Minutos antes de marcharse a China Rajoy decidió hablar con los periodistas, esta vez sin plasma por medio y, como solía hacer el teniente Colombo en su célebre serie televisiva, se guardó el asunto con más enjundia para el momento en que ya tenía puesto prácticamente un pie en el avión:
- Por cierto, chicos, una cosa más: esto… que eso de la ley del aborto, que he pensado que me voy a cargar el proyecto. Total, si hay que legislar se legisla, pero legislar pa ná es tontería.
No eran todavía las dos de la tarde cuando esto ocurría y en Televisión Española, para cuyo informativo faltaba aún bastante más de una hora, solo tuvieron tiempo los pobres de meter el total y unas colas, pero nada de pieza sobre el asunto ni tampoco pudieron, qué estrés, profundizar sobre la posición en que quedaba el todavía ministro de Justicia tras la sangrante y flagrante desautorización de su jefe.
¿Directo desde el ministerio de Justicia? ¡Anda ya! eso sería apostar por el periodismo, y en los telediarios hace mucho tiempo que a quien intenta hacer periodismo le ponen la cruz o lo mandan a galeras.
- Encima que tienen el privilegio de trabajar donde trabajan, que son nada menos que redactores de Televisión Española, con lo que eso mola, además de eso se empeñan en hacer periodismo, debió comentar Somoano con sus comisarios políticos, esa cohorte que le rodea y que, a medida que transcurren los meses, aumenta en número sin explicación plausible y sin vergüenza alguna.
Así que transgredieron sin pudor uno de los principios más elementales del oficio, acudir a donde se produce la noticia, y se tomaron su tiempo para mandar a alguien al ministerio de Justicia a ver qué pasaba por allí. ¿Consecuencia? Al canal24 horas acabó pillándole el toro cuando, a las cinco y media de la tarde bien pasadas, Alberto Ruiz Gallardón hacía pública su dimisión. Se comieron con patatas el inicio de la comparecencia e hicieron, una vez más, un espantoso ridículo.
¿Fue mala suerte? ¿Fue casualidad? No. Fueron fallos técnicos, es verdad, pero fallos producto de una decisión política: la de no enviar los medios adecuados con el tiempo suficiente porque, al igual que Rajoy lo había soltado así, como de pasada, había que dotar a la información sobre la despedida de Gallardón del perfil más bajo posible. Una vez neutralizada la comparecencia en el Congreso del todavía ministro obligándole a dimitir un día antes, ahora se trataba de escatimarle relevancia al asunto.
Una muesca más en la pistola de las fechorías de Somoano y sus chicos desde que el PP acabó con el modelo de consenso para elegir cargos pactado con el anterior gobierno socialista, un acuerdo que estuvo vigente hasta que Rajoy y los suyos se lo cargaron. Por la noche los informativos en general abrieron con los insultos de los cavernarios ante la sede pepera en la calle Génova, cabreados ellos porque su ansiada ley para restringir el aborto había pasado a mejor vida ¿Lo contó Televisión Española? Por supuesto que no.
Cualquiera en sus cabales se preguntará cómo es posible tanta torpeza. ¿Acaso los responsables de TVE no ven -se puede uno plantear- que la audiencia está ya en el ocho o el nueve por ciento y que continúa bajando camino del desastre absoluto? Claro que lo ven y que lo saben, pero les da exactamente igual. A ellos y a sus jefes de Génova. Lo único que les importa es insuflar su doctrina sectaria, triunfalista y manipuladora. ¿Que eso expulsa a los espectadores y que acaban quedando los incondicionales y cuatro escasos gatos más? No parece que importe mucho.
- Es que no puede ser, Mariano, le dicen en el partido -y se lo dicen, no me lo invento-. Es que parece como si la tele no fuera nuestra. Encima de que no la ve nadie, no nos podemos permitir siquiera el lujo de contar las cosas como a nosotros nos da la gana. Y van y te hablan de criterios periodísticos, de información equilibrada… Pero vamos a ver, a esos que gestionan la tele, ¿no los hemos puesto nosotros? Pues que se dejen de mariconadas.
Nunca tienen suficiente. Siempre les parece poco. Quieren más propaganda, más genuflexiones, más incienso, más caña a los catalanes, a los socialistas, a Rosa Díez y al mundo mundial. ¿Podemos? A esos ni agua. Ninguneo a tope y si no hay más remedio que sacar un total, colocamos a Floriano detrás poniéndolos a parir y punto. ¡Que es nuestro chiringuito, coño, tanto cachondeo ya!
- No queremos acabar como Telemadrid, gritan los currantes de TVE mientras preparan movilizaciones, reivindican la dignidad de su oficio y denuncian la manipulación de los comisarios políticos que les han colocado como jefes, muchos de ellos procedentes precisamente de la televisión autonómica madrileña.
Y así, de tropelía en tropelía, avanzan camino del desastre final. Ahora necesitan 150 millones para que el déficit no los empiece a devorar sin remedio. Pero parece que Montoro no está muy dispuesto a asumir el coste político que supone soltarle a Echenique esa pasta gansa para lo que considera un pozo sin fondo. Una ruina.
J.T.
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