domingo, 10 de julio de 2022

Cuando la infamia queda al descubierto


Lunes 27 de junio. La ministra Irene Montero comparece tras el consejo de Ministros para dar cuenta de la aprobación en segunda vuelta del Anteproyecto de Ley para la Igualdad Real y Efectiva de las personas Trans y para la Garantía de los Derechos de las personas LGTBI. Lo explica, se trata de un éxito, de una conquista importantísima y se muestra satisfecha, pero por un lado estamos ya en la semana OTAN y por otro resuenan aún en la memoria colectiva aquellas palabras de Sánchez sobre la actuación policial en la valla de Melilla pronunciadas dos días antes: “Bien resuelto”. Así que los periodistas acreditados en Moncloa se muestran más interesados por saber qué piensa la ministra de Igualdad sobre lo que pasó en Melilla, sobre el hecho de que hubiera 23 fallecidos, sobre la impactante valoración del presidente, pero la ministra portavoz le quita la palabra a Montero: 


"Si le parece bien a la ministra de Igualdad, dijo Isabel Rodríguez, responderé todas las preguntas relacionadas con el asunto de la valla de Melilla”. Fuera por politesse, fuera porque así se hubiera convenido antes, el caso es que a Irene Montero le tuvo que “parecer bien” las cinco veces en que fue interpelada por el asunto y en su lugar contestaba Rodríguez. 

Martes 28 de junio. 30º aniversario de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más (FELGTBI+). Tras el acto, canutazo en el que la ministra de Igualdad expone su opinión sobre lo ocurrido en la valla de Melilla: “Los hechos que hemos visto son insoportables. Son tremendamente dolorosos y, por tanto, tiene que esclarecerse lo que ha ocurrido a través de una investigación independiente y, además, deberíamos utilizar nuestros servicios consulares para dar apoyo a las familias de los fallecidos”. 

En la imágenes pueden verse micros de la Sexta, Tve, AntenaTres y Telecinco a cuyos reporteros parecía interesarles poco ya lo de Melilla, lo importante ahora era pincharle para ver si metía la pata como los mal llamados periodistas deportivos hacen con los entrenadores de fútbol tras los encuentros. Lo importante era saber si se había sentido humillada por el ninguneo de Isabel Rodríguez el día anterior. Montero, que tiene más tablas de lo que muchos creen, no les dio el titular y se limitó a repetir una y otra vez: “Estoy a disposición de los medios de comunicación para responder a esta y a más cuestiones. Sabéis que siempre vais a conocer mi opinión sobre todo”.  Los “intrépidos” reporteros insistían e insistían y ella no se salía de lo que quería decir, frase que por cierto, se entendía perfectamete: lo que quieren saber, vino a decir, ya se lo he dicho, a qué viene que insistan tanto, qué más quieren, ¿no ven que no les voy a proporcionar la carnaza que buscan o les han mandado que busquen? 

Aún así, los editores de Antena Tres, Telecinco, también en Onda Cero, no se amilanaron: ignoraron la contestación sobre Melilla y decidieron explotar lo que ellos llamaron bucle cebándose en la frase donde la ministra se mostraba dispuesta a contestar pero no contestaba, según ellos, en un deleznable ejercicio de manipulación que denigra una vez más al oficio periodístico. Luego las redes hicieron el resto del trabajo y elevaron el despropósito a la enésima potencia. 

Cuando se descubrió el tomate y gracias al trabajo de Julián Macías la infamia quedó al descubierto unos recularon, otros pidieron disculpas y otros, como Prats en Mediaset, intentaron jugar a deshacer el entuerto metiéndose en un charco aún mayor. 

Del viaje a Estados Unidos también esa misma semana, como se ha hablado ya tanto, creo que en esta crónica puede bastar con reseñar hasta qué punto pinchan en hueso quienes intentan desacreditar el trabajo, los logros y el reconocimiento internacional que ha recibido el equipo del ministerio de Igualdad. Gamarra y Feijoó terciando torpemente asesorados, o vaya usted a saber si es cosecha propia, en un asunto del que ambos demostraban no tener ni idea produce verdadera vergüenza ajena. 

Por eso me parece sana la alegría que transmiten los selfies de la ministra Montero y su equipo en Estados Unidos tras mantener reuniones de alto nivel en la Casa Blanca y en la sede de la ONU. Me gusta esa naturalidad, me gusta que no estén dispuestas a perder la sonrisa. 


J.T.

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