La OPA hostil del BBVA contra el Sabadell no es una operación financiera sin más, sino una demostración de fuerza en toda regla. Un yo soy más grande que tú y te voy a tragar, te guste o no. Pretende camuflarse de oportunidad estratégica cuando en realidad es soberbia. El Sabadell no quiere aceptar y el BBVA insiste: Te casarás conmigo por lo civil o por lo militar. Las leyes permiten este tipo de acoso en el mundo de las finanzas, aunque cueste entenderlo.
Ver la guerra que se traen estos días las dos entidades financieras, el dineral que se están gastando para seducir accionistas y atraerlos a sus respectivos bandos produce cierta vergüenza ajena. A los profanos se nos escapan muchas cosas, pero hay algo que todos intuimos: ocultan más de lo que cuentan, y en algún lugar está la trampa.
Los partidarios de la concentración lo ven como algo "lógico", "necesario", "estratégico". Si no se lleva a cabo, aseguran, se frenará “la evolución natural del mercado”. O sea, que oponerse es estar en contra del progreso. Y se quedan ta tranquilos. Me ha tocado acercarme a estos temas en clave profesional pocas veces, pero lo que aprendí cuando tuve que hacerlo es que cuando un banco se traga a otro se pierden oficinas, empleos y arraigo, que las fusiones no son sinónimos de eficiencia y que los despidos acaban contándose por miles. ¿Para qué quiere BBVA el Sabadell? ¿Para reforzarse? ¿O para deshacerse de él? Pues para aumentar sus beneficios, como se ha encargado de dejar claro Cristina Buhigas. No hay estrategia industrial sino olor a arrogancia, a desprecio institucional, a esa vieja costumbre de arrasar lo que funciona si no está bajo tu bandera. Ante la anunciada rebaja de tipos del BCE, no quiere que sus ingresos disminuyan.
Si el Sabadell cae y la OPA hostil contra la entidad triunfa dentro de unos días, no será por méritos del BBVA sino por cobardía de quienes debieron defender un modelo más plural, más equilibrado, más justo. Por miedo, por negocio, o por no incomodar a los grandes fondos de inversión internacionales, que son quienes al final tienen la sartén por el mango y acabarán inclinando la balanza hacia un lado u otro. La banca al fin y al cabo no tiene alma, como cualquier usuario conoce de sobra.
Lo que el BBVA está haciendo con el Sabadell no es solo una jugada de poder: es un abuso, la ley del más fuerte en estado puro. Nunca una entidad bancaria me fue simpática, pero en este caso voy con el Sabadell. A ver qué pasa.
J.T.
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