martes, 14 de noviembre de 2023

10 cosas (o más) que ni entiendo ni me gustan

No me gusta que un vecino me trate como enemigo por pensar diferente. 

No me gusta que quienes defienden privilegios ataquen a quienes defienden derechos. 

No me gusta el panorama de los medios, tomando claramente partido por todo lo que no sea favorecer los intereses de las estructuras tradicionales de poder. 

No me gusta la atmósfera tan cargada que vivimos, con llamadas al pronunciamiento, rezos de rosario, amenazas veladas y no tan veladas, ¿acaso nos hemos vuelto locos? 

No me gusta que usen mi bandera para agredirme con ella. 

No me gustan los discursos apocalípticos de las derechas cada vez que gobierna la izquierda. Pasó con Zapatero, también con Felipe, que manda narices, y pasa ahora con Sánchez y sus gobiernos de coalición. 

No me gusta que los empresarios, a los que por cierto les va de fábula, se pronuncien contra políticas que les benefician. Ni me gusta ni lo entiendo si bien bastantes de ellos, sobre todo en Catalunya y el Euskadi, lo hacen con la boca pequeña. Pero lo hacen. 

No me gusta que la iglesia católica ande metiéndose siempre donde no la llaman, ni que algunos de sus obispos encrespen los ánimos mientras el resto calla. 

No me gusta que lo que sucede en el Estado español esté mejor recogido, mejor contado, en los medios de comunicación internacionales que en los nuestros. 

No me gusta que el reconocimiento con el que cuenta nuestro país y su gobierno en el resto de Europa carezca aquí del reflejo debido. 

Aún así, soy o quiero ser optimista. Estoy con Iván Redondo @thewarroomblog cuando sostiene que en España gana quien profundiza en la convivencia democrática, cuando afirma que existe una mayoría periférica y transversal a favor de construir un espacio en el que convivan todos los poderes, todas las expresiones políticas y todas las identidades nacionales. 

Ya está bien de mentirosos que se pasan la vida llamando mentirosos a sus adversarios; ya está bien de golpistas vocacionales llamando golpistas a los demócratas y removiéndolo todo hasta ver si consiguen volcar el orden constitucional. 

Y, para terminar por hoy, me cuesta mucho entender que quienes deberían estar replicándoles sin parar con la contundencia que merecen anden ahí, silenciosos y melifluos, viendo pasar el tiempo como la Puerta de Alcalá. Ni me gusta, ni lo entiendo. 

J.T.

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