Conozco muy pocos casos de jefes que, tras ocho años de gestión, el día en que dejan el cargo sus subordinados le dediquen un largo y prolongado aplauso de despedida.
Uno de esos extraños casos es el de Fran Llorente, director de los Servicios Informativos de TVE durante la época de Zapatero. Aquel día de junio de 2012 en que abandonó su sillón en Torrespaña, Llorente hizo mutis por el foro y se retiró a desconocidos cuarteles... hasta este martes cuando, en la sección que Mariola Cubells tiene en "La Ventana" de Francino, escucho la siguiente reflexión por parte del invitado del día:
"Si cuando los políticos hablan de regeneración lo hacen en serio, solo será verdad si sacan sus manos de los medios públicos".
Era él, era Fran Llorente, cuarenta meses después resumiendo en veintidós palabras una idea que muchos no solo compartimos, sino que nos esforzamos en propagar lo máximo posible. Parece mentira que cueste tantísimo trabajo inocular en la mente de quienes se dedican a la política que la esencia de la información es trabajar para las personas a quienes ésta va dirigida y no para quienes están en el poder.
La información atraviesa momentos de grave crisis por muchos factores (económicos, tecnológicos, laborales...) pero entre ellos está la cobardía de una buena parte de los profesionales que jamás se cuestionan escribir para el común de los mortales, que solo piensan en sus jefes y en sus amos cuando se ponen delante del ordenador. Olvidan que su único patrimonio es su firma y que, si defraudan al lector o al espectador, están dilapidando el único capital que tienen, y más en los tiempos que corren.
"Hay dos premisas a mi juicio imprescindibles para que la cosa funcione: -les decía Llorente a Cubells y Francino- La primera, que los periodistas nos esforcemos en conectar con la sociedad y ganemos su confianza. Y en segundo lugar, que el ciudadano exija una información decente".
El comportamiento de los políticos con los medios de comunicación en general es una verdadera vergüenza, pero con los públicos es ya de juzgado de guardia. Por eso, cuando un periodista de un medio público se pliega a los intereses del poder, la cosa acaba como el rosario de la aurora (Canal Nou, Telemadrid, Tve...)
Si el periodismo no es molesto con el poder, no es periodismo. El periodismo es la garantía del ciudadano de que el político lo tendrá difícil si pretende actuar con impunidad. El lenguaje del periodista ha de ser el de la gente de la calle, no el de los cenáculos, ni el de los comités federales o las comisiones ejecutivas, ni siquiera el del parlamento o el senado.
Yo no sé dónde ha estado metido Fran Llorente estos años (dijo en la Ser que continuaba en Tve) pero se agradece mucho volver a escucharlo. Saber que alguien que nos ayudó a reconciliarnos con el periodismo sigue estando en la brecha, y nos vuelve a recordar que otra manera de hacer información pública fue posible.
Creo que este país necesita muchos "Fran Llorentes" que devuelvan la dignidad a la información. Cuarenta meses de mezquindad han devastado lo que fue una Tve que, como el resto de los medios públicos, están pidiendo a voces una regeneración moral, un drástico cambio que nos devuelva la fe en la importancia de contar historias con competencia profesional y con decencia. Basta con eso.
El cambio en este país pasa sin duda por el vuelco político. Pero el vuelto político no será completo ni creíble si no se produce un contundente viraje en la manera de entender la información en general. Y en particular, la manera de gestionar los medios públicos. Basta con que consigamos recuperar el carácter de servicio público que nunca debieron perder. Políticos de todo color y condición: sacad vuestras manos de los medios públicos. Y echadle valor de una vez para crear las condiciones legales que impidan a quien esté en el poder, sea quien sea, ceder a la tentación de volver a meterlas.
J.T.
Uno de esos extraños casos es el de Fran Llorente, director de los Servicios Informativos de TVE durante la época de Zapatero. Aquel día de junio de 2012 en que abandonó su sillón en Torrespaña, Llorente hizo mutis por el foro y se retiró a desconocidos cuarteles... hasta este martes cuando, en la sección que Mariola Cubells tiene en "La Ventana" de Francino, escucho la siguiente reflexión por parte del invitado del día:
"Si cuando los políticos hablan de regeneración lo hacen en serio, solo será verdad si sacan sus manos de los medios públicos".
Era él, era Fran Llorente, cuarenta meses después resumiendo en veintidós palabras una idea que muchos no solo compartimos, sino que nos esforzamos en propagar lo máximo posible. Parece mentira que cueste tantísimo trabajo inocular en la mente de quienes se dedican a la política que la esencia de la información es trabajar para las personas a quienes ésta va dirigida y no para quienes están en el poder.
La información atraviesa momentos de grave crisis por muchos factores (económicos, tecnológicos, laborales...) pero entre ellos está la cobardía de una buena parte de los profesionales que jamás se cuestionan escribir para el común de los mortales, que solo piensan en sus jefes y en sus amos cuando se ponen delante del ordenador. Olvidan que su único patrimonio es su firma y que, si defraudan al lector o al espectador, están dilapidando el único capital que tienen, y más en los tiempos que corren.
"Hay dos premisas a mi juicio imprescindibles para que la cosa funcione: -les decía Llorente a Cubells y Francino- La primera, que los periodistas nos esforcemos en conectar con la sociedad y ganemos su confianza. Y en segundo lugar, que el ciudadano exija una información decente".
El comportamiento de los políticos con los medios de comunicación en general es una verdadera vergüenza, pero con los públicos es ya de juzgado de guardia. Por eso, cuando un periodista de un medio público se pliega a los intereses del poder, la cosa acaba como el rosario de la aurora (Canal Nou, Telemadrid, Tve...)
Si el periodismo no es molesto con el poder, no es periodismo. El periodismo es la garantía del ciudadano de que el político lo tendrá difícil si pretende actuar con impunidad. El lenguaje del periodista ha de ser el de la gente de la calle, no el de los cenáculos, ni el de los comités federales o las comisiones ejecutivas, ni siquiera el del parlamento o el senado.
Yo no sé dónde ha estado metido Fran Llorente estos años (dijo en la Ser que continuaba en Tve) pero se agradece mucho volver a escucharlo. Saber que alguien que nos ayudó a reconciliarnos con el periodismo sigue estando en la brecha, y nos vuelve a recordar que otra manera de hacer información pública fue posible.
Creo que este país necesita muchos "Fran Llorentes" que devuelvan la dignidad a la información. Cuarenta meses de mezquindad han devastado lo que fue una Tve que, como el resto de los medios públicos, están pidiendo a voces una regeneración moral, un drástico cambio que nos devuelva la fe en la importancia de contar historias con competencia profesional y con decencia. Basta con eso.
El cambio en este país pasa sin duda por el vuelco político. Pero el vuelto político no será completo ni creíble si no se produce un contundente viraje en la manera de entender la información en general. Y en particular, la manera de gestionar los medios públicos. Basta con que consigamos recuperar el carácter de servicio público que nunca debieron perder. Políticos de todo color y condición: sacad vuestras manos de los medios públicos. Y echadle valor de una vez para crear las condiciones legales que impidan a quien esté en el poder, sea quien sea, ceder a la tentación de volver a meterlas.
J.T.
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