viernes, 5 de febrero de 2016

El cambio, el progreso y UGT Andalucía

Un gobierno de cambio y de progreso o más de lo mismo. He ahí “la cuestión palpitante”, que diría doña Emilia Pardo Bazán. Un asunto sobre el que los sindicatos tienen mucho que decir.

Cuando finalicen las conversaciones que este mes de preinvestidura pilota Pedro Sánchez, sabremos si las Reformas Laborales de Zapatero y Rajoy serán derogadas, si se acabará con los contratos basura, si se mandará la ley mordaza al cesto de los papeles, si los bancos van a dejar de ser por fin los reyes del mambo, si los parados volverán a cobrar prestaciones, si se acabará el copago sanitario, si habrá una solución para las personas desahuciadas, si remitirán las colas en Cáritas y la gente podrá volver a tener trabajos dignos que les den para comer, si nadie que esté enfermo se quedará sin ser atendido por la sanidad pública, si se acabarán los copagos lesivos para pensionistas con escaso poder adquisitivo, si los dependientes volverán a tener las atenciones que necesitan, si la lucha contra la desigualdad será por fin un hecho y no un mero brindis al sol...

En todo esto, absolutamente en todo, tienen los sindicatos mucho sobre lo que pronunciarse. Pero pasan los días y sus líderes continúan sin decir esta boca es mía.

Entiendo que en un momento como éste, el protagonismo de los sindicatos como institución tendría que ser mucho más perceptible de lo que es. Entiendo que, ya que desde el 15M para acá se han dejado robar buena parte del protagonismo y muchas de las movilizaciones más sonadas se han convocado al margen de ellos, al menos deberían estar haciendo mucho más de lo que hacen para que los trabajadores se sintieran menos indefensos de lo que se sienten, los parados más apoyados y los afiliados orgullosos de pagar su cuota mensual.

Entiendo que los máximos responsables de las instituciones sindicales tienen la obligación de estar mucho más presentes de lo que están en la vida política de nuestro país en un momento como éste. Que los representantes de los trabajadores hagan oír su voz alta y clara en estos días tan inéditos en la historia de nuestro país entiendo que es sano, justo y necesario. Entiendo que sus líderes tendrían que estar todos los días en la palestra... Y no lo están. Los echo de menos.

Así lo expuse en mi artículo de la semana pasada en este mismo periódico, "Confidencial Andaluz" y así lo reitero hoy para que no quede duda de lo que quise decir. Casi todo el mundo, centrales sindicales estatales incluidas, parece que lo entendió: hubo con quien debatí matices y también quien se mostró en desacuerdo con algunos puntos de mi análisis. Pero en general, pude contrastar opiniones con muchos lectores, como siempre suelo hacer con quienes se toman la molestia de comentar mis artículos.

Ahora bien, por alguna razón que se me escapa, no ha sido el caso de UGT Andalucía, donde varios de los componentes del aparato regional, para mi sorpresa, parecieron darse por ofendidos y decidieron interpelarme, vía twiter básicamente, en tromba y a degüello. Unos recurrieron al tono cómplice, otros al paternalista, otros a la descalificación, y con un denominador común en sus contenidos: "ellos están siempre al pie del cañón, defendiendo a los trabajadores en sus respectivas empresas, que es donde tienen que estar", insistían uno tras otro en una generosa lluvia de tuits que duró varias horas.

Sin duda algo debí hacer mal. Alguna torpeza debí cometer para que muchos de ellos reaccionaran incluso rematando sus tuits con hashtags como #orgullougetista y frases por el estilo. Lo siento mucho. Lejos de mi ánimo pensar que en UGT Andalucía no han entendido nada, sobre todo cuando al frente de la organización hay personas tan cualificadas como Carmen Castilla o Manuela Martínez. En cualquier caso, como respetuosas con la democracia y la libertad de expresión que sé que son, estoy seguro que lo único que querían es que me explicara mejor.

Eso es lo que he intentado con estas líneas. Repito para concluir: Entiendo que en un momento político tan crucial como éste, el papel de los sindicatos como institución tendría que ser mucho más activo de lo que está siendo. Para que llegue a ser posible el gobierno de cambio y de progreso que necesitamos, todos los hombros institucionales que se arrimen serán siempre pocos.

J.T.






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