jueves, 16 de noviembre de 2023

Los disparates de Abascal

No hay duda de que Abascal es un ultra, pero ¿no les parece que a veces transmite la impresión de actuar como una marioneta cuyos hilos están en manos de vaya usted a saber qué ventrílocuo? ¿Quién lleva en realidad la batuta de los dislates de la ultraderecha? 

Al presunto líder de la resurrección fascista en nuestro país no acabo de creérmelo. Lo que dice da miedo, la parafernalia de la que se rodea asusta, los desquiciados que le apoyan espantan pero él resulta más bien patético. Este miércoles en el Congreso, con sus performances y sus exageraciones, evidenciaba una vez más su falta de solidez, su carencia de enjundia. 

Ese cóctel de racismo, xenofobia, machismo y nostalgia del franquismo que predica le supera a él y a muchos de quienes les rodean. Monta pollos sin parar porque igual no sabe hacer otra cosa. Él y los suyos son útiles al sistema porque dan miedo y su mensaje gamberro cala en los indocumentados, pero aparte de a rezar rosarios en Ferraz, ¿dónde les está llevando eso? 

No me lo imagino con el arrojo suficiente para tirar de sable y batirse a duelo con nadie por mucho que abandone la sesión de investidura o llame golpistas a los demócratas -que ya hay que tener cuajo-. Lo sacas del mundo del postureo, de las performances como decía antes, y no es nadie. Aupado en su día por esa gran demócrata llamada Esperanza Aguirre, Abascal encontró un hueco que le lleva siendo rentable desde 2018, cuando consiguió 12 escaños en el parlamento autonómico andaluz, y desde entonces su único objetivo parece ser que el souflé tarde en desinflársele el mayor tiempo posible.

Produce escalofríos escuchar las declaraciones de quienes se manifiestan ante sedes socialistas, presuntos votantes suyos: no saben ni explicar contra qué protestan pero ahí están, pegando gritos y bandera preconstitucional en mano porque mola, menudo subidón, tú. Habría que ver cómo sería la vida de muchos de los manifestantes faltones de estos días si durante los años de pandemia y de crisis internacional no hubiera habido un gobierno progresista que les hubiera subido las jubilaciones o aplicara ertes para salvar sus negocios.  

Son unos gamberros, eso es lo que los define. A ellos y a quienes les representan en las instituciones con un Abascal al frente cuya capacidad de liderazgo cuesta creerse. Da la impresión de que el ventrílocuo se ha cansado de él. Alguien ha insinuado por ahí que al final va a resultar que el líder de Vox necesita a Sánchez para salvarse y continuar chupando del bote. Igual va a ser eso. 

J.T. 

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