domingo, 6 de julio de 2025

Iglesia y monarquía, monarquía e iglesia

A pesar del pródigo material informativo que este fin de semana nos han regalado tanto el PSOE como el PP, hay dos asuntos que no se han tratado de manera explícita, pero en los que el bipartidismo que muchos quieren revitalizar coincide por completo: 


1. Seguirás llevándote bien con la iglesia católica pase lo que pase.

2. Defenderás la monarquía por encima de tu cadáver.


A Pedro Sánchez no parece preocuparle demasiado la cara de vinagre que le dedica el rey cada vez que se encuentran (la más reciente, en Sevilla, fue todo un poema). A pesar del reiterado desdén del Borbón, el presidente defiende la institución monárquica a capa y espada. No entiendo cómo se enfadan tanto con él Guerra, González y demás dinosaurios “socialistas”. Por mucho que se conspire a su alrededor, Pedro sigue siendo monárquico. O pareciéndolo. 


Núñez Feijóo y los suyos, por su parte, mantienen su inquebrantable adhesión a una institución cuyo actual titular no disimula las ganas que tiene de ver a los populares sentados en la Moncloa. Solos o en compañía de otros. “En compañía de otros”, he ahí la cuestión. Esos otros son el fascismo, pero el todavía marido de Letizia parece haber olvidado, porque seguro que lo estudió, lo que ocurrió en Italia en 1922 cuando Víctor Manuel III, que consideraba a Mussolini un mal menor comparado con el posible ascenso del socialismo, se negó a declarar el estado de sitio tras la marcha sobre Roma y favoreció la llegada al gobierno de quienes en poco tiempo prohibirían los partidos y sindicatos no fascistas, y establecerían la censura de prensa y la pena de muerte entre otras lindezas. 


La iglesia católica italiana redondeó la faena cuando pasó de estar enfrentada con el Estado a convertirse en uno de sus principales apoyos. A cambio de regar de dinero al Vaticano y permitirles recuperar la soberanía, el fascio consiguió el respaldo moral, político y social de millones de católicos. “Por el Papa y el Duce”, fue el eslogan que consolidó el llamado Pacto de Letrán en 1929. 


Al tiempo que la iglesia se fortaleció, la monarquía en Italia acabó desapareciendo. Si nuestro ilustre “preparao” conoce la historia, me gustaría saber cómo le ha sentado que el portavoz de los obispos españoles haya solicitado a tumba abierta su intervención para propiciar la celebración de elecciones generales cuanto antes. Él sabrá por qué guarda silencio ante este pronunciamiento claramente anticonstitucional. 


Ni el fascismo ni los obispos, tanto monta-monta tanto, necesitan a la monarquía para nada. La iglesia, dos mil años de vida, se considera muy por encima de una institución cuyos miembros han tenido que salir de España por pies varias veces en los dos últimos siglos sin saber si podrían volver o no. En cuanto a los ultras, nostálgicos franquistas en su mayoría, tampoco quieren rey aunque de momento les venga bien. Les viene bien que al Borbón le caiga mal Sánchez, como le viene bien a los bancos y a los grandes empresarios tener alguien mortal a quien hacer reverencias, que no todo van a ser genuflexiones en el reclinatorio para que se les perdonen las corrupciones y tejemanejes que utilizan como herramienta en su trabajo diario. Es lo bueno que tiene ser católico: robas, te confiesas el domingo, te perdonan y así el lunes puedes volver a robar partiendo de cero.


Mientras iglesia y monarquía continúen teniendo en nuestro país el predicamento del que todavía disfrutan, -“por dios, por la patria y el rey”- continuaremos anclados en el siglo XIX, con militares añorando tiempos que se niegan a olvidar y jueces ultras desestabilizando con sumarios imposibles, distópicas “huelgas” y manifestaciones que mancillan y desprestigian la honorabilidad de las togas con las que se revisten. Lo de los periodistas vendidos al encanallamiento de la convivencia es más complicado de entender, a menos que la explicación sea que tienen hambre, los pobres. No solo se prostituyen entregándose a la manipulación y la difusión de bulos de la manera más vergonzosa posible, sino que la mayoría lo hace además por salarios de miseria. 


El ecosistema de la convivencia en España tiene mucho que resetear, y tras la celebración del comité federal socialista y el congreso de los populares, que son las dos formaciones políticas que han definido el bipartidismo desde hace casi cincuenta años, no parecen existir demasiados motivos para el optimismo. En la lucha política por un futuro de progreso hay una cosa clara: no se pueden templar más gaitas ni con la iglesia ni con la monarquía, y el alma de izquierdas de la que presumen aún algunos socialistas lo sabe de sobra. Porque ambas instituciones están llamando a voces al fascismo y haciendo lo posible para que los totalitarios lleguen al poder cuanto antes, aún a sabiendas de que se arrepentirán de ello más pronto que tarde, sobre todo el jefe del Estado.  


Como he escrito alguna vez, quienes defienden que hay que salvar la institución monárquica porque es la mejor manera de que nos salvemos todos, en realidad están pensando en salvarse solo ellos. A la iglesia católica, como sobrevive siempre, le da igual monarquía que dictadura. Lo que parece que le sienta peor es la democracia. Quizás sea esa la razón por la que muchos de sus representantes se dedican a sembrar cizaña involucionista desde los púlpitos contribuyendo con ello a envenenar la convivencia más aún de lo que ya está. 


J.T.

martes, 1 de julio de 2025

Sobre el moribundo Consejo de Informativos de rtve

El enemigo está dentro desde hace décadas. El problema de tve es la bunkerización de buena parte de quienes trabajan en ella, el espíritu funcionarial que se respira en su atmósfera y que, si eres fijo, hace que te sientas blindado aunque seas un vago redomado o un inútil. O peor todavía: una mala persona instalada en el agravio permanente que se dedica a proclamar día tras día por los pasillos lo poco que se le valora con lo magnífico profesional que él es. Según por donde vaya el viento, unas veces se lo escucharás a unos, pasado un tiempo a los otros y así sucesivamente. 


Cuando alguien de fuera llega a tve recién contratado y con sangre en las venas, con ganas de hacer cosas y obtener resultados, más pronto que tarde acaba chocando con el “funcionario” de turno que le para los pies: pero tú dónde te crees que vas, chaval, a ver si piensas que vas a inventar la pólvora. He visto ya a muchos como tú llegar queriendo comerse el mundo y no han tardado en estrellarse, por listos. Así que si yo fuera tú, me lo tomaría con calma y te irá mejor. 


Relajarse significa no empeñarse en cambiar las cosas, que la inercia siga funcionando porque quienes tienen un cargo pasan pero tú continuarás ahí. Cuando quien se comporta así es un especialista en decorados o un responsable de mantenimiento no pasa nada o pasa poco, pero cuando se trata de un redactor, de un realizador o de un reportero gráfico ya estamos en otra dimensión, sobre todo si hablamos de los Servicios Informativos.


Somos independientes y no estamos dispuestos a consentir que los políticos metan las manos en nuestro trabajo, braman quienes no paran de levantar teléfonos y se dedican a conspirar con políticos sin descanso. A mí no me manipula nadie, proclaman quienes no hacen otra cosa que manipular a destajo como si no hubiera un mañana. Siempre me pareció abominable esta manera de actuar, más grave aún cuando de lo que estamos hablando es de un medio de comunicación público, pero creo que lo entiendo: a veces hay mucho en juego y la información siempre ha sido material sensible, oscuro objeto de deseo de todo político apenas atrapa el poder. 


A rtve ha llegado por primera vez en mucho tiempo un equipo directivo que ha decidido respetar al espectador y programar pensando en el carácter de servicio público que dota de sentido la existencia del medio ¿Dónde se creen ustedes que están encontrando más beligerancia? ¿En los partidos políticos ya sean de derechas o de izquierdas, en los sindicatos, quizás entre los empresarios o en las televisiones de la competencia? 


Error: la mayor hostilidad proviene de los propios trabajadores de la casa. De algunos, claro está, no de todos, pero hay algunos que son muy algunos. Unas veces porque estaban tan a gusto cobrando sin pegar ni golpe y ahora los quieren poner a trabajar, otras porque llevan años viviendo en su zona de confort, con horarios de ensueño y sueldos impensables en otros medios, desconociendo por completo el frío que hace fuera, otras porque se consideran desplazados y, mientras esperan que cambie el viento, se dedican a poner todos los palos en las ruedas que pueden. Luego está los que recurren a la legislación vigente para que las cosas no mejoren cuando no les gustan: que sea difícil innovar, que vaya pasando el tiempo hasta que el escenario cambie y esas mejores vuelvan a ser innecesarias.


Si en los Servicios Informativos de Televisión Española no es ese el espíritu, la verdad es que lo parece bastante. No hay manera de que los telediarios se elaboren estrictamente con carácter informativo desde que el Partido Popular destituyó al equipo que lideraba Fran Llorente. Durante esa época (gobierno Zapatero, 2004-2011)) se decidió crear un órgano que velara por la calidad de la información al que llamaron Consejo de Informativos con la idea de velar por la independencia, objetividad y veracidad de los contenidos. Entre sus funciones destacaba una: actuar como guardián de la ética informativa. No se rían, por favor.


Durante años este Consejo, formado por profesionales elegidos por sus propios compañeros, funcionó con espíritu constructivo y contribuyó en parte a mejorar las cosas, incluso consiguió sobrevivir cuando en el 2012 el PP tomó Torrespaña por asalto y reinstauró los tiempos oscuros apostando sin rubor por la manipulación, la tergiversación, el escoramiento a la derecha y el ninguneo de los partidos progresistas. De todas aquellas prácticas continúan quedando secuelas a día de hoy. El Consejo de Informativos de los primeros tiempos de Rajoy plantó cara pero le hicieron poco caso, perdió prácticamente todas las batallas porque sus dictámenes no son vinculantes. Desde entonces, cada año que ha pasado ha pintado menos. 


A juzgar por lo que se ve en pantalla, Torrespaña continúa siendo un bastión inexpugnable donde parece que no haya manera de emitir un telediario cuya escaleta se rija estrictamente por criterios profesionales. Y aunque últimamente parece que se cortan un poco, continúan dejando mucho, pero mucho que desear. 


El único aire fresco proviene de programas como La Hora de la 1, Mañaneros 360 o Malas Lenguas que no dependen directamente del área de informativos y que analizan la actualidad con la intención de ser útiles al espectador, contestar a sus preguntas, aclarar sus dudas y ofrecer diferentes puntos de vista sobre lo que sucede para que quien escucha disponga de argumentos distintos y pueda sacar sus propias conclusiones. 


Pues bien, aquí es donde en Torrespaña se ha rasgado las vestiduras. Aquí es donde el actual Consejo de Informativos, que ya no tiene nada que ver con lo que fue durante sus primeros años de vida (ahora la votación ni siquiera es en urna y la participación telemática de la última consulta fue alarmantemente baja) se ha puesto en pie de guerra publicando distópicas notas de prensa. Ni Cintora Ni Ruiz ni Intxaurrondo son de la casa, ¿cómo se atreven a hacer lo que les corresponde hacer a ellos?, protestan airados. Investiguémoslos, que se saltan el manual de estilo. ¿Por qué hay que hacer las cosas bien si se pueden continuar haciendo como siempre?, esto es un escándalo, están haciendo periodismo, les falta decir. Hasta la emisión del documental 7291, dedicado a los fallecidos en las residencias de ancianos de la Comunidad e Madrid durante la pandemia, les pareció mal que se emitiera. Anunciaron una investigación para que se les explicara por qué se hizo con producción ajena y por qué se centraba solo en la Comunidad de Madrid. Esas investigaciones, si es que las hacen, que lo dudo, se suelen quedar luego en agua de borrajas pero montar el pollo, la verdad es que lo montan.


Algunos de los agraviados, que esperan en la redacción la vuelta del PP como agua de mayo, mantienen una buena cuota de poder en la estructura de los Servicios Informativos impidiendo que se haga mejor información en los telediarios y en el canal 24 horas. Hablamos de mejor información, entiéndaseme bien, no de información a favor de unos o de otros, que ya veo venir a tanta piel fina como hay por ahí. Y buena información es la que están ofreciendo por fin, a día de hoy, los programas de actualidad a los que el Consejo de Informativos tiene enfilados públicamente y que se emiten desde los platós de Prado del Rey, no desde Torrespaña  que esa es otra. No quieran saber ustedes por qué, porque cada vez que lo pregunto nadie me lo explica con claridad. 


Que el moribundo Consejo de Informativos de tve se alinee con quienes no quieren que nada cambie, con quienes no parecen tener interés en que la televisión publica sea útil y cumpla su función, es una pésima noticia. Pero así son las cosas, y así se las hemos contado. 


J.T.


 












lunes, 30 de junio de 2025

Sobre los acosadores ultras con micrófono



¿Se imaginan a Felipe González acosado por el fascista Vito Quiles y su micrófono a la salida de cualquier acto público madrileño?


¿Verdad que no? Quienes manejan los hilos de las insolencias de este cansino profanador del oficio periodístico no tienen ningún interés en molestar a quien, como el expresidente socialista, le está haciendo el trabajo sucio al involucionismo más desprejuiciado. Niño, ni se te ocurra incordiar a Felipe, que es de los nuestros. Nada tiene que temer pues el augusto ex presidente, como tampoco nada han de temer Lambán, Page, Nicolás Redondo, Cándido Méndez o el condenado Barrionuevo, por ejemplo. Zapatero ya es otra cosa, no le perdonan su cuota de responsabilidad en los resultados  electorales del 23 J, como no le perdonan a Silvia Intxaurrondo la ya histórica entrevista televisiva en la que desenmascaró a Núñez Feijóo para los anales. 


Cuando Zapatero e Intxaurrondo acudieron el miércoles pasado a recoger los premios Público 2025, a la salida del CaixaForum, el lugar donde se celebró el acto, estaban los acosadores esperándolos. Esta vez el quimérico reportero andaba acompañado nada menos que por… ¡el pequeño Nicolás! Todo va encajando ¿Cómo no se nos había ocurrido antes que son la pareja perfecta, los Roberto Alcázar y  Pedrín de nuestro días? Como comenté con algunos de mis compañeros, solo les faltaba Froilán, pero todo llegará.


¿Se imaginan a esta parejita de prendas a las puertas del Parlament catalán o del ayuntamiento de Donosti perpetrando las mismas tropelías que llevan a cabo a la salida del Congreso de los Diputados? Claro que no, porque esa impunidad solo pueden exhibirla en los predios del alcalde Martínez (el facha) y del ventrílocuo Miguel Ángel Rodríguez. Igual les estoy dando ideas, porque la verdad es que sí que me imagino algunas ciudades españolas donde aplaudirían estas performances intimidatorias. 


Este tipo de personajes, jóvenes por lo general, descarados, que van por el mundo provocando con la seguridad de que nada les va a ocurrir por mucho que se extralimiten, son genuino producto de la madrileñidad mas tóxica, de esa olla a presión que se cree el ombligo del mundo sin serlo, que se niega a admitir la existencia de un país diverso y plural donde todos tenemos cabida, incluso ellos. El problema es que a la inversa, si son ellos quienes acaban teniendo la sartén por el mango, las cosas no funcionarían igual. Hacen uso de una libertad que los suyos no tardarían en recortar, si no liquidar, apenas lleguen al poder.  


¿Cómo le puede dar lo mismo a Felipe González que este tipo de cosas acaben sucediendo? Porque sucederán si gobiernan los ultras, y él lo sabe. De gira permanente por radios y televisiones hostiles con el gobierno de coalición, no doy crédito cuando le escucho cabreado con Catalunya, con el hecho de que Sánchez esté apoyado por EH Bildu, un partido tan democrático como cualquier otro, cuando llama barrabasada a la amnistía... Estuvo toda la vida poniéndonos los cuernos y abochorna constatar hasta qué punto nos engañó nada menos que durante trece años; aún cuesta digerir verlo ahora alineado con los protectores de Quiles y el pequeño Nicolás. 


Me pregunto qué opinión tendrá el ex presidente, quien no disimula su incomodidad cuando accede a algún canutazo improvisado, de la persecuciones callejeras a las que Vito Quiles y compañía someten a muchas personalidades de izquierdas. ¿Qué ocurriría si la desfachatez con la que los ultras se comportan la ejerciera alguien con él? ¿Qué pasaría si, cada vez que salen del Congreso Cayetana Álvarez de Toledo o José María Figaredo el sobrinísimo de Rodrigo Rato, se encontraran, como le ocurre a Gabriel Rufián, con una mosca cojonera que, micrófono en mano, se dedicara a proferirles insultos disfrazados de preguntas?


Porque las preguntas que estos tipos hacen no son preguntas, sino juicios de valor, provocaciones para poner a prueba la capacidad de aguante de quien se ve obligado a contar hasta cien para no caer en la tentación de acabar haciendo algo de lo que tendrían que arrepentirse. El interpelado no puede perder los nervios si no quiere buscarse la ruina, tiene que respetar el despreciable comportamiento de quien le asalta, porque a la mínima que invadas su espacio ya te están diciendo no me toques que llamo a la policía. Se trata de una trampa infernal, de una pesadilla que la convivencia en paz no se merece. Esto es crispación, provocación auspiciada por personajes como Eduardo Inda o Alfonso Rojo, periodistas que en su día mamaron de las enseñanzas de Pedrojota y con el tiempo se convirtieron en alumnos aventajados.


Una vez más nos vemos en la tesitura en que los demócratas se han visto tantas veces a lo largo de  la historia. No nos gusta ni lo que dicen ni lo que hacen, nos molesta profundamente cómo se comportan, pero seguiremos luchando para que, incluso ellos, continúen teniendo ese derecho.


J.T.

domingo, 22 de junio de 2025

¿Y ahora qué hacemos?




Me niego a admitir que el trabajo de las izquierdas durante cinco décadas se pueda acabar yendo al carajo en cinco semanas porque el PSOE no sabe dejar de ser corrupto. Me niego a pensar que el esfuerzo que hizo la generación a la que pertenezco para que nuestras hijas vivieran en un mundo mejor que en el que nosotros crecimos no ha servido de nada y que existe además un alto riesgo de regresar a la casilla de salida.


Algo sin duda hemos hecho mal. Muy mal. Pero… ¿tan mal como para que pueda llegar el momento en que se arranquen las placas dedicadas a Marcelino Camacho o Tierno Galván, por ejemplo, y vuelvan a ponerle a las calles General Yagüe, General Mola o Avenida Francisco Franco?


Me imagino al jefe de los obispos españoles, que desde que murió el Papa Francisco no deja de meterse en política, frotándose las manos porque el negocio reflota. Nunca lo vieron peligrar, adoctrinados como tienen a la mitad de los jóvenes del país en colegios concertados gracias a Alfonso Guerra, pero quieren más. Aborto fuera, matrimonio igualitario fuera, hijos con padres o madres del mismo sexo fuera que ya está bien, hombre!


Me imagino las cantinas de los cuarteles, con esos militares, policías o guardias civiles brindando ya por el regreso inminente de los que a su entender nunca tenían que haber permitido que los rojos llegaran al poder ¡Los rojos! Le llaman rojo a Pedro Sánchez, a Marlaska, Robles, Carlos Cuerpo… le llaman rojo a Ábalos, a Santos Cerdán, ¡madre mía! y ahora también, claro, sinvergüenza y ladrón, esto con toda la razón del mundo. 


También los bancos y los empresarios se frotan las manos, hartos ya de ganar menos de lo que les gustaría, cabreados con los impuestos, con las subidas de salarios y pensiones, cuestionando las becas a quienes no tienen recursos, pugnando por acabar con las subvenciones a oenegés, con las ayudas a los desfavorecidos… Me imagino, claro, a los sindicatos avergonzados. O no.


Me imagino a los ultras cada vez más crecidos, bueno, no me los imagino, los veo y escucho, y se me ponen los pelos de punta con sus diatribas contra catalanes y vascos, contra las autonomías en general, con su demonización del inmigrante y su reivindicación del machismo más casposo, con su banderas del aguilucho… Me imagino centros de atención a la mujer maltratada clausurados, teatros cerrados, libros y conciertos prohibidos, películas censuradas ¡Muera la inteligencia, carajo! “Indecente, corrupto, traidor”, le gritan los fachas a Sánchez por las esquinas emulando las diatribas de su admirado Abascal cada miércoles en el Congreso de los Diputados…


Algo sin duda hemos hecho mal. Muy mal. Creíamos que se podían mejorar las cosas y quienes nos han ido representado en las instituciones nos han estafado sin compasión alguna. El caso más escandaloso es el de Felipe González y el de los muchos amorales que le rodeaban, que desde la impunidad cometieron todo tipo de desmanes aparte de hacerse ricos. Creíamos que aquello era agua pasada, que a día de hoy eran ya solo viejos gruñones y que el equipo de Sánchez era otra cosa, que con ellos se podía mejorar y promover más políticas sociales, aunque solo fuera porque los números no le daban a los socialistas para gobernar sin contar con la izquierda transformadora. 


Pues no. Apenas pudo, Pedro Sánchez se quitó de en medio a quienes apostaban por cambiar las cosas de verdad y prefirió una izquierda light y sumisa que lleva dos años protestando con la boca chica, traga con todo (monarquía, OTAN, aumento del gasto armamentístico) y no propone nada nuevo. En esas estábamos cuando llegó el tsunami, cuando nos pilló el toro como jamás se nos habría ocurrido imaginar, al menos a mí. La estrepitosa cornada tiene a muchos aún en la enfermería preguntándose qué he hecho yo para merecer esto.


En esta tercera semana de pasión que ahora empieza veo y escucho a mucha de la gente que me rodea todavía desconcertada ¿No vamos a poder sacarnos la corrupción nunca de encima? ¿Nos van a seguir engañando como a chinos unos y otros, prometiendo regeneraciones que nunca llegan y compitiendo entre ellos a ver quien es menos ladrón, ¿pero qué es esta vergüenza?


¿Y ahora qué hacemos, cómo se sale de aquí? ¿Cómo conseguir que el mundo de quienes vienen detrás no vuelva a vivirse en el blanco y negro donde nos tocó crecer a quienes tuvimos la oportunidad de mejorar las cosas y no lo hemos hecho? La mayoría de las propuestas que se escuchan son pan para hoy y hambre para mañana. Quienes piden elecciones saben que a corto plazo eso significaría la ruina, la llegada del fascismo. Continuar con el mismo gobierno cambiando a Sánchez sería prolongar el viaje a ninguna parte que comenzó tras la aparición en escena del escándalo Ábalos-Cerdán. Con otras propuestas, como gobierno de concentración o pactos PP-PSOE, se me abren las carnes.


La única opción política que podría cambiar las cosas, preservar la educación y sanidad públicas, defender y aumentar los avances laborales y sociales ya conquistados y ayudarnos a recuperar la dignidad perdida tiene en este momento cuatro diputados tras fracasar todos los intentos del sistema por hundirlos en la miseria. Cuatro diputados que tenían y tienen razón. Formularon el diagnóstico correcto en el momento adecuado y no les dejaron hacer su trabajo. Como tantas veces ocurre, la importancia de lo que se tiene no se ve hasta que se pierde. 



J.T.  


domingo, 15 de junio de 2025

La agonía no ha hecho más que empezar


Han pasado ya cuatro días y somos muchos los que aún estamos digiriéndolo, muchos también quienes, entre la estupefacción y el desencanto, hemos vivido el pasado fin de semana intentando acabar de procesar lo que sucedió el pasado jueves cuando se conocieron las impúdicas conversaciones entre Koldo, Ábalos y Cerdán ¡Grabaciones de años! Han sido muchas las cosas que han saltado por los aires desde que Pedro Sánchez optó por humillar públicamente a quien fuera su hombre de confianza durante una década larga (“no debimos confiar en Santos Cerdán”) y comunicó al mundo que, así cayeran chuzos de punta, él continuaba para bingo, que hasta el año veintisiete no habrá elecciones.  


No va a poder ser y él lo sabe, por lo menos no va a poder ser como a él le gustaría, limitándose a continuar tirando de un ya marchito manual de resistencia. Las prácticas corruptas (presuntas) de sus dos secretarios de organización han roto los esquemas hasta a los más incondicionales, no se puede estar huyendo hacia delante toda la vida basándose en que actuar como dique de contención de la ultraderecha supone un seguro de vida para el Gobierno de coalición que ninguno de sus apoyos se atreverá a despedazar. No le va a bastar con promover una auditoría y remodelar la ejecutiva porque quienes lo mantienen en el poder empiezan a dejar claro que ya está bien, que hasta aquí hemos llegado.


Los socialistas se empeñan en repetir que la deslealtad y las prácticas corruptas (presuntas) de Cerdán y Ábalos son solo un asunto de partido. Pero vamos a ver, ¿de verdad se piensan que todos somos tontos? Como hasta ahora Sánchez ha ido saliendo más o menos airoso de las arremetidas fascistas, parece como si el apoyo del que ha gozado por parte de quienes lo hicieron presidente le hubiera hecho perder la perspectiva y no pisar tierra firma. Que frente a Sánchez solo exista un inútil como Feijóo o un impresentable como Abascal no te blinda por los siglos de los siglos. 


Esta vez no se puede limitar a dejar pasar los días y que el temporal escampe. Esta vez hay que actuar con contundencia, transmitiendo un coraje y una determinación que la ciudadanía está necesitando con urgencia para poder mantener una cierta esperanza y no perderle al Gobierno el poco respeto que algunos aún le tienen. Alguien le tiene que decir al presidente que se ha acabado eso de dejar languidecer los asuntos espinosos, que hay coger el toro por los cuernos y dejarse de tibiezas. 


El caso de Cerdán y Ábalos, las conversaciones que les grabó Koldo hablando de papeletas amañadas y de comisiones, ha venido a sumarse a la estrategia de acoso y derribo con la que las derechas nos torpedeaban cada lunes desde hace semanas y cuya intensidad había aumentado en los últimos días hasta desembocar en la explosión del pasado jueves que, mire usted por dónde, parece haber pillado con el pie cambiado hasta a Feijóo, que debía tener el hombre su hoja de ruta ya pactada con todos “los que pueden hacer e iban haciendo” sin contar con un regalo que, desde el 12 de junio, ha acelerado el pulso de la vida política y ciudadana.


Lo que sucedió el jueves “ha modificado la pantalla”, en palabras del lehendakari Imanol Pradales; “hay que resetear”, proclamó Yolanda Díaz; “si se confirman las informaciones, cambiaría el rumbo de la legislatura”, afirma Ione Belarra; si no es un caso aislado, declaran en ERC, no se podrá contar con ellos. En resumen: queda mucha tela por cortar.


Hay muchos corazones de izquierdas rotos estos días, gentes que han trabajado por mejorar este país, que han votado a quienes ahora gobiernan y que ven cómo todo se puede ir al carajo porque, en el partido presuntamente de izquierdas que llegó al poder abanderando la regeneración democrática, hay quien se lo lleva crudo certificando para nuestra desgracia que el bipartidismo funciona en claves para las que da igual que sea el PSOE o el PP quien presida el gobierno.


Todo esto pide bisturí ya, nada de medias tintas, tomar decisiones en las que la ciudadanía pueda confiar. Si tanto se empeñan Sánchez, Bolaños, López y compañía en precisar que el terremoto Cerdán es un asunto de partido, ¿por qué no hacen como el PNV y deslindan partido de gobierno? ¿Por qué en esa nueva ejecutiva que anuncian no apuestan por un secretario o secretaria general diferente a quien ocupe la presidencia del Gobierno? ¿Por qué Pedro Sánchez no deja de marear la perdiz y se somete a una cuestión de confianza?


Creo que no le quedará más remedio que hacerlo. De lo contrario, cada minuto que transcurra funcionará en contra, no ya de sus intereses y los de su partido, sino de quienes, aún abochornados, aspiramos a encontrar la manera de cortarle el paso a las derechas y dejar de desayunarnos cada mañana con un nuevo sobresalto. Esto ya no es resistir. Es agonizar. Con la respiración asistida de la derecha catalana, por cierto.


J.T.


lunes, 9 de junio de 2025

Huir hacia delante no es el camino





Gobernar con votos de la izquierda y hacer cosas de derechas es un timo a la  mayoría progresista de este país que dura ya demasiado tiempo. Llevamos siete años confiando en que a los ultras se les ponga de una vez en su sitio y no hay manera de que estos pierdan fuelle. Al contrario, cada vez cuentan con más foros donde soltar sus arengas anticonstitucionales. Caen chuzos de punta y al presidente parece como si no le afectara. Hasta ahora ha sobrevivido, sí, pero ¿seguro que no podía haber hecho algo hace tiempo para que evitar la llegada del clima irrespirable que soportamos? ¿Se trata de sobrevivir o de poner las bases para que el fascismo nunca tenga la posibilidad de gobernarnos? 


¿Acaso no tenemos claro lo que nos espera apenas lleguen al poder? Los viernes negros de Soraya y Montoro en tiempos de Rajoy anunciándonos cada semana recortes y pérdidas de derechos serán un juego de niños comparado con lo que serán capaces de hacer Feijóo y Abascal apenas puedan. No se evitará esto limitándose a usar el miedo como coartada cuando llegan tiempos electorales. “Que viene el lobo, vótenme a mí”. Te votan a ti, consigues formar gobierno gracias al apoyo de partidos de izquierdas y, salvo en asuntos sociales, y no en todos, te dedicas a practicar parecida política a la que estaría haciendo el Partido Popular.


Esta manera de actuar tiene una fecha de caducidad que cada día parece más cercana. Porque huir hacia delante no es el camino. Y eso es lo que se hace cuando no se tocan los intereses de los bancos, ni los de las constructoras o las empresas energéticas, o cuando aumentas el gasto militar. Huir hacia delante es lo que se hace también cuando no rompes relaciones con países genocidas, cuando procrastinas a la hora de poner orden en el ámbito judicial o cuando no limpias a fondo y para siempre el repugnante y hediondo mundo de las cloacas.


La derecha está impaciente porque no consigue echar a Sánchez a pesar de la pertinaz estrategia de acoso y derribo que practica sin descanso, pero si yo fuera Aznar o alguno de sus secuaces igual no me preocuparía tanto. Esferas de influencia claves para el funcionamiento del país nunca han dejado de estar en manos de gentes pro PP. Este gobierno ha apostado por la cohabitación con los poderes fácticos de las derechas en lugar de plantarles cara, ha preferido dejar pasar fechorías imperdonables en lugar de pegar un puñetazo sobre la mesa cuando se pasan veinte pueblos y decir hasta aquí hemos llegado. 


Huir hacia delante dedicándose a pulir la imagen internacional no es la solución. No puedes dejar pasar tanto torpedeo intolerable porque si lo haces, al final estás allanándoles el camino. La Conferencia de presidentes autonómicos, bufonadas de la responsable madrileña aparte, me hacía recordar este fin de semana lo que ocurrió a mitad de los años 90, cuando el aumento de la cuota de poder en ayuntamientos y autonomías por parte del PP fue el preludio de la victoria de los populares en las elecciones generales de 1996. 


Ya gobiernan en once comunidades, en muchas de ellas gracias a infames pactos con la ultraderecha, y en las dos ciudades autónomas también, mientras los socialistas continúan dormidos en los laureles, templando gaitas para evitar que se inquieten la iglesia, la monarquía o el dinero y renovando licencias a las televisiones privadas hasta el año 2040 para que les sigan metiendo caña desde la mañana hasta la noche. 


Si el presidente y sus ministros saben, porque seguro que lo saben, que la derecha nunca les agradecerá ningún favor, que no tendrán piedad alguna con ellos cuando consigan descabalgarles ¿por qué no dejan de pasarle balones para que continúen marcando goles? ¿les va la marcha y no tienen nada que decir cuando te montan manifestaciones llamándote mafia, por ejemplo? Aquí hay algo que se me escapa. 


Insisto, solo haciendo cosas de izquierdas se fijan los límites con las derechas y se conserva la confianza de tu electorado. El comodín del miedo al fascismo, como estamos viendo ya en tantos países, llega un día en que deja de funcionar. Si haces cosas de derechas al final el votante, aunque vaya en contra de sus propios intereses, preferirá el original a la copia. 


J.T.