jueves, 23 de junio de 2016

Pero ¿es que nadie nos quiere gobernar?


Me llama mi amigo P. desde Catalunya. Se marchan fuera de casa este fin de semana

- ¿Y no vais a votar?, le pregunto
- Claro que sí, hemos votado por correo. Yo al PSC y mi mujer a En Comú Podem, como la niñas. Yo soy el único díscolo.

Le hablo desde Almería, donde continuaré hasta el domingo para votar en el colegio en el que estoy empadronado y después me iré a Madrid, para vivir allí la noche electoral. En mi bar preferido de Vícar, donde me tienen adoptado porque es como mi segunda casa, mis amigos Juan y Miguel aparecen a última hora , exultantes, y se piden una cerveza fresquita con vaso helado.

- Venimos de Roquetas, Juan, me dicen, del mitin de Susana. ¡Qué tía, pedazo de discurso que se ha marcao, casi una hora!
- No hace falta que os pregunte a quién vais a votar, ¿verdad?
- Nosotros, al Psoe, como toda la vida.

Al día siguiente hablo con Madrid, con amigos y amigas queridos y queridas. Dudan, me cuentan que están cabreados/cabreadas con Pedro Sánchez, que no entienden cómo fue capaz de pactar con Ciudadanos. Me aseguran que esta vez no, que esta vez van a votar a Podemos, pero lo mismo me dijeron el 20-D y acabaron metiendo en la urna la papeleta del Psoe. En Alicante, mi amigo T., a quien llamo para felicitarle por las fiestas de San Juan, me confirma que volverá a votar al Psoe así caigan chuzos de punta.

Descubro, tras mi nada planificado sondeo, que éste es el suelo del Partido Socialista: buena parte de mis afectos son el seguro de vida de un partido que se desmorona, pero sobrevive porque gente como mis amigos catalanes, andaluces, madrileños y alicantinos lo van a votar. Amigos cuya media de edad supera los cincuenta y cinco años. El Psoe sobrevivió siempre gracias sobre todo a Andalucía y Catalunya. Su clientela se hace mayor, pero todavía no se le muere, como le ocurre cada vez más al PP.  Y en Andalucía, merced a la misma política que Convergència practicó en Catalunya, los socialistas continúan teniendo garantizada una buena cosecha de agradecidos apoyos. En el País Vasco no tienen nada que hacer, ni en Galicia, ni ahora tampoco en Catalunya, a pesar del voto fiel de mi amigo P.

- ¿Os habéis dado cuenta, les pregunto a todos, que quienes votáis al Psoe sois unos carrozones con más mili que el palo de la bandera?

Busco las encuestas andorranas del día y me confirman que los incondicionales del Psoe continúan inasequibles al desaliento: volverán a votarlo. Pedro Sánchez les parece un pánfilo pero les da igual, así pusieran a King Kong encabezando las listas.

Esta es la cera que arde, éste es el mapa que tenemos: En Euskadi, Galicia, Valencia, Baleares, Canarias... soplan vientos de cambio. También en Catalunya, y en Aragón... Por debajo de los cincuenta años disminuye sensiblemente la gente que piensa votar al bipartidismo, pero el cambio está duro de pelar. Resiste el Psoe de Sánchez, se revuelve como gato panza arriba, dispuesto a demostrar que se equivocan los agoreros del "sorpasso". Si eso es así, se batirá un nuevo récord en la historia de nuestras refriegas electorales, porque nunca nadie tan anodino e insulso como el actual candidato socialista tuvo tanta gente detrás dispuesto a votarlo, a pesar de que cada vez que abre la boca, sube el pan. Y mira que Rajoy puso en su día el listón bien alto. Y en cuanto a Podemos... me pregunto: ¿por qué, teniendo el viento a favor en tantas cosas, no acaban de rematar la faena? ¿Miedo a morir de éxito?

Mientras tanto, Rajoy, cuando le preguntan si le va a volver a decir al rey que no se presenta a la investidura, mantiene esa actitud impasible que lo mismo le sirve para gestionar el puñetazo en la cara de un muchacho de Pontevedra que para encarar el watergate de su ministro del Interior que ha destapado Público. Pero ¿es que nadie nos quiere gobernar? ¿Hasta cuándo va a durar este cansino, tedioso y antipático "día de la marmota"?

A ellos, los políticos, igual les tenemos que mandar a freír espárragos. Pero quienes los votamos somos nosotros, y lo que hagamos el domingo será exclusiva responsabilidad nuestra. Se merecen una lección, ¿por qué no se la damos?

J.T.



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