domingo, 19 de octubre de 2014

Asaltar el cielo


Crees que vas a una antigua plaza de toros, o a un polideportivo... pero con lo primero que te topas es con El Corte Inglés. Son las nueve y media de la mañana de un espléndido sábado de octubre en Madrid. Has caminado por calles desiertas hasta llegar aquí, pero nada más doblar la esquina de General Ricardos que desemboca en el Palacio de Vistalegre te topas con las enormes colas, el animoso bullicio de quienes se te han adelantado.

No, no es el primer día de rebajas. Aunque no hay ni un solo cartel en el exterior que lo indique, es el primer día de la Asamblea Ciudadana de Podemos. La cita es a las diez y, por haber llegado media hora antes, pensabas que apenas habría gente. Error. Descubres que la entrada es por la puerta sur, pero para colocarte en la fila has de caminar... hasta la puerta norte. Ciento ochenta grados. Tardarán aún un tiempo en dejar entrar. Como en El Corte Inglés. Pero esto es un rollo tan distinto... Los compas de "Diagonal" pasan repartiendo la revista, que esta quincena abre en portada con la caída de la ley del aborto: "El feminismo vence a Gallardón". 

Aparece Echenique. Mientras avanza en su silla de ruedas en busca de una entrada accesible para él, la concurrencia, o sea quienes esperamos en fila desde hace casi una hora, aplaude mientras los guardias municipales miran embobados. Tras ellos están los tenderetes con la bibliografía completa de Marx, Engels, Trotski... "La revolución permanente", "El Manifiesto Comunista". Pasan otros compañeros repartiendo hojas informativas sobre la huelga general estudiantil del 21, 22 y 23 de octubre... ¿Qué está pasando aquí?

Huele a comienzo de curso, a inicio de aventura, a primeros pasos de un viaje largamente soñado. Familias enteras, gentes de toda edad, sexo y condición, carritos de bebé... Todo va retrasado pero nadie se inquieta. Parecemos dispuestos a aguantar carros y carretas. Quienes esperamos hemos tenido que tramitar previamente nuestra entrada por internet e imprimirla. Al entrar nos visan el código y vamos rellenando el aforo.

Son ya las once, la hora prevista para el comienzo del acto, y se nota el punto novato en la organización. Tardará en empezar, así que en la grada se entretienen haciendo la ola, coreando "Sí se puede" y cantándole a Pablo Iglesias "Cumpleaños Feliz". Treinta y seis.

A las doce menos cuarto, el revuelo de los reporteros gráficos en torno a la entrada al recinto entre los tendidos catorce y quince permite deducir que algo va a pasar. Iglesias, Monedero, Errejón, Bescansa y Alegre irrumpen en el ruedo y nada más entrar se detienen para aplaudir durante varios minutos a quienes les aplauden a ellos. 

No hay música, desconozco si por voluntad política o es cosa de los comienzos, pero eso no les despoja del aire de estrellas emergentes, que avanzan ahora hacia el escenario "protegidos" por otros compañeros que les ayudan a ganar metros, aunque el culo de Pablo no consigue librarse de las caricias de una desinhibida incondicional. Gajes del oficio, de un oficio cuya relevancia en febrero nadie podía imaginarse.

Hasta tve, cautiva y desarmada, da cuenta del acto en los titulares del telediario; la Ser pasa en horas veinticuatro del ninguneo más sonoro al peloteo más descarado; El Mundo le publica un artículo a Errejón; "El País" anuncia el acto en primera... Hay quienes hablan de división, de enfrentamiento, de discrepancias serias en el seno de la organización...

- Dediquémosle un aplauso irónico a todos esos que dicen que llegamos divididos, pide Iglesias al poco de iniciar su discurso.

Se saben observados, saben que tras reírse de ellos, ignorarlos, insultarlos, hurgar en sus pasados e intentar amedrentarlos, ahora todo el mundo los está mirando con lupa

- Nos miran porque saben que podemos ganar, porque desde el primer momento dijimos que no nos quedaríamos en una esquina, que queremos ocupar la centralidad del tablero. 

Recurre Pablo al baloncesto para ilustrar su manera de entender la tarea que tienen por delante y explica que no se puede fallar ni un triple ni tampoco cargarse de  personales. Introduce el término "patria" en su discurso diciendo que hablar de patria hoy es hablar de dignidad ciudadana al margen de la lengua que se hable, es hablar de buena sanidad, de mejor educación... Y se guarda para el final la frase que dará paso a dos días de Asamblea Ciudadana: "El cielo no se alcanza por consenso. Se toma por asalto"

A la salida, la gente comprará libros de Engels y de Trotski en los tenderetes instalados frente a la sede del congreso. Un congreso cuya entrada no está custodiada por dos leones, sino por dos toros. No estaría mal que, si ganan, trasladaran aquí el Congreso de los Diputados. 

J.T.

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