Son tantas las cosas positivas que vi en el debate del domingo por la noche en la Sexta entre Pablo Iglesias y Albert Rivera, que me parece que lo de menos es quién ganó o quién perdió.
Ganaron los dos, por apostar por una fórmula nueva.
Ganaron los dos, por dotar de naturalidad, y hasta de un punto de complicidad, algo hasta ahora anquilosado y ridículamente solemnizado.
Ganaron los dos, Alberto y Pablo, por aceptar un planteamiento abierto sin corsés, sin reglas y sin engolamientos ni liturgias innecesarias.
Ganaron los dos por entender que los tiempos han cambiado y por saber transmitirlo.
Ganaron los dos porque dejaron en evidencia las comparecencias por plasma, los merodeos ridículos y a quienes se empeñan en cogérsela con papel de fumar.
Ganaron los dos porque se comportaron como dos jóvenes normales, del tiempo en el que estamos, nacidos ambos cuando la Constitución del 78 estaba ya cocinada.
Ganaron los dos porque supieron transmitir frescura, interés por el cambio, preocupación por el futuro y un mensaje: va siendo hora de pasar página.
Genial la conversación en la furgoneta en la que Rivera recoge a Iglesias para encontrarse con Évole. Ese punto de humanidad, cuando Iglesias le pregunta a Rivera por su hija de cuatro años y éste le cuenta cómo para poder verla cuando le toca, la lleva a los mítines acompañada por sus padres o su actual pareja, fue un momento de televisión en estado puro.
Bravo por esa naturalidad
Bravo por aceptar el reto
Bravo por dejar claro que las cosas se pueden hacer de otra manera
Bravo por los promotores de la idea, con Jordi Évole al frente
Nuevos tiempos televisivos y nuevos tiempos políticos. Con el mono que tengo de ambas cosas, no puedo menos que ceebrarlo. Aún así, voy a poner tres pegas:
1. Desde el momento en que empieza el debate, ya sentados en el bar, yo creo que hubiera quedado mejor ofreciéndolo del tirón, sin ningún tipo de edición ni montaje.
2. Évole tiene que pillar más práctica en esto de moderar. En algún momento no evitó que se cortaran el uno al otro, lo que impidió que algunas frases se escucharan con claridad ,y en algún otro creo que se olvidó de que en esta ocasión él era solo el moderador.
3. Lo del café con leche en vaso de caña quedó algo light. No digo yo que hubiera que ir directamente al gin tonic, pero ¿no habría estado mejor un vino o una cervecita con berberechos o algo? Digo yo.
Espero que esto no sea flor de un día. A ver si son capaces de continuar así de guais cuando consigan tocar pelo. Esa será la verdadera prueba del nueve.
J.T.
Ganaron los dos, por apostar por una fórmula nueva.
Ganaron los dos, por dotar de naturalidad, y hasta de un punto de complicidad, algo hasta ahora anquilosado y ridículamente solemnizado.
Ganaron los dos, Alberto y Pablo, por aceptar un planteamiento abierto sin corsés, sin reglas y sin engolamientos ni liturgias innecesarias.
Ganaron los dos por entender que los tiempos han cambiado y por saber transmitirlo.
Ganaron los dos porque dejaron en evidencia las comparecencias por plasma, los merodeos ridículos y a quienes se empeñan en cogérsela con papel de fumar.
Ganaron los dos porque se comportaron como dos jóvenes normales, del tiempo en el que estamos, nacidos ambos cuando la Constitución del 78 estaba ya cocinada.
Ganaron los dos porque supieron transmitir frescura, interés por el cambio, preocupación por el futuro y un mensaje: va siendo hora de pasar página.
Genial la conversación en la furgoneta en la que Rivera recoge a Iglesias para encontrarse con Évole. Ese punto de humanidad, cuando Iglesias le pregunta a Rivera por su hija de cuatro años y éste le cuenta cómo para poder verla cuando le toca, la lleva a los mítines acompañada por sus padres o su actual pareja, fue un momento de televisión en estado puro.
Bravo por esa naturalidad
Bravo por aceptar el reto
Bravo por dejar claro que las cosas se pueden hacer de otra manera
Bravo por los promotores de la idea, con Jordi Évole al frente
Nuevos tiempos televisivos y nuevos tiempos políticos. Con el mono que tengo de ambas cosas, no puedo menos que ceebrarlo. Aún así, voy a poner tres pegas:
1. Desde el momento en que empieza el debate, ya sentados en el bar, yo creo que hubiera quedado mejor ofreciéndolo del tirón, sin ningún tipo de edición ni montaje.
2. Évole tiene que pillar más práctica en esto de moderar. En algún momento no evitó que se cortaran el uno al otro, lo que impidió que algunas frases se escucharan con claridad ,y en algún otro creo que se olvidó de que en esta ocasión él era solo el moderador.
3. Lo del café con leche en vaso de caña quedó algo light. No digo yo que hubiera que ir directamente al gin tonic, pero ¿no habría estado mejor un vino o una cervecita con berberechos o algo? Digo yo.
Espero que esto no sea flor de un día. A ver si son capaces de continuar así de guais cuando consigan tocar pelo. Esa será la verdadera prueba del nueve.
J.T.
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