martes, 7 de octubre de 2025

La Flotilla ha triunfado

Hay ocasiones en que para ganar una batalla no hace falta llegar a ningún puerto. Basta con que el mundo mire. Y eso, precisamente, ha conseguido la Global Sumud Flotilla, la caravana de barcos civiles cargados de ayuda humanitaria, médicos y periodistas que zarpó rumbo a Gaza con un propósito tan simple como subversivo: llevar pan y medicinas allí donde Israel solo deja escombros y silencio.


Las fotos, los vídeos y los testimonios del abordaje pirata llevado a cabo por el ejército de Netanhayu contra los barcos de la Flotilla han recorrido el planeta permitiendo que el mundo entero tome nota y cada cual extraiga sus propias conclusiones. ¿La misión ha fracasado porque no se consiguió entregar la ayuda humanitaria o, por el contrario, ha triunfado teniendo en cuenta la repercusión que han conseguido y los muchos gobiernos a los que ha dejado en evidencia? Está claro que han ganado, y que tanto Israel como aquellas personas, instituciones y países que apoyan a los responsables del genodicio, lo saben.


La Global Sumud Flotilla partió de Barcelona a finales agosto con barcos de muchos países. La expedición la conformaban médicos, cooperantes, parlamentarios, sindicalistas, estudiantes… Ninguno de ellos iba armado y todos eran conscientes del riesgo. Sumud, recordemos, es un término árabe que significa resistencia serena. 


El primer éxito de la iniciativa fue reunir a cientos de personas de más de cuarenta países en una acción civil, no partidista, que obligó a los grandes medios de comunicación a dar cuenta de su actividad. Eso significaba visibilidad y ese fue el primer triunfo. El segundo ha sido la legitimidad moral de la que consiguieron dotarse. Interceptar una misión civil humanitaria en aguas internacionales es una violación del derecho marítimo y del derecho humanitario que Israel volvió a repetir con el pretexto de que estaban siendo víctimas una “provocación política”. El tercer triunfo fue político. Varios gobiernos reclamaron públicamente que se respetara la integridad de la flotilla. Algunos países europeos, aunque con la boca pequeña, pidieron “moderación” a Israel y en diplomacia, eso ya es una grieta. 


Cierto que el volumen de la carga era escaso para cubrir las necesidades de la población de Gaza, pero todos sabíamos desde el primer día que, llevaran lo que llevaran, repartirlo iba a ser imposible. El objetivo principal no era repartir víveres, sino remover conciencias. Las operaciones simbólicas tienen un poder que las cifras no miden: obligan a hablar. Y la Global Sumud Flotilla ha obligado a hablar mucho del bloqueo que sufren los gazatíes, de la desnutrición, de los hospitales sin luz, de los niños sin agua. Ha devuelto el tema al debate político, ha sacudido la indiferencia. 


En las redes, miles de usuarios compartieron los nombres de los barcos, los rostros de los tripulantes, las declaraciones de los médicos. El mundo comprobó que todavía hay ciudadanos dispuestos a desafiar ejércitos en una misión pacífica ¿Triunfo total? No. La ayuda, en su mayor parte, no ha llegado. Israel mantiene el bloqueo. Las autoridades internacionales siguen mirando hacia otro lado. Pero el éxito simbólico es indiscutible. En un mundo anestesiado por titulares y algoritmos manipulados, una flotilla civil ha conseguido que todo el mundo pudiera comprobar en vivo y en directo la impunidad con la que se mueve el ejército de Israel. 


Resistir sin perder la dignidad. Eso significa Sumud y eso es lo que han conseguido los quinientos activistas que durante un mes largo se la han jugado y han pagado el precio. Su determinación ha sacudido millones de conciencias. En tiempos tan oscuros, eso es una victoria. Indiscutible.


J.T.


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