Treinta y tantos años cabreados y treinta y tantos años votando lo mismo. Treinta y tantos años en los que hemos convertido a los dos partidos hegemónicos en voraces maquinarias de poder dispuestos a perpetuarse forever. El psoe y el pp son los modernos Cánovas y Sagasta de la historia española. El conservador malagueño y el liberal riojano estuvieron mangoneando el país durante todo el último cuarto del siglo XIX. Estos, el último cuarto del XX... y catorce años ya de propina en el XXI. Ellos se lo guisan y se lo comen hasta tal punto que, a pesar de todas las putadas que nos han gastado, entre ambos suman aún más del sesenta por ciento de la intención de voto, según recientes sondeos.
Digo yo que esto tendrá que cambiar algún día, ¿no? Mis amigos sociatas se cabrean conmigo, mucho, cuando los meto en el mismo saco que a mis amigos peperos. En cambio, fíjate tú, estos últimos se cabrean menos, incluso diría yo que no se cabrean nada. Curioso. O no, cuando vemos al flamante primer ministro socialista francés echar mano de las tijeras casi con menos reparos que los que tuvo Rajoy... o cuando comprobamos lo felices que parecen los socialdemócratas alemanes gobernando con Merkel en despiadada e insolidaria coalición.
Yo creo que en España, ahora con las europeas, sería un buen momento para ajustar cuentas, ¿no? De apostar por algo distinto. De votar diferente. Uno de los argumentos más extendidos entre las izquierdas que se oponen a pegarle un giro de ciento ochenta grados a esto es que con la cantidad de candidaturas distintas que existen, el panorama quedaría tan atomizado que la derecha pepera continuaría llevándose el gato al agua. Por la misma razón, entonces, podría también "atomizarse" la derecha. ¿O no? Opciones para ello, desde luego, tienen ya bastantes.
Pero si ocurriera igual en las generales, arguyen escandalizados los adscritos a ese sesenta por ciento hegemónico, sería muy difícil constituir un gobierno fuerte y estable. Y ahí es donde me entra a mí la risa floja. ¿Fuerte y estable ante quién? ¿Ante Botín, ante Lagarde, ante Merkel? ¿Fuerte y estable ante las eléctricas, ante quienes amenazaron con meternos un soberano puro si no cambiábamos la Constitución de bulla y corriendo en pleno mes de agosto?
Para que los dos partidos que nos llevan vacilando, perdón, que nos vienen gobernando desde hace casi cuarenta años acaben viéndole las orejas al lobo de una vez es indispensable una buena reducción de su clientela. El problema es que, cual niños mimados, permanecen instalados en su hipnótica comodidad. Confiados en que, aunque caigan chuzos de punta, ellos seguirán.
No es mal momento el 25 de mayo para mandarles el primer aviso. Aprovechémoslo. Salgamos en tromba a votar y votemos cualquier opción... menos las de los históricamente hegemónicos. Pongámoslos nerviosos. Hagámosles que se tienten la ropa y que, cuando se pongan a hacer cuentas, vean que no les salen. Solo así espabilarán. Solo así daremos paso al comienzo de una nueva manera de organizarnos en este país. Una nueva manera que nuestro día a día está pidiendo a gritos desde hace ya bastante tiempo, por mucho que quienes no quieren hacer ni caso de las evidencias se escuden en sondeos que solo les dicen lo que quieren escuchar.
Que no, que no pasa nada por pegarle a esto un buen meneo, hombre. Cuando quienes, por miedo a lo desconocido, votaron durante años siempre lo mismo decidan perder ese miedo, descubrirán a partir de ese momento muchas razones para alegrarse de su decisión. La gente puede vivir mejor de lo que vive sin que para conseguirlo haya que montar ningún pollo. Solo votar distinto. Hay otras maneras de hacer las cosas, y quienes las preconizan solo precisan un requisito para ponerse a la faena: ser votados.
Quienes pueden mejorarnos la vida no tienen rabo ni cuernos ni son rojos peligrosos por mucho que intenten estigmatizarlos. Comprobémoslo votándolos. Si lo hacemos veremos cómo quienes los demonizaban mentían como bellacos. Quedarán en evidencia, con el culo al aire y sin argumentos para mantener sus añejos, agresivos e ineficaces discursos. Urge una cura de humildad al psoe y un revolcón histórico al pp. Las europeas son la oportunidad. Sólo espabilarán cuando entiendan el mensaje. Y eso pasa por ningunearlos en las urnas. Pero votando.
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