La respuesta es no. Al menos de momento. Voy a intentar explicar mis razones: El argumento para marcharse no puede ser que en la red X se manipula, circulan mentiras o se contribuye a generar odio. Son muchos los medios de comunicación que vienen haciendo esto desde hace ya demasiado tiempo sin pudor alguno. Las soflamas diarias de ese activista llamado Vicente Vallés, por ejemplo, de ese presunto periodista que utiliza el informativo que presenta en Antena Tres como vehículo de propaganda antigubernamental retorciendo la realidad sin complejos, ¿es menos peligroso que un bot de twitter?
Los radio predicadores mañaneros madrileños insultando a troche y moche, potenciando las informaciones que quiere la ultraderecha y ninguneando las que no les interesan, ¿acaso salen ganando en las comparaciones con los energúmenos que propagan el rencor por las redes? Que la iglesia católica financie la cadena de radio Cope para que sus oyentes acaben detestando a unos y enalteciendo a otros, atropellando así el sentido común y la inteligencia de quienes les escuchan, ¿es más aceptable que el hecho de que un millonario caprichoso haya comprado la red X por 44 mil millones de dólares? ¿se sostiene de alguna manera el argumento de que con un dueño así hay que marcharse de sus dominios? ¿es quizás mejor informarse a través de medios como ABC, El Mundo, La Razón, Telecinco, Antena Tres, o La Sexta, todos ellos propiedad de personajes o sociedades cuyos intereses últimos no son menos zafios que los del tal Elon Musk?
Irse de twitter, ahora X, es rendirse, tirar la toalla en un momento en el que todo el que puede y tiene algo que decir es importante que lo difunda por cuanto mayor número de altavoces mejor. De lo contrario los dueños de los mensajes, de eso que últimamente se ha dado en llamar el relato, se quedarán solos campando a sus anchas y gozando de la impunidad más absoluta. Es a lo que aspiran, por eso hay que dar la batalla. Toca plantar cara, toca remangarse, toca contrarrestar la indecencia de quienes mienten, toca defender la lucha contra la desigualdad y la injusticia en todas aquellas trincheras donde sea posible. Y de momento twitter vale para eso, por mucho que manipulen el algoritmo, por mucho que se apliquen a la hora de ocultar unos mensajes y resaltar otros.
No se puede luchar contra algo desde fuera. Hay que estar. Y la red X permite a quienes todavía somos usuarios tener seleccionados dominios que nos mantienen orientados e informados. Las cuentas de los medios de comunicación con prestigio, tanto nacionales como internacionales, nos vienen alimentando a muchos desde hace más de quince años. Las razones que tanto The Guardian como La Vanguardia aducen para abandonarla no solo no me convencen, sino que me entristecen. Sin estos medios, a día de hoy, mi capacidad de análisis disminuye. No me vale que me digan que estarán en otras redes porque ellos saben, como yo, que no hay ninguna red social que esté libre de culpa, que ninguna estaría en condiciones de tirar la primera piedra. Y si hay alguna que aún mantiene cierta limpieza, solo hay que dejar pasar algo de tiempo para que acabe llenándose de intrusos que buscarán encanallarla como a las demás. A quienes sabemos separar el grano de la paja, eso hace tiempo que no nos preocupa, por mucho que nos incomode.
Abandonar un entorno que resulta útil a muchos es amputar la libertad de elección. Si eso se hace en nombre de la libertad de expresión, me cuesta mucho entenderlo. El argumento de que no podemos contribuir a enriquecer a un amoral como Musk tampoco me vale. En nuestra vida diaria, enriquecemos queramos o no a impresentables dueños de supermercados, grandes almacenes, tiendas de ropa, bancos, eléctricas, petroleras o marcas de telefonía. ¿Qué hacemos para evitarlo? ¿Nos vamos de todos lados y nos pasamos el resto de nuestras vidas subidos a una columna como Simón el estilita?
No puedo compartir una decisión como la de The Guardian o La Vanguardia a la que, dicho sea con todos los respetos, le encuentro serios tintes de hipocresía. Una vez más, me viene a la memoria la manida secuencia del corrupto y simpático capitán Renault de Casablanca, cuando este aparenta desconocer que en la trastienda del bar de Rick se juega a la ruleta. Los medios y los particulares que estos días comunican que se marchan de la red X, ¿acaban de descubrir ayer que en ella se miente y se genera odio? ¿cuánto tiempo llevan recibiendo insultos de cuentas anónimas? ¿desde cuándo se ven obligados a soportar amenazas solo por opinar? ¿cuánto hace que decidieron no hacerle caso a los ataques que recibían? ¿por qué ahora sí? ¿acaso Trump y Musk serán menos peligrosos para nuestro futuro si nos vamos de lo sitios donde aún podemos denunciar sus fechorías? Que sean ellos los que se encarguen de echarnos, por favor, que puede que lo hagan más pronto que tarde, pero no se lo pongamos tan fácil.
No acabaremos con la desinformación, los bulos y los mensajes de odio en las redes sociales yéndonos de twitter. Estoy de acuerdo con Pilar Eyre, marcharse me parece infantil, clasista, paternalista, acomplejado, cobarde y miope. En esa red somos muchos los que no insultamos, los que buscamos ahí compañía, información, compartir nuestras cosas y hacer campaña de nuestras causas. Puede ser que twitter esté cavando su propia tumba a juzgar por el empeño que pone en desnaturalizar su sentido pero, como dice Suso del Toro, a día de hoy continúa siendo un instrumento útil alternativo a los medios del poder ¿les dejamos la plataforma entera solo a los difusores de bulos y odio sin ponerles contrapeso? La respuesta es no, por muchas razones pero sobre todo dos: la primera que los fascistas no pueden monopolizar el mensaje; y la segunda que nunca es buen momento para rendirse. Ahora, menos todavía.
J.T.