En las elecciones generales de 2011, con José Antonio Griñán al frente del Gobierno andaluz, el PSOE obtuvo 1.594.803 votos. El pasado domingo, con Susana Díaz en San Telmo, los socialistas andaluces consiguieron 1.400.399 sufragios, es decir, 194.494 menos que hace cuatro años ¿De qué presume entonces la presidenta?
Ha perdido tres escaños, uno en Córdoba, otro en Granada y uno más en Sevilla que se ha llevado Podemos. Tenía 25 representantes en la madrileña Carrera de San Jerónimo y ahora van a ser 22. No ha sabido recuperar los dos asientos perdidos por Izquierda Unida ni ha seducido a un solo votante de los 693.960 desertores del PP. Con estos números, ¿cómo se puede sacar pecho?
En las elecciones autonómicas de marzo de 2012, José Antonio Griñán obtuvo 47 escaños con 1.527.923 votos. Tres años después, Díaz consiguió mantener el mismo número de representantes en el Parlamento andaluz, pero perdió 118.881 sufragios. La votaron 1.409.042 andaluces. Después de un largo calvario, y gracias a Ciudadanos, pudo continuar gobernando, sí, pero en Aragón, Extremadura, Valencia, Baleares o Castilla-La Mancha correligionarios suyos han recuperado sillones perdidos y no hacen, ni por asomo, tanto ruido como ella.
En las municipales de mayo de 2015, el PSOE andaluz sumó 1.318.517 votos. Del descalabro del PP (que perdió casi medio millón) sólo consiguió arañar 5.673 papeletas para sumar a las 1.312.844 obtenidas en 2011.
Para que el lío de cifras sea menor, vamos a poner todo esto en orden, si os parece:
Votos conseguidos por el PSOE andaluz en las últimas seis convocatorias electorales:
Municipales 2011.- 1.312.844 (32,22%)
Generales 2011.- 1.594.803 (36,57%)
Autonómicas 2012.- 1.527.923 (39,52%)
Autonómicas 2015.- 1.409.042 (35,43%)
Municipales 2015.- 1.318.517 (34,32%)
Generales 2015.- 1.400.399 (31,53%)
Las tres primeras convocatorias fueron con Griñán en la presidencia; las tres últimas, con Díaz. El lento descenso le permite mantener el chiringuito, y con los tiempos que corren eso es sin duda un mérito, pero ¿dotan tales resultados de autoridad moral para leerle la cartilla a Pedro Sánchez a diario y echarle sin piedad el aliento en la nuca?
No ha recuperado Susana para el PSOE, en número de sufragios, ni una sola de las ocho capitales andaluzas, donde la lista más votada continúa siendo la del PP. En todas ellas. ¿A qué vienen entonces tantos reproches a los demás? Consejos vendo y para mí no tengo.
“A la izquierda del Partido Socialista ya no hay más votos esperando a Podemos”, escribía alguien afín el pasado lunes. ¿Quiere esto decir que los votos que les quedan todavía, los consideran suyos para siempre? Continuarán perdiendo fuelle y lo saben; en Andalucía el descenso es más lento que en el resto del país, pero es caída igualmente. Y los modos y maneras de Susana no ayudan al optimismo. Al menos para los votantes de izquierdas de toda la vida. Si lo que se propone la presidenta andaluza es quitarle clientes al PP, me callo, aunque no creo que lo consiga. Pero con las declaraciones de los últimos días, lo que parece claro es que los perderá por la izquierda. Un partido progresista (y el PSOE de momento parece que lo es) no puede mantener un discurso unionista en una España plurinacional, certificada sin discusión a la luz de los resultados del 20-D.
Situarse en el plano inmovilista y cerrado en el que se encuentra Rajoy a la hora de afrontar la cuestión territorial no puede ser bueno para un partido socialista que necesita modernizarse y adaptar su discurso a los tiempos que corren. Algo que, con sus más recientes declaraciones, no están haciendo tampoco ni Sánchez, ni Fernández Vara o García-Page, por ejemplo. Pero a quien más se escucha es a Díaz, que capaz es de acabar montando hasta un grupo parlamentario propio en el Congreso con los 22 diputados que ha conseguido. Como decía la canción, ¿de dónde saca pa tanto como destaca?
J.T.
Ha perdido tres escaños, uno en Córdoba, otro en Granada y uno más en Sevilla que se ha llevado Podemos. Tenía 25 representantes en la madrileña Carrera de San Jerónimo y ahora van a ser 22. No ha sabido recuperar los dos asientos perdidos por Izquierda Unida ni ha seducido a un solo votante de los 693.960 desertores del PP. Con estos números, ¿cómo se puede sacar pecho?
En las elecciones autonómicas de marzo de 2012, José Antonio Griñán obtuvo 47 escaños con 1.527.923 votos. Tres años después, Díaz consiguió mantener el mismo número de representantes en el Parlamento andaluz, pero perdió 118.881 sufragios. La votaron 1.409.042 andaluces. Después de un largo calvario, y gracias a Ciudadanos, pudo continuar gobernando, sí, pero en Aragón, Extremadura, Valencia, Baleares o Castilla-La Mancha correligionarios suyos han recuperado sillones perdidos y no hacen, ni por asomo, tanto ruido como ella.
En las municipales de mayo de 2015, el PSOE andaluz sumó 1.318.517 votos. Del descalabro del PP (que perdió casi medio millón) sólo consiguió arañar 5.673 papeletas para sumar a las 1.312.844 obtenidas en 2011.
Para que el lío de cifras sea menor, vamos a poner todo esto en orden, si os parece:
Votos conseguidos por el PSOE andaluz en las últimas seis convocatorias electorales:
Municipales 2011.- 1.312.844 (32,22%)
Generales 2011.- 1.594.803 (36,57%)
Autonómicas 2012.- 1.527.923 (39,52%)
Autonómicas 2015.- 1.409.042 (35,43%)
Municipales 2015.- 1.318.517 (34,32%)
Generales 2015.- 1.400.399 (31,53%)
Las tres primeras convocatorias fueron con Griñán en la presidencia; las tres últimas, con Díaz. El lento descenso le permite mantener el chiringuito, y con los tiempos que corren eso es sin duda un mérito, pero ¿dotan tales resultados de autoridad moral para leerle la cartilla a Pedro Sánchez a diario y echarle sin piedad el aliento en la nuca?
No ha recuperado Susana para el PSOE, en número de sufragios, ni una sola de las ocho capitales andaluzas, donde la lista más votada continúa siendo la del PP. En todas ellas. ¿A qué vienen entonces tantos reproches a los demás? Consejos vendo y para mí no tengo.
“A la izquierda del Partido Socialista ya no hay más votos esperando a Podemos”, escribía alguien afín el pasado lunes. ¿Quiere esto decir que los votos que les quedan todavía, los consideran suyos para siempre? Continuarán perdiendo fuelle y lo saben; en Andalucía el descenso es más lento que en el resto del país, pero es caída igualmente. Y los modos y maneras de Susana no ayudan al optimismo. Al menos para los votantes de izquierdas de toda la vida. Si lo que se propone la presidenta andaluza es quitarle clientes al PP, me callo, aunque no creo que lo consiga. Pero con las declaraciones de los últimos días, lo que parece claro es que los perderá por la izquierda. Un partido progresista (y el PSOE de momento parece que lo es) no puede mantener un discurso unionista en una España plurinacional, certificada sin discusión a la luz de los resultados del 20-D.
Situarse en el plano inmovilista y cerrado en el que se encuentra Rajoy a la hora de afrontar la cuestión territorial no puede ser bueno para un partido socialista que necesita modernizarse y adaptar su discurso a los tiempos que corren. Algo que, con sus más recientes declaraciones, no están haciendo tampoco ni Sánchez, ni Fernández Vara o García-Page, por ejemplo. Pero a quien más se escucha es a Díaz, que capaz es de acabar montando hasta un grupo parlamentario propio en el Congreso con los 22 diputados que ha conseguido. Como decía la canción, ¿de dónde saca pa tanto como destaca?
J.T.
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