viernes, 27 de noviembre de 2015

Unos de bolos, y otros en casa de Bertín

¿Se imaginan ustedes un panorama político en el que los dos líderes más votados fueran Iglesias y Rivera? Se imaginan un parlamento con el pp y el psoe como fuerzas residuales y una nueva hegemonía protagonizada por Ciudadanos y Podemos? ¿Cómo actuarían el pp y el psoe tras un castigo en las urnas que los acabara convirtiendo en fuerzas residuales? No sería mala cura de humildad, ¿verdad?

Tras el éxito de público obtenido por el debate de este viernes entre Rivera e Iglesias en la Universidad Carlos III de Madrid (1.500 personas), y tras el récord de audiencia que consiguió "Salvados" cuando los enfrentó en la Sexta, la conclusión es que la foto mola, y que lo que transmiten los asistentes a este tipo de actos es la ilusión de que el vuelco se puede producir. Porque, descartados los dos barandas actuales del bipartidismo, ¿con quiénes cuentan el PSOE o el PP que, discrepando como discrepan Rivera e Iglesias, transmitan cuando se enfrentan esa sensación de normalidad, de frescura, de novedad? ¿Con Susana Díaz, con Pablo Casado? ¡Amos, anda!

¿Se imaginan a Iglesias gobernando y a Rivera dándole la vara en la oposición? O viceversa: ¿Rivera gobernando e Iglesias metiéndole caña mientras Sánchez y Rajoy chupan banquillo en el Grupo Mixto? No está siendo mal formato el debate Iglesias-Rivera en esta precampaña del 20-D. Yo quitaría ya los atriles y las sillas vacías, lo patentaría y me iría de gira por todo el país. ¡Pedazo de campaña sería! Sin mítines, discutiendo a pelo cada día en una ciudad distinta. Lo petarían. Que Sánchez y Rajoy se vayan de bolos juntos por un lado y Rivera e Iglesias otro. A ver quién llena y quién no. A ver cuál de los dos formatos convoca más público en los auditorios y levanta más audiencias en las teles.

No, no se atreverá el bipartidismo a librar esa apuesta. Se encerrarán  en la casa de Bertín, manda narices, y a la hora de debatir jugarán a pelearse los dos solitos y juntitos en tve. Con las preguntas pactadas y sin hacerse sangre, encorsetados por bloques, sin espontaneidad alguna y pactando los segundos de intervención de cada uno, los turnos de palabra y hasta la temperatura del aire acondicionado. Frente a la frescura con la que debaten Iglesias y Rivera, lo de Rajoy y Sánchez no tiene color.

Parece claro ya que las caras, los nombres y la manera de enfrentarse a la actividad política pueden ser distintas, nuevas, diferentes. Cuando los líderes de Ciudadanos y Podemos, tan antagónicos ellos en sus ideas y en la manera de entender la vida, aparecen juntos en un escenario y se ponen verdes, por lo general la ciudadanía pone en valor la posibilidad que tienen, por primera vez en nuestra historia reciente, de disfrutar con esta hasta ahora inédita manera de encarar el ejercicio de la política. Dos treintañeros que son capaces de llenar enormes recintos para hablar... ¡de política!

Dos treintañeros que nos están haciendo soñar que el cambio es posible. Y no queremos soñarlo más. Queremos que se haga realidad. Queremos que nuevos estilos y nuevas actitudes acaben imponiéndose. No es un asunto cosmético, aunque nos temamos que al final acaben siendo los mismos perros con distintos collares. Pero estamos en ese momento justo en el que existe una oportunidad irrepetible para jubilar no solo caras y nombres sinos modos de entender el oficio político antipáticos y trasnochados.

No sé si cuánto tardarán Rivera e Iglesias en defraudarnos y hacernos pensar que son más de lo mismo. Probablemente poco, pero me da igual. Quiero caras, modos, estilos y maneras distintas. Ahora o nunca. Y si no me gustan, a la próxima los echamos y punto, Pero nos habremos dado el gustazo de probar. Insisto: el bipartidismo necesita esa cura de humildad y los ciudadanos esa alegría. Que pp y psoe muerdan el polvo y busquen la manera de reinventarse. Si es que son capaces.

J.T.





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