Diario final, nº37. 8 de octubre de 2025
AQUÍ NO TENEMOS MÉDICOS PARA ANIMALES
El pasado día 1 de octubre, sobre las 20:30h cerré bruscamente el diario. Había sonado la señal de alarma y todo el pasaje y tripulación acudimos a nuestro puesto, asignado previamente en la parte de proa de la cubierta. Como habíamos sospechado, y dado lo avanzado que estábamos en la dirección a Gaza, la marina de guerra sionista, enseguida que oscureció, inició el operativo de asalto a nuestros pequeños y frágiles barcos.
El Sirius fue el segundo que abordaron después del Alma. Sería algo más tarde de las 21:00h. Una cañonera, similar a la que nos había visitado de madrugada, ese mismo día 1, se acercó a nuestra nave y viendo que estábamos tod@s a la vista en cubierta y en una posición de rendición, nos comunicaron por megafonía que si hacíamos algún tipo de movimiento entenderían que estábamos oponiendo resistencia al asalto. Poco después empezaron a subir al barco. Previamente ya habían inhibido todas nuestras señales de comunicación. No obstante, lo primero que hicieron al subir fue cortar el cable desde donde recibíamos la señal de wifi, vía satélite. Contaron a todas las personas que estábamos en posición de rendición con las manos en alto, registraron todo el barco, y a partir de ahí se hicieron cargo de la marcha de éste, modificando la dirección hacia el noreste, buscando el puerto de Asdod, a unos 40 km al norte de la frontera de Gaza. Era una dotación de unos 15 soldados, la mayoría muy jóvenes y varias mujeres entre ellos.
Desde esa hora, hasta las 12 de la mañana aproximadamente, o sea algo más de 14 horas, estuvimos en cubierta del barco, sin movernos, con el salvavidas puesto y dando cabezadas de sueño. Es cierto que después de amanecer nos ofrecieron botellas de agua, incluso galletas de la que almacenábamos en nuestra despensa. Nadie quiso aceptar comida, y solo algunas compañer@s aceptaron agua cuando empezó a apretar el sol. Cuando vieron que el agua se usaba para mojar la cabeza y combatir el sol nos propusieron bajar a la bodega, lugar que usábamos de dormitorio habitualmente, para evitar el calor.
A la cubierta habíamos subido, cuando sonó la alarma, solo con nuestros móviles, pasaporte, ropa para combatir el frio de la noche y los salvavidas. Todos los equipajes, guardados en mochilas, los habíamos dejado en la bodega. Nos sorprendimos bastante cuando al bajar, todas las mochilas habían desaparecido y nunca más las vimos. Al menos, en la bodega, nos permitieron tendernos, y pudimos dormir y descansar aproximadamente hasta las 16:00h. A esa hora nos ordenaron que subiéramos otra vez a cubierta y descubrimos que ya estábamos en el exterior del puerto de Asdod. A pesar de ello no quisieron entrar en puerto y atracar, por lo menos hasta una hora después.
Una vez desembarcados nos llevaron a una zona del muelle, que estaba compartimentada por contenedores, situados en perpendicular a la estación portuaria, y la línea paralela a la estación la cubrían con unas vallas altas con una especie de malla de rafia negra, que impedía la visión de nuestra detención allí dentro. Era como una especie de celda enorme, a cielo abierto, y había varias de ellas. La que estaba cerca de la entrada a la estación era la primera “celda” y continuaban varias más.
Nada más desembarcar en el muelle, notamos la diferencia entre los soldados que nos habían custodiados y los policías que se hacían cargo de nosotr@s. Al poner el pie en el muelle, nos llevaban a empujones a la zona donde continuábamos la fila de personas detenidas y desembarcadas antes, y éramos obligadas a ponernos en cuclillas con la cabeza bajada hacia el suelo. Las personas que no bajaban suficientemente la cabeza eran agredidas, obligándolas a golpes a que la posición de sumisión fuera la correcta. Una vez me ví en el suelo, en esa posición sentí cierto pánico. Me imaginaba que nos fueran a tener así toda la noche, y mis condiciones físicas me lo impedían. Ni podía doblar bien las piernas, ni podía tener la espalda sin apoyo. Pensé que llegaría un momento que me vencería el cansancio y me obligarían a palos a guardar la posición correcta.
Tampoco era que todos los soldados que tomaron los barcos fueran más amables que los policías. Llevaban instrucciones precisas y como ejemplo significativo el que ocurrió con Miguelón, un compañero vasco, pacifista de toda la vida, promotor de tejido cooperativo y defensor de colectivos de inmigrantes en Euskadi; también con una trayectoria larga de apoyo a las distintas flotillas que han intentado romper el bloqueo a Gaza desde su imposición en 2007. El mando de los soldados que tomaron su barco entró preguntado por él, y cuando se identificó, le doblaron el brazo hacia atrás, lo tiraron al suelo, y le estuvieron golpeando contra él.
Tuve la suerte, y respiré aliviado, cuando entré con los primeros grupos en la estación portuaria. Esta la habían convertido en una gran comisaría, donde primero nos cacheaban y examinaban las cosas que llevábamos, porque en algunos barcos sí permitieron que la gente se llevara su equipaje. Luego pasábamos a la zona de fichaje, donde nos tomaban las huellas dactilares y nos hacían las fotos de presos y por último pasábamos por una de las 25 mesas, donde un juez, nos informaba a través de un intérprete, que estábamos detenid@s por haber infringido la prohibición de entrar en aguas internacionales que el régimen de Israel, de manera unilateral, y sin ninguna autorización de NNUU, había decidido que no se podía entrar. La vulneración de esa prohibición, la consideraban entrada ilegal en Israel con la consecuencia de que las personas que lo habían hecho estarían 72 horas detenidas en una cárcel y luego serían expulsadas del país.
Mientras tanto, en el exterior, nuestra gente que seguía en cuclillas, recibieron la visita del ministro de Seguridad, Itamar Ben-Gvir, que, con guardaespaldas, aunque había más policías que presos, fue gritando entre las filas de gente arrodillada en el suelo, que eran terroristas y que iban a ser tratadas como terroristas. Se acercó donde había dos presos que eran judíos estadounidenses, participantes en la flotilla, y personas notorias en su país por condenar el sionismo y defender al pueblo palestino, y pretendió hacerse una foto con los “judíos malos” humillados en el suelo, y él, como el judío bueno, defensor del estado sionista de Israel. Sin embargo, los malos, desde el suelo, le escupieron en los pies y toda la gente humillada, en todo el puerto, empezó a gritar “Free Palestine”. El resultado es que, el ministro se fue con el rabo entre las piernas, pero la policía empeoró la situación de los presos. Maniataron con bridas a todo el mundo, con las manos en la espalda, empeorando su equilibrio en el suelo, y golpearon a las personas que caían rendidas al suelo, obligándolas a mantener la posición.
Por suerte, yo ya había pasado el paripé del control judicial, y junto a otras personas fuimos conducidas a la cárcel de Ktziot, ubicada a algo más de 120 km al sur del puerto, en pleno desierto del Neguev. Esta es la cárcel más grande del mundo, que abarca 400.000 metros cuadrados; por allí han pasado el 75% de los palestinos detenidos por el ejército durante la primera intifada, y siguió acogiendo a miles de presos palestinos detenidos en todas las grandes movilizaciones posteriores. En la cárcel, no me olvidé de l@s compañer@s, que llevarían horas y horas arrodillad@s en el puerto, mientras le llegaba el turno de pasar al control judicial.
La estancia en la cárcel fue una copia de lo vivido en el puerto. Celdas abarrotadas por encima de su capacidad, en mi celda por ejemplo 13 personas en una de 8, falta de colchonetas para dormir, falta de papel higiénico, y lo peor, falta de atención médica y suministro de medicinas a personas que las necesitaban obligatoriamente (y las llevaban consigo, pero no le permitieron que las tuvieran en las celdas) tales como insulina, pastillas para problemas cardiacos, u otro tipo de dolencia con medicación obligatoria.
Hay dos ejemplos que representan otros muchos. A un compañero diabético, le niegan la insulina y antes las protestas de los compañeros de su celda, gritando y golpeando las puertas, cuando la policía acude a sofocar el alboroto, y le explican en inglés que el compañero necesita su medicación y atención médica, el policía con más mando contestó, también en inglés, “aquí no tenemos médicos para animales”. Otra compañera, con problemas de corazón, y que, por las protestas de la celda, también acudió la policía, frente al argumento de que la falta de medicación le producía un riesgo de parada cardiaca y muerte, le respondieron que, el riesgo de muerte lo tendría cuando tuviera la parada cardiaca, y hasta que no sufriera esa parada no había riesgo. Solo, después de tres días de protestas, fueron suministrados los medicamentos solicitados, pero esto no salió gratis. En más de una ocasión paras reprimir las protestas, la policía, equipada como antidisturbios, y llevando perros, entraban en las celdas, encañonaban a la gente, y las sacaban con las manos maniatadas con bridas a la espalda, grilletes en los pies y ojos vendados, y era llevada a jaulas, donde las tenían en esa posición durante 4 o 5 horas.
Sin entrar en más detalles de los que hay abundancia, para denunciar el trato vejatorio, inhumano y contrario a los derechos de cualquier detenido, obviando que éramos no detenidos, sino personas secuestradas que estaban cumpliendo una misión humanitaria, podemos decir que la situación no fue mucho peor, gracias a la movilización popular y la condena mundial del régimen genocida de Israel, convertido en un estado paria cada vez más despreciado por la mayoría de la población mundial, incluidos millones de población judía no sionista, que vive mayoritariamente fuera de Israel.
Es necesario mencionar antes de acabar el diario, el caso de la compañera de la flotilla, Reyes Rigo, única española retenida aún en la cárcel, acusada de "haber mordido" a una sanitaria israelí. La compañera Ale, que compartía celda con ella y que ya llegó a Madrid, cuenta la verdad, como testigo directo del bulo sionista, en un vídeo de 3'5 minutos donde no deja ninguna duda de lo que realmente pasó. El vídeo, emitido en la “Base TV” y podéis verlo en https://x.com/LaBase_TV/status/1975607804565352494?t=YLJTJGNv36NrdQT6DD0e1A&s=09
Tod@s los miembros de la flotilla, liberados del secuestro del ejército sionista, seguimos nuestra lucha desde nuestra ciudad, desde nuestro pueblo, desde nuestro barrio, desde nuestro centro de trabajo, desde todos nuestros círculos de convivencia. Seguiremos impulsando flotillas y misiones que de una u otra forma llegarán a las entrañas de la bestia, para gritarles asesinos genocidas y Viva Palestina Libre.
Ahora mismo la Freedom Flotilla Coalition y Thousand Madleens, se encuentran navegando en estos momentos cerca de la costa de Gaza. Son 9 embarcaciones: El barco CONSCIENCE de la Flotilla de la Libertad y 8 veleros de la Thousand Madleens. Ya están en riesgo de ser secuestrados y podemos seguir su situación, pulsando el enlace https://freedomflotilla.org/ffc-tmtg-conscience-tracker/ donde podremos ver la posición del buque Conscience.
Nuestra infinita gratitud, a millones de personas que nos han acompañado con su aliento, y su movilización, para exigir el fin del genocidio. Todas íbamos en el mismo barco, y seguiremos navegando contra el colonialismo en todas sus formas y la libertad de los pueblos. Acabamos con un lema del pueblo cubano, uno de los más firmes defensores de Palestina, ¡¡Hasta la victoria siempre!!
J.T.
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