domingo, 2 de octubre de 2022

Basura televisiva en pantallas de alta definición.


A medida que las televisiones cuentan con mayores prestaciones, tienen más pulgadas, el color es más fidedigno y la definición más envidiable, más bazofia nos sirven. Como si el progreso tecnológico se hubiera propuesto acabar con la calidad de las propuestas. 

Para las retransmisiones en directo, los avances tecnológicos han contribuido sin duda alguna a un mayor disfrute de una buena película de cine, un partido de tenis o de fútbol, o una carrera de Fórmula Uno. Nada que ver con aquellos pesados mamotretos de veinticuatro o veintisiete pulgadas con los que en su día estábamos encantados, incluso en los tiempos del blanco y negro.  

Les voy a confesar, no obstante, una desazón: ¿hace falta tener un mega aparato presidiendo el salón de casa para ver Sálvame de luxe, Supervivientes o infectos programas conducidos por presuntos comunicadores como este tal Risto Mejide? ¿Es necesario ver tanta basura en pantalla grande? ¿A nadie de quienes promueven las ofertas televisivas se le ocurre que por la misma razón por la que se ofrecen esos bodrios podrían elaborarse programas que contribuyeran a enriquecer las vidas de quienes se sientan a verlos? 

¿De verdad que la demanda ciudadana quiere esto o lo ve porque no le queda otra? ¿De verdad que quienes aspiran a informarse quieren que se les mienta como bellacos, se les proporcione más opinión que información y se les trate como subnormales impidiéndoles que sean ellos quienes saquen las conclusiones de lo que están viendo o escuchando? ¿Es necesario insultar la inteligencia del ciudadano medio sin pudor ni vergüenza alguna? 

La televisión ha acabado siendo interesante solo cuando está muda, las retransmisiones se ven mejor sin voces en off que te distraigan de lo que verdaderamente te interesa, porque lo que te cuentan son milongas y, por supuesto, no se preocupan en documentarse para aportarte datos interesantes.  

El ejemplo más reciente ha sido la manera de comentar los fastos que rodearon a la muerte de la reina de Inglaterra. Pasa igual con los partidos de fútbol, mejor oírlos sin sonido, y las declaraciones de los futbolistas tras los encuentros también, porque las cuatro lugares comunes que van a soltar son tan predecibles que te lo sabes tú mejor que ellos. 

En cuanto a los rótulos, mejor ni hablamos. Además de estar plagados de faltas de ortografía, de las que habría que denunciar sin demora en el juzgado de guardia más cercano, suelen resaltar obviedades o deformar lo que realmente está sucediendo. Aquí si que hay un problema, porque por mucho que quites el sonido, de los rótulos no te libras. 

No creo que sea tan difícil mejorar la televisión que vemos, adecentar los informativos, elegir las cosas que realmente importan, contar buenas historias, respetar al espectador… No me puedo creer que eso que llaman audiencia, es decir todos nosotros, seamos tan zafios como para merecernos la putrefacción con la que nos invaden. 

Seguro que los prebostes televisivos empiezan a percibir que hay mucha gente que ha dicho hasta aquí hemos llegado, que se acabó… y han decidido apostar, no solo por otras maneras de informarse, sino también de entretenerse. Qué gran paradoja, como decíamos al principio, que la calidad de los contenidos televisivos haya acabado siendo inversamente proporcional a los avances tecnológicos. 

Si de verdad la televisión se está muriendo, ya podía por lo menos hacerlo con una cierta dignidad.  

J.T.

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