Me van ustedes a tener que perdonar el desahogo, pero llego al fin de semana literalmente hasta las narices de tanto turiferario, tanto pelotas y tanta plañidera impresentable como he tenido que tragarme en los periódicos, las radios y las televisiones tras la muerte de Emilio Botín.
Era claramente previsible, pero la cansina elevación a los altares del fallecido presidente del Banco de Santander ha conseguido superar todas las expectativas. Las portadas de este jueves en, prácticamente, toda la prensa del país, quedarán para la historia del periodismo como una de las mayores vergüenzas del oficio y como el mejor ejemplo para que cualquier profesor de esta materia pueda explicar gráficamente a sus alumnos el clima de desinformación, baboseo y obscenos lametones en el que se movía buena parte del mundo de la información en España durante el año 2014. Para que catedráticos y conferenciantes puedan aclarar con suma facilidad qué es lo que no hay que hacer cuando queremos hacer periodismo.
Si a algún ingenuo le quedaba alguna duda sobre en manos de quién está la propiedad de un sustancioso porcentaje de los medios de este país, no tiene más que buscar las portadas de este jueves 11 de septiembre, donde se daba cuenta de la muerte de Emilio Botín.Tras estudiar y analizar esas primeras páginas, “Público” difundió ese mismo día un informe titulado “Botín o la hagiografía nacional”, un pormenorizado repaso en el que, a medida que avanzas en su lectura, mayor es la vergüenza que sientes ante el sonrojante y granado florilegio de halagos que llegaron a prodigarle a quien, hasta el día anterior, había sido el verdadero “masca” de los medios en España.
“Emperador de la banca”
“Un gran innovador”
“Banquero prudente y empresario audaz”
“Un hombre comprometido”
“Un gran innovador”
“Banquero prudente y empresario audaz”
“Un hombre comprometido”
Estos cuatro titulares y otros muchos igual de vergonzosos aparecieron en el diario “El País” a las pocas horas de la muerte de su egregio benefactor. Pero“El Mundo” no se quedó atrás en tan rastrero pulso y decidió darle voz a un escogido manojo de estómagos agradecidos que, por supuesto, no escatimaron ditirambos:
“Motor de expansión”
“Un empresario irrepetible”
“Figura clave”
“Hombre de visión y gran banquero”
“Un empresario irrepetible”
“Figura clave”
“Hombre de visión y gran banquero”
De “ABC” y “La Razón”…. ya ni hablamos. Por supuesto, en ninguno de ellos, ni una palabra sobre losvalores Santander, un producto tan canalla como las preferentes y con cuya adquisición se arruinaron miles de ahorradores, la mayoría de ellos jubilados; tampoco una sola insinuación sobre los millones en Suiza… Con la coartada de que ese día no tocaba y que lo importante era el dolor de la familia Botín y la dimensión histórica del personaje, acabaron con las existencias de las fábricas de jabón.
¿Hace falta recordar, como se hacía en el informe de “Público“, que “el banco de Santander es accionista de Vocento -editora de ABC y de los principales medios regionales como El Correo- así como de El País?? ¿Hace falta añadir que la empresa editora de El Mundo -Unidad Editorial, propiedad de los italianos de RCS- está en conversaciones con Vocento en aras a una hipotética integración”? Pues dicho y añadido queda.
Sí, señores. Emilio Botín era el puto amo. Como desde el miércoles por la tarde lo es, su hija Ana Patricia. El robo debe continuar. Los desahucios, por supuesto, también. Y los periódicos, a menos que hagamos algo para evitarlo, seguirán mintiendo, halagando al poderoso -ahora poderosa- y contando, abajo y en página par como mucho, algunos de los numerosos dramas humanos que causa a diario la implacable y depredadora actuación de estos vocacionales del beneficio.
Covenientemente rebotado, amigo Juan, aunque los compañeros en activo callarán, como es natural: primum vivere.
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