Cuarenta días ya sin columna de Manolo Saco son una pésima noticia
El silencio de Manolo Saco es un dramático síntoma de la falta de aire fresco en el mundo de la izquierda
El silencio de Manolo Saco es alarmantemente ruidoso
Cuarenta días sin Manolo Saco son cuarenta días con un poquito menos de libertad
Y en este caso la culpa no la tiene Rajoy, ni los bancos, ni la prima de riesgo, ni tampoco la Merkel ni el malvado Fondo Monetario Internacional. La culpa de que, desde hace cuarenta días, Manolo Saco no escriba su columna en eldiario.es, que titulaba "NI dios, NI patria, NI rey" la tiene la impresentable pamplina en la que se mueve mucha gente de la izquierda de este país. Personas que, apenas tienen oportunidad asoman de inmediato la patita dogmática y, cuando no les gusta lo que escribe alguien que es de su cuerda, y que por tanto tendría que pensar como ellas, se rasgan las vestiduras y, escandalizadas, piden de inmediato la cabeza del "sacrílego". ¡Al infierno con él!
Os cuento: El pasado 10 de marzo, en su columna de eldiario.es, Manolo Saco glosó lo que estaba sucediendo en Venezuela como él creyó que debía hacerlo. (Si pincháis aquí lo podéis leer) Hizo uso de la libertad que siempre ha dado a quienes hemos trabajado con él -y que él usaba cuando escribía- para no dejar títere con cabeza; echó mano de la ironía que tantos ratos divertidos nos ha hecho pasar a quienes admiramos su magistral estilo literario y disparó. Analizó la muerte y sucesión de Chávez como él creyó conveniente, con la misma afilada pluma con la que lleva escritos centenares, miles de artículos que durante muchos años han puesto de los nervios a los meapilas, totalitarios, ultramontanos e intransigentes varios de este país.
Pero como la intransigencia anida en todos los tejados a Manolo, que en los medios de la derecha le han llamado desde blasfemo hasta sectario, le ha tocado ahora ser víctima de un despiadado linchamiento digital en los comentarios a su columna por parte de sus propios lectores, que se supone son de izquierdas.
Hasta ahí, si se me apura, todo estupendo. La interactividad, que a mi me parece un hermoso hallazgo, permite pulsar la reacción que tu trabajo despierta, entre quienes te leen, prácticamente al instante. Lo que pasa es que entre los lectores de eldiario.es, muchos en este caso no se han limitado a expresar su discrepancia o su desacuerdo sino que, en nombre de su rol de socios (cinco euros al mes por ayudar a sostener el proyecto) deciden, además de opinar, darse por ofendidos y pedir la cabeza de Manolo por osar pensar, y escribirlo, como a ellos no les gusta.
Triste, fatal, horrible. Si eso ocurre poniendo cinco euros, imaginaos lo que no harán los socios capitalistas de cualquier medio de comunicación cuando aparece un díscolo entre sus huestes.
El caso es que la inédita situación, que igual hasta puede marcar un punto de inflexión en esto de la comunicación digital, debió suponer un buen quebradero de cabeza para eldiario.es Sin duda era un marrón al que había que hacer frente y a fe que se pusieron a ello. A mi juicio, han toreado con bastante arte un episodio sin duda difícil. La defensora del lector salió al paso en una columna que tituló "Hasta dónde deben condicionar las críticas" y, entre otras cosas, cuenta:
"He hablado con Manolo Saco, quien no ha querido añadir nada más que lo ya expresado en su comentario -escribe Olga Rodríguez-. Y continúa: También he preguntado por lo sucedido al director de eldiario.es, Ignacio Escolar, y esta es su respuesta:
" Manuel Saco me llamó por teléfono el lunes por la mañana para decirme que quería dejar el blog por las razones que ya ha explicado en el comentario. Le insistí en que recapacitase y le intenté convencer de que siguiese. Hablamos un buen rato. Me dijo que se lo pensaría más adelante, pero que por ahora prefería tomarse al menos un tiempo." (la respuesta entera y la columna de O. Rodríguez puedes leerla pinchando aquí)
Tengo para mí, conociendo a Manolo Saco como lo conozco desde hace tantos años, que las conclusiones que él debió sacar de todo este revuelo le debieron dejar con la mosca detrás de la oreja. No sé si contó hasta cien o hasta mil porque no he podido hablar con él, pero el caso es que la decisión que tomó fue la siguiente: usó el apartado de los comentarios a su columna, como un lector más y a modo de despedida, escribió lo siguiente el día 11 de marzo a las 13:42:
"A TODOS.
Como columnista vuestro que soy, os debo una explicación, y esa explicación que os debo, os la voy a pagar:
Mi columna de hoy sobre la Venezuela de Chávez ha tenido un rechazo masivo y sin paliativos por parte de socios y lectores. Y lo que es peor, por parte de muchos de vosotros a los que aprecio intelectualmente. Me preocupa sobre todo el no estar en sintonía con los socios, entregados a un proyecto, para ellos ilusionante, de periodismo de izquierda y libre. Si siempre se ha dicho que los periódicos pertenecen a los lectores, pues son finalmente los que los sustentan y los mantienen con vida, en el caso de los socios lo es doblemente, pues lo han financiado con una aportación económica.
A muchos de ellos les he leído, entre líneas, que un periódico que me mantiene a mí como columnista “ya no es su periódico”, que se habían equivocado. Y es verdad. Se habían equivocado. Uno necesita el bálsamo de la prensa amiga, y mucho más si la financia con su esfuerzo, como un lugar refugio donde confirmar a diario sus ideas vitales, sin agresiones ideológicas.
Como creo en la necesidad de preservar la existencia de diarios como este y, sobre todo, en el espléndido equipo de dirección que lo alienta, os comunico a todos que desde este momento dejo de publicar en diario.es. Los lectores tenéis derecho a no correr el riesgo de sobresaltaros cada mañana, pensando que un francotirador os podría estar atacando con fuego amigo.
Gracias por vuestra paciencia, y disculpad las molestias."
El revuelo que ha levantado esto, a mi juicio excesivamente discreto para la importancia que le atribuyo al sonoro silencio de Manolo se ha traducido, en las redes sobre todo, en análisis y juicios de intenciones en los que yo no pienso entrar. Al menos por ahora.
Si transcurren otros cuarenta días y Manolo continúa en silencio, lo que ahora me parece grave, empezará a parecerme gravísimo.
Repito: Cuarenta días sin columna de Manolo Saco son... no una sino cuarenta pésimas noticias.
J.T.
No tengo nada que añadir. Dejar constancia de mi pesar, únicamente.
ResponderEliminarYo le pedí que no dejara de escribir, pero las opiniones negativas hacen mas daño que las positivas. Le decía que unas veces me gustaría lo que escribiese y otras no, pero que eso era lo que buscaba en un periódico: pluralidad. Lo malo es que muchos sólo quieren oir la confirmación de sus propias opiniones. También, como muchos otros, espero que Manolo Saco vuelva a escribir y me reservo mi derecho a discrepar, cuando no comparta lo que que lea.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la columna de Manolo Saco con la que estoy básicamente de acuerdo; aunque aquí no se trate de esto sino de todo lo contrario. No entiendo por qué la gente quiere leer, oir, ver lo que ya sabe y lo que ya piensa. Me haré fan de Manolo Seco, gracias a JT
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