¿Cómo se estudiará este momento que estamos viviendo en los libros de Historia? ¿Cómo le contarán los textos de la era “post- digital” a los estudiantes del año 2525, por ejemplo, que hubo una vez un tal Mariano Rajoy que presidió un gobierno que nos hizo perder la soberanía mientras ellos iban perdiendo la vergüenza y la decencia (la poca que les quedaba cuando llegaron al poder)?
Perdieron los papeles, perdieron el norte y se aplicaron en mentir con tal perseverancia y caradura que sus comparecencias se convirtieron de hecho en puras representaciones teatrales. Era tan impensable que fueran tan sinvergüenzas que su propio descaro acabó dotándoles de credibilidad. No, no era posible que fueran tan sinvergüenzas, ergo lo que nos contaban tenía que ser verdad.
En los futuros libros de Historia donde se cuente lo que ahora estamos viviendo en este país, se ponderará la “habilidad”, la maña y la destreza con la que cuatro facinerosos, cuando se vieron con el Boletín Oficial del Estado entre sus manos, consiguieron destrozar, en poco más de tres años, los avances sociales de cuatro décadas: la educación, la sanidad, la atención a los dependientes, el apoyo en la compra de medicamentos, los ánimos para emprender, la posibilidad de contar con créditos para poner en marcha proyectos…
He tratado a muchos políticos europeos, los he visto moverse por los pasillos de Bruselas y Luxemburgo, he seguido su trabajo, su trayectoria… y sí, sinvergüenzas haylos, claro que sí, y mentirosos también. Muchos. De un político europeo de derechas sabes lo que puedes y lo que no puedes esperar; de uno de izquierdas igual, pero aquí en nuestro país no es tan fácil. Todo está mucho más mezclado, más confuso, más… viciado.
¿Qué defiende un español de derechas? Fundamentalmente su estatus y sus prebendas, el “ande yo caliente y ríase la gente…” Aunque es cierto que hay muchos obreros a los que en un momento dado se les ha ido la olla y han votado a la derecha, ellos sabrán por qué.
¿Qué defiende un español de izquierdas? El derecho a que las cosas cambien, a que exista menos desigualdad, a que nadie viva con sensación de desamparo, a luchar contra las injusticias…
En este momento aquí, donde hay votantes del pp que han sido víctimas de desahucios y votantes del psoe que viven como dios, parece que la cosa está pelín confusa ¿Qué es lo que está pasando? Pues que después de treinta y siete años existe, por una parte, un enorme cansancio y por otro una gran decepción porque muchos políticos en los que tuvimos la debilidad de creer alguna vez nos acabaron saliendo ranas. Hubo un momento en que creímos que era verdad que se trataba de gente dispuesta a cambiar las cosas, pero no fue así. Claro que como la condición humana no escarmienta y le gusta soñar, hay ganas de algo nuevo y cierta sensación de que esta vez sí, que esta vez lo podemos lograr con las nuevas caras y formaciones que desde hace unos meses han irrumpido en la escena política española como un torbellino.
Pero para que llegue algo nuevo es preciso perder el miedo al cambio. Hemos perdido el miedo a protestar, a manifestar nuestra indignación, a denunciar a los intocables, hemos empezado a perderle el respeto a quienes nunca lo merecieron: muchos presidentes de bancos y entidades varias, miembros de la hasta hace muy poco intocable casa real… hemos empezado a ver claro que nos mentían y a cabrearnos cuando constatamos que continúan haciéndolo. A cabrearnos. Ahí está la clave. Para que las cosas cambien el cabreo tiene que estar por encima del miedo.
Para que haya cambio hemos de hacerles entender a los de siempre que hace tiempo que las cosas dejaron de funcionar como antes, que decretar la caza y captura de quien no te gusta hurgando en su pasado a ver qué trapos sucios encuentras ya no cuela. Durante este 2015 nos vamos a enterar de toda la vida y milagros de aquellos que han puesto en evidencia las trampas de los poderosos. Produce vergüenza ajena ver cómo escudriñan y manipulan sin pudor informaciones sobre Iglesias, Errejón, Sánchez o Monedero en las que apenas hay donde rascar, pero cuyos titulares son un verdadero monumento a la tergiversación periodística más burda y rastrera.
Los promotores de estos linchamientos, de este juego tan sucio como inútil, son políticos acojonados y sus correspondientes mamporreros a sueldo, desertores del periodismo que andan desparramados por periódicos, radios y televisiones propagando infundios para poder seguir comiendo. Los pobres.
De que caigamos en las trampas de esta gente o no, dependerá lo que estudien los jóvenes del año 2525 en los libros de Historia. Este país tiene que dar un vuelco ahora o nunca. En este 2015, repleto de citas electorales, no van a faltar oportunidades para conseguirlo.
J.T.
Publicado en http://www.publicoscopia.com/opinion-politica/item/3124-que-tiene-que-pasar-para-que-las-cosas-cambien.html
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