En cierta ocasión uno de los principales bancos portugueses y gran cliente de su periódico amenazó a Balsemao con retirarle la publicidad si continuaba criticando su gestión. Él no solo continuó informando sino que fue aún más implacable a partir de ese momento. Le retiraron la publicidad, claro. Meses después coincidió en un acto social con el responsable del banco, quien le propuso olvidar lo sucedido y su intención de reanudar las inserciones publicitarias en Expresso. No sabe cuánto lo siento, le contestó nuestro hombre, pero tenemos todos los espacios publicitarios vendidos para los próximos seis meses.
Cuando aceptó formar parte del gobierno portugués en 1980, Pinto Balsemao dimitió de todos sus cargos en Expresso y exigió a sus compañeros que a la hora de hablar de su gestión política aplicaran el estricto criterio profesional que él les había enseñado. Lo hicieron. Siempre fue un apasionado del periodismo de investigación, de las exclusivas, y tenía muy claro que no existe independencia en el periodismo si el medio no es rentable y autosuficiente.
Permanyer, prolífico y polifacético, también nos regaló impagables reflexiones sobre el oficio periodístico: “Cuando el poder te da un micrófono sin posibilidad de réplica, decía, el periodismo deja de cumplir con su obligación”. Para él la opinión, si no está fundamentada en datos, no es buena opinión y en cuanto a la democracia, consideraba que solo es posible cuando existe una ciudadanía bien informada.
Rechazó el título de cronista oficial de Barcelona porque “lo concede el poder, y no me interesa” También rehusó aceptar la medalla de oro de la ciudad y el cargo de jefe de prensa que le ofreció Josep Tarradellas cuando volvió del exilio.
Tanto Balsemao como Permanyer tenían claro que a la hora de ejercer el periodismo, lo más importante es no perder nunca la dignidad. Gracias por vuestro legado, maestros!
J.T.


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