Que levante la mano el periodista que no haya trabajado alguna vez para algún desaprensivo. Que levante la mano quien, contando con una excelente información en su poder, no haya tenido que envainársela porque publicarla hubiera comprometido a quien le estaba pagando la nómina.
Que levante la mano quien haya conseguido permanecer en el oficio periodístico un tiempo razonable, pongamos cinco años, sin tener que renunciar a tratar algún tema peliagudo... "El Correo de Andalucía" un periódico con más de cien años de historia y cuyos periodistas saben mucho de estas cosas, vive una insoportable agonía desde hace ya varios años. Sus competentes, entregados y sufridos profesionales no se merecen el calvario que llevan vivido. De un tiempo a esta parte ven cómo año tras año, mes tras mes, día tras día el medio para el que trabajan, referente informativo en la comunidad andaluza durante decenios, se va apagando sin remisión.
El periodismo en Andalucía no sería lo que es si "El Correo", semillero de periodistas que ahora enriquecen el panorama informativo de toda la Comunidad, no hubiera existido. Pero los últimos diez-quince años han sido muy tristes: de revés en revés hasta la ruina casi definitiva. Cambios de propiedad, despidos, eres que han ido adelgazando la plantilla, más despidos, rendición de quienes, como su penúltimo director, han intentado salvar los muebles hasta que, ya sin fuerzas, han acabado tirando la toalla y dimitiendo...
Un euro.
El propietario anterior lo vendió hace unos días por un euro y le ha endosado el marrón de la deuda y el incierto futuro del periódico y de quienes se han dejado la piel en él a un personaje cuando menos controvertido que ya sabe lo que es acudir esposado a los juzgados. El que se marcha por la puerta de atrás, un tal Gallardo, era un hombre de negocios que se hizo cargo del periódico porque esperaba a cambio prebendas de la Junta que nunca llegaron...
Por los medios de comunicación, como por los equipos de fútbol, merodean muchos arribistas y vocacionales del pasteleo que usan el periodismo o el fútbol como medios para hacer prosperar sus empresas. El caso de "El Correo de Andalucía" no es más que uno de los muchos ejemplos tanto de eso como del traumático cambio de ciclo que viven los medios de comunicación no ya en España, sino en el mundo entero.
A los propietarios de los medios de comunicación, a quienes controlan la mayoría de ellos, les importa un pimiento la información, el derecho del lector, el radioyente o el telespectador a estar bien informado o cualquier otra premisa que tenga que ver con la deontología periodística. El gestor de telecinco declaró hace poco sin cortarse un pelo que él no tiene periodistas en su cadena, sino "comunicadores"; otro gestor -¿o era el mismo?- presume de ser un vendedor de publicidad que rellena con entretenimiento los huecos que le quedan vacíos...
Como dice Aidan White, ex secretario general de la Federación Internacional de Periodistas, el ambiente en el que trabajan los periodistas no facilita que cumplan la función que tradicionalmente se les atribuye. Producir buenas historias, investigar, reunir información precisa, y trabajar con independencia resulta mucho más difícil cuando los empresarios de la comunicación no solo no invierten ya en periodismo, sino que ni siquiera creen en él. Hace ya un tiempo que a los empresarios les parece que el periodismo no es una buena inversión. Cientos de cabeceras han cerrado en Estados Unidos y en todo el mundo durante los últimos años...
Mis queridos amigos y compañeros de El Correo de Andalucía inician este lunes cinco días de huelga con la que luchan por la salvación de un entrañable producto periodístico al que han acabado haciendo trizas entre muchos. Me encanta que no se den por vencidos. Como ellos, yo reivindico la existencia de un periodismo vivo y libre: en los periódicos, en las revistas, la radio, la televisión, internet, por activa, pasiva o reflexiva... hasta que demos con la tecla.
Queridos amigos de El Correo de Andalucía, vuestra lucha no solo no es en vano sino que supone todo un aldabonazo para que los demás espabilemos y hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para que nuestro trabajo deje de depender de desaprensivos, para que podamos contar sin miedos ni cortapisas todo lo que investiguemos y para que no le tengamos miedo a esos amos que son capaces de dejarnos tirados y vendernos por un euro al peor postor cuando descubren que poner dinero en un medio de comunicación no les ayuda a conseguir, por ejemplo, la licencia para un oleoducto.
J.T.
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