Lo bueno que tienen los católicos es que, cometan la fechoría que cometan, luego van, se confiesan y ¡ale hop!… se quedan limpitos de polvo y paja. Un auténtico chollo cuando eres político. Por eso, digo yo, debe haber en nuestro país tanto político católico.
Si la semana santa es como una especie de ITV para los católicos en general, no te digo yo para los que se dedican a la política. Una vez cerrado el paréntesis festivo, regresan a sus cuarteles debidamente procesionados y rezados, además de convenientemente confesados, comulgados y –según dicen ellos- arrepentidos. Con el contador a cero para volver a gastar putadas. Lo dicho, una verdadera bicoca para tanto político mentiroso y prevaricador.
¿Cómo van a preocuparles los estragos que originan sus putadas? Si les basta con volver a confesarse. Así que, apenas llega el domingo de resurrección, aquí los tenemos de nuevo a todos: arremangados, insultándose entre ellos y dispuestos a volver a pegarse patadas en nuestros culos.
Cospedal ya ha sacado los cuchillos pidiendo la cabeza de Arenas por los malos resultados peperos en Andalucía; Rosa Díez se revuelve como gato panza arriba para no irse mientras los críticos la comparan a ella y a sus fieles con los integrantes de una secta; el PNV saca las uñas en la celebración del Aberri Eguna y en los cuarteles generales de todos los partidos se preparan las comparecencias públicas de este lunes, que es cuando se produce el verdadero pistoletazo de salida, la inflexible cuenta atrás para las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo: faltan cincuenta días.
Fechas de rentrée, fechas, cómo no, de encuestas. Y ahí tenemos ya a El Mundo, prediciendo victorias de sus bienamadas Aguirre y Cifuentes. Victorias exiguas que las dejarían en manos de esa cuña llamada Ciudadanos a quien nadie quería invitar a una fiesta en la que se ha colado merced a las vilezas de unos y las torpezas de otros. Podemos ha perdido pie y garra, pero ha hecho un trabajo en el último año que pasará sin ninguna duda a la historia de nuestro país. Y enIzquierda Unida dan desesperadas brazadas por mantenerse a flote en un lodazal cuya suciedad es también responsabilidad de ellos.
Vuelven recién confesados y nos mentirán sin escrúpulos todo lo que haga falta para continuar donde están. La “socialista” Susana Díaz, católica ella también, volverá a intentar seducir prometiendo cosas que no cumplirá, como hizo con Izquierda Unida. Mentirá, pero ya se arrepentirá después. Ahora necesita abstenciones para volver a ser elegida presidenta y cuando se ha puesto a hacer cuentas en serio, se le ha empezado a congelar aquella irrespetuosa sonrisa con la que irrumpió junto a los suyos rampa abajo para celebrar el resultado electoral.
Espero de corazón que Teresa Rodríguez no se deje engañar y no le facilite las cosas. Y para no facilitarle las cosas, Podemos tiene que votar NO a la investidura. Como dice un buen amigo mío, apoyar a Susana situaría a Podemos en un lugar más vergonzante que el de IU: sería darle el gobierno al PSOE a cambio de nada Sería regalarle a Esperanza Aguirre y a tantos otros como ella el argumento de que votar a Podemos es votar por el PSOE.
Si Podemos vota NO a la investidura de Susana Díaz pueden pasar dos cosas: que el PP le dé el gobierno al PSOE, con lo que quedaría inaugurado el reconocimiento explícito del bipartidismo, o que haya que convocar nuevas elecciones. No pasa nada. Con miedo no se hacen los cambios. Como dice otro amigo mío, si eres cobarde una vez estás admitiendo que es muy probable que lo seas siempre.
Susana regresa “nueva” después de una semana santa andaluza con una temperatura de ensueño. Ella y los suyos creen estar en racha. Pero en manos dePodemos está la posibilidad de hacer que se baje del caballo. Si tragan y le ayudan a ser presidenta, los llevará al huerto incumpliendo todos sus compromisos sin que se le mueva un solo músculo. Experiencia en traicionar y mentir no le falta. Le bastará con volver a confesarse. Es lo que tienen los católicos. Un chollo cuando se dedican a la política.
J.T.
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