Jorge Mario Bergoglio, flamante jefe del Estado Vaticano y nuevo responsable de la iglesia católica
Asumir la jerga de aquello de lo que se informa es olvidar que el periodismo consiste en hablar lo más clarito posible sobre algo que el común de los mortales no conoce y nosotros le queremos contar.
Los profesionales de la información estamos básicamente para eso: para servir, masticado y a ser posible bien digerido a quien no entiende algo, aquello que tenemos la oportunidad de conocer de primera mano.
Estamos para hablarle bien clarito a los lectores, a los oyentes, a los televidentes. Sin contaminarlos. Nuestra obligación es que no queden dudas sobre lo que contamos a aquellas personas a quienes puede interesar una determinada información. Y para eso tenemos que emplear el lenguaje de la calle: ni tecnicismos, ni perífrasis, ni frases enrevesadas ni jergas empleadas por grupos o instituciones cuya información estemos cubriendo.
Cuando un periodista cuenta una historia o elabora una información salpicada de frases ininteligibles, cuando usa expresiones propias de la jerga específica del acontecimiento que cubre puede ser por una de las siguientes razones:
1. Se ha dedicado a repetir como un papagayo lo que ha anotado en su cuaderno sin entender lo que está contando.
2. Se ha limitado a copiar y pegar.
3. Le interesa más la opinión que sobre su trabajo tienen sus fuentes que la que puedan tener sus lectores.
4. Está reproduciendo mensajes mediante el uso de una jerga concreta... Y si hace esto último puede ser por dos cosas:
- porque apuesta conscientemente por ese enfoque, que suele ser especializado y confuso como ocurre en buena parte de las informaciones económicas o judiciales
- o porque ha sido abducido por el ambiente, la emoción o el entorno. Una especie de síndrome de Estocolmo que le impide mantener la perspectiva necesaria para informar sobre lo que está viendo, que no protagonizando.
Repito: los informadores no podemos permitirnos el lujo de hacernos eco de la jergas si queremos hacer bien nuestro trabajo.
Todo esto viene a cuento de lo insoportable que me está resultando estos días leer y escuchar machaconamente expresiones como "santo padre", "estamos en manos de espíritu santo", "el mandato del evangelio", "el mensaje de cristo"... y así decenas, centenares de expresiones sin duda muy pertinentes en el seno de la organización a la que pertenece el flamante jefe del Estado Vaticano pero en absoluto imprescindibles para informar en los medios de lo que está sucediendo en Roma.
Una información a la que, faltaría más, no le niego en absoluto su indiscutible trascendencia pero para la que reclamo el uso de un lenguaje laico, aséptico y neutro a la hora de elaborarla y transmitirla. Lo digo porque no he conseguido en estos últimos días leer ni oír una sola información elaborada con la prescriptiva y deseable distancia.
Como me preguntaba yo antes, ¿qué es lo que pasa aqui?, ¿se trata de una abducción generalizada, de un síndrome de Estocolmo colectivo?; ¿nos ha entrado de pronto a los periodistas un repentino ataque de amnesia y nos hemos olvidado que en las informaciones no caben los adjetivos, ni los juicios de valor, ni las palabras de uso interno de una organización por muy iglesia católica que sea?
El país laico que preconiza nuestra Constitución merece informaciones más asépticas y objetivas. Aunque estemos hablando del Papa de Roma. O precisamente por eso.
J.T.
No tienes ni idea, es mejor opinar sobre las cosas que uno sabe, y de lo que no se sabe o no se entiende,uno se informa y RESPETA
ResponderEliminarGracias por su comentario, almu. Seguiré su ejemplo y RESPETARÉ a todo el mundo de aquí en adelante comenzando por decirl cuando me dirija a alguien: "no tienes ni idea" como hace usted. Insisto: me halaga haber sido digno de su atención, por lo que le vuelvo a dar las gracias.
ResponderEliminarTen un poco más de humildad a la hora de valorar tu conocimiento sobre la Iglesia Católica; que eres peridista indignado, pero algo prepotente hombrecillo "de Dios".
ResponderEliminarMe ha gustado tu reflexión sólo, y reitero SÓLO porque todo tu desconocimiento lo has metido entre comillas. Recuerda que el camino a la felicidad solo se sigue desde el respeto. Muchas gracias.
Muy interesante la entrada y, en general, el blog. Cada vez quedan menos periodistas y son mas los tertulianos...
ResponderEliminarMagdalena, dado que parece que no ha debido quedar suficientemente clara mi reflexión, puntualizo: se trata de una crítica a la manera de informar. Lo "informado", como digo en el texto, puede ser economía, tribunales, cultura o religión, como está vez es el caso. Punto. Dicho sea con todo respeto. Muchas gracias por el interés y un saludo cordial
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAmigos "redvolucionarios", enhorabuena por vuestra web. La incluyo en "Favoritos"
ResponderEliminarGran artículo, impecable, Juan. A la hora de hacer información los calificativos se dejan en casa. Se cuentan hechos, lo otro es hacer editoriales, columnas de opinión, etc, que están muy bien pero en su contexto. La información requiere talante de honestidad y no tomar partido. Y lo digo a sabiendas de no soy precisamente sospechosa de anticlericalismo, por ello la profesionalidad debe ser extrema, sea quien sea el protagonista, se sea o no creyente y hagan lo que hagan otros medios.
ResponderEliminarGracias, living room. Un saludo
ResponderEliminarCuánto enseñas Juan. Por cierto, yo tb te copio...pero te cito!. Un abrazo
ResponderEliminarUn beso grande, querida Marianela. Me encanta que me copies :-)
ResponderEliminarDe acuerdo, compañero. Cuando mezclamos a dios y al césar con la moneda de canto, mundo civil al uso.
ResponderEliminarPermite sugerir este contrapunto:
http://www.el-nacional.com/siete_dias/padre-Jorge-papa-Francisco_0_154186083.html