lunes, 3 de noviembre de 2025

La película “Los domingos” y el nuevo disco de Rosalía



A raíz del estreno de “Los domingos”, Concha de Oro del Festival de San Sebastián  2025, y la presentación de “Lux”, el nuevo disco de Rosalía, no puedo evitar preguntarme si estamos ante una corriente de religiosidad o espiritualidad en las generaciones jóvenes, o solo se trata de una moda estética e industrial.

 

En “Los domingos”, Alauda Ruiz de Azúa plantea la historia de una joven de diecisiete años que anuncia su intención de hacerse monja de clausura provocando así un auténtico terremoto familiar ¡Monja en 2025! La película está bien hecha, bien escrita y mejor interpretada. La crítica, en líneas generales, ha aplaudido su honestidad, su voluntad de plantear preguntas en lugar de respuestas fáciles y la sensibilidad con que la directora aborda el conflicto familiar, algo que ya investigó en “Cinco lobitos”, su primer largometraje (2022). 


Hay que decir además que no se trata de un cine ligero, su ritmo pausado y su mirada reflexiva no son quizás la opción más cómoda para quienes buscan en las salas entretenimiento sin más. Aún así, más de medio millón de espectadores han visto ya “Los domingos” desde su estreno el pasado 24 de octubre.


Por su parte la cantante Rosalía ofrece en “Lux”, el disco que lanzará oficialmente el próximo día 7, una estética cargada de simbolismo religioso y espiritual (halo dorado, un corazón inquietante, rosario visible, atuendo en blanco evocador de hábito). Un trabajo en el que se ha propuesto explorar, según ella misma ha declarado, la mística femenina, la transformación y la espiritualidad. Después de haber reinventado el flamenco, el reguetón y el marketing, se conoce que ahora tocaba la religión. 


Si ves sin sonido el videoclip de la primera canción que ha difundido en redes, “Berghain”, y que cuando escribo estas líneas supera ya los doce millones de visualizaciones en youtube, parece como si estuviera en un convento de clausura. La propuesta, hay que reconocerlo, es ambiciosa y artística. Usa una orquesta  sinfónica, también colaboraciones de peso y todo apunta a un trabajo que va más allá del pop superficial. 


¿A qué puede deberse que coincidan en el tiempo el estreno de "Los domingos" y "Lux", ambas propuestas evocando la religión? ¿Se trata de una moda de espiritualidad entre la juventud? ¿Por qué están teniendo tanto éxito? Hay quien lo atribuye a que buena parte de los jóvenes entre 18 y 35 años, generación zeta y millennials tardíos, viven ansiedad crónica, precariedad laboral y un cierto vacío existencial, lo que hace que lo espiritual se convierta en símbolo de resistencia al nihilismo consumista. Puede que sea eso, pero no solo es eso.


Aunque los jóvenes no vayan a misa más ahora que antes, es verdad que se tatúan cruces, encienden velas aromáticas y suben a TikTok vídeos de cómo sanar tu energía. No rezan el rosario, pero hacen playlists para “conectar con la vibración del universo”. Hay quien entiende todo esto como un retorno de lo sagrado, pero parece claro que también se trata de un buen filón. 


El mercado ha descubierto que el alma vende. ¿Se trata de una regresión? ¿Una crisis de valores, quizás? Los jóvenes se acercan a fenómenos como la vocación religiosa, el ritual, el silencio o la contemplación, que hasta hace poco parecían olvidados y los reinventan. En esta época de tanta fragmentación sienten que lo tradicional ya no les ofrece respuestas y, en consecuencia, buscan “algo más”. La excelente acogida que se ha dispensado tanto a “Los domingos” como a “Lux” puede que funcione como el termómetro de una generación que busca sentido en el caos.


Para según qué expertos, la clave del éxito reside en la autenticidad emocional, consideran que ni Rosalía ni Ruiz de Azúa predican, sino que exploran; que no se trata de proselitismo, sino de un espejo. Ahí es donde las grandes plataformas han captado que hablar de espiritualidad, vocación o misticismo genera atención, y así es como parte de este fenómeno ha acabado convirtiéndose en rentable producto cultural. 


No sé en qué momento pasamos de los botellones a las procesiones, pero algo se está moviendo en estos tiempos de crisis de valores. Muchos de quienes no acabamos de entender bien lo que sucede, como es mi caso, nos preguntamos si eso que llaman “espiritualidad” no será más bien un nuevo envoltorio del capitalismo que ha descubierto la rentabilidad de pulsar el botón “modo alma”.


J.T.

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