Y surge, claro está, la pregunta del millón. ¿Cómo hemos podido llegar hasta aquí? ¿A quién es atribuible que en el imaginario popular se haya instalado ignorar, correr un tupido velo sobre los desmanes de la derecha y su innegable peligro para los intereses de la mayoría de los ciudadanos?

¿A qué o a quienes hay que achacar que esté bien visto arrearle estopa por sistema al Gobierno de coalición sin conmiseración alguna despreciando un trabajo en materia de igualdad, de derechos laborales, de avances sociales o de aprobación de leyes progresistas, asuntos estos que no solo han contribuido a aliviar serios reveses en los tiempos espantosos que llevamos vividos sino que nos preparan para afrontar mejor los que parece que nos quedan por vivir?

Por más vueltas que le doy, no acabo de entender la laxitud, la escasez de sangre en las venas de quienes olvidan que gobernar no consiste solo en hacer cosas sino que además se tiene la obligación de ponerlas en valor para que los beneficiados de las medidas, que son millones de ciudadanos, las conozcan y lo reconozcan. Eso no está ocurriendo.

Quien está ganando por goleada eso que llaman “el relato” es la derecha y la ultraderecha y su particular enfoque torticero y manipulador. ¿Son solo los medios de comunicación los responsables de esto, como últimamente todos parecemos convenir en diagnosticar? Yo creo que no, que hay que ir más allá.

¿Qué están haciendo los partidos, qué están haciendo los sindicatos, las organizaciones sociales?, todos aquellos colectivos progresistas que luchan por los derechos de la ciudadanía y contra los desmanes de la derecha, ¿dónde están metidos? ¿dónde está la capacidad de organización, de réplica para impedir que los bulos, los fakes, las mentiras y la desfachatez ultraderechista dejen de campar a sus anchas de una manera tan impune como eficaz?

El momento de pensar qué país queremos para los tiempos venideros es ahora: para este otoño, para el 2023, para los próximos cuatro y ocho años... El momento de frenar la capacidad que la derecha tiene de calar con sus mensajes procaces y frentistas debió empezar hace mucho. No me cansaré de repetir que vamos tarde.

Es verdad que una de las prioridades inaplazables es poner pie en pared con la perturbadora manera de informar que se ha instalado en la mayoría de los medios. Pero parece claro que aunque eso sea condición necesaria, no es en absoluto suficiente. La pasividad, la indolencia, la pereza, incluso la confianza, son lujos que las izquierdas de este país no se pueden permitir ni un solo minuto más. Estoy seguro de que eso lo tenemos claro la mayoría. Entonces, si es así… ¿a qué demonios estamos esperando?

J.T.

domingo, 21 de agosto de 2022

30 razones por las que a las derechas no hay que pasarles ni una

1. Porque no están dispuestas a acabar con la corrupción. 

2. Porque no transmiten ni un solo mensaje constructivo. 

3. Porque hasta a sus hooligans mediáticos más incondicionales les cuesta cada día más trabajo defenderlos sin hacer el ridículo. 

4. Porque subidos en la ola de las mentiras y los bulos que en estos momentos caracteriza la política de derechas que se practica en buena parte de Europa y América, solo podemos ir camino del desastre

5. Porque la calidad de vida de quienes viven de manera precaria no la van a mejorar jamás. 

6. Porque les importa un comino el cambio climático. 

7. Porque el destrozo que perpetran en la sanidad y la educación públicas allá donde gobiernan es una trágica marcha atrás que hay que frenar en seco. 

 8. Porque no saben cómo hay que arreglar las cosas que a su juicio funcionan mal. Y si lo saben, debe ser tal la felonía que no se atreven ni a insinuarlo. 

9. Porque hasta quienes tienden a creerse su pornográfica propaganda, en su fuero interno tienen miedo a los desmanes de los que serán víctimas si las derechas gobiernan. 

10. Porque hay que acabar de una vez con las cloacas del Estado y ellos no lo harán jamás. 

11. Porque nunca propiciarán la existencia de un Poder Judicial decente. 

12. Porque no creen en el derecho a la información y consideran legítimo manipular y mentir para conseguir sus objetivos. 

13. Porque la igualdad les parece una aberración. 

14. Porque seguirán haciendo recaer la mayor parte de la carga fiscal sobre los que menos tienen. 

15. Porque acabarán con el poder adquisitivo de las pensiones. 

16. Porque continuarán protegiendo los desmanes bancarios. 

17. Porque, aunque sean pocos los que acaban en la cárcel, con ellos en el poder los corruptos saldrán todos impunes incluyendo, por supuesto, al corrupto mayor del reino. 

18. Porque es necesario e higiénico que salga a la luz todo lo que quieren tapar intentado estirar hasta el infinito en el tiempo el período de duración de los secretos oficiales. 

19. Porque si se les deja campar por sus respetos corren peligro de desaparecer todos los avances sociales y laborales logrados por el actual Gobierno de coalición. 

20. Porque ya está bien de crispación, de insultos, de dirigirse a sus rivales políticos como si se tratara de enemigos en lugar de adversarios legítimamente elegidos en las urnas igual que ellos. 

21. Porque nos merecemos una política que parta del respeto a los derechos humanos y a la dignidad ciudadana. 

22. Porque la proyección internacional de sus líderes es tan escasa como vergonzosa. 

23. Porque, dado que la alternancia en el poder significa higiene democrática cuando lleguen, que esperemos sea dentro de mucho tiempo, deben hacerlo sin religiones ni demás hipotecas retrógradas dentro de  la mochila. 

24. Porque quieren acabar con el derecho al aborto. 

25. Porque las políticas de discriminación por razones de sexo, raza o religión no deben tener cabida en un país moderno y democrático. 

26. Porque, entre otras muchas cosas, han de aprender también a dejar de usar el terrorismo como comodín cuando se quedan sin argumentos, que suele ser casi siempre. 

27. Porque están en contra de la recuperación de la Memoria Histórica. 

28. Porque son golpistas. 

29. Porque llevan dos años y medio ensuciando la vida democrática y poniendo en peligro la convivencia. 

30. Porque se niegan a admitir la realidad diversa del Estado Español y “olvidan” que en el artículo 3.3. de la Constitución se dice textualmente que “la riqueza de las distintas modalidades lingüísticas es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección”

Continuará… 

J.T.