sábado, 15 de enero de 2022

SOS de los "viejos rockeros" de la política andaluza


Andalucía, eterna cantera de luchadores antifranquistas, atraviesa en estos momentos por una peligrosa etapa donde largos años de esfuerzo por eliminar la desigualdad y la injusticia se pueden venir abajo. Más abajo aún de lo que ya están desde que PP, Ciudadanos y Vox entraron hace un par de años en el palacio de San Telmo.

La Andalucía rural y los barrios más poblados de sus ciudades importantes tuvieron durante décadas muy claro que las derechas jamás en la vida defenderían sus intereses y que los modos fascistas de la dictadura, además de yugularle el derecho a progresar, habían supuesto la ruina de miles de familias que se vieron obligadas a emigrar abandonando para siempre el lugar donde nacieron.

Desde los primeros ochenta, el dibujo político andaluz solía anticipar lo que iba a suceder en toda España. El éxito rotundo de las izquierdas en las elecciones autonómicas de mayo de 1982 (74 escaños entre socialistas y comunistas frente a los 32 de Alianza Popular y Unión de Centro Democrático) precedió al arrollador triunfo de los socialistas en las generales de octubre de aquel mismo año.

Con el paso del tiempo, la progresiva derechización del PSOE andaluz tuvo a su vez el mismo recorrido en el federal. Atrás quedaron movilizaciones emblemáticas como la del 4 de diciembre de 1977, donde perdió la vida el joven García Caparrós, o conquistas históricas como la autonomía conseguida tras el referéndum del 28-F de 1980 para el que las derechas pidieron la abstención o el voto en blanco.

Los socialistas hicieron tantas concesiones durante sus décadas de gestión que al final la ultraderecha consiguió abrirse paso hasta obtener en diciembre de 2018 los primeros 12 escaños en un parlamento español. Como siempre, el dibujo andaluz precedió al general y ahí tenemos a Santiago Abascal y sus 51 correligionarios sembrando el desconcierto en el Congreso de los Diputados desde enero de 2020. No pinta nada bien la cosa si, tras los comicios en Castilla y León previstos para el próximo 13 de febrero, Moreno Bonilla decide adelantar a su vez las elecciones andaluzas. Dado el carácter premonitorio que suele tener lo que sucede en esa tierra, nos encontramos sin duda ante un asunto serio.

Los viejos luchadores antifranquistas de provincias como Cádiz, Sevilla, Granada o Almería parece que lo han visto claro y acaban de dar la voz de alarma. A pesar del cansancio y del desencanto de tantas veces, se resisten sin embargo a tirar la toalla y han decidido hacer un esfuerzo, otro esfuerzo más, para llamar a las izquierdas andaluzas a entenderse e impedir así que la ultraderecha continúe avanzando y lo que sería ya un desastre absoluto, que acabara ocupando alguna que otra consejería en el próximo gobierno autonómico.

Su análisis es que la derecha y la ultraderecha gobiernan en Andalucía porque medio millón de personas de izquierdas se quedaron en casa y no fueron a votar en la última convocatoria electoral. Se trata pues de dos cosas fundamentales, una que ni una sola de ese medio millón de personas se quede en casa la próxima vez, y otra que las izquierdas andaluzas se dejen de tonterías y que ni en broma se les ocurra acudir a esa convocatoria electoral presentando varias listas diferentes.

“Urgimos a partidos políticos y colectivos sociales con sensibilidad progresista, ecologista, andalucista, feminista y de izquierdas a dejar en un segundo plano sus legítimas diferencias, a concentrarse en lo que les une y construir, en diálogo con los movimientos sociales afines y las gentes de toda Andalucía, una candidatura de unidad para las próximas elecciones.”, solicitan en un manifiesto que acaban de hacer público y que, en menos de una semana, ha superado ya las mil firmas de apoyo.

Los promotores de “Andalucía se Encuentra”, que es como han bautizado a la iniciativa, buena parte de ellos “viejos rockeros” de la política andaluza, saben bien que es imprescindible que la gente joven despierte y abandere esta pelea, también que resulta imprescindible que las izquierdas se presenten juntas. Algunas conversaciones parece que han empezado a producirse porque, aunque les cueste entenderse, resulta evidente que la división solo contribuirá a propiciar el crecimiento de la ultraderecha. Algo que, hace solo unos cuantos años, poca gente podía imaginar que acabaría sucediendo en España. Y mucho menos en Andalucía.

J.T.

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