lunes, 9 de mayo de 2022

Cuando el rigor importa un bledo


Que sea verdad lo que cuentas no es lo sustancial. 

El rigor les importa un bledo. 

Lo que buscan es que lo que difunden tenga repercusión y cale entre quienes luego poseen capacidad de trasladar esas reflexiones a más gente, a sus grupos de redes, a sus ambientes en la calle, a su mundo familiar, profesional o social… 

Los talentos de sesudos investigadores, que no dan a conocer nada hasta que no lo tienen verificado por diversas fuentes, se estrellan ante la amoralidad de quienes han decidido hacer de la comunicación, del ejercicio del periodismo, el far west más canalla. Cada vez se comprueba menos la veracidad de lo que se escucha, se lee o incluso se ve. 

La capacidad de engañar aumenta a medida que los medios son más sofisticados y los canales para ofrecer contenidos se reproducen por esporas. Mentir siempre tuvo éxito pero ahora esas mentiras, instrumento habitual del propagandista político, circulan a mayor velocidad y resulta más difícil neutralizarlas. 

Si no andas avispado, como profesional de la comunicación, en lugar de producir contenido te verás obligado a estar todo el tiempo desmintiendo el que generan otros para acabar haciéndote eco de él en lugar de producir el tuyo propio. Es como estar sacando agua sin parar de una casa inundada y no conseguir nunca que el suelo se seque del todo para poner la alfombras. 

La capacidad de intoxicar, de propagar infundios con apariencia de veracidad es cada vez más efectiva. Los partidos políticos, sobre todo los de la derecha y esta ultraderecha faltona y frentista con la que nos ha tocado lidiar, lo saben y lo están aprovechando. 

Pero lo grave es que, en lugar de ponerlos en su sitio, los medios de comunicación se dedican a seguirles el juego, sobre todo cuando comprueban que haciéndolo aumentan sus propios seguidores, sus clicks, su audiencia… La honestidad no vende tanto como la desvergüenza. He ahí el dilema de quienes han entrado sin remedio en el juego, en ese círculo infernal donde los resultados son lo único que importa.  

¡Ah! Y nada de reflexiones sesudas: frases cortas y vas que te matas. Lo que dura una respiración o dos, si te entretienes en desarrollar una idea desconectarán y se irán a otra cosa mariposa. La necesidad de argumentar con un cierto sosiego está perdiendo el partido frente al mundo del fast food, del consumo rápido. Razonar demasiado, elaborar en exceso una idea, un argumento, no parece que sea la mejor manera de atraer la atención de aquellos a quienes queremos convencer. 

Hay que ser cortos y contundentes. Eso es lo que hay. 

No sé si me parece bien, pero por si acaso este artículo va a terminar aquí antes de que acabe siendo demasiado largo ¿O ya lo es?  

Si has llegado hasta aquí, querida lectora, querido lector…gracias mil! 
Si te ha parecido largo dímelo para mejorar. 
Aunque otra cosa os digo también: continuaré siendo largo cuando lo considere conveniente. 
Aunque no me leáis. 
Sí, ya lo sé. 
Condición y figura. 
Abrazo grande. 

J.T.

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