Hace ya bastante tiempo que paso por los kioskos de prensa
tapándome la nariz. Las primeras páginas me producen, literalmente, asco. Unas
veces parecen revistas de humor; otras, pasquines propagandísticos de la peor especie… No hay en ellas ni una
puñetera verdad y todo suena a cachondeo. Ni siquiera se les puede llamar
periodismo amarillo, porque el periodismo amarillo tradicional tiene a gala
serlo y presenta sus productos con mucha más dignidad de la que lo hacen muchos periódicos en España desde la primavera de 2014.
Es todo tan excesivo, tan desmesurado, tan grosero… que
imposibilita trabajar una recesión en condiciones. Cada día que transcurre
supera al anterior en zafiedad, manipulación y mala leche. Nadie informa ya
aquí; en la radio apenas hay ya periodistas, pero abundan los telepredicadores faltones y
desvergonzados; y en la tele no hay informativo que se salve. Deberían
cambiarles el nombre y llamarles directamente “Opinativos” en lugar de “Informativos”
para orientar mejor a los despistados de buena fe, si es que aún queda alguno.
En estos días de cuenta atrás en los que aumenta la
histeria, en estas pocas semanas que faltan para el dos de mayo, fecha tope en
la que se puede formar gobierno antes que el parlamento vuelva a disolverse; en
estos momentos donde los vértigos y los temblores de piernas son más frecuentes
cada hora que pasa, los promotores de la Gran Coalición queman sus últimos cartuchos orientando los
cañones contra Podemos, con toda su munición disponible: hay que dinamitar como
sea cualquier posibilidad de acuerdo de izquierdas que pudiera atisbarse en el
horizonte. Y mira que la cosa está difícil.
El juego sucio de los medios estos días es un episodio más
de la grosería que se traen entre manos desde que se percataron que ningunear o
despreciar a Podemos no surtía el efecto deseado y decidieron apostar por el
ataque directo y sin anestesia. Nunca interesaron tanto los plenos de según qué
ayuntamientos como ahora. Nunca hubo tanta presencia de cámaras en los
consistorios de Cádiz, Zaragoza o Barcelona. Una ciudadana le monta un pollo a
Kichi y a todos les falta tiempo para abrir los informativos con el incidente.
No ya Antena3, o tve, no… también Canal Sur, que a Susana y su gente les vienen
de fábula estas cosas para endilgar leña al mono… Nunca fue tan retransmitida una detención
como el “prendimiento”ralentizado del jornalero Bódalo hace unos días en Jaén.
Carnaza que no se puede desaprovechar, ya que por mucho que buscan no salen de
Venezuela, Irán y las encuestas apocalípticas a la hora de intentar el
descrédito. Por cierto, sin demasiado éxito hasta ahora. Tan escaso, que las
portadas del ABC de los últimos días ya no dan ni asco. Más bien pena y
vergüenza ajena.
Ese ministro de justicia vinculando a Eta con Podemos en
unas desesperadas declaraciones de pasillo, y esos informativos haciéndose eco de la
sandez; esos debates con tertulianos que nunca se preparan sus intervenciones y
que, en lo que concierne a Podemos, tocan de oído sin documentarse en absoluto y
se quedan tan panchos, conscientes de la impunidad de sus patrañas y
satisfechos por cumplir con su papel de acólitos bienmandados de quienes le
sueltan la mosca… Esas columnas de opinión escritas con el único objetivo de
echar mierda diaria sobre los proyectos de cambio, exista o no base argumental
para ello, cogiendo el rábano por las hojas, soltando chorrada tras chorrada…
En roman paladino, lo que hace buena parte de la prensa de
este país es golpismo. Golpismo de medio pelo, porque cuando ves según qué primeras páginas de
periódico o escuchas según qué argumentos en las radios y en las teles no
puedes evitar la carcajada. Claro que,
mientras te ríes a mandíbula partida, al mismo tiempo haces votos para que la
impotencia y el poco éxito de sus ataques no les lleve nunca a intentar
helarnos la sonrisa de otra manera.
Me da mucha vergüenza, mucha, buena parte del periodismo que
se hace en España en estos momentos. Y mucho asco. Espero que no llegue el día
en que acabe dándome miedo.
J.T.
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