lunes, 17 de agosto de 2015

El Rafael Chirbes que yo conocí

La noticia de la muerte de Rafael Chirbes me ha sentado como si me hubieran propinado un violento mazazo rotundo y seco. No hay derecho. Tenía muchas cosas que contarnos todavía.

El día en que lo conocí, allá por 1981 en Madrid, en la redacción de "Protagonistas" del grupo Zeta situada en el sótano del número 8 de la calle Potosí, Chirbes llevaba bajo el brazo un ejemplar de "Octubre, Octubre", de José Luis Sampedro, libro recién salido por aquel entonces del horno de Alfaguara, un grueso ejemplar vestido con aquellas tapas moradas y grises únicas, casi rústicas, con las que Jaime Salinas dotaba de valor añadido todo lo que editaba.

Trabajábamos por aquel entonces Chirbes y yo en una revista con la que Antonio Asensio quería hacer la competencia a "¡Hola!": "Protagonistas". Nuestro compañero Javier Sáenz me escribe hoy en facebook:

- ¿Te acuerdas de él, Juan, en el sótano de Potosí? Entonces estaba escribiendo Mimoun.

Manuel Cerdán y Rafael Chirbes eran los redactores jefes y yo el subdirector de aquella revista del corazón que dirigía Assumpta Sòria en Barcelona y a cuyas órdenes trabajaban, entre otros muchos, Pilar Eyre, Karmele Marchante o Jesús Mariñas. Como he apuntado más arriba, estamos hablando del año 1981 y vivíamos en plena resaca del golpe de Tejero, el asalto al banco central o el escándalo del aceite de colza. Así que un buen día Asensio decidió cerrar Protagonisas para apostar por una revista política, el "Tiempo" de Julián Lago, y nosotros nos fuimos con nuestras respectivas músicas a otra parte. Chirbes eligió la literatura.

Años más tarde Mimoun, su ópera prima, llegó a Anagrama de la mano de Carmen Martín Gaite, como nos recuerda este domingo Fernando Valls en un artículo que, de todos los que se han publicado tras la muerte del Premio Nacional de Narrativa 2013, es el único que demuestra que sabe de lo que habla, que se ha leído todos sus libros.

La aportación fundamental de Chirbes consistió, como explica el profesor Valls, "en contar, primero, las consecuencias de la Victoria, la represión del régimen franquista; luego, la rebeldía, pero también cómo fueron acomodándose las nuevas generaciones, por desmemoria y codicia, tras la llegada de la democracia, y la estafa que para él supuso la Transición; y finalmente, la falsa modernización, la corrupción, económica y moral, la crisis –en suma- de estas últimas décadas. Se trataba, por tanto, de dejar constancia de setenta años de historia española, de lo público y lo privado, de la educación sentimental y la política, los negocios y la intimidad". El empeño de Chirbes "consistió, en suma, en narrar la otra versión de la historia oficial, aquella que se nos ocultaba, devolviéndole la dignidad a los vencidos".

Algo sobre lo que Rafael tenía todavía mucho que decir. Tanto, que ya había terminado otra novela, "París-Austerlitz", que tenía entregada desde hace poco y que Jorge Herralde, su editor, tenía previsto sacar al mercado a comienzos de 2016. Ahora puede que la adelante.

De manera inevitable y como sucede siempre en estos casos, Chirbes se pondrá de moda tras su muerte. Sé que vais a buscar sus libros los que todavía no lo hayáis hecho, sé que los vais a leer con mucho interés y sé también que, tras hacerlo, lamentaréis no haber conocido antes la obra de mi querido y admirado colega de otros tiempos. Así que, para facilitaros la tarea a quienes estéis interesados, aquí os dejo los títulos de las novelas que Chirbes escribió mientras consumía cartones y cartones de ese tabaco que ha acabado pasándole factura: Mimoun (1988); La buena letra (1992); La larga marcha (1996); Los viejos amigos (2003); Crematorio (2007) y En la orilla (2013). Crematorio, además de obtener el Premio Nacional de la Crítica en 2007, fue adaptada para una serie televisiva que emitió Canal+ y que protagonizó Pepe Sancho. En la orilla, además de Premio Nacional de Narrativa fue también Premio de la Crítica 2013.

Qué lejos ha quedado nuestra época de "Protagonistas". A primeros de este mes de Agosto, en la Costa Brava, coincidí con Assumpta Sòria después de muchos años. Era el sesenta cumpleaños de José María Perceval y allí estaban también, entre otros muchos Pepe Rodríguez, Xavier Gassió, Alicia G. Montano, Ángels Camps y Carmen Sentíes. Como suele pasar en estos casos, no faltaron los momentos dedicados a recordar a quienes ya no están entre nosotros. No podíamos imaginar que, tan solo unos pocos días después, tendríamos que sumar a esa lista al querido Rafael Chirbes.

J.T.

No hay comentarios:

Publicar un comentario