- Ganas las elecciones y Tve te viene de regalo.
Así le resumía Rosa María Calaf a Pablo Iglesias hace unos días, en "Otra Vuelta de Tuerka", una incontestable evidencia vigente ya cuarenta años en nuestra televisión pública. Para nuestra vergüenza y oprobio. Ganan las elecciones y lo mismo que toman posesión del Boletín Oficial del Estado, o de la Oficina de los Presupuestos Generales, por el mismo precio y en el mismo paquete se hacen con los mandos de la tele pública sin que nadie hasta ahora les haya parado los pies.
- ¿De Televisión Española eres?, le preguntaban a Anna Bosch en una reunión de corresponsales en Inglaterra, ¿de esa en la que cambian los jefes cada vez que cambia el gobierno? Y Anna, claro, roja como un tomate, no sabía donde meterse, según nos contaba este martes en el acto de presentación de un vídeo donde representantes del mundo de la comunicación, la cultura y el deporte reivindican una RTVE independiente y plural.
Que a estas alturas de la película haya que reclamar en la calle una televisión pública plural e independiente, como hace cuatro décadas reivindicábamos el derecho a la educación o a la sanidad gratuitas, es una verdadera vergüenza tanto para los ciudadanos como para los profesionales del periodismo. El túnel del tiempo. Hubo una vez, tiempos de Fran Llorente, 2004-2012, en que creíamos que por fin la pesadilla del control político sobre los informativos de la televisión pública había pasado a mejor vida. Fuimos unos ingenuos. Todo podía llegar a ser peor que nunca y así ha ocurrido en esta legislatura de Soraya y Mariano que pasará a la historia como la más nefasta, en materia de televisión pública, de los últimos cuarenta años. Y mira que ha habido épocas nefastas.
¿Quién tiene la culpa de que en este país, en materia de libertad de expresión en las televisiones públicas nos encontremos aún en la prehistoria, en el blanco y negro puro y duro? Canal Sur no ha sido libre nunca y TV3 menos aún. Telemadrid agrede a diario la inteligencia del espectador y en Canal Nou murieron llorando como cobardes lo que no supieron defender con dignidad. Lo que ocurre en estos momentos en Tve es de juzgado de guardia. Los telediarios los hacen mercenarios que funcionan en clave de organización paralela provenientes de Intereconomía, Cope o incluso Telemadrid. Lo más granado de cada casa para manipular sin misericordia alguna en esta recta final que nos lleva a las elecciones generales. Mientras, los profesionales de la casa asisten impotentes al espectáculo y lo denuncian en actos como el de este martes en Madrid donde comenzaron a difundir el vídeo con el apoyo de caras conocidas que exigen una televisión plural e independiente con informativos dignos y decentes.
Una televisión pública digna nos hace dignos a todos. Una televisión pública como la que tenemos nos retrata porque eso significa déficit de higiene democrática. En los próximos treinta días nos espera un panorama de manipulación atroz y de propaganda pepera descarada. Con personajes como José Antonio Sánchez, presidente de la corporación; Álvarez Gundín, director de informativos o Jenaro Castro, director de no diarios, ejerciendo a conciencia un implacable comisariado político sin respeto alguno a los cánones del oficio periodístico.
Los ciudadanos tenemos derecho a que estos sátrapas se marchen de sus despachos y quienes los sustituyan hagan una tele de la que ningún corresponsal español en el extranjero tenga que avergonzarse nunca más. Gane quien gane el 20-D, mucho me temo que será algo que tendremos que continuar peleando.
J.T.
Así le resumía Rosa María Calaf a Pablo Iglesias hace unos días, en "Otra Vuelta de Tuerka", una incontestable evidencia vigente ya cuarenta años en nuestra televisión pública. Para nuestra vergüenza y oprobio. Ganan las elecciones y lo mismo que toman posesión del Boletín Oficial del Estado, o de la Oficina de los Presupuestos Generales, por el mismo precio y en el mismo paquete se hacen con los mandos de la tele pública sin que nadie hasta ahora les haya parado los pies.
- ¿De Televisión Española eres?, le preguntaban a Anna Bosch en una reunión de corresponsales en Inglaterra, ¿de esa en la que cambian los jefes cada vez que cambia el gobierno? Y Anna, claro, roja como un tomate, no sabía donde meterse, según nos contaba este martes en el acto de presentación de un vídeo donde representantes del mundo de la comunicación, la cultura y el deporte reivindican una RTVE independiente y plural.
Que a estas alturas de la película haya que reclamar en la calle una televisión pública plural e independiente, como hace cuatro décadas reivindicábamos el derecho a la educación o a la sanidad gratuitas, es una verdadera vergüenza tanto para los ciudadanos como para los profesionales del periodismo. El túnel del tiempo. Hubo una vez, tiempos de Fran Llorente, 2004-2012, en que creíamos que por fin la pesadilla del control político sobre los informativos de la televisión pública había pasado a mejor vida. Fuimos unos ingenuos. Todo podía llegar a ser peor que nunca y así ha ocurrido en esta legislatura de Soraya y Mariano que pasará a la historia como la más nefasta, en materia de televisión pública, de los últimos cuarenta años. Y mira que ha habido épocas nefastas.
¿Quién tiene la culpa de que en este país, en materia de libertad de expresión en las televisiones públicas nos encontremos aún en la prehistoria, en el blanco y negro puro y duro? Canal Sur no ha sido libre nunca y TV3 menos aún. Telemadrid agrede a diario la inteligencia del espectador y en Canal Nou murieron llorando como cobardes lo que no supieron defender con dignidad. Lo que ocurre en estos momentos en Tve es de juzgado de guardia. Los telediarios los hacen mercenarios que funcionan en clave de organización paralela provenientes de Intereconomía, Cope o incluso Telemadrid. Lo más granado de cada casa para manipular sin misericordia alguna en esta recta final que nos lleva a las elecciones generales. Mientras, los profesionales de la casa asisten impotentes al espectáculo y lo denuncian en actos como el de este martes en Madrid donde comenzaron a difundir el vídeo con el apoyo de caras conocidas que exigen una televisión plural e independiente con informativos dignos y decentes.
Una televisión pública digna nos hace dignos a todos. Una televisión pública como la que tenemos nos retrata porque eso significa déficit de higiene democrática. En los próximos treinta días nos espera un panorama de manipulación atroz y de propaganda pepera descarada. Con personajes como José Antonio Sánchez, presidente de la corporación; Álvarez Gundín, director de informativos o Jenaro Castro, director de no diarios, ejerciendo a conciencia un implacable comisariado político sin respeto alguno a los cánones del oficio periodístico.
Los ciudadanos tenemos derecho a que estos sátrapas se marchen de sus despachos y quienes los sustituyan hagan una tele de la que ningún corresponsal español en el extranjero tenga que avergonzarse nunca más. Gane quien gane el 20-D, mucho me temo que será algo que tendremos que continuar peleando.
J.T.
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