sábado, 3 de septiembre de 2022

Vuelven los intoxicadores titulares


Cuando llegue septiembre todo será maravilloso, decía una canción de los tiempos del franquismo. Jamás fue verdad, pero ahora es más mentira que nunca.

En septiembre vuelven los intoxicadores titulares: Ana Rosa, Susana, Antonio y Ana, Federico, Eduardo, Vicente, Carlos Primero y Carlos Segundo, Carlos Tercero en el TD2, Mari Ángeles… Morenos y vitaminados ellos y ellas! Que el señor nos coja confesaos! Aunque mejor sería que nos cogiera dispuestos a plantarles cara, ¿no?

Querrán copiarlos el incompetente de Marc Sala, con una Silvia Intxaurrondo tan cabal como desubicada. Ana Blanco ya no, por fortuna (me han hecho mucha gracia buena parte de los hipócritas panegíricos que le han dedicado), el gallego Xabier Fortes intentando mantener el tipo haciendo equilibrismos imposibles, y una Sonsoles Ónega convertida en star system nada dispuesta a perder la posibilidad de seguir escalando, un Joaquín Prat tan corto como atrevido, una Helena Resano que se encuentra en la misma tesitura que mi querida Sandra, intentando hacer un buen trabajo pero sabiendo muy bien las cosas que se dejan fuera y no cuentan, un Pablo Motos que, al paso que va haciendo la pelota a quien le ordena Mauricio Casals que lo haga, va a acabar con las reservas de jabón del país…

Y en medio todo esto, el Wyoming, la coartada progre, que él sabrá hasta cuándo está dispuesto a mantener. Y esa Asociación de la Prensa mirando siempre hacia otro lado, provocando la vergüenza y la indignación de buena parte de los indolentes que aún seguimos pagando la cuota por pura pereza, y ese Marhuenda, y ese tal Manso, el de El Mundo (que ha hecho bueno a Paco Rosell) compitiendo a ver quién es más burdo y peor periodista, y ese ABC, y ese “riguroso” Vocento al completo, tocando a rebato sin parar contra el Gobierno de coalición, como el Grupo Joly, como La Voz de Galicia, como el grupo Prensa Ibérica, que ha conseguido acabar con la escasa prestancia que le quedaba al Periódico de Catalunya, y ese Jesús Cacho, ese Fernando Jáuregui, ese Pedrojota, ese Pablo Sebastián, cada uno de ellos con su respectivo periódico digital, inasequibles al desaliento, cortocircuitando la posibilidad de que el periodismo en redes pueda ser decente aunque sea de derechas… Y eso sin contar con los Naranjos, Alvises, Bustos, Negres y compañía.

Buscadme diez medios honestos y no quemaré Sodoma. Hasta La Vanguardia, referente del que me niego a prescindir, me despacha a traición trágalas impresentables defendiendo al rey emérito, hasta El País de mi admirada Pepa Bueno, que se esta dejando la piel intentando hacer el periodismo que sabe hacer, acusa carencias que sin duda tendrían mercado, porque continúa existiendo mercado para las historias sabrosas, para el periodismo de siempre. Algún día será.

Y en las redacciones, soldados desconcertados viven sin vivir en ellos, intentando entender y asumir que quien paga manda y no se le puede dar más vueltas, y esos becarios recién llegados descubriendo que los han estafado después de cuatro años de facultad donde no han aprendido nada de lo que necesitan saber, entre otras razones porque pocos o ninguno de los profesores que han tenido a lo largo de sus cuatro años de carrera saben lo que es hacer un reportaje. No pisaron un charco informativo en su vida y tienen en sus manos, en el acta de calificaciones, el poder de decidir quiénes serán los que lo hagan, ¿no es todo maravilloso?

Cuando llegue Septiembre, como decía la canción, todo será maravilloso. Sobre todo para los mal llamados “líderes de opinión”, que vuelven morenos y vitaminados, con las pilas bien cargadas para poder así continuar amasando dinero a manos llenas a cambio de tener sus almas vendidas al diablo sin cargo de conciencia alguna. Para el resto de pringaos… ajos y agua, solo les queda buscarse la vida como se pueda y donde se pueda. Un panorama alentador.

En septiembre la ultraderecha mediática ha vuelto con el cuchillo entre los dientes. La izquierda necesita instrumentos de comunicación para contrarrestar la ofensiva inmisericorde que se avecina, desmontar bulos, desenmascarar montajes… A día de hoy, esos instrumentos no solo no existen sino que hasta las televisiones públicas, que practican una flagrante dejación de sus funciones, contribuyen a la confusión.

Hay que llegar a la mayoría. Los podcasts decentes, algunos medios digitales que hacen un buen trabajo… son pistolas de juguete frente al fuego de artillería que disparan los medios distorsionadores, empezando por la televisión pública. Hay que conseguir que la ciudadanía conozca, como sea, la otra cara de la luna. O eso, o se nos comen con patatas.

J.T.

No hay comentarios:

Publicar un comentario