Los sondeos son todos mentira, pero es una mentira consensuada.
Por eso los periódicos que le otorgan un futuro de ensueño a la derecha ultra y la ultraderecha se quejan de vicio cuando atacan las encuestas del CIS.
Fiarse de las encuestas no es aconsejable porque los encuestadores no se fían de los encuestados ni los encuestados de los encuestadores. Por eso mienten tanto unos como otros. Si alguien me viniera a preguntar para una encuesta electoral, algo que nunca en mi vida me ha sucedido, no tengo ninguna duda: le mentiría descaradamente.
Imagino que la ciencia estadística cuenta con esto, pero por mucho que corrijan, por mucho que manipulen, por mucho que cocinen, se parecen bastante a los juegos de azar. Más al bingo que a la lotería, porque las probabilidades de acertar son más altas, pero juegos de azar al fin y al cabo.
Luego está esa curiosa propensión que por lo general el común de los mortales tenemos a confundir nuestros deseos con la realidad. En consecuencia, solemos empatizar, solemos creernos más aquellos resultados que coinciden con nuestro anhelos. No está mal, sobre todo si eso nos proporciona aunque sea unos minutos de bienestar.
Las encuestas de La Razón, El Español o el Mundo le suelen alegrar la vida al PP y a Vox. Las de Iván Redondo o las de Tezanos hacen lo propio con el PSOE. Los partidos más pequeños, los que no cuentan con presupuesto para contratar a alguien que les regale mentiras piadosas de vez en cuando, lo tienen más complicado.
Con dinero es más fácil encontrar quien te haga la pelota, con dinero es más fácil comprar periodistas que mientan sin parar, organizaciones que presenten querellas con recortes de periódico que al final, qué casualidad, acaban encontrando un juez solícito que abre un sumario con ellos.
Es verdad que las encuestas marcan tendencias y reflejan estados de ánimo, pero a mí me divierte que los resultados puedan variar tanto de unas a otras, que haya tanta empresa, tanta institución dispuesta a invertir para que te engañen, para que te digan lo que quieres oír y no la verdad. Un ridículo juego de niños que, de manera periódica, abre primeras páginas de periódicos e informativos de radio y televisión.
Según La Razón, el PP ganaría hoy con cerca de un treinta y cinco por ciento de los votos, lo que significaría entre 150 y 152 diputados, y Vox quedaría como tercera fuerza, con un dieciséis por ciento. En ese escenario, la suma de PP y Vox alcanzaría los 199 escaños (sobre 350), lo que les daría una mayoría parlamentaria amplia. Otros sondeos de alcance nacional coinciden en que la derecha ultra y la ultraderecha mantienen una ventaja de 8 a 10 puntos sobre el bloque de la izquierda.
Mas hete aquí, ¡oh, sorpresa!, que este lunes ha llegado el CIS con las rebajas y contradice todo lo anterior: el PSOE lideraría con casi un treinta y cinco por ciento de intención de voto mientras que el PP caería por debajo del veinte. Vox subiría hasta casi el dieciocho, lo que situaría a los fascistas titulares a solo dos puntos del PP. Traducción: la suma PP y Vox no llegaría, hoy 13 de octubre, a la mayoría absoluta de 176 escaños.
Estupendo, que se diviertan con sus juguetes si eso les hace felices y que nos dejen en paz. Que gobiernen los que tienen que gobernar, que los de la oposición hagan una oposición decente, dejen de crispar e insultar, y que a los ciudadanos nos dejen respirar. Cuando llegue el día de meter las papeletas en el sobre, ya hablaremos.
J.T.
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