domingo, 9 de enero de 2022

El PP y la exaltación de la cerveza


Que el presidente Juanma Moreno decidiera prescindir del cava para felicitar el año a los andaluces y en su lugar optara por un caña de cerveza cuando llegó el momento del brindis puede ser todo lo patético y ridículo que queramos, pero era un mensaje más cargado de contenido que los catorce minutos de cháchara que le precedieron. 

Incapaz de aportar discurso propio, no solo no le importó plagiar el comportamiento populista de Isabel Díaz Ayuso sino que fue más allá. Si su correligionaria madrileña usó las cañas como símbolo de esa peculiar libertad que la derecha dice defender, Moreno en Granada hizo lo propio pero añadiéndole su toque particular: bebiendo en vivo y en directo al acabar la retransmisión ¡Viva el vino, que diga la cerveza! 

Parece que siguen vigentes los modos y maneras que reivindicaba Aznar cuando proclamaba que a él nadie le decía cuánto ni cuándo tenía que beber. Pero proclamar ¡viva el vino! a voz en grito como en su día hiciera Mariano Rajoy parece que ya no es cool. Ahora, lo que da votos es la cerveza, aunque cuando acaben de grabarte no le des un sorbo más y vuelvas al fino o al güisqui caro, que es en verdad lo tuyo. 

Pero aunque sea de cara a la galería la derecha ha decidido convertir la caña de cerveza en su bandera, en un símbolo de falsa libertad que intenta engañar a los más desprevenidos diciéndole “mira soy igual que tú, también bebo cerveza”. Calculan algunos llamados expertos que esa cerveza granadina en la mano de Moreno Bonilla puede suponerle más de cien mil votos añadidos en las elecciones que sin duda convocarán pronto, porque eso fue el discurso de fin de año del presidente andaluz: el primer acto de su campaña.  

Solo un adelanto electoral explica que en plenas fechas de fin de año se apueste por la cerveza para brindar por la noche, en un día donde hasta en las familias más humildes se hace lo imposible para que no falte por lo menos una botella de sidra. A ver qué pasa en las elecciones de Castilla y León que, por cierto, son la víspera del día de los enamorados, ¿aparecerá Mañueco en los spots electorales con una cerveza en la mano brindando por el amor en libertad? 

Una caña de cerveza hermana a la gente de a pie, la cerveza es testigo de muchos primeros besos, de animadas conversaciones donde se ríe, se llora, se cuentan chistes, se piden y se dan consejos. Pero me cuesta imaginar a la gente de derechas haciendo este tipo de cosas con una cerveza en la mesa. Demasiado barata por muy elaborada que esté. Los ricos son más de bebidas sofisticadas para cerrar los tratos o conmemorar efemérides. O para pelearse o insultarse a cara de perro, entrañable costumbre navideña que nunca decae.  

Igual que hubo un tiempo en que para los prebostes del PP el vino significaba rebeldía ante las normas, ahora le toca a la cerveza ser el símbolo de la libertad. Las derechas acaban de descubrir que, para conseguir votos, les viene muy bien recurrir a la cerveza por mucho punto proletario que esta tenga. 

¡Quién nos iba a decir que el santo y seña de las propuestas electorales del PP iba a ser la exaltación del alcoholismo! Visto lo visto, ya nos podemos imaginar el destino que le espera a la pobre cerveza el día que se consiga legalizar la marihuana.  

J.T.

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