Siempre fue complicado hacer buen periodismo en una televisión pública. Incluso periodismo lisa y llanamente, aunque no sea bueno. Intentar hacer entender a un político que la tele pública se llama "pública" precisamente porque es un medio al servicio de toda la ciudadanía, y no un instrumento de propaganda a disposición del gobierno de turno, parece una guerra perdida.
Las teles públicas las pagamos todos, pero las usan los gobiernos como les da la gana. Esto es una tropelía inadmisible, pero los años pasan, los gobiernos también y los desmanes continúan. Es verdad que en unos casos más que en otros. Pero son pocos, por no decir ninguno, los gabinetes de comunicación de un ministro o de un consejero que resisten la tentación de levantar el teléfono para presionar, manipular, censurar o meter broncas cuando no les gusta lo que se ha contado en "su" televisión.
El director de informativos de una tele pública que decida actuar al margen de estas presiones comprobará, más pronto que tarde, cómo su sillón se va convirtiendo en un potro de tortura. Insisto: es muy difícil, y muy duro, intentar hacer periodismo decente en una tele pública.
En los informativos públicos suele ser muy corriente que el tiempo de presencia en pantalla de los representantes de los partidos políticos esté vinculado al número de escaños que ese partido tiene en el parlamento de turno. Se mire como se mire, esto es una aberración. Una aberración que se convierte directamente en gamberrada cuando los responsables de esos informativos se olvidan que alguna vez fueron periodistas y se convierten directamente en comisarios políticos al servicio del gobierno del momento. Pero en esa dinámica andamos y no parece, a tenor de cómo está el patio, que la cosa tenga pinta de mejorar a corto plazo.
Pues bien, si esto funciona así en circunstancias "normales", es decir, durante los cuatro años que dura una legislatura, cuando llegan las campañas electorales los informativos de las teles se convierten en un producto directamente infumable.
Cuando las campañas electorales entran por la puerta de las televisiones públicas, el poco periodismo que en algún momento puede llegar a practicarse en ellas sale directamente por la ventana.
Aunque es algo probablemente sabido, pienso que nunca está de más recordar cuál es el criterio a la hora de informar de los actos electorales de los partidos durante una campaña. La cosa funciona así: se establece un estricto y proporcional reparto de tiempos entre las formaciones que tuvieron representación parlamentaria en la legislatura recién finalizada y al resto, ni agua. O sea, premios y primas para los de siempre y chinas en el zapato a los "advenedizos" que aspiran a disputarle las poltronas.
No importa lo que diga el clamor popular, no importan los resultados que arrojen encuestas y sondeos, los que tienen la sartén por el mango difícilmente van a tolerar que haya que repartir la tarta entre más y mucho menos quedarse sin ella. Se defenderán como gatos panza arriba para intentar evitarlo. Solo cuando las Juntas Electorales intervienen, como ha ocurrido en la campaña andaluza, la cosa cambia algo. En esta ocasión, Canal Sur se ha visto obligada a incluir información de los actos electorales de UPyD y Podemos, pero porque los partidos han recurrido y hasta la Junta Electoral Central les ha dado la razón.
En pocas palabras, que no solo el periodismo sale por la ventana durante las campañas electorales, sino que los profesionales que trabajan en los medios ven cómo su cometido deja de ser contar las cosas como ellos las ven, y se ven obligados a contarlas como los políticos quieren que se cuenten y durante el tiempo, cronometrado al segundo, que ellos quieren que se haga.
Una verdadera vergüenza para el periodismo a la que los profesionales de algunas teles públicas, cada vez que hay unas elecciones, llevan tiempo combatiendo de la única manera que pueden: haciendo público su desacuerdo; contando en los informativos, antes de hablar de la campaña, que lo de los bloques electorales se elabora según al reparto que hace la Junta Electoral de turno y desmarcándose de algo que no tiene nada que ver ni con su oficio ni con su trabajo.
En esa tesitura están estos días en Andalucía, donde el Consejo Profesional de Canal Sur Televisión ha hecho pública una nota de la que voy a reproducir los párrafos a mi juicio más interesantes:
"Con motivo del inicio de la campaña electoral en Andalucía, el Consejo Profesional de Canal Sur TV quiere expresar su rechazo al habitual formato de “bloques” con el que se obliga a cubrir la información electoral a los medios públicos.
Por más que se hayan convertido en una tradición asumida por la Junta Electoral, este reparto estricto de tiempos entre los partidos con representación parlamentaria no aparece legislado en ninguna parte. La ley solo exige el respeto al pluralismo político y social, así como la igualdad, proporcionalidad y neutralidad informativa.
A esto se suma la intromisión de los partidos políticos en el tratamiento de la información, encorsetando a los profesionales en señales realizadas, declaraciones editadas o las lamentables ruedas de prensa sin preguntas. Todo con un diseño propio de la propaganda y alejado del concepto mismo de información.
Al trasladársenos la obligatoriedad de optar por los tradicionales bloques férreamente minutados y repartidos, hemos acordado con la Dirección de Informativos que durante la emisión de dichos bloques los espectadores podrán leer el siguiente texto:
“Los Consejos Profesionales de la RTVA manifiestan su desacuerdo con el orden y duración de estos contenidos que obedecen a criterios impuestos por la Junta Electoral y no a criterios periodísticos.”
Este texto también será leído por los presentadores/as antes de dar paso al bloque electoral.
Además, se elaborará un vídeo explicativo sobre cómo se asignan los tiempos, quiénes lo deciden, qué criterios se siguen, y dando cabida a voces disconformes con dicho procedimiento como es este órgano de representación de los profesionales".
Repito: que los profesionales del periodismo tengamos que vernos obligados a actuar así es una vergüenza. Creo que urge no dejar pasar más tiempo, coger el toro por los cuernos y reivindicar de manera contundente la dignidad del oficio periodístico frente a la tropelía de los políticos cada vez que llegan fechas electorales.
De no hacer algo pronto, no quiero ni imaginarme cómo serán las cosas en Televisión Española durante la campaña de las municipales y autonómicas del mes de mayo. En otras convocatorias, con la anterior dirección, se actuaba de manera similar a como estos días se está haciendo en Andalucía. Pero mucho me temo que esta vez los talibanes que llevan el timón en Torrespaña lo van a poner muy difícil. Me gustaría equivocarme.
J.T.
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