lunes, 18 de diciembre de 2023

Bildu, Puigdemont y los sepulcros blanqueados del PP


Tanto hipócrita postureo de la derecha pepera está ya empachando hasta a sus propios incondicionales. Aquellos a quienes hoy vituperan las derechas madrileñas, aquellos contra quienes hoy se manifiestan, aquellos a quienes hoy estigmatizan… serán sus aliados del mañana. Montando pollos no se construye país y lo saben, pero les da igual. Juegan a escandalizarse con la amnistía a Puigdemont o con los pactos con EH Bildu porque aún creen que eso continúa dando votos.


Husmean las demandas de mercado y actúan en consecuencia. Pero el mercado también lo estudian Pedro Sánchez y sus adláteres y de momento parece que estos les están comiendo la tostada a Núñez Feijóo y los suyos. La semana pasada, en un mismo día, miércoles 13 de diciembre, Sánchez salió en la foto con Puigdemont, a tres metros, eso sí, pero ahí estaban los dos juntitos mirándose a los ojos en las primeras páginas; ese mismo día, decíamos, dio luz verde a su partido para aupar a EH Bildu a la alcaldía de Pamplona arrebatándosela a UPN y, también en esa misma jornada, se permitió echarle la bronca en el Parlamento Europeo al amigo alemán de los peperos. Por meterse donde no le llaman, le vino a decir más o menos a Manfred Weber.


Dos días antes, con la excusa de la presentación del segundo libro firmado por él y escrito por Irene Lozano, reprodujo con Jorge Javier Vázquez momentos que recordaban su conversación con La Pija y La Quinqui durante la campaña electoral: Deberías ir a “Supervivientes”, le dijo el presentador. Ese programa se graba en Honduras, ¿no?, contestó el presidente, si fuera en El Salvador… como allí tenemos un mediador, remató tan pancho justo el día siguiente en que Abascal había declarado a un periódico argentino que “habrá algún momento en que el pueblo querrá colgar a Sánchez de los pies”.   


Le resbala todo, al tío. La verdad es que hay que tener estómago. Feijóo lo que dice es que Sánchez no tiene vergüenza, pero quizás porque le envidia su desparpajo. El líder del PP es más de mentirte en tu cara y estar siempre profiriendo frases grandilocuentes: “hoy es el día más triste…” (cuando el martes 12 se votó en el Congreso la admisión a trámite de la ley de amnistía); “esto es lo más miserable…” (para calificar el apoyo a Joseba Asirón (EH Bildu) en la moción de censura a la alcaldesa e Pamplona por UPN). 


Y es que el margen de maniobra que Sánchez le deja a Feijóo es tan escaso que el pobre se las ve y se las desea para manejarse con cierta pericia en canutazos y comparecencias varias. Entre su escasa cultura y su falta de paciencia, al final el ex presidente gallego acaba instalado siempre en la exageración, sacando los pies del tiesto, diciendo y haciendo cosas que ni él mismo se cree en un partido atestado de mal encarados, insultadores por sistema, hipócritas profesionales, sepulcros blanqueados de libro con muchos menos escrúpulos todavía que él.


Sánchez le deja poco margen de maniobra a Feijóo porque, aunque para la mayoría suponga un alivio que sea él quien gobierne en estos momentos en lugar de la ultraderecha, reconocer sus aciertos no nos puede despistar. Necesita tener ministros de derechas que le controlen la policía, los militares y la política exterior, ministros económicos que no incomoden a los bancos ni a los empresarios. También, claro, algún o alguna progre que enseñar en según qué foros. Y alguien como Óscar Puente, un fajador, la guinda que en esta legislatura parece que promete regalarnos mucha jornadas de gloria. Esperemos que no se dediquen solo a despejarle el campo a las derechas para que, cuando estas recuperan el poder algún día, se encuentren ya hecho todo el trabajo sucio. Porque la ley mordaza ahí sigue, como la monarquía, la endogamia en la justicia, o la pestilencia de las cloacas entre otras inmutabilidades. 


Alguien lo acusaba el otro día de no haber leído nunca  solo libro. Lo dudo. Es verdad que transmite falta de poso, pero eso también le ocurría a Adolfo Suárez y cambió la historia de España ¿Acabará Sánchez consiguiendo que las derechas entiendan de una vez que los votos de quienes votan a Bildu, Junts o ERC valen lo mismo que los suyos? Como decíamos al comienzo, los primeros que, llegado el día, necesitarán a los nacionalistas para gobernar son Feijóo y los suyos. Menos mal que, de momento y aunque ganó las elecciones, no fue presidente porque no quiso. 


J.T.





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