Dicen que los pollos que hay montados en Turquía y Egipto nos van a llenar el país de turistas este verano. Puede ser. Que haya menos competidores en el mercado de las hamacas al sol, el olor a bronceador y los karaokes nocturnos en megahoteles costeros se puede utilizar como argumento para explicar la afluencia de visitantes extranjeros. Pero yo me muevo con otra hipótesis de trabajo: esto se está llenando de guiris por puro morbo.
¿Mallorca? Ni El Arenal, ni Can Pastilla ni Alcúdia, ni Cala Pi, qué va. Lo que les pone ahora a los turistas es hacerse fotos en esa estrecha y empinada callecita que conduce a la oficina del juez Castro y por la que tantas veces han hecho pasarela el yerno del rey, su ex socio Torres y señora, un antiguo presidente de Baleares llamado Matas, y por donde ha estado a punto de desfilar la mismísima hija de su majestad.
¿Marbella? Puerto Banús ya es vintage, y no te digo Puente Romano o el Marbella Club. Demodé. Lo que mola ahora es darse una vuelta por los juzgados donde tantas veces han visto por la tele entrar y salir a la Pantoja, a su ex Muñoz, a la ex de su ex Zaldívar… Una foto en esa Plaza de los Naranjos, donde está el ayuntamiento desde cuyo balcón tantas soflamas lanzara el extinto Gil es para enmarcarla y colocarla de recuerdo en el balcón de tu casa de Eupen.
¿Benidorm? Nada de María Jesús, su acordeón y los pajaritos. Ahora hay que buscar una excursión que te pasee por el parlamento autonómico, la casa de Camps, la farmacia de su señora… Ya está tardando en aparecer ese visionario tour operator que organice el evento y convenza al expresi para ceder algunos de sus trajes con los que montar una exposición.
El descomunal “parque temático de la corrupción” en que se ha convertido España está pidiendo a gritos que alguien lo ponga en valor: visitas guiadas a Soto del Real, la Audiencia Nacional, la sede de los principales partidos… Ya se sabe que la gente es muy cotilla y quiere ver con sus propios ojos y tocar, si puede, lo que lleva todo el año viendo en la tele: la casa de Bárcenas donde durante meses era asaltado por despiadados paparazzi, el trozo de calle que conduce a las dependencias del juez Ruz…
Al paso que van en Cataluña, los juzgados de Barcelona se van a hacer más famosos que la Sagrada Familia. De momento ya salen más en los informativos de la tele, dando cuenta de corrupciones de Convergencia y de Unió. Ya veréis cómo algún listo acaba incluyendo en las guías turísticas las dependencias judiciales de media España. Al llegar a la plaza de Obradoiro, los peregrinos del Camino de Santiago acabarán entrando antes en el ayuntamiento que en la catedral.
¿La Giralda? Anda ya, donde se ponga el interés que tiene ese pasillo de los juzgados sevillanos por donde cargos y ex cargos de la Junta, sindicalistas y allegados varios van entrando y saliendo, algunos de ellos caminos de la cárcel, que se quite la Torre del Oro y hasta el puente de Triana. Y si yo fuera la Macarena empezaría a ponerme celosa ya de tanto paseíto de la jueza Mercedes Alaya arrastrando su maletita del taxi al juzgado y del juzgado al taxi. Chupa más cámara ella que todas las procesiones de Semana Santa juntas.
Pero el personaje que sin duda alguna suscita mayor interés este verano es Mariano Rajoy. Se vende tan cara una comparecencia suya que cada vez se dispara más su cotización. Es lo que tiene la curiosidad malsana: ¿Dónde estará escondido hoy? Algún hotel podría sacarle rentabilidad, si se lo propusiera, a los pasillos por los que suele huir de la prensa. Al turista le interesa el culebrón que protagoniza Rajoy porque contiene intriga, morbo y desenlace incierto. ¿Dimitirá? ¿Comparecerá? ¿Continuará con su huida hacia no se sabe dónde? Interesan los lugares por los que se mueve, la Moncloa, Génova, el parlamento… y quizás Soto del Real, porque digo yo que, habida cuenta que en la cárcel no permiten los smartphones algún día tendrá que visitar a su amigo, ¿no?
A Mariano lo han convertido en personaje estos últimos días los periódicos y las teles de medio mundo. Lo ponen a parir a él y de paso a todos nosotros también. Así las cosas ¿qué menos que sacarle rentabilidad a la situación? Hay que ser positivos, por lo que no estaría mal promover cuanto antes la idea: “España, parque temático de la corrupción”. Overbooking de japoneses haciendo fotos de corruptos, casas de corruptos, juzgados donde declaran los corruptos…
La putada es que la iniciativa acabe teniendo éxito y nos entre tanta pasta que consigamos salir de la crisis. La putada no sería eso, claro que no, la putada sería que el ínclito no se cortaría un pelo en apuntarse el tanto y saldría a la palestra proclamando: “¿Veis como al final la vida consiste en resistir?”
J.T.
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