miércoles, 8 de octubre de 2014

TVE, vuelve el "killer"


Necesitaban un militante. Un killer. Alguien sin piedad y con las ideas claras: al enemigo ni agua, adelgazar la empresa a cualquier precio y manipular, mentir, retorcer la realidad hasta que no la reconozca ni la madre que la parió.

Todo empezó aquel día de primeros de septiembre en que Pedro Arriola, el incontestable gurú demoscópico del pp, reunió a buena parte de los mandamases de su partido, se subió a la tarima y empezó a desplegar cifras en la pizarra como si fuera Gay de Liébana en La Sexta Noche. Primero enseñó los datos sobre el aborto:

- Mirad, al setenta por ciento de nuestra gente le toca profundamente las narices nuestro proyecto de reforma, así que haced el favor de meter el asunto en el cajón de una vez y que duerma para siempre el sueño de los justos.

Dicho y hecho. Arriola manda, el aparato obedece y Alberto Ruiz-Gallardón... a los leones.

Siguiente punto del orden del día: Televisión Española.

Si con el proyecto de ley del aborto no hubo misericordia, imagínense con la tele. ¿Qué datos enseñó Arriola a la cúpula pepera en aquellos primeros días de septiembre sobre la televisión pública? Pues que la posibilidad de evitar la debacle electoral está en gobernar la conciencia de entre medio millón y un millón de incondicionales cuyo voto no se puede escapar. Gentes entregadas a la causa que se inyectan en vena y sin discusión todo lo que les cuenta tve. Objetivo pues: no perder ni un solo sufragio de esta tropa leal y devota a la que hay que inocular en vena jarabe sectario pepero en primer grado. Ese millón escaso es el que el PP, según Arriola, no puede permitirse perder de ninguna manera. El núcleo duro del partido y el entorno de Mariano asentían complacidos:

- Si ya lo decíamos nosotros, que eso del perfil bajo por el que apostó Soraya en su día no iba a ningún lado. Nada de miramientos. Leña al mono de una puñetera vez. Nos acusan de manipular y ni siquiera manipulamos como está mandado. Ahora se van a enterar. Gracias, Pedro, por proporcionarnos la coartada.

Y, ni cortos ni perezosos, se pusieron manos a la obra: fuera Leopoldo González-Echenique de la dirección general, otra pieza que caía del tablero por los estudios demoscópicos de Arriola y, acto seguido, a buscar al killer dispuesto a obedecer las órdenes de la calle Génova y de los duros del gobierno en primer tiempo de saludo. Había que dar con un tonto útil, un bienmandado con experiencia acreditada, a quien le resbalaran las críticas y dispuesto a morir por la causa.

Introducidos todos los requisitos en la correspondiente coctelera, ¿quién acaba dando el perfil?. Sí, señor, bingo: Jose Antonio Sánchez, que ya en tiempos de Aznar había ocupado el sillón y había demostrado su capacidad para competir hasta con Terminator. Se marchó en 2004 tras dejar la casa como un erial, con los peores registros de prestigio y audiencia de la historia de tve hasta entonces, y tras hundir Telemadrid en la mayor de las miserias, regresa ahora a rematar la faena. Hasta el sillón y el despacho que volverá a ocupar diez años después andan estos días en estado de shock.

Lo siento mucho por la libertad de expresión, por los espectadores, lo siento muchos por los profesionales de tve que van a sufrir las consecuencias más directas y humillantes de esta decisión en un año que me malicio de pesadilla. Lo siento mucho. Pero así son las cosas y así os las he contado.

J.T.

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