¿Cómo es posible que quienes están contra la libertad la reivindiquen con tanto descaro? ¿Cómo es posible que a quienes están por la desigualdad, por la discriminación, la marginación, el desprecio del más débil, a quienes solo ven las injusticias que quieren ver, se les llene la boca de la palabra Libertad presumiendo así justo de lo contrario a lo que propugnan? Los más recientes en profanar públicamente el término han sido Javier Milei y José Antonio Kast este lunes, durante el primer encuentro entre ambos en la argentina Casa Rosada tras la victoria electoral del ultraderechista chileno.
Libertad para ellos es que nadie limite al fuerte, que nada estorbe al que ya tiene poder, dinero o privilegios. No es la libertad del pobre para vivir sin miedo, ni la del diferente para existir sin ser señalado, ni la del trabajador para no ser explotado. Es la libertad del que puede pagársela. El mismo patrón del histriónico Donald Trump, esa maldición bíblica que nos ha caído al mundo desde que llegó a la Casa Blanca, la misma cantinela de Orban, Meloni, Le Pen y compañía, el mismo mantra que el de esa tóxica pareja que en nuestro país conforman un tal Miguel Ángel Rodríguez y su estomagante marioneta Isabel Díaz Ayuso, para quienes la libertad es poder tomar cañas y no encontrarse con el ex por las calles de tu ciudad. El mismo modelo de los fascistas de Vox, que nos amenazan con motosierras y lanzallamas mientras continúan creciendo en las encuestas.
Isaiah Berlin (Dos conceptos de libertad y otros escritos, Alianza Editorial,1969) distinguía entre libertad negativa o ausencia de interferencias, y libertad positiva, la capacidad real de decidir sobre la propia vida. El fascismo actual se apropia de la primera para destruir la segunda. Te dicen que eres libre porque nadie te prohíbe nada, mientras te condenan a no poder ejercer ningún derecho si no tienes recursos. El científico y economista húngaro Karl Polanyi ya advirtió en La Gran Transformación (Quipu Editorial, Buenos Aires, 1989 -la primera edición en NY data de 1944-) que un mercado sin límites acaba destruyendo la sociedad que lo sostiene. Y Hannah Arendt explicó en Los orígenes del totalitarismo, (1951) cómo el desprecio sistemático por los débiles prepara el terreno para formas nuevas de autoritarismo.
¿Son estas las razones por las que el torticero enfoque que los totalitarios hacen del término libertad ha acabado haciendo tanta fortuna en las tertulias de taberna y reuniones familiares de hoy día en nuestro país? Me cuesta aceptarlo, me cuesta entender cómo es posible que quienes solo piensan en armarse hasta los dientes, restringir derechos, recortar pensiones, privatizar servicios públicos y especular con bienes de primera necesidad imprescindibles para tener una vida digna estén triunfando en el mundo. ¿Cómo es posible que quienes apuestan por demonizar al adversario obtengan escalofriantes respaldos electorales a costa de quienes luchan porque los más pobres vivan con una mínima dignidad, de quienes defienden que aquellos a quienes les sobra para vivir varias vidas contribuyan con sus excedentes a disminuir las desigualdades?
¿Qué nos ha pasado? ¿A qué se debe tanta equivocación de las izquierdas? ¿Por qué se han dejado comer el terreno una vez más en la historia? Me gustaría que alguien me lo explicara ¿Hay alguien ahí, hay alguien entre los políticos que en teoría luchan contra el fascismo, que me pueda explicar por qué razón proyectos justos donde los derechos humanos son la prioridad se están yendo de nuevo a tomar viento. Necesito entender todo esto, por favor, que últimamente no entiendo nada, ¿Y usted?
J.T.

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