lunes, 30 de junio de 2025

Sobre los acosadores ultras con micrófono



¿Se imaginan a Felipe González acosado por el fascista Vito Quiles y su micrófono a la salida de cualquier acto público madrileño?


¿Verdad que no? Quienes manejan los hilos de las insolencias de este cansino profanador del oficio periodístico no tienen ningún interés en molestar a quien, como el expresidente socialista, le está haciendo el trabajo sucio al involucionismo más desprejuiciado. Niño, ni se te ocurra incordiar a Felipe, que es de los nuestros. Nada tiene que temer pues el augusto ex presidente, como tampoco nada han de temer Lambán, Page, Nicolás Redondo, Cándido Méndez o el condenado Barrionuevo, por ejemplo. Zapatero ya es otra cosa, no le perdonan su cuota de responsabilidad en los resultados  electorales del 23 J, como no le perdonan a Silvia Intxaurrondo la ya histórica entrevista televisiva en la que desenmascaró a Núñez Feijóo para los anales. 


Cuando Zapatero e Intxaurrondo acudieron el miércoles pasado a recoger los premios Público 2025, a la salida del CaixaForum, el lugar donde se celebró el acto, estaban los acosadores esperándolos. Esta vez el quimérico reportero andaba acompañado nada menos que por… ¡el pequeño Nicolás! Todo va encajando ¿Cómo no se nos había ocurrido antes que son la pareja perfecta, los Roberto Alcázar y  Pedrín de nuestro días? Como comenté con algunos de mis compañeros, solo les faltaba Froilán, pero todo llegará.


¿Se imaginan a esta parejita de prendas a las puertas del Parlament catalán o del ayuntamiento de Donosti perpetrando las mismas tropelías que llevan a cabo a la salida del Congreso de los Diputados? Claro que no, porque esa impunidad solo pueden exhibirla en los predios del alcalde Martínez (el facha) y del ventrílocuo Miguel Ángel Rodríguez. Igual les estoy dando ideas, porque la verdad es que sí que me imagino algunas ciudades españolas donde aplaudirían estas performances intimidatorias. 


Este tipo de personajes, jóvenes por lo general, descarados, que van por el mundo provocando con la seguridad de que nada les va a ocurrir por mucho que se extralimiten, son genuino producto de la madrileñidad mas tóxica, de esa olla a presión que se cree el ombligo del mundo sin serlo, que se niega a admitir la existencia de un país diverso y plural donde todos tenemos cabida, incluso ellos. El problema es que a la inversa, si son ellos quienes acaban teniendo la sartén por el mango, las cosas no funcionarían igual. Hacen uso de una libertad que los suyos no tardarían en recortar, si no liquidar, apenas lleguen al poder.  


¿Cómo le puede dar lo mismo a Felipe González que este tipo de cosas acaben sucediendo? Porque sucederán si gobiernan los ultras, y él lo sabe. De gira permanente por radios y televisiones hostiles con el gobierno de coalición, no doy crédito cuando le escucho cabreado con Catalunya, con el hecho de que Sánchez esté apoyado por EH Bildu, un partido tan democrático como cualquier otro, cuando llama barrabasada a la amnistía... Estuvo toda la vida poniéndonos los cuernos y abochorna constatar hasta qué punto nos engañó nada menos que durante trece años; aún cuesta digerir verlo ahora alineado con los protectores de Quiles y el pequeño Nicolás. 


Me pregunto qué opinión tendrá el ex presidente, quien no disimula su incomodidad cuando accede a algún canutazo improvisado, de la persecuciones callejeras a las que Vito Quiles y compañía someten a muchas personalidades de izquierdas. ¿Qué ocurriría si la desfachatez con la que los ultras se comportan la ejerciera alguien con él? ¿Qué pasaría si, cada vez que salen del Congreso Cayetana Álvarez de Toledo o José María Figaredo el sobrinísimo de Rodrigo Rato, se encontraran, como le ocurre a Gabriel Rufián, con una mosca cojonera que, micrófono en mano, se dedicara a proferirles insultos disfrazados de preguntas?


Porque las preguntas que estos tipos hacen no son preguntas, sino juicios de valor, provocaciones para poner a prueba la capacidad de aguante de quien se ve obligado a contar hasta cien para no caer en la tentación de acabar haciendo algo de lo que tendrían que arrepentirse. El interpelado no puede perder los nervios si no quiere buscarse la ruina, tiene que respetar el despreciable comportamiento de quien le asalta, porque a la mínima que invadas su espacio ya te están diciendo no me toques que llamo a la policía. Se trata de una trampa infernal, de una pesadilla que la convivencia en paz no se merece. Esto es crispación, provocación auspiciada por personajes como Eduardo Inda o Alfonso Rojo, periodistas que en su día mamaron de las enseñanzas de Pedrojota y con el tiempo se convirtieron en alumnos aventajados.


Una vez más nos vemos en la tesitura en que los demócratas se han visto tantas veces a lo largo de  la historia. No nos gusta ni lo que dicen ni lo que hacen, nos molesta profundamente cómo se comportan, pero seguiremos luchando para que, incluso ellos, continúen teniendo ese derecho.


J.T.

domingo, 22 de junio de 2025

¿Y ahora qué hacemos?




Me niego a admitir que el trabajo de las izquierdas durante cinco décadas se pueda acabar yendo al carajo en cinco semanas porque el PSOE no sabe dejar de ser corrupto. Me niego a pensar que el esfuerzo que hizo la generación a la que pertenezco para que nuestras hijas vivieran en un mundo mejor que en el que nosotros crecimos no ha servido de nada y que existe además un alto riesgo de regresar a la casilla de salida.


Algo sin duda hemos hecho mal. Muy mal. Pero… ¿tan mal como para que pueda llegar el momento en que se arranquen las placas dedicadas a Marcelino Camacho o Tierno Galván, por ejemplo, y vuelvan a ponerle a las calles General Yagüe, General Mola o Avenida Francisco Franco?


Me imagino al jefe de los obispos españoles, que desde que murió el Papa Francisco no deja de meterse en política, frotándose las manos porque el negocio reflota. Nunca lo vieron peligrar, adoctrinados como tienen a la mitad de los jóvenes del país en colegios concertados gracias a Alfonso Guerra, pero quieren más. Aborto fuera, matrimonio igualitario fuera, hijos con padres o madres del mismo sexo fuera que ya está bien, hombre!


Me imagino las cantinas de los cuarteles, con esos militares, policías o guardias civiles brindando ya por el regreso inminente de los que a su entender nunca tenían que haber permitido que los rojos llegaran al poder ¡Los rojos! Le llaman rojo a Pedro Sánchez, a Marlaska, Robles, Carlos Cuerpo… le llaman rojo a Ábalos, a Santos Cerdán, ¡madre mía! y ahora también, claro, sinvergüenza y ladrón, esto con toda la razón del mundo. 


También los bancos y los empresarios se frotan las manos, hartos ya de ganar menos de lo que les gustaría, cabreados con los impuestos, con las subidas de salarios y pensiones, cuestionando las becas a quienes no tienen recursos, pugnando por acabar con las subvenciones a oenegés, con las ayudas a los desfavorecidos… Me imagino, claro, a los sindicatos avergonzados. O no.


Me imagino a los ultras cada vez más crecidos, bueno, no me los imagino, los veo y escucho, y se me ponen los pelos de punta con sus diatribas contra catalanes y vascos, contra las autonomías en general, con su demonización del inmigrante y su reivindicación del machismo más casposo, con su banderas del aguilucho… Me imagino centros de atención a la mujer maltratada clausurados, teatros cerrados, libros y conciertos prohibidos, películas censuradas ¡Muera la inteligencia, carajo! “Indecente, corrupto, traidor”, le gritan los fachas a Sánchez por las esquinas emulando las diatribas de su admirado Abascal cada miércoles en el Congreso de los Diputados…


Algo sin duda hemos hecho mal. Muy mal. Creíamos que se podían mejorar las cosas y quienes nos han ido representado en las instituciones nos han estafado sin compasión alguna. El caso más escandaloso es el de Felipe González y el de los muchos amorales que le rodeaban, que desde la impunidad cometieron todo tipo de desmanes aparte de hacerse ricos. Creíamos que aquello era agua pasada, que a día de hoy eran ya solo viejos gruñones y que el equipo de Sánchez era otra cosa, que con ellos se podía mejorar y promover más políticas sociales, aunque solo fuera porque los números no le daban a los socialistas para gobernar sin contar con la izquierda transformadora. 


Pues no. Apenas pudo, Pedro Sánchez se quitó de en medio a quienes apostaban por cambiar las cosas de verdad y prefirió una izquierda light y sumisa que lleva dos años protestando con la boca chica, traga con todo (monarquía, OTAN, aumento del gasto armamentístico) y no propone nada nuevo. En esas estábamos cuando llegó el tsunami, cuando nos pilló el toro como jamás se nos habría ocurrido imaginar, al menos a mí. La estrepitosa cornada tiene a muchos aún en la enfermería preguntándose qué he hecho yo para merecer esto.


En esta tercera semana de pasión que ahora empieza veo y escucho a mucha de la gente que me rodea todavía desconcertada ¿No vamos a poder sacarnos la corrupción nunca de encima? ¿Nos van a seguir engañando como a chinos unos y otros, prometiendo regeneraciones que nunca llegan y compitiendo entre ellos a ver quien es menos ladrón, ¿pero qué es esta vergüenza?


¿Y ahora qué hacemos, cómo se sale de aquí? ¿Cómo conseguir que el mundo de quienes vienen detrás no vuelva a vivirse en el blanco y negro donde nos tocó crecer a quienes tuvimos la oportunidad de mejorar las cosas y no lo hemos hecho? La mayoría de las propuestas que se escuchan son pan para hoy y hambre para mañana. Quienes piden elecciones saben que a corto plazo eso significaría la ruina, la llegada del fascismo. Continuar con el mismo gobierno cambiando a Sánchez sería prolongar el viaje a ninguna parte que comenzó tras la aparición en escena del escándalo Ábalos-Cerdán. Con otras propuestas, como gobierno de concentración o pactos PP-PSOE, se me abren las carnes.


La única opción política que podría cambiar las cosas, preservar la educación y sanidad públicas, defender y aumentar los avances laborales y sociales ya conquistados y ayudarnos a recuperar la dignidad perdida tiene en este momento cuatro diputados tras fracasar todos los intentos del sistema por hundirlos en la miseria. Cuatro diputados que tenían y tienen razón. Formularon el diagnóstico correcto en el momento adecuado y no les dejaron hacer su trabajo. Como tantas veces ocurre, la importancia de lo que se tiene no se ve hasta que se pierde. 



J.T.  


domingo, 15 de junio de 2025

La agonía no ha hecho más que empezar


Han pasado ya cuatro días y somos muchos los que aún estamos digiriéndolo, muchos también quienes, entre la estupefacción y el desencanto, hemos vivido el pasado fin de semana intentando acabar de procesar lo que sucedió el pasado jueves cuando se conocieron las impúdicas conversaciones entre Koldo, Ábalos y Cerdán ¡Grabaciones de años! Han sido muchas las cosas que han saltado por los aires desde que Pedro Sánchez optó por humillar públicamente a quien fuera su hombre de confianza durante una década larga (“no debimos confiar en Santos Cerdán”) y comunicó al mundo que, así cayeran chuzos de punta, él continuaba para bingo, que hasta el año veintisiete no habrá elecciones.  


No va a poder ser y él lo sabe, por lo menos no va a poder ser como a él le gustaría, limitándose a continuar tirando de un ya marchito manual de resistencia. Las prácticas corruptas (presuntas) de sus dos secretarios de organización han roto los esquemas hasta a los más incondicionales, no se puede estar huyendo hacia delante toda la vida basándose en que actuar como dique de contención de la ultraderecha supone un seguro de vida para el Gobierno de coalición que ninguno de sus apoyos se atreverá a despedazar. No le va a bastar con promover una auditoría y remodelar la ejecutiva porque quienes lo mantienen en el poder empiezan a dejar claro que ya está bien, que hasta aquí hemos llegado.


Los socialistas se empeñan en repetir que la deslealtad y las prácticas corruptas (presuntas) de Cerdán y Ábalos son solo un asunto de partido. Pero vamos a ver, ¿de verdad se piensan que todos somos tontos? Como hasta ahora Sánchez ha ido saliendo más o menos airoso de las arremetidas fascistas, parece como si el apoyo del que ha gozado por parte de quienes lo hicieron presidente le hubiera hecho perder la perspectiva y no pisar tierra firma. Que frente a Sánchez solo exista un inútil como Feijóo o un impresentable como Abascal no te blinda por los siglos de los siglos. 


Esta vez no se puede limitar a dejar pasar los días y que el temporal escampe. Esta vez hay que actuar con contundencia, transmitiendo un coraje y una determinación que la ciudadanía está necesitando con urgencia para poder mantener una cierta esperanza y no perderle al Gobierno el poco respeto que algunos aún le tienen. Alguien le tiene que decir al presidente que se ha acabado eso de dejar languidecer los asuntos espinosos, que hay coger el toro por los cuernos y dejarse de tibiezas. 


El caso de Cerdán y Ábalos, las conversaciones que les grabó Koldo hablando de papeletas amañadas y de comisiones, ha venido a sumarse a la estrategia de acoso y derribo con la que las derechas nos torpedeaban cada lunes desde hace semanas y cuya intensidad había aumentado en los últimos días hasta desembocar en la explosión del pasado jueves que, mire usted por dónde, parece haber pillado con el pie cambiado hasta a Feijóo, que debía tener el hombre su hoja de ruta ya pactada con todos “los que pueden hacer e iban haciendo” sin contar con un regalo que, desde el 12 de junio, ha acelerado el pulso de la vida política y ciudadana.


Lo que sucedió el jueves “ha modificado la pantalla”, en palabras del lehendakari Imanol Pradales; “hay que resetear”, proclamó Yolanda Díaz; “si se confirman las informaciones, cambiaría el rumbo de la legislatura”, afirma Ione Belarra; si no es un caso aislado, declaran en ERC, no se podrá contar con ellos. En resumen: queda mucha tela por cortar.


Hay muchos corazones de izquierdas rotos estos días, gentes que han trabajado por mejorar este país, que han votado a quienes ahora gobiernan y que ven cómo todo se puede ir al carajo porque, en el partido presuntamente de izquierdas que llegó al poder abanderando la regeneración democrática, hay quien se lo lleva crudo certificando para nuestra desgracia que el bipartidismo funciona en claves para las que da igual que sea el PSOE o el PP quien presida el gobierno.


Todo esto pide bisturí ya, nada de medias tintas, tomar decisiones en las que la ciudadanía pueda confiar. Si tanto se empeñan Sánchez, Bolaños, López y compañía en precisar que el terremoto Cerdán es un asunto de partido, ¿por qué no hacen como el PNV y deslindan partido de gobierno? ¿Por qué en esa nueva ejecutiva que anuncian no apuestan por un secretario o secretaria general diferente a quien ocupe la presidencia del Gobierno? ¿Por qué Pedro Sánchez no deja de marear la perdiz y se somete a una cuestión de confianza?


Creo que no le quedará más remedio que hacerlo. De lo contrario, cada minuto que transcurra funcionará en contra, no ya de sus intereses y los de su partido, sino de quienes, aún abochornados, aspiramos a encontrar la manera de cortarle el paso a las derechas y dejar de desayunarnos cada mañana con un nuevo sobresalto. Esto ya no es resistir. Es agonizar. Con la respiración asistida de la derecha catalana, por cierto.


J.T.


lunes, 9 de junio de 2025

Huir hacia delante no es el camino





Gobernar con votos de la izquierda y hacer cosas de derechas es un timo a la  mayoría progresista de este país que dura ya demasiado tiempo. Llevamos siete años confiando en que a los ultras se les ponga de una vez en su sitio y no hay manera de que estos pierdan fuelle. Al contrario, cada vez cuentan con más foros donde soltar sus arengas anticonstitucionales. Caen chuzos de punta y al presidente parece como si no le afectara. Hasta ahora ha sobrevivido, sí, pero ¿seguro que no podía haber hecho algo hace tiempo para que evitar la llegada del clima irrespirable que soportamos? ¿Se trata de sobrevivir o de poner las bases para que el fascismo nunca tenga la posibilidad de gobernarnos? 


¿Acaso no tenemos claro lo que nos espera apenas lleguen al poder? Los viernes negros de Soraya y Montoro en tiempos de Rajoy anunciándonos cada semana recortes y pérdidas de derechos serán un juego de niños comparado con lo que serán capaces de hacer Feijóo y Abascal apenas puedan. No se evitará esto limitándose a usar el miedo como coartada cuando llegan tiempos electorales. “Que viene el lobo, vótenme a mí”. Te votan a ti, consigues formar gobierno gracias al apoyo de partidos de izquierdas y, salvo en asuntos sociales, y no en todos, te dedicas a practicar parecida política a la que estaría haciendo el Partido Popular.


Esta manera de actuar tiene una fecha de caducidad que cada día parece más cercana. Porque huir hacia delante no es el camino. Y eso es lo que se hace cuando no se tocan los intereses de los bancos, ni los de las constructoras o las empresas energéticas, o cuando aumentas el gasto militar. Huir hacia delante es lo que se hace también cuando no rompes relaciones con países genocidas, cuando procrastinas a la hora de poner orden en el ámbito judicial o cuando no limpias a fondo y para siempre el repugnante y hediondo mundo de las cloacas.


La derecha está impaciente porque no consigue echar a Sánchez a pesar de la pertinaz estrategia de acoso y derribo que practica sin descanso, pero si yo fuera Aznar o alguno de sus secuaces igual no me preocuparía tanto. Esferas de influencia claves para el funcionamiento del país nunca han dejado de estar en manos de gentes pro PP. Este gobierno ha apostado por la cohabitación con los poderes fácticos de las derechas en lugar de plantarles cara, ha preferido dejar pasar fechorías imperdonables en lugar de pegar un puñetazo sobre la mesa cuando se pasan veinte pueblos y decir hasta aquí hemos llegado. 


Huir hacia delante dedicándose a pulir la imagen internacional no es la solución. No puedes dejar pasar tanto torpedeo intolerable porque si lo haces, al final estás allanándoles el camino. La Conferencia de presidentes autonómicos, bufonadas de la responsable madrileña aparte, me hacía recordar este fin de semana lo que ocurrió a mitad de los años 90, cuando el aumento de la cuota de poder en ayuntamientos y autonomías por parte del PP fue el preludio de la victoria de los populares en las elecciones generales de 1996. 


Ya gobiernan en once comunidades, en muchas de ellas gracias a infames pactos con la ultraderecha, y en las dos ciudades autónomas también, mientras los socialistas continúan dormidos en los laureles, templando gaitas para evitar que se inquieten la iglesia, la monarquía o el dinero y renovando licencias a las televisiones privadas hasta el año 2040 para que les sigan metiendo caña desde la mañana hasta la noche. 


Si el presidente y sus ministros saben, porque seguro que lo saben, que la derecha nunca les agradecerá ningún favor, que no tendrán piedad alguna con ellos cuando consigan descabalgarles ¿por qué no dejan de pasarle balones para que continúen marcando goles? ¿les va la marcha y no tienen nada que decir cuando te montan manifestaciones llamándote mafia, por ejemplo? Aquí hay algo que se me escapa. 


Insisto, solo haciendo cosas de izquierdas se fijan los límites con las derechas y se conserva la confianza de tu electorado. El comodín del miedo al fascismo, como estamos viendo ya en tantos países, llega un día en que deja de funcionar. Si haces cosas de derechas al final el votante, aunque vaya en contra de sus propios intereses, preferirá el original a la copia. 


J.T.



lunes, 2 de junio de 2025

Nigüelas repara la dignidad de cinco fusilados en la guerra civil


Tardabas en darte cuenta que detrás de las fotos se encontraban las urnas. Eran cinco imágenes ampliadas, con su correspondiente marco cada una, tomadas en los años treinta, meses antes de que, a quienes aparecían en ellas, los mataran y los hicieran desaparecer; instantáneas descolgadas de las paredes de las casas familiares y trasladadas un sábado de mayo de 2025 hasta la Casa de la Cultura de Nigüelas, provincia de Granada, para presidir el homenaje que allí iba a tener lugar. No debían llevar mucho tiempo colgadas las fotos, sin duda hizo falta superar el miedo que durante décadas se instaló en el valle de Lecrín hasta que, de un tiempo a esta parte, la ley les otorgó por fin el derecho de reivindicar la memoria de sus antepasados asesinados, reclamar su búsqueda y que se llevaran a cabo los trabajos necesarios para certificar su identidad.


Las urnas con sus restos, colocadas tras las fotos en una mesa con la bandera republicana dispuesta sobre el escenario, iban a ser entregadas a sus familias durante un acto de reparación tan entrañable como solemne. En la fosa número uno de esta localidad con poco más de mil habitantes se han encontrado diecinueve cuerpos y todavía hay catorce pendientes de ser identificados. Eran vecinos de Alhendín, Lanjarón y otras localidades no demasiado lejanas, cuando sus asesinos no tuvieron suficiente con matarles en agosto de 1936 sino que además les hicieron desaparecer transportando sus cuerpos hasta el cementerio de esta localidad casi escondida donde hoy nos encontramos. Les robaron hasta el derecho al duelo, que cinco de ellos hoy por fin recuperan.


Asistir a un acto de este tipo, en mi caso se trataba de la primera vez, es una experiencia sobrecogedora. Arqueólogos e historiadores intervienen para resumir sus trabajos. Explican que la zanja tenía metro y medio de profundidad y que los cuerpos, maniatados la mayoría, además de los impactos de las balas presentaban signos de violencia. Las cinco personas a quienes el laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de Granada ha conseguido ponerle nombre y cuyos restos hoy son devueltos a sus familias, se llamaban Juan Antonio Pérez Ortega, Francisco Tito Mingorance, Francisco Ruiz Pérez, Ángel Matarán Muñoz y su hijo Alfonso, de 19 años. 


Matarán padre era maestro de escuela en Alhendín durante la República y fue señalado por el cura del pueblo apenas se produjo el golpe de Estado. Su delito: haber cerrado las ventanas de la escuela años antes cuando pasaba una procesión para que el ruido no le impidiera continuar impartiendo la clase. Su hijo mayor se empeñó en acompañarlo al cuartelillo cuando la guardia civil fue a buscarlo a casa para “hacerle algunas preguntas” y nunca más se supo de ninguno de los dos hasta que hace poco las pruebas de ADN confirmaron la identidad de ambos. Francisco Tito Mingorance, guardia civil, fue secuestrado y ejecutado por sus compañeros y su rastro se borró hasta de los registros, Juan Antonio Pérez Ortega fue asesinado de varios tiros en la nuca delante de sus hijos…  


Estremece escuchar a sus familiares contar estas historias cuando les toca subir al atril. Son personas jóvenes en su mayoría que han mantenido viva la necesidad de reparación que sus mayores buscaron durante toda su vida. Habían sido testigos directos del momento en que sus antepasados fueron “arrancados violentamente de la vida”, en palabras de la poetisa Julia Ochoa recitadas por la profesora Andrea Villarrubia y han muerto, algunos hace poco tiempo, sin poder ser testigos del momento con el que siempre soñaron.


“Han vuelto con nosotros”, proclamó el periodista Francisco Vigueras; “No se reciben unas cajas con restos humanos, sino con dignidades humanas”, puntualizó durante su intervención Juan Mata, profesor de la Universidad de Granada. Mientras escuchaba estas intervenciones, todas ellas envueltas en una intensa, pero contenida, carga emocional me preguntaba cómo es posible que, cuando aún quedan tantas heridas por cerrar como es debido, estemos asistiendo de nuevo en España a la revitalización del mismo fascismo y la misma intolerancia que desembocó en aquella tragedia. Por eso me parecieron tan oportunas las palabras de mi compañera Nieves Concostrina durante su intervención en el homenaje:


“Yo ya no disculpo ni a los cobardes, ni a los desinformados, ni a los desganados, porque por su culpa la democracia, las libertades y los derechos corren serio riesgo”, dijo. Y añadió: “A los mismos que secuestraron la educación en su momento y señalaron a los maestros a los que mataron, se les ha vuelto a poner la mayor parte de la enseñanza bajo su dominio y su control”. Todas las alertas que se divulguen en esta línea serán pocas. Por eso, actos de justicia y reparación como el de Nigüelas deberían conocerse y difundirse todo lo posible. Que es, sin duda, mucho más de lo que se hace. Entre otras cosas porque poseen un alto valor pedagógico e invitan a no bajar jamás la guardia, a reflexionar, tomar nota y trabajar sin descanso para que la historia no vuelva a repetirse.


Aún quedan decenas de miles de personas ejecutadas hace casi noventa años y que continúan desaparecidas o sin identificar. Ya que nos encontramos en la provincia de Granada, se me ocurre que igual algún día conseguimos por fin asistir a un acto similar con los restos de Federico García Lorca, asesinado también por los mismos días en que lo fueron quienes el pasado sábado 24 de mayo homenajeamos en Nigüelas. Como proclamó durante el acto Juan Alberto Martínez Yáñez, vocalista del grupo “Niños Mutantes”: “Aunque nos roben la vida/Aunque nos quiten la sangre/Tendré que seguir cantando/ aunque no me escuche nadie”.


J.T.










lunes, 26 de mayo de 2025

Las derechas se ponen a escribir libros

Feria del Libro de Madrid en junio, congreso del PP en julio y libros recién salidos del horno en mayo firmados por Esperanza Aguirre, Iván Espinosa de los Monteros y el juez Manuel Marchena. Dos políticos teóricamente retirados y un juez en ejercicio, ¿no es maravilloso? Puede que los libros no se vendan mucho y es muy probable que quienes los compren tampoco los lean, pero es un hecho que dotan de proyección pública a quienes los escriben. 

Qué duda cabe que en unos casos ocurre más que en otros pero, cuando un libro sale a la calle, las editoriales ponen en marcha su maquinaria de promoción y ahí tenemos a sus autores de gira por radios y televisiones y de bolos para presentarlos en público. En Madrid las presentaciones proporcionan un valor añadido: la presencia en el acto de caras conocidas, lo que en algunos casos conlleva además la difusión de sabrosos titulares cocinados con el pretexto del contenido del libro que, reconozcámoslo, es lo que menos interesa. El libro es la excusa, el mcguffin que diría Hicthcohk, para enhebrar el relato; importantísimo esto en política sobre todo para quienes han perdido foco, quieren recuperarlo y cuentan con apoyos para lograrlo.  


¿Qué busca el ultra Espinosa de los Monteros saliendo de nuevo a la palestra, justo en estos momentos, con un libro que titula “España tiene solución”? Libro que por cierto publica Almuzara, editorial fundada por Manuel Pimentel, ex ministro del PP “de perfil moderado” y donde quien fuera vicesecretario general de Vox expone, según sus propias palabras, “un plan claro, valiente y sin concesiones para reconstruir una España de futuro, libre, fuerte, cohesionada y próspera”.Ahí queda eso.


De momento, el marido de Rocío Monasterio ha vuelto a salir en las televisiones (incluido el equidistante La noche en 24 horas de tve, faltaría más), y cuando tuvo lugar la presentación madrileña en la sede de la Fundación Rafael del Pino –Ferrovial- acudieron personajes como Marcos de Quinto, Cayetana Álvarez de Toledo o Juan Bravo. Aquí no hay nada inocente, no sabemos cómo acabará el cuento pero algo se está cociendo. Veremos.


El grupo Planeta, a través de Editorial Deusto, no se ha complicado mucho la vida a la hora de elaborar la portada del libro de Esperanza Aguirre, les ha bastado con su foto y un título de cuatro palabras, “Una liberal en política”, “un manual de resistencia contra el sanchismo y el intervencionismo progre”, precisan para promocionar el texto de la expresidenta de la Comunidad de Madrid, quien presuntamente está retirada de la primera línea política pero estos días no para de chupar cámara (La noche en 24 horas de tve incluida, faltaría más). Por supuesto, en la presentación madrileña apareció arropada por Almeida, Ayuso y Lacalle, el trío de la benzina. Hay que ver cómo luce publicar un libro, sobre todo a quien no sabe vivir sin agitar el patio.


En la sinopsis de “La justicia amenazada”, el reciente libro del juez Manuel Marchena, Espasa Editorial ofrece algunas pistas sobre los temas que trata el conocido magistrado del Tribunal Supremo, entre ellos “la aspiración a que el fiscal general del Estado sea imparcial, la crisis del Consejo General del Poder Judicial o el privilegio de una clase política blindada frente a investigaciones penales por el aforamiento”, según se puede leer textualmente. “Un debate sereno, necesario y alejado del maniqueísmo que domina el discurso actual sobre el mundo judicial”, añaden pare redondear. Y se quedan tan a gusto. He aquí la palanca necesaria para una presentación cuya puesta en escena no pase desapercibida y para ir de bolos por los medios criticando al Gobierno, como ha contado Ana María Pascual en el diario Público, y afirmando que las acusaciones de “lawfare” son una infamia ¡Viva la discreción judicial! Eso sí, a los periódicos que le entrevistan estos días, Marchena les está pidiendo un cuestionario previo que contesta por escrito. 


¿De verdad son libros para ayudar a reflexionar o para incendiar? Menos mal que ni los hooligans, aunque los compren, se los leen. Hacen cola para que se los firmen y luego, a la estantería. Va a estar movida este año la inminente Feria del Libro de Madrid, me pregunto si nos encontraremos en una caseta del Retiro al juez Marchena firmando el suyo. Quienes no creo que falten serán Esperanza Aguirre ni Espinosa de los Monteros, que últimamente debían tener mono de protagonismo, los pobres. Como José María Aznar y Felipe González que, aunque este año no sacan libro, no se resignan a pasar desapercibidos -¡dichosos jarrones chinos!-ni a dejar escapar ninguna oportunidad de echar leña al fuego en un ambiente político donde la agitación ultra lleva pasándose tres pueblos hace ya demasiado tiempo. A ver qué pasa en el congreso-cónclave del PP.


J.T.


lunes, 19 de mayo de 2025

El peligro de los lunes



Apagón general, sabotaje en la alta velocidad, filtración de mensajes privados del presidente del Gobierno, activistas de ultraderecha montando pollos en la sala de prensa del Congreso de los Diputados… Ni un lunes sin sobresalto. Me pregunto qué nos tendrán preparado para esta semana. No descansan en los cuarteles generales del golpismo, cada día más desesperados porque la desestabilización por la que pelean no acaba de llegar. 


La mano que mece la cuna no tiene motivos para quejarse: muchos jueces hacen lo que pueden; la mayoría de los medios, trufados de estómagos agradecidos para con la ultraderecha y la derecha ultra, profanan a su vez el periodismo sin descanso, mienten como siempre y agitan como nunca. Pues bien, ni así encuentran la manera. Elecciones ya, reclama Núñez Feijóo, al tiempo que anuncia un congreso-cónclave para estar preparados porque “no se fía de Pedro Sánchez”. Es decir, que propugna unas elecciones para las que admite no estar preparado. 


No hay nada peor que estar en manos de un torpe y el líder del Partido Popular no puede ser más torpe. Para su formación política por supuesto, pero también para la salud democrática de nuestro país, que precisa un líder de oposición sólido y constructivo que a día de hoy no existe. Feijóo no sabe lo que es eso y parece conformarse con ir recogiendo la fruta que cae de los árboles que agita la ultraderecha. No le basta con el trabajo sucio de los fascistas y lo sabe, pero el pobre no da para más. Que si estado terminal, que si desguace, que si Pedro está rodeado, ¿es esa la manera de hacer oposición, apuntándose al acoso y derribo que los demás hacen por él ?


Asombra por otra parte la lentitud del gobierno para zanjar asuntos apremiantes que se eternizan. ¿Tan difícil es quitarle la acreditación a quien la utiliza para reventar ruedas de prensa? Tranquilo, que ya lo resolveremos, nos dicen, y claro, uno no puede sino echarse a temblar cuando recuerda cómo han resuelto atascos como el del Poder Judicial u otras instituciones del Estado donde la derecha los lleva al huerto como quiere, con acuerdos que dejan a las izquierdas no solo en inferioridad de condiciones, sino en el más triste de los ridículos. 


Se queja el Partido Socialista de siete años de acoso pero se la coge con papel de fumar a la hora de replicar, de remangarse y ponerse a cambiar cosas ¿Acaso las derechas se andan con tantos escrúpulos cuando llegan al poder? Si no paran de desestabilizar ni un minuto cuando no lo tienen, ¿van a gastar alguna consideración cuando vuelvan a controlar el BOE y a gestionar los presupuestos? Pues claro que no. Aquí hay decisiones urgentes que hay que tomar y no se toman, decisiones de izquierdas que están pidiendo a gritos ser adoptadas y no se adoptan, ¿a qué viene marear tanto la perdiz?


Quienes pensamos que las derechas están llevando a cabo, tacita a tacita, un golpe de estado estudiado y coordinado, nos preguntamos cómo es posible que el Gobierno no reaccione. He aquí la pregunta del millón, ¿por qué un gobierno de coalición progresista no pone pie en pared de una vez para frenar esta escalada? Quienes han tratado a Pedro Sánchez suelen hablar de su sangre fría -¿o de horchata?-, de su capacidad para encajar las provocaciones sin inmutarse, para cabalgar mientras ladran… Pero lo que pasa es que no solo ladran sino que ensucian a sabiendas de que tanta bazofia, tanta casquería como ahora está de moda decir, acaba calando. 


La ultraderecha está llevando la iniciativa mientras el gobierno, como si se tratara de un partido de tenis, se las ve y se las desea para devolver los golpes, ¿no tendría que ser al revés, no tendría que ser el ejecutivo el que hiciera antes, el que hablara antes, el que aportara, moviera, intentara… en lugar de dejar el empleo de estos verbos a José María Aznar, que los utiliza para enardecer a los suyos?


Igual convendría no olvidar que los fascistas actúan como fascistas siempre, que ni saben ni quieren actuar de otra manera y que llevan ya demasiado tiempo comiéndonos la tostada. Me niego a creer que no darle a esto la importancia que tiene forma parte, como hay quien lo asegura, de una estrategia calculada de Sánchez y los suyos para que el voto del miedo les siga manteniendo en el poder ¿No se tratará más bien de una coartada para no verse obligado a promover la política de izquierdas que tiene la obligación de hacer?¿Para cuándo la suspensión de los desahucios, por poner solo un ejemplo, para cuándo dejar de defender a rentistas y especuladores y coger de una vez por los cuernos ese toro llamado política de vivienda? ¿Para cuándo el aumento del gasto en políticas sociales, para cuándo romper relaciones con Israel y frenar el gasto en armamento?


Se ponga como se ponga, el PSOE necesitará siempre, y lo sabe, contar con una izquierda fuerte, no descafeinada como ellos, para que el país no acabe cayendo en manos de los fascistas y poder plantarles cara de verdad. Tenemos derecho a levantarnos los lunes sin temor a ver qué nueva canallada se les ha ocurrido a los golpistas durante el fin de semana. 


J.T.